B) PRESCOLÁSTICA

Con el concepto de p. la historia de la -+ teología designa la ciencia filosófica y teológica en la época que va desde el siglo VII al xi. Esa época linda hacia atrás con la teología de los -->padres griegos y latinos (cf. también -> patrología) y hacia adelante con la e. primitiva (cf. luego en C). Se trata de diversas corrientes espirituales cuyo denominador común puede verse en la aspiración a poner a servicio de la fe la cultura antigua, dominada imperfectamente todavía, pero dejando a salvo la peculiaridad del conocimiento religioso.

En la mayoría de los países occidentales de Europa los siglos VII y VIII son tiempos de decadencia cultural. Las escuelas romanas y con ellas la formación clásica del mundo antiguo han desaparecido casi por completo; el número de los que saben escribir es escaso. Casi exclusivamente los monasterios son centro de conservación y transmisión del saber. A este respecto fue importante el influjo de los monjes irlandeses, escoceses y anglosajones. En efecto, en los centros culturales de su patria se transmitía un buen conocimiento de la lengua latina, y ellos se caracterizaban por el amor a la erudición. En los nuevos monasterios ,se creaban las bibliotecas indispensables para la actividad científica. El maestro más importante de la época fue Beda el Venerable, un laborioso compilador, que estudió las obras de numerosos doctores de la Iglesia, formulando a la vez sus propias preguntas y dándoles soluciones autónomas.

El renacimiento carolingio da nueva vitalidad a los estudios (-+ reforma carolingia). La meta de este florecimiento cultural es religiosa, pues la formación se considera como parte integrante de la cultura y la vida religiosa (del culto). Esto aparece sobre todo en la estima de la cultura lingüística como condición previa de todo trabajo de formación. Tomando como base la lectura de textos antiguos se aprende de nuevo a escribir un latín correcto. Con el idioma penetra también en el reino de los francos la formación general, el conocimiento de la historia de la naturaleza y del mundo elaborada en la antigüedad. A la vista de la relación entre -->helenismo y cristianismo, estos estudios son considerados como un estadio previo para el saber creyente y se recomiendan al clero.

Las artes liberales ocupan un puesto importante en el programa de la enseñanza escolar. Se espera de ellas el fomento de las facultades intelectuales necesarias para la inteligencia perfecta de la fe. Los manuales de Marciano Capella, Donato y Prisciano, así como las traducciones, los comentarios y las obras teológicas de Boecio, son estudiados detenidamente. Ya en las obras de Alcuino, uno de los más importantes organizadores de los estudios en Francia, hallamos ciertos esbozos de ejercitaciones escolares, p. ej., la disputa erudita (disputatio), que en la e. primitiva y en la alta e. tendrá gran importancia. Alcuino pretende que el contenido de la revelación se trate dialécticamente, y él mismo se esfuerza por exponer mediante un método dialéctico la doctrina de la Trinidad, de la encarnación, de la creación y del fin del mundo, en lo que sin duda fue decisivo el ejemplo de Agustín y de Boecio (In top. Cic.: PL 64, 1047).

Pero en el centro de la erudición se halla la Escritura; la formación y las artes son apreciadas por su utilidad para entender la Escritura. En consecuencia, la mayor parte de las obras de este período son comentarios bíblicos; los más conocidos intérpretes de la Escritura son los procedentes de las Islas Británicas: Smaragdo, Sedulio Escoto y Juan Escoto Erígena; los lioneses Agobardo y Floro; los alemanes Rabano Mauro y Walahfrido Strabo: a la abadía de Corbie pertenecen Pascasio Radberto, y en la abadía de St-Germain de Auxerre actúan Dunchadh, Heiricus, Remigio y Haimo. Esta literatura exegética está fuertemente vinculada a la tradición. Los autores no se atreven a exponer una doctrina propia; ellos quieren simplemente descubrir de nuevo a amplios círculos la sabiduría de la antigüedad cristiana. Las fuentes son los padres latinos, sobre todo Agustín; pero también se conocen algunos escritores eclesiásticos griegos, p. ej., Dionisio Areopagita (por mediación de Juan Escoto Erígena e Hilduino de St-Denis). Pero en la elección de material, en el resumen de la doctrina patrística y en su aplicación a nuevas cuestiones aparece también un trabajo intelectual autónomo, sobre todo en la discusión de algunos problemas teológicos que despiertan el interés general. Esas discusiones se refieren al adopcionismo, latente en algunas fórmulas cristológicas de la Iglesia mozárabe (-> cristología), y a la ->predestinación (afirmada por Gotescalco de Orbais en forma de una positiva reprobación condicionada; y explicada a base de la praescientia periturorum por Rabano Mauro, Hincmaro de Reims y Juan Escoto Erígena). En la primera disputa medieval sobre la eucaristía, Rabano Mauro, Pascasio Radberto, Ratramno e igualmente Gotescalco intentaron determinar la esencia de la presencia eucarística. La disputa sobre las -->imágenes se encendió en occidente a consecuencia del decreto del segundo concilio de Nicea acerca de la veneración de las mismas, que había sido rechazada por los Libri Carolini.

La confusión política al descomponerse el imperio carolingio produjo también una decadencia de dicho renacimiento cultural. En la segunda mitad del siglo X y a principios del XI no surge ninguna obra de importancia. Un tiempo _ en que tienen éxito los escritos de Rotsvita de Gandersheim y es compartido el interés de Gerberto de Aurillac (luego Silvestre ir) por las matemáticas y las ciencias naturales, no carece de formación a pesar de todo, y sería por tanto una exageración el hablar de un saeculum obscurum. Las «artes» son conocidas y estimadas cada vez más. Maestros ambulantes recorren Europa occidental, De todos los países cultos de occidente llegan estudiantes a Chartres para aprender de la erudición eclesiástica de Fulberto de Chartres, versado en artes liberales, en ciencia bíblica y en teología patrística.

En la segunda mitad del siglo XI la actividad docente de Landfranco de Pavía y Anselmo de Canterbury atrae estudiantes hacia Bec. Los eclesiásticos científicamente interesados cultivan un intenso intercambio epistolar. Fulberto de Chartres continúa su actividad docente a través de la correspondencia; y ciertas declaraciones escandalosas de Berengario de Tours en relación con la disputa sobre la eucaristía provocan una tormenta de cartas de protesta (con participación de Adelmano de Lieja, Durando de Troarn, Guitmund de Aversa, Hugo de Breteuil, Landfranco de Pavía). La -->reforma gregoriana con su lucha contra la simonía y por la recta investidura fomenta una intensa actividad científica: a la luz crítica de la disputa literaria, los autores se ven forzados a examinar cuidadosamente los textos bíblicos y patrísticos que ellos aducen; por la contradicción de los adversarios, juristas y teólogos tienen que acreditar la validez de sus argumentos.

El pensamiento de este tiempo está ocupado sobre todo con el problema de la medida en que la forma metódica del pensamiento humano aprendida de la antigüedad, la dialéctica, es utilizable para la inteligencia de la fe. Todos los autores importantes, incluso los antidialécticos, se sirven de él en medida más alta que los escritores de la época carolingia. Anselmo de Canterbury escribió de propio una obra, la cual muestra cómo él ejercitaba a los jóvenes monjes en el método dialéctico (De grammatico). Sobre la base de una fe firme, se investigaban con todos los medios de la razón humana la importancia, la conexión y el valor de las verdades de fe. La dificultad comenzó cuando algunos pensadores, a base de conclusiones, llegaron a sostener afirmaciones que no estaban conformes con la doctrina de la Escritura y de los padres (Berengario de Tours, quizá Roscelino de Compiégne), o trataron las verdades de fe sin reverencia religiosa. Como reacción contra tales abusos, sobre mediados del siglo xi surgió un movimiento antidialéctico que, si bien no afirmó que el uso de la dialéctica fuera ilícito o careciera de valor, sin embargo, señaló a ésta sus límites (Gerardo de Csanád, Othloh de St. Emmeram, Manegold de Lautenbach, Pedro Damián). Para los representantes de este movimiento, las leyes de la naturaleza y del pensamiento no ofrecen una seguridad tan absoluta que puedan fundamentar la negación de una afirmación creyente. Los conceptos logrados por la experiencia humana no pueden aplicarse indistintamente a Dios. Además, el esfuerzo intelectual ha de aspirar, no a un mero saber, sino a una visión salvífica de la fe. Brevemente: las ciencias mundanas deben ponerse a servicio de la sabiduría cristiana.

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Zoltan Alszeghy