PRÓLOGO


a) Los diez cánticos

Cantar de los cantares de Salomón (1,1). En la Biblia hay muchos cánticos. Hay cantos de gozo y de duelo, cantos de siembra y de recolección o de vendimia, cantos triunfales y cantos de amor, cantos de peregrinación y cantos de alabanza. Pero entre todos sobresale el Cantar de los Cantares. Según el Targum y el Midrás, diez cánticos se han dicho en este mundo, de los cuales éste es el más glorioso de todos.

El primer cántico lo entonó Adán cuando fue absuelto de su pecado, ya que llegó el Sábado y lo defendió. Entonces Adán abrió su boca y dijo: "Salmo, cántico para el día del Sábado" (Sal 92,1).. El segundo cántico lo cantó Moisés con lo hijos de Israel cuando Yahveh les abrió el Mar Rojo: "Entonces Moisés y los hijos de Israel cantaron la alabanza' (Ex 15,1). El tercer cántico lo cantaron los hijos de Israel cuando les fue dado el pozo de agua: "Entonces Israel cantó la alabanza" (Nú 21,17). El cuarto cántico lo dijo Moisés, profeta, cuando le llegó el tiempo de partir de este mundo. Con el canto amonestó a la casa de Israel, como está escrito: "Escuchad, cielos, y hablaré" (Dt 32,1). El quinto cántico lo entonó Josué cuando luchó contra Gabaón y el sol y la luna se pararon treinta y dos horas, cesando en su cántico. Josué pidió al sol que se callase y el sol dijo a Josué: Y mientras yo calle, ¿quién dirá la alabanza del Santo? Josué le respondió: Tú, calla, y seré yo quien diga un canto en tu lugar. Entonces "Josué cantó la alabanza delante del Señor" (Jos 10,12). El sexto cántico lo entonaron Barac y Débora el día en que el Señor puso a Sisara y a sus siervos en manos de los hijos de Israel: "Y Débora y Barac cantaron la alabanza" (Jos 5,1). El séptimo cántico lo dijo Ana, cuando le fue dado un hijo de parte del Señor: "Y Ana oró en profecía y dijo" (lSam 2,1). El octavo cántico lo entonó David, rey de Israel, por todos los prodigios que el Señor había hecho en su favor: "David en profecía cantó la alabanza delante del Señor " (2Sam 22,1).

El noveno cántico lo dijo Salomón, rey de Israel, en Espíritu Santo, delante del Soberano de todo el mundo, el Señor (Cant 1,1). ¿Con qué se puede comparar esto? Con un barril lleno de piedras preciosas y perlas, cubierto con un cobertor de hilo y escondido en un rincón, sin que nadie supiera lo que había dentro. Llegó uno y lo volcó y todos descubrieron el tesoro. Es lo que hizo Salomón, cuyo corazón rebosaba sabiduría. Cuando la santa inspiración se posó sobre él nos descubrió el tesoro escondido en la Torá, los amores entrañables del Rey a la asamblea de Israel. Hasta que surgió Salomón nadie pudo penetrar en el misterio del amor de Dios, oculto bajo las palabras de la Torá.

El décimo cántico lo entonarán los redimidos cuando sean rescatados del exilio, como está escrito: "Los rescatados del Señor volverán a Sión con un cántico de triunfo, una alegría perpetua coronará su cabeza" (Is 51,11). "Aquel cántico será alegría para vosotros, como la noche en que se celebra la fiesta de Pascua y hay alegría en el corazón del pueblo que aparece delante del Señor tres veces al año con varias especies de instrumentos y al son del tímpano, sobre el monte del Señor, para dar culto al Señor, el fuerte de Israel (Is 30,29)"2.

R. Aqiba dijo "que toda la historia no vale lo que el día en que fue compuesto el Cantar de los Cantares. ¿Por qué así? Porque si todos los Escritos son santos, el Cantar de los Cantares es el Santo de los Santos". Como el santo de los santos, el Cantar es una palabra incandescente. El Cantar es como harina candeal, es el mejor de los cantares, el más excelso, el más exquisito. En todas las canciones de la Escritura o Dios alaba a Israel (Dt 32,13) o Israel alaba a Dios (Ex 15,2); pero en el Cantar de los Cantares Israel alaba a Dios y Dios alaba a Israel. Él dice: "¡qué hermosa eres, mi amor!" (1,15), e Israel dice: "¡Qué hermoso eres, Amado mío, qué delicioso!" (1,16).

2 Las citas bíblicas corresponden al texto ampliado del Targum

En el Zohar encontramos el elogio más sublime del Cantar: "Este cántico lo profirió el rey Salomón cuando fue construido el Templo a imagen del Templo celeste. Cuando el Templo inferior fue construido hubo tal alegría ante el Santo como no la había habido desde el día en que fue creado el mundo hasta aquel día. Entonces el mundo fue puesto sobre su fundamento y todas las ventanas del cielo se abrieron de par en par para irradiar luz; nunca antes hubo tanta alegría como la de aquel día; entonces todos los seres del cielo y de la tierra entonaron un canto: el Cantar de los cantares. Este himno de alabanza, santo de los santos, comprende toda la Torá; en él participan los seres del cielo y los de la tierra. Es el canto imagen del mundo celeste, que es el sábado supremo; es el canto con el que el santo Nombre celeste es coronado: por ello es el `santo de los santos'. Éste es el canto de alabanza de la Asamblea de Israel cuando es coronada en el cielo; en ningún himno del mundo se complace el Santo cuanto en este himno".


b) Siete cantares

También Orígenes indaga sobre los cantares de los que éste se dice ser el Cantar: "Pienso que estos cantares son aquellos que desde hacía tiempo se venían cantando por obra de los profetas y de los ángeles, es decir, por los amigos del Esposo. En cambio éste es el Cantar propio del Esposo a punto de recibir a su esposa. En él la esposa no quiere ya que le canten los amigos del Esposo, sino que anhela las palabras del Esposo en persona, presente ya cuando dice: Que me bese con besos de su boca. Los demás cantares, que la ley y los profetas cantaron, parecen haber sido cantados a la esposa todavía niña, cuando aún no había pasado los umbrales de la edad madura, mientras que este Cantar parece estar cantado a la esposa adulta, apta para el vigor fecundante del varón. Por ello se dice de ella que es paloma única y perfecta, y así en cuanto esposa perfecta de un esposo perfecto, ha concebido palabras de doctrina perfecta".

El primer cantar lo cantaron Moisés y los hijos de Israel cuando vieron a los egipcios muertos en la orilla del mar; al ver la mano fuerte y el tenso brazo del Señor entonaron: "Cantemos al Señor, pues gloriosamente se ha cubierto de gloria" (Ex 15,1). Este canto lo cantará todo el que haya sido liberado de la esclavitud de Egipto. Pero aún no puede cantar el Cantar de los Cantares. Para ello, deberá antes caminar a pie enjuto por en medio del mar, vivir todo lo que describen el Éxodo y el Levítico, ser incorporado al censo divino, entonando entonces el segundo cantar junto al pozo de Zared (Nú 21,16)3... Con todos estos cánticos la esposa va avanzando paso a paso hasta llegar al tálamo del Esposo, "al lugar de la tienda admirable, hasta la casa de Dios, entre gritos de júbilo y alabanza, entre el bullicio de gente en fiesta" (Sal 41,5). De etapa en etapa, llega al tálamo mismo del Esposo, para escuchar y cantar el Cantar de los Cantares.

3 Así recorre Orígenes los seis cánticos que, para él, preceden al Cantar de los Cantares, que es el séptimo y perfecto Cantar.

Cantar de los cantares de Salomón. Es el cantar de Salomón, a quien Dios colmó de su sabiduría (1Re 3,12;5,9-14).

Quizás pienses, dice Gregorio de Nisa, que estoy hablando de aquel Salomón nacido de Betsabé en Belén (1Re 3,4; 11,6-8). No, hay otro Salomón, del que aquel era figura. También éste nació según la carne en Belén del linaje de David (Rom 1,3); su nombre es paz y es el verdadero Israel (Heb 7,2), el constructor del templo de Dios (1 Re 5,19; Mt 23,61). Él posee la sabiduría de Dios (1Cor 1,30). Él es el autor del Cantar, que es el canto de su amor, sin el que nada existiría, pues todo es fruto de su amor (Sab 11,24s). Su amor hizo arder el sol y los astros del cielo. Él dio el ser a la pequeña hija de Sión y la enriqueció de gracia y belleza, elevándola hasta su trono, como reina. Y, como canto del Amado, es también el eco del amor de Dios en el corazón de la amada que, desde la tierra se eleva al cielo como exhalación de gratitud. La amada, por ser amada, hace suyo el canto del Amado.

San Bernardo comenta: "Yo creo justa la designación de Cantar de los Cantares por ser fruto de todos los demás. Es un canto que inspira sólo devoción y sólo enseña experiencia. No es un simple sonido de la boca, sino júbilo del corazón; no es un retintín de los labios, sino una pulsación de la alegría; es un acorde de voluntades y no sólo de voces. No es allá fuera donde se oye, no es en la calle donde suena; tan sólo lo oye aquella que lo canta; tan sólo aquel a quien se canta: la esposa y el esposo. Es un canto de bodas y celebra el abrazo puro, encantador, de corazones, el acorde de un arte de sentir y de vivir, su unísona y recíproca tensión de amor. Es el canto apropiado para el que, bajo la guarda y cuidado de Dios, ha llegado a la mayoría de edad, ha madurado hasta la edad del matrimonio y está preparado para la unión nupcial con el esposo celeste".

El Cantar de Salomón, el Pacífico, comienza con un signo de paz, con un beso. Es el beso casto de los fieles, que han sido purificados por Cristo del tumulto de las pasiones. Como canto nupcial, que celebra las dulzuras inefables del amor de Cristo y la Iglesia, se cubre de símbolos y figuras, como Moisés cubrió con un velo su rostro (Ex 3,6), porque de otro modo no se podrían resistir los fulgurantes rayos de su luz. Es el Cantar de los Cantares, cantado al Rey de reyes y Señor de señores (1Tim 6,15) por aquellos que, antes, han cantado los cánticos graduales, es decir, han ido subiendo grado a grado hacia el tálamo nupcial del Señor y ahora viven para cantar su gloria: "Cantad en vuestro corazón salmos, himnos y cánticos espirituales" (Ef 5,19). Tras el largo camino hacia la unión con el esposo, se oyen "voces de júbilo y de salvación en las moradas de los justos" (Sal 117,15). Es el cantar de quienes han recibido el beso de su boca. Boca del Padre es el Hijo, la Palabra hecha carne, que besa a sus discípulos con el soplo del Espíritu Santo: "Jesús sopló sobre ellos y les dijo: Recibid el Espíritu Santo" (Jn 20,22).

El Espíritu Santo, beso mutuo del Padre y el Hijo, es quien inspira el Cantar y quien lo hace cantar a la esposa del Padre y del Hijo, a Israel'y a la Iglesia, que piden a su esposo: ¡Que me bese con el beso de su boca! Sólo en el beso la esposa conoce al esposo, en quien halla vida eterna: "Ésta es la vida eterna: conocerte a ti, único Dios verdadero, y al que tú has enviado, Jesucristo" (Jn 17,3). "El Espíritu, que sondea hasta las profundidades de Dios, es quien nos lo ha revelado" (1 Cor 2,10).