HAGIOGRAFÍA
SaMun

1. Definición y ordenación teológica

De manera completamente general hay que entender por h. la exposición de la vida de los santos. En un sentido científico estricto este concepto abarca la discusión crítica de la tradición hagiográfica, del culto y de la historia de los santos (culto a los ->+ santos, historia de los -> santos).

En la acción de los santos se expresa la Iglesia misma. «La h. pertenece al gran ámbito de la autoexposición literaria de la Iglesia» (B. KöTTING, LThK2 iv 1316). En ella Cristo se hace visible como aquel que sigue viviendo y creciendo de diversos modos. Por tanto la h. es historiografía eclesiástica. Pero no tiende solamente a relatar hechos, sino que sirve para alabanza de la gloria de Dios en sus santos y para acicate de la Iglesia peregrina, a fin de que ella confíe constantemente durante su vida en la eficacia del Señor presente, y de que edifique y deje espacio a Cristo para su propio crecimiento, sabiendo que sus leyes no pueden determinarse de antemano. Esta misma línea de ordenación teológica sigue el Vaticano ii en la constitución Lumen Gentium (cap. 7 nº 50): «Si contemplamos la vida de los fieles seguidores de Cristo, recibimos nuevo impulso para buscar el reino futuro (cf. Heb 13, 14; 11, 10). A la vez se nos muestra un camino completamente seguro para que nosotros, cada uno según su estado y las circunstancias propias de su vida, a través de las vicisitudes terrenas podamos llegar a la perfecta union con Cristo, es decir, a la santidad. En la vida de aquellos que, siendo compañeros de destino de nuestra humanidad, sin embargo han sido configurados más perfectamente a imagen de Cristo (cf. 2 Cor 3, 18), Dios muestra de manera viva a los hombres su presencia y su faz. En ellos, Dios mismo nos habla a nosotros, nos da una señal de su reino, al que, rodeados de una nube tan grande de testigos y frente a tal testimonio de la verdad del Evangelio, nos sentimos atraídos poderosamente.»

2. Fuentes de la hagiografía

Junto a las noticias literarias en forma de cartas a los relatos sobre martirios y a otras exposiciones históricas de muy diversa índole, pertenecientes a distintas épocas y con muy diverso grado de seguridad histórica, hay que mencionar primeramente las inscripciones, y ante todo las de los tiempos más primitivos, que en letras torpemente grabadas traen el nombre del testigo juntamente con la designación: «mártir». Pronto se multiplicaron las inscripciones; es importante que el historiador sepa separar aquí la parte legendaria, fuertemente elaborada, del núcleo histórico. Ocupan un lugar especial, en lo que se refiere a la época del cristianismo primitivo, los llamados epigrammata Damasiana, o sea, las inscripciones que el papa Dámaso i (366-384) hizo preparar para las tumbas de los mártires. Es cierto que los 59 epigramas todavía conservados, con frecuencia tan sólo contienen detalles del tiempo de la persecución, y que estas pocas indicaciones generalmente no proceden de testigos oculares inmediatos. A pesar de esto no se puede negar su valor para la historia de la veneración de los santos, y para la de los mártires del cristianismo primitivo, como complemento de otras informaciones seguras. Además hay que mencionar los relatos de milagros y la historia de las -> reliquias, los documentos de fundaciones, los patrocinios y las tradiciones locales. También los sermones tienen aquí cierta función, especialmente en los siglos vi-vmmm los llamados laudatio, panegyrikon y enkomion. Según el fin para el que se expone la vida de algún santo, bien sea el uso litúrgico o bien el privado, se adoptan diversas formas de exposición; a veces un mismo hagiógrafo elabora ambos géneros literarios.

3. Historia de la hagiografía y de sus formas

Para el comienzo de la h. fue decisivo el ideal de santidad de los mártires entre mediados del siglo II y el iv. Al principio no interesaba toda la vida de los mártires, sino solamente su muerte como testigo; y así estos primeros relatos hagiográficos (relatos de mártires, no las leyendas) se reducen a dos formas. Una de las formas es un relato (martyrium, passio), que describe los acontecimientos en torno al martirio y expone las partes más importante del proceso judicial. Con frecuencia, estos relatos se envían luego en forma de cartas a otras comunidades para fortalecerlas en la fe. Son testimonios famosos: el llamado martyrium Polycarpi, el «relato más antiguo que nos ha llegado, auténtico en lo esencial y seguro acerca de la muerte de un mártir» (ALTANER-STUIBER 51), compuesto en forma de un escrito de la Iglesia de Esmirna a la de Filomelio en Frigia; y la carta de las comunidades de Vienne y Lyón a las comunidades de Asia y Frigia acerca de la persecución en Lyón (177-178). Finalmente se cuenta entre estos escritos la passio Perpetuae et Felicitatis (202203), donde hay que resaltar las notas de propia mano sobre todo acerca de visiones en la cárcel, que proceden de la joven y noble madre Víbia Perpetua o Sáturo.

La otra forma está representada por las Acta, los protocolos de los procesos, que, sin embargo, sólo al principio y al final, ofrecen breves referencias al martirio. Por lo demás, se limitan a la reproducción del proceso judicial; pero, en general, se trata «de una forma literaria y no de los protocolos oficiales del juicio» (ALTANER-STUIBER 90). Son importantes las actas de Justino y de sus compañeros (hacia el 165); las de los mártires de Scili (180), que representan a la vez el más antiguo escrito fechado del cristianismo en lengua latina; y las Acta proconsularia de Cipriano de Cartago, que informan de manera bastante fidedigna sobre el destierro, el proceso y la muerte de este obispo. A esos documentos, escritos por coetáneos y seguros en general, se añaden en el siglo iv las leyendas de los mártires, entre las que se cuentan también los relatos acerca de los mártires romanos Hipólito, Lorenzo y Sixto, Cecilia, Inés, Sebastián, los «cuatro Coronados» y Juan y Pablo.

Cuando más tarde, junto al ideal de santidad de los mártires, empezó a desempeñar cierto papel el ideal de los obispos y los ascetas, surgieron las vidas de los santos, que, sin embargo, en gran parte tienen un carácter legendario. De gran importancia fue aquí la Vita Antonii de Atanasio. Entre las vidas de santos en occidente hemos de mencionar la de Paulino acerca de Ambrosio de Milán, la de Posidio acerca de Agustín de Hipona,la de Fernando acerca de Fulgencio de Ruspe y la de Sulpicio Severo (} hacia 420) acerca de su amigo Martin de Tours. En esta última (hay que añadir tres cartas y los diálogos en dos libros) se procura mostrar con mucho aparato legendario cómo Martin superó en santidad y en poder taumatúrgico a los ascetas de Egipto. Esta vida de Martin es además importante porque en ella el santo aparece como apóstol de las Galias y primer padre de los monjes occidentales.

En comparación con el occidente, el oriente nos ha transmitido vidas de santos con mayor valor histórico, entre las cuales son especialmente dignas de mención la de Gregorio de Nisa acerca de Gregorio el Taumaturgo y la de Paladio de Helenópolis acerca de Juan Crisóstomo. De Paladio procede asimismo la Historia lausíaca, una historia del antiguo monacato; ésta ha sido completada por la Historia monachorum in Aegypto y los Apophthegmata patrum, una colección de dichos y ejemplos de monjes famosos (sobre otros testimonios cf. ALTANER-STUIBER 233244). Tenemos una forma especial de vidas de santos en las vidas de los ascetas (hombres y mujeres), de los fundadores de órdenes o de religiosos famosos, así como grandes y famosos misioneros; aquí se abrieron de par en par las puertas a la creación de leyendas (cf., respecto del oriente: Simeón Metafrasto, segunda mitad del siglo x; y con relación a occidente: Jacobo de Vorágine [1 1298], Legenda aurea). Precisamente estos relatos legendarios tuvieron una considerable influencia sobre el arte y la literatura. Posteriormente en oriente la h. recibió un fuerte impulso de los hesicastas y palamitas, mientras que en oriente y occidente desempeñaban un papel importante las grandes colecciones de milagros, así, por ejemplo, la de Cesáreo de Heisterbach (J 1240; cf. B. KÖTTING, op. cit., 1319). En el campo de la h. son además importantes los catálogos de mártires y los calendarios, entre los que cuenta como el más antiguo catálogo de mártires el cronógrafo de 354, que abarca la Depositio martyrum romana (con nombres, fecha, lugar de la depositio o de la celebración de la estación litúrgica de los mártires, pero no de los obispos; y no sólo de Roma, sino también de África, Albano Laziale y Portus, el puerto de Roma) y la Depositio Episcoporum (con nombres y lugar de la depositio o de celebración de la estación litúrgica de los obispos romanos desde Lucio I [+ 254] hasta Julio i [+ 352]).

Hay que añadir el Martyrologium syriacum, y el llamado Martyrologium Hieronymianum, surgido hacia mediados del siglo v en la Italia superior mediante la fusión de los mencionados catálogos de Roma, de muchas ciudades italianas, de Cartago y de Nicomedia. Estas listas quedaron enriquecidas con indicaciones históricas, y de este modo se fueron desarrollando hasta dar origen a los martirologios en occidente, y a los menologios o sinaxarios, con vidas de santos largas o breves, en oriente (cf. sobre todo el Synaxarum ecclesiae Constantinopolitanae).

4. La hagiografía moderna

Se caracteriza por una reelaboración crítica de todo el material, empezando con J. Bolland (1595-1665), G. Henschen, D. Papebroch y los trabajos de los maurinos (J. Mabillon, Th. Ruinart). Está estrechamente unida con el nombre de los «bolandistas», que, como miembros de la compañía de Jesús, prosiguieron la obra de J. Bolland (contra las dificultades a fines del s. xvii, promovidas por los carmelitas, por la supresión de la Compañía de Jesús y por la confusión de la revolución francesa), después de fundarse el instituto nuevamente en Bruselas el año 1837. De especial importancia para la época más moderna son V. de Buck, Ch. de Smedt y H. Delehaye, y con relación a la hagiografía oriental P. Peeters.

Entre las publicaciones de los «bolandistas» se encuentran las ActaSS, que contienen excelente comentarios al más antiguo martirologio y al martirologio de la Iglesia, los AnBoll, que completan y preparan las ActaSS, y los Subsidia hagiographica (con BHL, BHG y BHO). Además pertenecen a esta serie sobre todo las obras de H. Delehaye mencionadas en la bibliografía. En la investigación de la h. griega merece atención A.J.M. Ehrhard. Es también meritoria la serie editada para círculos más amplios por W. Nigg y W. Schamoni: Santos de la cristiandad no dividida, según los testigos de su vida (D 1962ss).

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