BARROCO COLONIAL
a) Barroco
b)
Arte colonial
c)
Arte barroco colonial jesuítico
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Definido
por el término francés barquee-extravagante,
el barroco vino a expresar la actitud estilística del s. XVI surgida en Roma
y llevada a su cénit arquitectónico por parte de Francesco Borromini, escultórico
por parte de Gian Lorenzo Bernini, y pictórico por parte de Pietro della
Cortona.
Se
trata de un estilo que comparte con su precedente Renacimiento una visión clara
del espacio y un elemento central al que apuntan los demás. No obstante,
introduce un nuevo estilo de contrastes
para provocar en el espectador una sensación
de asombro:
-recurriendo
al dinamismo
masivo y exagerado,
-abriendo
la visión a lo
extraordinario y oculto,
-cultivando
los efectos
teatrales y dramáticos,
-contrastando
constantemente la luz-sombra.
En
su parte arquitectónica, el Barroco introdujo las superficies onduladas, las
plantas elípticas, las trabazones[1],
exageraciones y monumentalidad.
Se trata del arte propio barroco desarrollado en los lugares en situación
colonial. Se desarrolló en los ss. XVI y XVII en las colonias europeas de América,
Africa y Asia, como derivación
del barroco europeo, aunque con desarrollos y materiales autóctonos
y más primigenios.
Consistió en la fusión sincrética entre las formas artísticas
llevadas por la potencia colonizadora europea y los elementos
indígenas anteriores al proceso colonizador.
El
estilo artístico de los jesuitas respondió a las necesidades de evangelizar
y educar a los jóvenes de la misión. Todos sus edificios (colegios,
hospitales, universidades...) respondieron a las necesidades de difundir la
palabra de Dios y educar.
Dejando
a un lado el aspecto histórico de la fundación ignaciana, sí que
podemos observar cómo:
-la
historia de la Compañía de Jesús influyó en sus estilos artísticos,
-la
arquitectura jesuítica optimizó el desarrollo de la misión evangelizadora,
-las
peculiaridades barrocas respondieron a objetivos pedagógicos.
Se trata, en primer lugar, de un estilo general barroco; y en segundo
lugar de una fusión con elementos coloniales de colonizadores y colonizados. Y
todo ello como el arte
elegido por los jesuitas por:
-unificar
sus grandes ambientes misionales,
-dar
acogida a los elementos aborígenes de los misionados.
Fue otra causa de esta selección artística la fidelidad y compromiso de
la Compañía de Jesús respecto a la Contrarreforma de la Iglesia Católica[2],
en público contraste con las nuevas corrientes artísticas protestantes y
anglicanas. No obstante, fue un arte
contrarreformista desarrollado en diferentes maneras, ya fuese
implantado en Europa, o ya fuese implantado en las colonias europeas.
Las construcciones artísticas fueron surgiendo a medida que los jesuitas las iban necesitando, desde la obligación a disponer de un edificio físico capaz de albergar a miles de personas, hasta la plasmación de un parámetro artístico que les permitiera desarrollar y unificar sus tareas. Otros procesos intermedios, como la difusión de un mensaje, o la ampliación de patrimonios culturales, también tuvieron cabida en el proyecto artístico de los jesuitas.
Manuel
Arnaldos
Mercabá,
diócesis de Cartagena-Murcia