La Moral... una Respuesta de Amor
Introducción al manual
Al iniciar un curso de
moral el profesor nos dijo: “estudien bien la moral, que si no tendrán que
practicarla". Luego nos explicó que con esa broma quería llamar nuestra atención
sobre cierta visión deformada que hay en algunos ambientes sobre los así
llamados "moralistas" y sobre el estudio de la moral en general.
Efectivamente, podríamos decir que hoy día la moral y el moralista no gozan de
"buena literatura". A menudo se ve la moral como una serie de imposiciones
venidas "de lo alto", cortapisas de nuestra libertad, camisas de fuerza que
restringen nuestra espontaneidad... Muchas veces si alguien pretende proponer
alguna orientación ética sin ser rechazado, aclara enseguida que es contrarío a
todo "moralismo". Y, no pocas veces (como sugería la frase de nuestro profesor)
se piensa en el moralista como en un experto en encontrar siempre una salida
trasera a los problemas serios de conciencia, realizando algún malabarismo
mental con el que consigue arreglarlo todo como le interesa.
Y sin embargo, la moral ha estado siempre en el centro de las atenciones y
preocupaciones de las personas y las sociedades cualquier raza, cultura o
religión. ¿No será que forma parte integrante de nuestro mismo ser como personas
y como sociedades? Cuando se comprende a fondo la realidad casi misteriosa de la
moral, se entiende que se trata ni más ni menos que del núcleo mismo de la
realización de la persona humana en cuanto tal, en cuanto ser racional y libre,
autor de sus propios actos, responsable de sus propios comportamientos, a través
de los cuales se hace a sí mismo en cuanto persona; una buena o mala persona.
Más aún, vista en su más honda raíz, "la moral es una respuesta de amor", como
dice Juan Pablo II en su encíclica sobre los fundamentos de la moral, Veritatis
Splendor (6 de agosto de 1993):
"La vida moral se presenta como la respuesta debida a las iniciativas
gratuitas que el amor de Dios multiplica en favor del hombre. Es una respuesta
de amor..." (VS 10)
Lo veremos amplia y repetidamente en nuestro curso: la vida moral tiene su
origen en la llamada que Dios hace al hombre para que sea lo que es, viviendo
como debe vivir. Dios llama al hombre a través de la Sagrada Escritura, del
Magisterio puesto por Él para guiar al pueblo de Dios, etc. Pero lo llama ya
antes -y llama a todo hombre, incluso a quien ignora su existencia- al crearlo
así como es, como ser humano. Le llama desde su misma conciencia, le llama desde
su misma naturaleza humana, desde la Ley Moral Natural.
“Respuesta de amor". Todo cambia cuando se entiende que la moral es una
respuesta de amor a Alguien que nos ama infinitamente, y que nos llama
moralmente por puro amor. Esta conciencia, sobre todo cuando fructifica en una
actitud de amor de correspondencia, hace que la vida moral sea mucho más
sencilla de lo que podemos pensar. Así se expresa el Papa en la Conclusión de la
VS:
“Esta es la consoladora certeza de la fe cristiana, a la cual debe su
profunda humanidad y su extraordinaria sencillez. A veces, en las discusiones
sobre los nuevos y complejos problemas morales, puede parecer como si la moral
cristiana fuese en sí misma demasiado difícil; ardua para ser comprendida y casi
imposible de practicarse. Esto es falso, porque -en términos de sencillez
evangélica- consiste fundamentalmente en el seguimiento de Jesucristo, en el
abandonarse a él, en el dejarse transformar por su gracia y ser renovados por su
misericordia, que se alcanzan en la vida de comunión de su Iglesia" (n.
119).
También el estudio y la enseñanza de la moral, tanto por parte del moralista
como del pastor, adquiere así una dimensión diferente. Es algo eminentemente
positivo, bello, noble. Es un servicio al hombre, a cada hombre, con el que se
le ayuda a aprender a escuchar la llamada de Dios y a darle una respuesta de
amor, progresando así día a día en su propia realización humana y encaminándose
hacia su plena realización en la eternidad.
En nuestros días el moralista y el pastor tienen que realizar ese servicio en
una situación ambigua y difícil. Por un lado se nota por todas partes un pujante
resurgir de la "cuestión moral". Basta ver la cantidad de centros, institutos,
cursos, congresos, revistas, libros, etc. dedicados a temas de moral, sobre todo
en el campo social y en el de la nueva disciplina llamada "Bioética".
Por otro lado, el hombre moderno tiene que vivir su vida moral en situaciones
sumamente complejas. Se encuentra cada día con nuevas y mayores posibilidades de
intervenir sobre sí y sobre los demás, desde el punto de vista médico,
psicológico, social... Todo esto complica las cosas. Vivimos en una "sociedad
compleja", llena de interrelaciones fluctuantes y ambiguas. Y vivimos en una
situación de "globalización" que complica también las relaciones entre los
pueblos y las naciones. Y en toda esta maraña, "la gente" se siente perdida.
Finalmente, vivimos en una sociedad marcadamente pluralista, en la que muchas
veces ya no se sabe quién tiene razón, y hasta se llega a dudar o negar que
alguien pueda tener razón; una sociedad en la que los valores fundamentales de
la persona y la convivencia, y hasta los mismos fundamentos de esos valores se
ven zarandeados por una profunda crisis que sacude hasta las raíces... Los
mismos estudiosos de la moral no saben muchas veces a qué atenerse.
Se impone, pues, si queremos de verdad ofrecer un servicio útil, noble,
importante, como moralistas y como pastores, un esfuerzo por volver seriamente a
lo fundamental, a la fundamentación honda y genuina de la reflexión moral (que
será también la fundamentación de la vida moral).
Este manual no es sino un intento de servir a quien debe realizar ese servicio.
Una ayuda para que el alumno pueda fundamentar sólidamente, con su propia cabeza
(y su propio corazón), la estructura misma de la reflexión y la vida moral. Y,
dado que se trata de un texto destinado a poner las bases, y no a especialistas,
he procurado trazarlo según unas líneas sumamente esenciales. He rechazado la
tentación de plantear nuestro estudio siguiendo las múltiples y vivas polémicas
que serpentean hoy entre muchos libros y muchas aulas. Igualmente, he evitado
complicar el estudio con disquisiciones y divagaciones de carácter meramente
erudito, para ir directamente a lo que, a mi entender, debe conocer quien
comienza su preparación en este campo. Notará por ello el lector que escasean
las referencias bibliográficas y las citas de autores.
Por lo demás, se aplica en este texto la metodología propia de la colección que
lo acoge, destinada a proporcionar un material suficiente en sí mismo para la
preparación del alumno. Por ello se incluye la sección de preguntas de
comprensión y asimilación al final de cada capítulo, el vocabulario fundamental
al final del texto, etc. Para ayudar al lector, he trazado al inicio de cada
capítulo un "enfoque", en el que, estableciendo el nexo con lo visto
anteriormente, se explica el sentido del presente tema, el ángulo específico
desde el que se propone al estudiante, y un breve resumen de su contenido,
poniendo entre [ ] los números de los apartados correspondientes en el capitulo.
Dejo estas páginas en manos del lector, con la esperanza humilde de que le
sirvan para que pueda ayudar a otros a responder con su vida moral a la llamada
de Dios, y para que pueda él mismo ofrecerle cada día su propia respuesta de
amor.