Repaso Histórico del origen de las Arras
F. Xavier Parés
Introducción
Uno de los temas que me llamó la atención al preparar mi tesis doctoral
L’Ordinari d’Urgell de 1536 fue la presencia del rito de las arras en el
sacramento del matrimonio, en el que la Benedictio arrarum consta de dos largas
oraciones.
Una doble liturgia matrimonial latina
Repasando los sacramentarios antiguos se concluye que hubo dos grandes ritos
para el matrimonio en Europa: el romano y el hispano-galicano.
En los antiguos sacramentarios de Roma no se encuentran las arras. Para Roma, el anillo es un atributo de los desposorios.
En cambio al oeste de Europa, el
matrimonio tiene tres estaciones: 1. Vísperas; 2. En casa del novio se bendice
el tálamo nupcial; 3. Entrega de arras y anillos. Con el tiempo los ritos se van
uniendo, así ya en el siglo XI todo se hace el mismo día. En la segunda mitad
del siglo XII, encontramos la oración de la bendición del anillo, antes de la
misa nupcial.
En el siglo XIII se añade la aspersión, y en el XIV la incensación. Las
oraciones usadas son : Creator y Benedic Domine, anulum... En cambio, en Francia
se encuentra otra oración más larga que se conoce por Benedictio Arrae.
Arrae proviene del griego arrhabôn, que significa paga o a cuenta. Por lo menos en España se ha aplicado a regalos de los prometidos, y sobre todo al regalo del anillo. [En México puede referirse a las ofrendas de contentamiento].
A partir del siglo XII el
matrimonio se hace en la puerta de la iglesia y se entregan unas monedas
simbólicas, que entran a formar parte de este rito. Pareciera ser una dote,
simbolizada con monedas. El Ordo III del Pontifical de Lyre, dice que los novios
intercambian trece monedas. Una antigua tradición habla de que las doce monedas
simbolizan los doce meses del año y una más, la trece, que debe ser dada a los
pobres. En el Ordo XVI del ritual de Aviñon, se encuentra una formula de
consentimiento, expresado con un “sí” antes del anillo y las arras, es la
expresión de la entrega de la persona con el sigilo de alianza.
El Ordo Dordelais (siglo XV) explica que las arras son a la vez, el anillo y
trece monedas, y también dice que las arras son dinero. Distingue tres cosas:
las 13 monedas de la época, el anillo y las arras, que son joyas.
El ritual del matrimonio en el concilio de Trento
El concilio tridentino decretó el misal, el breviario y el pontifical romano
pero no decretó ningún ritual romano. Por lo que atañe al matrimonio, Trento
decretó que se debían seguir las costumbres locales, añadiendo unas normas de
matiz mas bien jurídico.
Con el tiempo, no obstante, en varias regiones, empieza una fuerte tendencia a abandonar los ritos propios a favor del ritual de Paulo V, de 1614.
Con esta tendencia de romanizar la
liturgia autóctona, se suprimen totalmente los rituales locales y se adopta el
nuevo ritual romano. En este ritual desaparecen los ritos de las arras y de los
dos anillos (sólo aparece un anillo para la novia).
El ritual del matrimonio en el concilio Vaticano II
Con la reforma del Ritual, decretada por el Concilio Vaticano II, muchas
Iglesias suprimieron sus rituales propios para adoptar el nuevo ritual romano de
Pablo VI, quizás precipidamente, a pesar de que el propio Ordo celebrandi
Matrimonium advierte que “si en algunos lugares se utilizan otras costumbres y
ceremonias locales en la celebración del sacramento del matrimonio, el Santo
Sínodo desea ardientemente que se conserven”.
Con la última reforma hecha por el Concilio Vaticano II, el nuevo ritual latino
se ha adaptado a las lenguas vernáculas de los países, y esto a veces en
perjuicio de algunos usos locales. Así, se suprimieron en el matrimonio algunos
ritos propios como el rito de las arras. De hecho, se ha traducido simplemente
el texto del ritual latino sin tener demasiado en cuenta las adaptaciones
locales de nuestra liturgia.
Conclusión
[Con esta resumida presentación, se quiere motivar a conservar los ritos propios
de la región, como son el lazo y otros usos o costumbres que valdría la pena
incorporar a la liturgia. Recordemos que la forma de casarse entre los indígenas
era amarrando las puntas de sus mantas, de donde provino el lazo en la liturgia
matrimonial. Es un rito único y exclusivo de México.
Las arras ciertamente nos vinieron como costumbre española, pero ya echaron
raíces entre nosotros. Quizá una adaptación en la fórmula pueda ayudar a
adecuarlas a nuestro tiempo, por ejemplo, el sacerdote entrega las arras a los
novios y el novio dice: “Que estas arras sean prenda de nuestra vida que hoy
empezamos a compartir como familia”; y la novia responde: “Que el Señor bendiga
nuestros esfuerzos para que nos haga capaces también de compartir a los
pobres”].
PARES F. Xavier. La geografía de las arras en los rituales del matrimonio. Phase
255 (mayo-junio 2003) pp. 265-272.