PABLO DE SAMOSATA, nacido en esta ciudad, que era capital de la provincia siria de Comagene, había sido gobernador y ministro de la reina Zenobia de Palmira; fue obispo de Antioquía desde el año 260 hasta el 268, en que fue depuesto por sus errores sobre la persona de Cristo, a quien tenía por un hombre corriente, superior a Moisés, pero que no era el Logos; por esto se le considera precursor del nestorianismo. Parece que el concilio que condenó a Pablo condenó también la expresión «homousios», consubstancial, que luego canonizaría el concilio de Nicea; pero es muy probable que se condenara ese término porque entonces se entendía de manera que negaba la distinción de las Personas divinas. Quedan sólo fragmentos de sus escritos, que no debieron de ser numerosos.

LUCIANO DE ANTIOQUÍA, que murió mártir el 312, había nacido también en Samosata; por eso se le llama a veces Luciano de Samosata, pero parece preferible reservar este nombre para el autor pagano del De morte Peregrini del que hemos hablado en la introducción a los apologistas griegos. Aunque al parecer no era un pensador profundo, Luciano fundó en Antioquía una escuela, en la que trabajó seriamente en la restitución del texto de las Sagradas Escrituras, como habían hecho Orígenes y Pánfilo; frente al método alegórico de interpretación que usaban los alejandrinos, y en clara oposición a él, se ceñía únicamente a la interpretación literal; formó a muchos escritores en su método de exégesis, que era exigente y correcto en sí mismo. Pero esta escuela tomó casi enseguida una orientación desenfocada en otros campos; muy pronto se calificó a Luciano como sucesor de Pablo de Samosata; insistía en que el Hijo estaba subordinado al Padre, por el que había sido adoptado; más tarde se le consideró como el precursor inmediato del arrianismo, y de hecho los principales fautores del arrianismo habían sido discípulos suyos y reconocían explícitamente su paternidad en cuanto a esta doctrina. Quedan grandes fragmentos, en obras de otros autores, de su revisión del texto de la versión griega de los Setenta, revisión que gozó de gran prestigio.

METODIO, cuya vida parece que se desarrolló en Licia y quizá en Macedonia, donde habría sido obispo, murió mártir en el 311. Fue un adversario decidido de las doctrinas de Orígenes. Escribió diálogos al estilo de los de Platón, de los que se conserva uno en griego y varios en traducciones eslavas; tratan de la virginidad, de la resurrección con el mismo cuerpo actual, de la no preexistencia de las almas, del libre albedrío y de la virtud de la templanza.

VICTORINO DE PETAVIO, que murió mártir en el 304, fue obispo de Petavio, en Panonia, a la orilla del Drava, y posiblemente era natural de Grecia. Escribió obras de exégesis, siendo el primero de los latinos en hacerlo; se conserva su comentario al Apocalipsis, en el que muestra su milenarismo.