MASS MEDIA
NDL


SUMARIO: I. Importancia e influjo de los "mass media" hoy: 1. En el plano psicológico; 2. En el plano social; 3. En el magisterio de la iglesia - II. Relaciones de esta problemática con la liturgia: 1. Imagen y palabra; 2. Iconografía cinética: a) Simbolismo tecnológico, b) Velocidad y silencio, c) Perspectiva móvil - III. Cómo han recibido los "mass media" la reforma litúrgica: 1. Reflejándola; 2. Comentándola - IV. Cómo valora o podría valorar la reforma litúrgica la aportación de los "mass media": experimentos y perspectivas: 1. Los "group media"; 2. Para un ambiente festivo; 3. Homilías audiovisuales - V. Los problemas de las transmisiones radiotelevisadas de las acciones litúrgicas: 1. Mostrar honestamente; 2. Presencia y participación - VI. Valoraciones conclusivas: 1. Una aventura apenas iniciada; 2. Técnica, teología, arte.


I. Importancia e influjo de los "mass media
" hoy

En cualquier acto de comunicación humana, o sea, en la jerga de sus teóricos, en la transmisión de un mensaje, un factor determinante es siempre, junto con el emisor, el receptor y el contexto físico-social, el medium empleado. Cambiado el medium, se transforma la relación humana. Es lo que sucedió cuando elcampo de la comunicación humana fue invadido por los llamados mass media (los principales son la prensa, el cine, la radio y la televisión, aunque otros muchos medios pueden considerarse tales), los cuales transformaron la comunicación humana en comunicación social. Durante decenios, la atención y la preocupación de las autoridades civiles y eclesiásticas se centraron sobre todo en los contenidos vehiculados por los nuevos media, y particularmente por sus repercusiones morales; pero con el tiempo cobraron un relieve cada vez mayor las implicaciones —sea de índole psicosociológica, sea en orden a la evangelización— de la forma (o formas) de la comunicación llevada a cabo a través de los medios mecánicos y electrónicos.

1. EN EL PLANO PSICOLÓGICO. Al comienzo aparecieron constataciones genéricas; por ejemplo, que una forma de comunicación que implicaba un solo sentido —la vista o bien el oído— provoca una experiencia de participación menos total que una forma que actúe sobre la estructura psíquica del hombre casi en su integridad, como hace el cine. Las observaciones se fueron haciendo poco a poco más específicas: el cine, por exclusión de cualquier otro objeto que no sea la gigantesca imagen proyectada sobre la pantalla, por el aislamiento psicológico del espectador en la sala oscura, etc., permite un menor distanciamiento crítico durante el espectáculo que la televisión, con su pantalla mucho más pequeña, sus imágenes mucho menos definidas, etc. Resultó claro, en fin, que el uso frecuente de tales instrumentos produce nuevos hábitos de percepción: en particular, en sentido negativo, suscita una alergia por el discurso abstracto y de carácter lógico; en sentido positivo, hace nacer una nueva sensibilidad y apertura al lenguaje simbólico y al comportamiento mítico-ritual'.

2. EN EL PLANO SOCIAL. LOS efectos socioculturales de los mass media van más allá de la suma de las transformaciones psicológicas individuales. Citamos tres, que ponen de manifiesto su ambivalencia: a) relación ricos-pobres: la transmisión casi instantánea de noticias sobre cuanto acontece en cualquier parte de la tierra podría promover el desarrollo de una conciencia planetaria y de la solidaridad humana; pero sólo las naciones tecnológicamente más avanzadas han podido adueñarse de los llamados mega-media, como los sistemas de comunicación vía satélite (que, por lo demás, hacen posibles las transmisiones litúrgicas en mundovisión); b) relación ciudad-campo: el desarrollo de la telemática hace posibles las fábricas difusas típicas de las grandes empresas multinacionales, los cursos universitarios a distancia, la rápida consulta de la opinión pública en las determinaciones de ciertas decisiones políticas, etc.; pero en el tercer mundo se agravan los problemas humanos causados por las presiones que cada vez con más fuerza impulsan a la concentración de las actividades productivas, educativas y políticas en los restringidos espacios urbanos en que se han instalado modestos sistemas de comunicación moderna (con gravísimas repercusiones en las infraestructuras comunitarias de las asambleas eclesiales); c) relación familia-valores: en Occidente la televisión ha transformado la diversión comercial en objeto de consumo doméstico, trastornando la vida familiar y atropellando el diálogo que no esté mediado por instrumentos técnicos, mientras el uso difundidísimo del transistor, incluso en la sociedad con bajísima renta per cápita, afecta a las raíces de su cultura y pone en crisis las instituciones tradicionales .para la transmisión de las ideas (sin excluir las adoptadas por las iglesias cristianas y por el islam).

3. EN EL MAGISTERIO DE LA IGLESIA. En la perspectiva pastoral del Vat. II, el decreto ínter mirifica (1963) definió el uso de los medios de comunicación social como un deber para la iglesia (n. 3). La instrucción pastoral de la Pontificia comisión para las comunicaciones sociales Communio et progressio (1971), que complementa al decreto conciliar, ha indicado las estructuras idóneas para la puesta en práctica de este deber (nn. 126-134), aludiendo particularmente a la liturgia, cuando exhorta al uso de los mass media que "permiten a los cristianos intervenir, a pesar de las distancias, en las solemnes ceremonias de la iglesia, y así la comunidad cristiana entera se siente más estrechamente unida" (n. 128). La Pontificia comisión para las comunicaciones sociales, instituida con el motu proprio In fructibus multis, de Pablo VI (2 de abril de 1964), en ejecución del voto conciliar expresado por IM 19, tiene la tarea de ayudar a los episcopados locales a promover el interés de los fieles por toda la problemática de los mass media, entre otras cosas con la celebración, señalada para el domingo entre la ascensión y pentecostés, de una jornada mundial de las comunicaciones sociales (querida por IM 18), para la que el papa propone un tema específico cada año

En una perspectiva más general, una más precisa toma de conciencia del modelo de comunicación que la iglesia está llamada a realizar no puede prescindir de las repercusiones profundas que la llegada de los mass media y de la era electrónica tiene para la liturgia.


II. Relaciones de esta problemática con la liturgia

1. IMAGEN Y PALABRA. Una primera consecuencia de evidente importancia litúrgica del predominio actual de los mass media en la comunicación social es el papel no auxiliar, sino primario que ha cobrado la imagen visual respecto a la palabra; incluso en la prensa, hoy fotos de colores y tebeos inundan espacios cada vez más amplios, en desventaja cuantitativa de los contenidos verbales, pero a menudo en ventaja de la eficacia comunicativa de las mismas palabras que han sobrevivido, pocas pero esenciales.

La iglesia, oponiéndose a los diversos movimientos iconoclastas surgidos en diferentes épocas, ha sostenido siempre el valor de la imagen visual, con tal que sea complementaria y nunca sustitutiva de la palabra, en el mismo ámbito litúrgico. Sin embargo, las imágenes típicas de los mass media presentan aspectos nuevos y problemáticos.

2. ICONOGRAFÍA CINÉTICA. a) Simbolismo tecnológico. La nueva iconografía se funda en complejas tecnologías que, al tiempo que permiten evocar más de cerca la vida, requieren para llegar a ser elocuentes una "mentalidad abierta a las sugerencias de un lenguaje simbólico diverso del tradicional inspirado en la naturaleza". Por ejemplo, el uso de la misma luz eléctrica en las iglesias era acogido con cautela por la Congregación de ritos de 1895 (en cuanto que no podía evocar el simbolismo del aceite y de la cera que, ardiendo, se consumen). En cambio, hoy muchos ven la red de comunicaciones eléctricas, que recubre ya la superficie de la tierra, como una estructura —en la perspectiva de una humanidad reintegrada— análoga al sistema nervioso en el organismo humano individual; para éstos, encender un medio eléctrico evoca mejor la temática bíblica de la relación luz-vida que encender el antiguo candil. Pero esto supone la posesión de una noción, aunque sea elemental, de física y de fisiología, si no de cibernética; de lo contrario, se trataría de un acto banal o mágico.

b) Velocidad y silencio. El carácter cinético de los mass media condiciona la mente a obrar cada vez más a flashes, a preferir por tanto "un pensamiento brevemente expresado pero no desarrollado" y dejado a propósito incompleto —de forma que exija la "participación en el esfuerzo de aquel que quiere comunicar una idea sin insistir" obtenida mediante la alternancia de pausas silenciosas con la expresión aforística de intuiciones seminales—, más bien que el desarrollo pleno de un tupido razonamiento articulado en largos períodos. Parece que los hábitos mentales engendrados por los medios cinéticos no son ajenos a la renovada popularidad de las oraciones jaculatorias u oraciones flash, como ciertamente no lo son a la reaparición en pintura y escultura de aquellas estructuras ya típicas de los iconos bizantinos, y hoy llamadas abiertas en la jerga de la crítica contemporánea.

c) Perspectiva móvil. La iconografía cinética requiere que el ojo delespectador se identifique con el objetivo de la máquina de toma: ésta se acerca o se aleja de los objetos según el grado de implicación deseado, de forma que los detalles se agrandan o se empequeñecen en función de su importancia en determinados momentos (como, en la pintura medieval, las dimensiones de las figuras a menudo reflejan más la importancia que les corresponde que no las proporciones reales); o bien se ven los objetos según su percepción y comprensión por parte de un personaje más bien que de otro (como en la liturgia bizantina el punto de vista a menudo da la vuelta a los diversos personajes de un episodio bíblico). Por tanto, en el ámbito litúrgico el hombre condicionado por los mass media, como ha mostrado con pe,netrantes análisis William Kuhns, se encuentra a disgusto si debe mantenerse siempre en una posición fija a lo largo de toda la duración de un rito, forzado a participar en una perspectiva que no permite desplazamientos. Esto lleva aneja, entre otras cosas, la exigencia de revalorar las pro,cesiones y los cambios de lugar en los diversos momentos de una celebración litúrgica. Además, para tener en cuenta el altísimo índice de importancia que tienen las distancias —como demuestran los estudios de Hall y de otros antropólogos—, se ha propuesto el uso de pantallas y de sistemas televisivos de circuito cerrado que permitan el agrandamiento de gestos particularmente significativos y su clara visión por parte de quien se encuentra distante del centro de la acción en las grandes asambleas de los fieles. Si se hace así, ya no resultaría verdadero que los telespectadores hoy tienen "una participación psicológica quizá mejor que la normalmente posible en comunidades locales que superen demasiado (grandes catedrales y santuarios, plaza de San Pedro...) la intimidad de las pequeñas comunidades parroquiales y familiares"


III. Cómo han recibido los "mass media" la reforma litúrgica

1. REFLEJÁNDOLA. El mejor servicio que han prestado los mass media a la reforma litúrgica ha sido el de hacer ver y oír —desde la ceremonia de apertura del concilio mismo en adelante— a millones de personas (que de lo contrario no habrían tenido nunca la posibilidad de asistir personalmente), por medio de imágenes a menudo de extraordinaria belleza, la celebración de algunos momentos-clave de la vida eclesial que ponen por obra la reforma litúrgica misma. Por ejemplo, es muy difícil que se pueda conocer el rito de exequias renovado con la misma eficacia que se logró en las transmisiones televisivas del funeral de Pablo VI (agosto 1978) —con la añadidura del efecto simbólico improgramable del viento que pasaba las hojas del evangeliario abierto sobre el ataúd— y del de Aldo Moro, aunque en ausencia del cadáver del difunto, durante el cual el Santo Padre dio un ejemplo inolvidable de oración personal intensa y en relación con la circunstancia, pero íntimaniente vinculada con el rito litúrgico. Así también la noche de navidad de 1974, en la apertura de la puerta santa de la basílica de San Pedro, el rico simbolismo bíblico-litúrgico de la puerta se comunicó a mil millones de telespectadores conectados en mundovisión, despertando una emoción que no habría sido posible alcanzar sin las imágenes de los cascotes que, al caer, rozaban la persona del papa.

2. COMENTÁNDOLA. Mucho menos eficaces en comunicar el verdadero sentido de la reforma litúrgica han sido en general las crónicas y los comentarios de tipo periodístico; demasiadas las concesiones a las tentaciones inherentes a la naturaleza de los mass media, es decir, a la atracción de lo anecdótico, de lo polémico y a veces de lo escandaloso. Sin embargo, mientras los mass media siguen dando una importancia exagerada a las posiciones extremistas, quizá la expresión (sobre todo a través de la prensa) de toda la gama de las reacciones viscerales, cerebrales, extraviadas —o, viceversa, que entonan hosannas— a la reforma litúrgica era necesaria para que los responsables pudieran adivinar el estado de ánimo del pueblo de Dios y aportar las aclaraciones útiles para evitar las incomprensiones acumuladas durante siglos. La participación de la opinión pública, a través de los mass media, ha contribuido no poco a la acogida de la reforma con mayor consentimiento cada vez "


IV. Cómo valora o podría valorar la reforma litúrgica la aportación de los
"mass media": experimentos y perspectivas

Ya en 1900, es decir, inmediatamente después de la invención del cine, se proyectaron algunas películas en iglesias católicas y protestantes; pero en 1912 la Congregación consistorial "prohibió absolutamente" tales proyecciones. Sin embargo, la prohibición, reiterada en 1958, se funda en la impropiedad del uso de las iglesias como salas para espectáculos, aunque sea con fines educativos e incluso catequísticos. Quizá, entonces, ni siquiera se pensaba en la posibilidad de secuencias fílmicas (todavía inexistentes) ideadas y producidas expresamente en función de la liturgia, en analogía con las vidrieras historiadas o el rollo iluminado del Exsultet en otros siglos. Si en la primera prohibición hubo también cierta prevención contra el uso de instrumentos técnicos en cuanto nonaturales, tal prevención hoy está ciertamente superada, con tal que no se trate de sustituir, en el ámbito de la oración común, la presencia personal con máquinas. En efecto, además del uso de amplificadores, se admite ya el uso de la radio en la iglesia, "con tal que sea fuera de las acciones litúrgicas y de los ejercicios de piedad... para escuchar la voz del papa, del obispo local o de otros oradores sagrados; y también para enseñar la doctrina cristiana, el canto sagrado o bien cantos religiosos populares a los fieles, así como para dirigir y apoyar el canto de los fieles en las procesiones fuera de la iglesia" '2. Con ocasión de la visita del papa Juan Pablo II a España (octubre de 1982) se sirvieron también de grandes pantallas en la concentración de los jóvenes en el estadio Santiago Bernabeu para que participaran mejor en la celebración los jóvenes que no habían podido entrar en el estadio".

1. LOS "GROUP MEDIA". El uso de los media llamados grandes o ricos (películas de producción costosa o bien instalaciones televisivas de circuito cerrado), también en forma claramente subsidiaria y no sustitutiva de la presencia personal, plantea problemas diversos y de no fácil solución. En cambio, en los años posteriores al concilio, al tiempo que se difundía en el campo artístico el llamamiento al arte llamado pobre o mínimo, muchos en la iglesia, y destacadamente los mayores organismos católicos responsables de las comunicaciones sociales (OCIC y UNDA), se comprometieron en la promoción del uso de los llamados medios grupales o de animación audiovisual, o bien mini-media, multimedia, media-ligeros o pobres —expresiones con acepción aproximadamente sinónima . Como observó en el sínodo de obispos de 1977 mons. Deskur, presidente de la Pontificia comisión para las comunicaciones sociales, "el problema de los mass media y el de los group media están estrechamente ligados, aun cuando la técnica, psicológica y sociológicamente, es diversa"". Tales medios —vídeo-cassettes, audiocassettes, diapositivas, filminas, discos, cintas magnéticas, fotomontajes, etc.— se usaron primero meramente como ayuda para la catequesis verbal; pero a continuación se halló y analizó un lenguaje (dotado de una gramática propia) suyo específico, particularmente adaptado para estimular diálogos de profundización de temas escogidos en pequeños grupos homogéneos, en contraste con el mutismo y las manipulaciones a que está expuesto el gran público de los mass media. Típicamente, los utilizadores de los group media aspiran: 1) ante todo a captar en imágenes visuales y acústicas aspectos de las diversas realidades concretas de la vida de los participantes; 2) luego, a través del análisis de la colección, a descubrir analogías estructurales con las imágenes-clave bíblicas —cosa que puede permitir su ordenamiento (o montaje) según el sentido descubierto ; 3) en fin, se produce su traducción en oración audiovisual ' . Tales ejercicios espirituales encajan mayormente en el ámbito paralitúrgico: vigilias bíblicas, celebraciones penitenciales, procesiones, peregrinaciones, encuentros ecuménicos, etc. En efecto, los experimentos realizados con medios eléctricos y electrónicos han tenido resultados interesantes.

2. PARA UN AMBIENTE FESTIVO. En el pasado, en las iglesias, se usaban diversos medios —tapices, iconos portátiles, aparatos de diferente color, etc.— para señalar el tono particular y el diverso clima espiritual de los momentos sucesivos del ciclo litúrgico. Los nuevos medios son capaces de crear efectos análogos, pero todavía más flexibles. Su pleno disfrute en este sentido podría quizá llegar a obtener resultados parangonables a los obtenidos en otras épocas por la invención de nuevas técnicas: un uso particular del mosaico marca el momento del nacimiento del arte bizantino; las vidrieras policromas, el del arte gótico: dos momentos históricos en que el valor simbólico de la luz, reflejada por los mosaicos, refractada por las vidrieras, fue explotado al máximo con el empleo de nuevas tecnologías. Quizá las potencialidades fotoicónicas del s. xx son de mayor riqueza, pero para llevarlas a la práctica se necesitarían la intuición tecnológico-pastoral de un abate Suger y la genialidad estético-litúrgica de los artistas medievales, tanto occidentales como orientales.

3. HOMILÍAS AUDIOVISUALES. El uso de los audiovisuales es más conveniente cuando se trata más bien de transmitir un mensaje que de realizar una acción. En el Directorio para las misas con ! niños, la Congregación para el culto divino, en la sección dedicada a los elementos visuales (35-36), además de la valoración del ambiente y de los gestos litúrgicos, recomienda la introducción de otras imágenes "preparadas por los mismos niños, como, por ejemplo, para ilustrar la homilía, para presentar las intenciones de la plegaria universal, para inspirar la meditación" (n. 36; cf A. Pardo, Liturgia de la Eucaristía: Directorio para las misas con niños, p. 234). Algunas conferencias episcopales han puesto algunas reservas en la utilización de los medios audiovisuales por miedo "a que no se sepa conservar la justa medida en uso"

Se debe reconocer que una homilía audiovisual requiere una forma de co-expresividad verbal-visual diversa de la que se experimenta en contextos puramente didácticos, ya que, además de poner en relación los textos de la misa con la vida cotidiana, debe efectuar el paso de la liturgia de la palabra a la eucarística; y la gramática de un lenguaje mistagógico desarrollado con los media de nuestro tiempo todavía no se ha elaborado lúcidamente''. En cualquier caso, como no se debe ciertamente transformar el santuario en un bazar electrónico, se debería pensar en una arquitectura con posibilidades de retroproyecciones o que, de otros modos, explotase estética y simbólicamente los aparatos necesarios —lo que ya se puede y debe hacer con el micrófono, del que las rúbricas litúrgicas hablan ya lo mismo que de los candelabros o del incensario, pero que por desgracia todavía demasiado a menudo parece olvidado por los que diseñan nuevos altares y ambones.


V. Los problemas de las transmisiones radiotelevisadas de las acciones litúrgicas

La respuesta del Santo Oficio a una primera petición para la transmisión radiofónica de la misa, en 1926, fue negativa; pero en 1936 se concedió la autorización con tal que no se diese la impresión de que la escucha por la radio satisfacía el precepto festivo y no se mezclase la transmisión de la misa con otras transmisiones "de índole demasiado profana o ligera". En la encíclica Miranda prorsus (1957) se recomendó la escucha a los enfermos y a otrosimpedidos de estar físicamente presentes en la iglesia. Ya en 1948 acogió Pío XII con aplauso la misa televisada'". Le ha hecho eco, antes de la Communio el progressio, la SC (n. 20) con la recomendación de que tales transmisiones televisadas "se hagan discreta y decorosamente, bajo la dirección y la responsabilidad de una persona idónea a la que los obispos hayan destinado a este menester"

1. MOSTRAR HONESTAMENTE. Esta recomendación responde a la primerísima objeción planteada contra las transmisiones radiotelevisadas de las acciones litúrgicas, es decir, el riesgo de exponerlas a la incomprensión de muchos, y acaso al escarnio de algunos. Radicalizando la objeción, se puede decir que llevar a cabo una acción ritual bajo la mirada de no-participantes corre siempre el riesgo de reducir el acto religioso a espectáculo teatral. Y, sin embargo, responde dom Jean Leclercq, "si debemos servirnos de los mass media, hay que saber también someterse a ellos. Debemos ser lo bastante humildes como para pasar a través de ellos, aceptar ser vistos, con tal que se nos vea como somos: sin hacer de comparsas en una película de producción'''. La lección capital sobre cómo superar las dificultades la ha proporcionado el cine etnológico. Un maestro del arte, Jean Rouch, se dio cuenta de que podía filmar los ritos paganos africanos sin falsear su autenticidad a pesar de su presencia y del instrumental (reducido, sin embargo, al mínimo) con dos condiciones: 1) abandonar la imposible pretensión de mantenerse escondido; era preciso, por el contrario, incorporarse a la celebración, participar en ella de algún modo como un actor al que correspondía un papel particular y reconocido, lo cual implicaba a veces moverse en sintonía con el ritmo de la danza, vestirse no de forma carnavalesca, es cierto, pero sí como conviene a quien tiene una función específica en una acción de índole coreográfica, etc.; 2) disponer de los espacios y las ocasiones por los que el acto del cineasta pudiera formar parte del rito. En efecto, una misa televisada no debe ser una misa ordinaria espiada por la telecámara y en la que se ruega cortésmente a los participantes que finjan no saberlo, sino una misa especial, precisamente en cuanto que su desarrollo tiene en cuenta el hecho de que participar en ella, junto con el presidente, los lectores, los monaguillos, etc., también el equipo de televisión y los telespectadores, si bien a su modo. Este principio vale también para los fotógrafos, que se han convertido ya en actores inevitables en las celebraciones litúrgicas de matrimonios, primeras comuniones, etc. (se debe reconocer que el álbum de fotos-recuerdo no carece de potencialidades catequéticas y religiosas en modo alguno desdeñables).

2. PRESENCIA Y PARTICIPACIÓN. El problema teológico más espinoso que plantean las transmisiones radiotelevisivas de las acciones litúrgicas se centra en la definición del binomio presencia-participación. Para los fines prácticos de los moralistas, en el pasado bastaba a menudo un criterio de distancia para decidir si en determinadas circunstancias una persona estaba o no presente; pero es claro que el concepto de presencia es análogo; y se puede admitir una presencia de modos y en grados diversos. La iglesia reconoce como suficiente, al menos para ganar las indulgencias en los casos de la bendición pontificia urbi et orbi (1939) y del rezo del rosario (1958), la compresencia a través de la radio o la televisión, con tal que no se trate de grabaciones. El uso del teléfono para la confesión sacramental se considera, en teoría, de validez dudosa por la casi totalidad de los moralistas, pero que no se debe omitir en la práctica en casos de extrema necesidad con absolución sub conditione. La cercanía local, sin embargo, parece necesaria para la realización de ciertas formas de comunicación; por ejemplo, para la participación en un banquete convival; por eso la autoridad de la iglesia ha excluido hasta ahora que haya una verdadera asistencia a la misa a distancia a través de la televisión. Los enfermos están obviamente exentos de tal obligación. Algunos teólogos (entre ellos, ya desde 1931, antes de la existencia de la televisión, H. du Passage) consideran que la iglesia podría modificar el precepto eventualmente transformando en obligación la actual recomendación de participar, en la medida de lo posible, a través de los mass media en la celebración de la misa dominical en caso de que fuera imposible la presencia local en la iglesia.

Pero no es éste el nudo de la cuestión. Desde el punto de vista especulativo se plantean interrogantes como el siguiente: En el caso (que en modo alguno pertenece a la ciencia-ficción) de sistemas televisivos de circuito cerrado que permiten la reciprocidad de comunicación, el instrumental, aunque sea complejo, cumple funciones que no son esencialmente diversas de las de espejos, lentes y objetos semejantes: sirve también para regular el itinerario de las ondas luminosas (y sonoras), o sea, para preparar el ambiente con vistas a la explotación más eficaz de las normales operaciones de las leyes de causalidad natural; ahora bien, ¿se puede decir que dos personas que se comunican a través de tal sistema no se perciben precisamente la una a la otra, sino sólo algo diverso y distinto de sus personas? ¿Cuál es exactamente la diferencia, en términos de presencia, entre la transmisión directa, es decir, obtenida sólo con la regulación (bien que por medio de máquinas) de los medios naturales de la vista y del oído, y la transmisión de filmaciones, es decir, de improntas o huellas dejadas por operaciones del tipo mencionado arriba sobre materiales idóneos predispuestos para la impresión de imágenes? La dificultad de responder a tales problemas (y también de formularlos correctamente) justifica ampliamente la máxima prudencia por parte del magisterio eclesial.


VI. Valoraciones conclusivas

1. UNA AVENTURA APENAS INICIADA. Quizá el hecho más merecedor de un estudio a fondo es la extraordinaria fascinación ejercida por las transmisiones televisadas de la liturgia, averiguada por sondeos científicos y otros indicadores (cartas enviadas por telespectadores) en diversos países; en Canadá, por ejemplo, la misa resulta la más popular de todas las transmisiones (el deporte está en segundo lugar); en España, aunque no goza de un interés parangonable, tiene un índice de escucha elevado. Los analistas de Radio-Canadá, al notar que la aceptación de la misa televisada es altísima también entre aquellos que participan regularmente en la misa en la iglesia, lo atribuyen a la mayor adecuación del lenguaje total televisivo a la psicología del hombre de la edad electrónica respecto a los otros modos de comunicación típicos de culturas más literarias. Si la conclusión es válida, de ahí se desprende, además del deber de prestar la máxima atención y cuidado a las celebraciones litúrgicas transmitidas por los medios de comunicación, el compromiso de explotar lo más posible tal lenguaje también en las celebraciones que no aparecen reverberadas en las ondas etéreas. Para encaminarse hacia esta meta, se necesita una larga fase de experimentos hechos críticamente.

2. TÉCNICA, TEOLOGÍA Y ARTE. Entre tanto, no se puede dudar de los servicios que los mass media y los afines group media pueden prestar en la catequesis litúrgica y en las fases preparatorias de las acciones litúrgicas centrales. Diversos centros de producción audiovisual proporcionan material apto (llamado software) en todo el mundo; en ciertas diócesis es la misma comisión de pastoral litúrgica la que proporciona cada año media-kit (diapositivas, posters, discos, etc.) y organiza cursos para animadores. Es claro, en efecto, que todo el que desee utilizar el nuevo lenguaje eficazmente y en continuidad armoniosa con la tradición litúrgica ha de poseer gran preparación. Además del saber-hacer técnico, se necesitan la teología y el arte. No son aceptables prestaciones de cualidad mediocre. Si no hay belleza, no habrá ni oración auténtica ni ayuda válida para ella'.

P. Serracino Inglott


BIBLIOGRAFÍA: Baragli E.,
Medios de comunicación social, en NDT 2, Cristiandad, Madrid 1982, 1051-1065; Comisión Episcopal Suiza de liturgia, Liturgia y medios audiovisuales, en "Phase" 106 (1978) 335-347; Espósito R.F., Mass media, en NDE, Paulinas, Madrid 1979, 880-893; Fernández 1., Televisión v liturgia, en "Phase" 71 (1972) 465-467; Pardo A., La misa televisada en domingo, en "Communio" 3 (1982) 186-194; Secretariado N. de Liturgia, Directorio litúrgico para la retransmisión de la misa por radio v televisión, en "Pastoral Litúrgica". Véase también la bibliografía de Arte, Arquitectura Cultura y liturgia, Lengua/Lenguaje. Comunicación en la eucaristía y Signo/Símbolo.