EUCOLOGÍA
NDL


SUMARIO: I. Qué es y su función: 1. Definición; 2. División; 3. Naturaleza; 4. Eucología y biblia; 5. Expresión literaria; 6. Historia - II. Estructura: 1. Elementos objetivos; 2. Elementos estructurales; 3. Estilo - III. Funcionalidad litúrgico-pastoral: 1. Dimensión didascálica de la eucología; 2. La eucología, escuela de oración; 3. Función litúrgica de las fórmulas eucológicas: a) Oración colecta, b) Oración sobre las ofrendas, c) Oración después de la comunión; d) Oración de bendición sobre el pueblo.


I. Qué es y su función

1. DEFINICIÓN. Eucología (neologismo proveniente del griego: euché = oración, y lógos = discurso) significa propiamente la ciencia que estudia las oraciones y las leyes que rigen su formulación. En un sentido menos propio, pero ya de uso corriente, la eucología es el conjunto de oraciones contenidas en un formulario litúrgico, en un libro o, en general, en los libros de una tradición litúrgica. El conjunto de estos textos se llama también depósito eucológico. Aquí nos referimos a las fórmulas de oración litúrgica en sentido estricto, no a las fórmulas litúrgicas en general (himnos, antífonas, responsorios, etc.). En la liturgia se encuentra un conjunto de textos muy diversificados por origen, género literario y también por el tipo de uso que de ellos hace la liturgia. Por lo mismo, en los textos litúrgicos hay que distinguir ante todo sus diversos géneros literarios z: podemos hacer una primera división en dos grandes grupos, según se trate de textos que la iglesia toma directamente de la biblia o de fórmulas que ella crea expresamente para su culto. Al primer grupo pertenecen las lecturas escriturísticas y los cantos bíblicos; al segundo, todas las demás fórmulas compuestas por la iglesia, sea que se trate de textos eucológicos o bien de textos poéticos.

2. DivlsióN. La eucología se suele dividir en menor y mayor. A la eucología menor pertenece el conjunto de las simples oraciones: por ejemplo, la colecta, la oración sobre las ofrendas, la oración después de la comunión, la oración de bendición sobre el pueblo, las colectas de salmos... A la eucología mayor pertenecen oraciones más complejas como los prefacios, las plegarias eucarísticas, las bendiciones solemnes... En general, en cada formulario litúrgico, y respectivamente en cada libro litúrgico, se puede siempre distinguir la eucología mayor y la menor, aplicando al correspondiente depósito eucológico oportunos criterios metodológicos, según los casos.

3. NATURALEZA. Las fórmulas eucológicas se distinguen de todos los textos bíblicos ante todo por el origen diverso. Las primeras son creación eclesial en orden a expresar el misterio del culto con un lenguaje de oración, lenguaje que, por lo mismo, está en estrecha relación con el ambiente socio-cultural de la asamblea. La eucología de las diversas tradiciones litúrgicas se convierte en tal modo en la manifestación más característica de la concepción que una determinada iglesia local tiene de la liturgia y de su misterio. Se puede afirmar, con dom P. Alfonso, que "el estudio de la liturgia [...] es principalmente un estudio eucológico"

Sin pretender desvalorizar los aspectos rituales y simbólicos de la liturgia ni reducirla a un estéril juego de palabras, hay que tener presente que la palabra ejerce un papel primario en la celebración. Cuando los actos materiales del culto se sustraen al espíritu que los anima y a la oración que los vivifica, quedan reducidos a un ritualismo vacío, muy cercano a la magia. Si es verdad que las fórmulas eucológicas no se pueden estudiar desgajadas del rito, la biblia (palabra de Dios) y la eucología (palabra de la iglesia) son la parte sustancial y, sobre todo en la liturgia antigua, también la parte materialmente preponderante. Con todo, es verdad que la misma fórmula eucológica puede degenerar y convertirse en algo mágico si no logra expresar ninguna dimensión de diálogo, de reciprocidad y de intercambio, dimensiones todas que son esenciales a la auténtica experiencia religiosa. De ahí el problema de la -> creatividad eucológica.

4. EUCOLOGÍA Y BIBLIA. LOS textos eucológicos se presentan, por una parte, como inspirados y abundantemente influenciados por la Sagrada Escritura; por otra parte, están revestidos con un ropaje propio de un determinado autor, del tiempo y del lugar en el que fueron escritos. Tales factores caracterizan no solamente el aspecto formal y exterior, sino que influyen también en la misma expresión y comprensión de su contenido doctrinal.

El contexto y las expresiones bíblicas presentes en los textos eucológicos, además de ser testimonios de la tradición, son el fruto natural de la comprensión que la iglesia tiene del misterio de Cristo en su fuente auténtica: la Sagrada Escritura. Se puede decir de la liturgia en general y, sobre todo, de la liturgia romana —ejemplar por su sobriedad— que la eucología no hace más que "coordinar, subrayar e interpretar" el mensaje de los pasos escriturísticos, que ocupan siempre el primer lugar'. San Jerónimo creía que en la composición de las oraciones cristianas era obligatorio seguir la biblia. De ese modo, él se colocaba en la línea tradicional, que parte de san Pablo y pasa por la Didajé, la Tradición Apostólica de Hipólito, etc.  

5. EXPRESIÓN LITERARIA. La iglesia contempla el misterio de Cristo en la meditación de la palabra de Dios, y lo celebra y describe en su culto con expresiones bíblicas, sirviéndose al mismo tiempo deformas literarias acomodadas a la inteligencia y a la capacidad de comprensión de los fieles de un determinado lugar y tiempo.

En el uso de las formas literarias del propio tiempo, la iglesia no persigue propiamente un fin literario, es decir, una perfección estilística; busca más bien una forma noble, además de inteligible y expresiva, para comunicar su pensamiento. De ello nace un estilo literario litúrgico verdadero y propio, que podemos estudiar sobre todo en la eucología latina de los antiguos sacramentarios romanos. En los ss. iv-vi existe una tradición literaria común y una relativa homogeneidad de vocabulario. En este período, el lenguaje de las oraciones, aunque de origen diverso, tiene una fisonomía característica, y justamente ha sido llamado latín cristiano-litúrgico. A. Chavas-se ve en esta lengua litúrgica común una especie de lenguaje hierático, algo más solemne que el lenguaje de los documentos oficiales, dotado de un vocabulario tradicional y de temas y frases típicas'. Todo esto nos interesa, dado que los textos eucológicos de los antiguos sacramentarios romanos son todavía el sustrato principal de la eucología de los libros litúrgicos recientemente promulgados por disposición del Vat. II.

6. HISTORIA. La historia de la eucología puede delinearse recorriendo la de los -> libros litúrgicos. A un período inicial de improvisación carismática (ss. I-Iv) sucede otro de progresiva creación de fórmulas (mitad del s. iv-fines del s. vii). En el primer medievo, a pesar de la supervivencia de la cultura romana, la falta de unidad de la civilización europea favorece la formación de diversas tradiciones litúrgicas, que se aglutinan alrededor de las principales iglesias de Europa (ritos galicano, hispano-visigótico, ambrosiano y otros menores [-> Ambrosiana, Liturgia, I; -> Hispano-visigótica, Liturgia]). De este modo toman cuerpo y se desarrollan, también en Occidente, diversas tradiciones eucológicas, que se influencian recíprocamente a lo largo del medievo. Llegados a la época tridentina, se fijan definitivamente las fórmulas y los ritos de toda la liturgia latina, con algunas excepciones muy limitadas geográficamente. En nuestros días, el Vat. II ha querido una revisión de los libros litúrgicos (SC 25) y una -> adaptación a la índole y a la tradición de los diversos pueblos (SC 37-39): iniciativas que comportan al mismo tiempo un enriquecimiento eucológico y una cierta diversificación geográfica y cultural.

Aquí nos ocupamos casi exclusivamente de la tradición eucológica de la liturgia romana, y sobre todo de la eucología en uso hoy día.


II.
Estructura

En otro lugar hemos lanzado una hipótesis de estructura de los textos eucológicos de la liturgia romana; es decir, hemos intentado teorizar una determinada disposición orgánica de los elementos de las oraciones en un conjunto unitario y coherente. La empresa ha sido intentada, en modos diversos, también por otros autores'. Como observa A. Triacca, "sus afirmaciones resultan frecuentemente apriorísticas y deducidas de un muestrario de oraciones muy restringido'''. Es ciertamepte arriesgado, y quizá imposible, encuadrar los múltiples elementos de todos los textos eucológicos, menores y mayores, en un solo esquema. Sin embargo, creemos que es posible establecer algunos principios válidos para todo el depósito eucológico e indicar, por tanto, un esquema estructural típico e ideal.

De los estudios que hasta el presente se han enfrentado con este argumento resulta ante todo que un texto eucológico consta de elementos objetivos o de un contenido, que luego es vaciado en los elementos estructurales o formales, que son la forma concreta en la que se expresa el contenido.

1. ELEMENTOS OBJETIVOS. El contenido de los textos lo captamos a través de un análisis de los mismos. Ahora bien, del análisis de los textos eucológicos emerge una multiplicidad de contenidos, los cuales, con todo, pueden reducirse a algunos grandes elementos, que constituyen el sustrato de la oración cristiana.

La oración, juntamente con el sacrificio, es el acto más expresivo de la ritualidad religiosa. La naturaleza fundamental de la oración consiste en su función de ser vehículo de una comunicación prescindiendo de los contenidos específicos de la misma, que pueden ser la petición, la alabanza, la propiciación, el abandono, etc. En este sentido, la oración es la forma de lenguaje por excelencia que el hombre adopta en sus relaciones con el plano divino, así como la palabra de la revelación puede considerarse la forma de lenguaje que el plano divino adopta para comunicarse con el hombre.

Los textos eucológicos son, en sustancia, fórmulas de oración de la liturgia cristiana. El culto cristiano tiene una estructura dialogal; es un diálogo que se desarrolla entre Dios y el hombre, en Cristo y por la fuerza del Espíritu Santo. En el AT la oración es ante todo respuesta del hombre, personal y comunitaria, a Dios, que se manifiesta en la historia. En efecto, el objeto de la oración veterotestamentaria es la manifestación y el desarrollo del plano divino de salvación en la historia del pueblo elegido, y sus momentos y temas principales son precisamente los momentos y temas más importantes de la historia de Israel: elección, liberación, tierra prometida, victoria sobre los enemigos, etc. La oración del NT se apoya sobre las mismas bases históricas y sobre los mismos postulados teológicos. Se trata siempre de la misma y única economía de salvación, en la cual Dios pronuncia su última y definitiva palabra salvadora en su Hijo. Jesucristo es la palabra definitiva de salvación, la última llamada del Padre a los hombres. El mismo Jesús es el primero en acoger esta palabra del Padre, y así la oración adquiere un nuevo, insuperable y definitivo fundamento. La oración cristiana, pues, brota de la revelación de Dios, que nos invita a la comunión consigo por medio de Cristo en la unidad del Espíritu Santo.

A la luz de estos principios podemos afirmar que las fórmulas eucológicas expresan, en general, el misterio de la salvación cumplida en Jesucristo para nosotros. Este sería el contenido esencial o anamnético, que está en la base y que después suscita, por obra del Espíritu Santo, la alabanza, la acción de gracias, la súplica, etc.

La anamnesis o memoria explícita de la obra divina es el elemento esencial sin el cual no puede haber oración propiamente cristiana. En casos extremos, tal anamnesis se podría considerar sustancialmente presente, aunque reducida al mínimo, en el simple per Christum Dominum nostrum que concluye las oraciones de la liturgia romana.

Con esta conclusión la oración, dirigida habitualmente al Padre, hace referencia a la mediación de Cristo Señor, colocando su contenido en el marco de la historia salvífica. Esta fórmula cristológica es al mismo tiempo anamnesis y confesión de fe.

Todo texto eucológico tiene, pues, un núcleo o contenido sustancialmente común. Lo encontramos expresado ante todo y plenamente en los textos de la tradición anafórica de la iglesia [l Plegaria eucarística]: memorial de los mirabilia Dei con alabanza y acción de gracias, epíclesis o súplica por la iglesia y por el mundo. Estos elementos constituyen el contenido esencial de la eucología cristiana, incluso de la menor, en la cual, con todo, puede ser que uno u otro elemento se exprese con un lenguaje muy sucinto.

Algunos autores añaden aún otros elementos de contenido, como, por ejemplo, la explicitación de la situación humana en la que se encuentra la asamblea orante. No hay duda de que la oración cristiana es una oración encarnada. La salvación no consiste en algo desencarnado o puramente sobrenatural: la salvación específicamente cristiana está estrechamente relacionada con la historia y con las vicisitudes humanas que forman su trama. Por lo mismo, la oración no es solamente diálogo con Dios: es también diálogo en y con el mundo, en el que el orante, como antaño el salmista y el profeta, descubre la presencia de Dios que salva. La situación del hombre en el mundo, sus angustias y sus tristezas, sus esperanzas y sus alegrías son el humus en el que germina la oración del creyente. La oración no puede menos de expresar de algún modo una visión del quehacer humano, en la medida en que éste formaparte del drama de la salvación. El depósito eucológico conservado en los libros litúrgicos de la iglesia demuestra la justeza de cuanto acabamos de afirmar. Es resabido, por ejemplo, que los textos del sacramentarlo Veronense fueron compuestos en un período de inseguridad, de precariedad política (piénsese en la caída del imperio romano de Occidente en 476), de continuas amenazas, asedios y saqueos (años 452-552). En los textos de las fórmulas eucológicas del Veronense afloran continuamente las referencias explícitas a tales situaciones. Por otra parte, los textos litúrgicos clásicos, aunque están en contacto con la realidad que los circunda, aparecen revestidos de una cierta intemporalidad que los hace válidos, en cierto modo, para todos los tiempos 10. La liturgia se acerca a la vida de los creyentes para conferirle la dimensión "espiritual", es decir, la fuerza del Espíritu de la que ella es portadora, pero al mismo tiempo respeta el contorno social y cultural en el que la vida de los hombres se expresa y se desarrolla.

2. ELEMENTOS ESTRUCTURALES. Si los elementos objetivos constituyen el contenido de los textos eucológicos, los elementos estructurales son las formas de composición en las que este contenido se expresa, de tal modo que a cada elemento de contenido corresponden una o varias formas estructurales de composición. Los elementos objetivos constituyen, pues, el material temático o contenido del que proceden las formas estructurales de composición; por otra parte, este contenido está subordinado en cierto modo a las formas estructurales en las que toma cuerpo.

El fin principal de las formas estructurales es dar al texto eucológico una mayor eficacia expresiva. La riqueza y la variedad de las formas estructurales están al servicio de la diversidad de funciones que los textos eucológicos ejercen. En general, a diversas especies de fórmulas eucológicas corresponden modos diversos y característicos de usar y ordenar las formas estructurales. A continuación damos algunos ejemplos de estructuras típicas.

Los elementos de contenido doxológico, es decir, todo lo que expresa alabanza, glorificación y exaltación de la grandeza y bondad de Dios, ocupan en la eucología mayor (prefacios, plegarias eucarísticas, etc.) un lugar relevante, mientras que en la eucología menor quedan reducidos, en general, a una simple invocación.

La invocación conserva el contenido de alabanza y de acción de gracias en el texto de algunas oraciones matutinas y vespertinas del sacramentario Gelasiano antiguo. El libro III de este sacramentario contiene dos series distintas de oraciones para la mañana y para la tarde: oraciones ad matutinas", orationes ad vesperum'2. En este conjunto de 19 oraciones, tres conservan la invocación en forma de acción de gracias: "Gratias tibi agimus, Domine, sancte Pater, omnipotens aeterne Deus, qui..."; "Gratias agimus inenarrabili pietati tuae, omnipotens Deus, qui..."; "Gratias tibi agimus, Domine, custodisti per diem, gratias tibi exsolvimur custodiendi per noctem..."

La oración super populum da escasa importancia a la invocación. De 164 oraciones super populum del sacramentario Veronense, solamente 10 tienen la invocación en el incipit; las demás colocan la invocación dentro de la petición, reducida casi siempre a Domine o Deus: "Tuere, Domine, populum tuum..." La misma estructura presentan 24de las 26 oraciones de bendición sobre el pueblo repropuestas por el actual Missale Romanum. Con todo, la versión castellana no ha tenido siempre en cuenta esta estructura particular. La oración super populum es una oración de bendición pronunciada sobre la asamblea, y por ello tiende a subrayar ante todo el contenido de tal bendición, condensado en la petición, y también el destinatario de la bendición, que es la misma asamblea. Así el verbo de petición, colocado generalmente en el incipit, da a toda la fórmula eucológica una fuerza expresiva particular. Pero es tal vez el mismo destinatario de la bendición el que ocupa el incipit de la fórmula, y por lo mismo el centro de la atención. Una disposición semejante de los elementos estructurales sirve evidentemente para poner de relieve la función litúrgica de la pieza eucológica.

La colecta contiene frecuentemente en su incipit una invocación, a la que sigue inmediatamente una proposición relativa: "Deus, qui... ", o una o más aposiciones: "Deus, omnium misericordiarum ac totius honitatis auctor... ", o también ambas modalidades estructurales. En esta ampliación de la invocación están casi siempre presentes elementos de contenido anamnético (es decir, que subrayan algún momento o aspecto de la acción salvífica de Dios en la historia de los hombres) o conmemorativo en general (que hacen referencia a la celebración del día) o también simplemente doxológico. También aquí la estructura de la oración está al servicio de la función específica que ella ejerce en el ámbito de la celebración; en efecto, la colecta es la fórmula de la eucología menor que expresa mejor el pensamiento central de la festividad del día o del tiempo litúrgico.

Las oraciones sobre las ofrendas y las oraciones después de la comunión tienen frecuentemente un elemento estructural que podríamos llamar premisa, el cual se encuentra raras veces en otras fórmulas eucológicas. Se trata de un incipit que subraya generalmente el momento espiritual de la celebración, la específica circunstancia litúrgicocelebrativa. En general, en esta premisa se injertan la invocación y la petición. Podemos decir que este elemento estructural expresa una circunstancia o un concepto que es punto de partida y punto de apoyo del contenido y del ritmo de toda la oración. Así, por ejemplo, la oración después de la comunión del domingo VIII per annum del MR: "Satiati munere salutari, tuam, Domine, misericordiam deprecamus, ut..."

Algunas fórmulas eucológicas contienen dos o más peticiones. Se trata generalmente de peticiones de valor desigual y en recíproca conexión. Incluso en las oraciones más simples y menos elaboradas se encuentra la que podemos llamar petición introductoria. Se trata de una auténtica petición, que está, con todo, en estrecha relación con la petición subsiguiente; es, pues, una petición simplemente preparatoria: toda la fuerza de la súplica se apoya en la petición sucesiva, que es también de contenido más definido. La petición introductoria no es más que un modo, por decirlo así, de captar la benevolencia divina en favor de la comunidad orante. Véase, por ejemplo, la octava oración de bendición sobre el pueblo de MR: "Adesto, Domine, famulis tuis, et opem tuam largire poscentibus, ut..." El carácter introductorio de la primera petición resalta aún más si consideramos que está en primera posición, precediendo a veces a la misma invocación. Lapetición introductoria se expresa generalmente en términos característicos, según la función que ejerce la oración en cuestión: si se trata de oraciones colectas, de oraciones que cierran una letanía, de oraciones después de la comunión o de oraciones de bendición sobre el pueblo, se usan los verbos audire, aspicere, adesse y semejantes; si se trata, en cambio, de oraciones sobre las ofrendas, se recurre a los verbos respicere, accipere... La distinción entre petición principal y petición introductoria puede ser útil para individualizar y distinguir las ideas centrales y las ideas secundarias o accidentales de una determinada fórmula eucológica.

Estos ejemplos bastan para comprender el papel que ejercen las formas estructurales, al servicio siempre de la diversidad de funciones de los textos eucológicos, y de una mayor eficacia expresiva de los mismos.

3. ESTILOS. Para completar cuanto hemos dicho sobre la estructura de las fórmulas eucológicas, añadimos una rápida referencia acerca de las características estilísticas y rítmicas de la eucología ". Nos referimos al estilo de la antigua eucología latina. En efecto, sabemos que el MR ha tomado abundante material de las antiguas fuentes de la liturgia romana y, como dice dom A. Dumas, ha sido preocupación constante de los revisores de los libros litúrgicos la conservación de la unidad de estilo del misal respetando los mejores textos antiguos, e incluso recuperándolos.

El estilo de los textos de la eucología romana latina no es el del latín clásico, sino el propio de la lengua corriente de la época, que presenta contemporáneamente estructuras y reminiscencias clásicas y tendencias derivadas del nuevo estilo creado por el cristianismo.

La eucología cristiana toma sus primeros adornos estilísticos directamente de los textos poéticos del AT (por ejemplo, el paralelismo simple y antitético), o también del estilo cultual precristiano, como en el caso de la redundancia verbal, tan característica de la plegaria eucarística I o canon romano.

Nos parece particularmente interesante ilustrar aquí la sucesión binaria, adorno estilístico que consiste en la sucesión ordenada de dos miembros del período en correspondencia recíproca. Es un recurso estilístico frecuente en la composición del embolismo del prefacio romano y se encuentra también en las oraciones de bendición sobre el pueblo. El prefacio consta de tres partes principales: fórmula de exordio o protocolo inicial, parte central o embolismo y fórmula o protocolo final. El embolismo es una proposición explicativa, que indica el motivo por el cual se alaba y se da gracias a Dios. Esta parte del prefacio se compone frecuentemente de sucesiones binarias, construcción característica sobre todo de los prefacios del papa Vigilio (537-555). Los elementos binarios del embolismo están dispuestos de modo tal que el primero y el último expresan una tesis bien definida; en cambio, los intermedios, aunque proponen un contenido propio, están en estrecha relación con las tesis precedente y sucesiva. Si el embolismo consta solamente de dos elementos binarios, entonces uno depende sintéticamente del otro. La concatenación de las diversas tesis se hace por medio de un proceso lógico. La tesis última ofrece la motivación definitiva e insuperable que conduce al orante a la admiración y a la acción de gracias.

Las características estilísticas no son solamente cuestiones formales, sino que revelan problemas humanos, religiosos, psicológicos, históricos y tipológicos.

Los antiguos textos eucológicos latinos tienen también características rítmicas peculiares, como el cursus y la concinnitas que no carecen de interés para quien quiera profundizar toda la riqueza de estas fórmulas.

Cuanto hemos dicho acerca de la estructura de los textos eucológicos demuestra que el estudio de los medios expresivos o de las técnicas de composición es muy útil e incluso indispensable para comprender y juzgar las fórmulas eucológicas.


III. Funcionalidad litúrgico-pastoral

La salvación realizada en la humanidad del Verbo de una vez para siempre está presente y se transmite en la obra de santificación que Dios realiza en nosotros por medio de los sacramentos de la iglesia. Cristo actúa como revelador y mediador de la salvación, y la iglesia experimenta la propia salvación sobre todo en los signos sacramentales. Toda acción litúrgica es por lo mismo una tradición o transmisión de la santidad de Cristo a la iglesia, y por medio de ella a todos los hombres que se abren a la acción salvífica del misterio de Cristo. A la luz de estos principios, decimos que los textos eucológicos de la liturgia contienen y testimonian la constante e inviolable tradición del misterio salvífico de Cristo a su iglesia. En efecto, la palabra ejerce su poder comunicativo en la transmisión de algo a alguien. En la liturgia el contenido de esta transmisión es la fuerza salvífica del misterio de Jesucristo presente en la iglesia.

1. DIMENSIÓN DIDASCÁLICA DE LA EUCOLOGÍA. La iglesia transmite la fuerza salvífica del misterio de Cristo ilustrando al mismo tiempo su naturaleza y características. El hombre no se posesiona de la salvación a través de la magia del rito, sino que le es ofrecida. El signo litúrgico es signo de fe, que expresa y contemporáneamente alimenta la fe. Fin primordial de la eucología, como género literario, es expresar la fe de la iglesia orante en los dones de los que ella es depositaria y al mismo tiempo participante. Aquí estriba la posibilidad de hablar de una función didascálica de los textos eucológicos, que debe ser considerada como un aspecto particular del carácter didascálico de la liturgia en general. Ahora bien, en la liturgia la función didascálica no es inmediata y directa: el fin didáctico de la liturgia está subordinado al fin cultual inmediato. La liturgia es ante todo una acción vital de la iglesia. Más que comunicar simplemente conceptos claros y distintos, más que enseñar, la liturgia se preocupa de sintonizar e introducir a la asamblea participante en un ambiente general de oración y de entrega a Dios.

La liturgia ejerce su función didascálica ante todo por medio de los textos eucológicos, sin que ello suponga desvalorizar los aspectos rituales y simbólicos en general de la celebración. En los textos eucológicos, la liturgia expresa de un modo sintético, universal y vital ---pero no sistemático ni necesariamente completo— la naturaleza y las características de los dones de la salvación de los que es portadora.

Pero no hay que olvidar que la teología de los textos eucológicos tradicionales de la liturgia romana, la mayor parte de los cuales se remonta a los ss. v-vil, es muy diferente de la actual. L. Maldonado ha examinado estos textos tal y como han llegado hasta nosotros recogidos en el Missale Romanum en vigor hasta 1970; en concreto, ha analizado la petición, cuyo objeto refleja el modo de comprender y de vivir la fe de la iglesia local, autora de los textos. Se advierte que estas oraciones subrayan sobre todo las dimensiones verticales de la vida cristiana. Podemos dividir la temática total de estos textos en dos grandes bloques: el primero se centra en el pecado y en la liberación del mismo, y refleja una conciencia penitencial y ascética de carácter ciertamente individual; el segundo gran tema es el cielo, el deseo y la súplica de alcanzarlo, tema que se reitera dentro de una amplia gama de matices: a veces en rompimiento claro con la vida presente, siguiendo tendencias dualistas o semimaniqueas, a veces en un concordismo más o menos feliz, más o menos dialéctico. Aunque al analizar detenidamente este material se pueden descubrir muchas cosas positivas (como el fuerte sentido escatológico y el intento de un tenso equilibrio entre el presente y el porvenir), el predominio del tema del cielo es tan enorme que al fin se desequilibra el conjunto y acaba sobrenadando un deje trascendentalista, que al creyente de hoy le resulta parcial y unilateral. La escatología de estos textos es teísta, discontinua, casi gnóstica, mientras que la escatología cristiana es profundamente encarnacionista.

Por otra parte, la eucología producida por la -> reforma del Vat. II (pero también la más antigua y tradicional) manifiesta en su conjunto una búsqueda de mayor equilibrio y actualidad, dando, por ejemplo, un espacio conveniente incluso a las dimensiones horizontales de la vida cristiana y enriqueciéndose con nuevos temas. Como atestiguan numerosos estudios que se han ocupado de los libros actuales de la liturgia romana, la doctrina del Vat. II ha influido positivamente en la corrección de los textos antiguos y en la elaboración de los nuevos. También es constante la preocupación de subrayar los aspectos positivos y doctrinales eliminando o corrigiendo los textos demasiado negativos, moralizantes o polémicos. Los criterios seguidos en la elección de nuevos textos y en la introducción de eventuales correcciones a los antiguos demuestran la constante fidelidad al principio conciliar del progreso en la fidelidad a la tradición (SC 23).

2. LA EUCOLOGIA, ESCUELA DE ORACIÓN. La eucología litúrgica renovada podría y debería convertirse en auténtica educadora de la oración de los creyentes. La oración litúrgica es una expresión segura y en algún modo perfecta de una respuesta posible e ideal a la palabra de Dios que nos interpela. Pero, por desgracia, la oración de los cristianos se alimenta frecuentemente de textos que tienen escaso nivel doctrinal y espiritual. En otro lugar" hemos ilustrado el papel educador que puede ejercer, por ejemplo, la eucología del MR de Pablo VI en la formación de una piedad mariana equilibrada, que respete la centralidad del misterio de Cristo y el equilibrio entre vida espiritual y compromiso mundano. De las oraciones del MR emerge una imagen de María que conduce al orante hacia el surco bíblico y cristocéntrico. En estos textos es constante la contemplación de María, unida estrechamente con el misterio de su Hijo, Jesús: en -> María, primicias e imagen de la iglesia, Dios ha revelado el cumplimiento del misterio de salvación y ha hecho resplandecer para nosotros, peregrinos en la tierra, un signo de consuelo y de esperanza segura. En su plenitud, María es modelo de santidad para la iglesia. Concretamente, María es presentada como modelo de las virtudes teologales: sierva humilde, escucha y acoge la palabra de Dios; ella es signo de esperanza para todos nosotros; llena de amor, lleva a Cristo en sus entrañas y ofrece sus servicios a los demás. María está libre de toda mancha de pecado y llena de Espíritu Santo, y Dios escucha su oración de intercesión por nosotros. María es madre de la iglesia, madre que Cristo desde la cruz nos ofrece a todos nosotros. Hoy se suele reconocer que la acción pastoral puede purificar y enriquecer la piedad mariana avecinándola al surco litúrgico, en donde es posible una contemplación equilibrada, completa y profunda de la personalidad de María y de su función en el misterio de la salvación.

Los textos eucológicos que nos ha deparado la reforma conciliar han de ser considerados expresión auténtica de la iglesia, aun siendo diversas las extracciones culturales de los autores que han intervenido en la redacción de los mismos. Se trata de textos oficiales, que son en concreto la lex orandi de la iglesia romana, y por ello también su lex credendi. En la oración, el creyente toma conciencia de su vida teologal. En efecto, el creyente se realiza en la medida en que toma conciencia y actúa históricamente el sentido de su propia existencia en el marco de la salvación llevada a cabo por Dios en Jesucristo. En este contexto resulta evidente el papel educador que ejerce la liturgia, sobre todo gracias a sus textos. Función indeclinable de la eucología es expresar la fe de la iglesia y acompañar el don de la fe (sin el cual ni la comunidad eclesial puede orar ni el individuo hacer una lectura existencial de la eucología). En último análisis, la eucología es siempre una respuesta de fe.

3. FUNCIÓN LITÚRGICA DE LAS FÓRMULAS EUCOLÓGICAS. Al hablar de la estructura de los textos eucológicos, notábamos cómo cada fórmula tiene su modo peculiar de ordenar los elementos estructurales. Esta personalidad estructural de cada texto depende también de la función específica que la fórmula eucológica ejerce en el ámbito de la celebración: en efecto, cada texto eucológico tiene una función litúrgica específica. A continuación damos algunas indicaciones al respecto, ciñéndonos a las principales fórmulas de la eucología menor.

a) Oración colecta. El paralelismo que se solía establecer entre las tres clásicas oraciones presidenciales —colecta, oración sobre las ofrendas y oración después de la comunión—, en el actual ordenamiento litúrgico es menos rígido que antes. La colecta de la misa, además de ser la única que tiene la conclusión larga, es una fórmula que cambia allí donde tanto la oración sobre las ofrendas como la oración después de la comunión permanecen invariadas por semanas enteras (véase Missale Romanum [editio typica altera 1975], In feriis adventus, 133-142; In feriis post dom. II, IV et VI paschae y post dom. III et V paschae, 315-332). Algunas festividades nos ofrecen incluso dos colectas a discreción. En efecto, la colecta, en su contenido, no está muy condicionada por el momento ritual. Se la puede considerar como conclusión del conjunto de los ritos de introducción, o simplemente como oración de apertura de la celebración. Por lo mismo, la función específica de la colecta de la misa es crear el ambiente espiritual en el que la asamblea reunida se apresta a escuchar la palabra de Dios y a celebrar la eucaristía; por ello la colecta suele expresar muchas veces sintéticamente un pensamiento central de la festividad del día o de un determinado tiempo litúrgico. Gracias a su carácter genérico, esta oración puede ser considerada como fórmula tipo, a la cual las demás se pueden referir para una mejor comprensión.

b) Oración sobre las ofrendas. La función litúrgica de esta pieza no es fácil de determinar. Por una parte, está en relación con el rito de la preparación de los dones (antiguo ofertorio), que concluye; por otra, está en relación también con la plegaria eucarística, que introduce. La ambigüedad de esta oración queda confirmada por el contenido de sus textos, tanto en las fuentes antiguas como en el mismo misal actual: anticipa los temas epicléticos que la plegaria eucarística coloca antes de la consagración y de la comunión, y propone de nuevo la temática de las fórmulas de presentación del pan y del vino. En el Misal de Pablo VI esta oración ha sufrido algunos retoques, que indican probablemente la intención de quitarle contenido eucarístico, evitando así las anticipaciones inoportunas de temas que son propios de la plegaria eucarística. Se trata, con todo, de casos contados. Contrariamente a cuanto sucede en la colecta, en la oración sobre las ofrendas no se suelen encontrar referencias al tiempo litúrgico o al misterio celebrado; su contenido se ciñe al tema de la ofrenda, con la ambigüedad antes indicada. En las festividades de los santos encontramos frecuentemente una alusión a la intercesión de los mismos para que los dones presentados por la iglesia sean acogidos favorablemente.

c) Oración después de la comunión. La oración después de la comunión es propiamente la oración con la cual se da gracias, pero también y sobre todo se piden a Dios los frutos de la celebración eucarística, en la que los fieles participan en modo más perfecto mediante la comunión sacramental. Aunque el sacramentario Gregoriano llama a esta oración ad complendum o ad completa, el rito romano más antiguo tiene como plegaria conclusiva la oración super populum: por ejemplo, el sacra mentario Veronense y también, en parte, el Gelasiano antiguo. Con todo, la oración después de la comunión tendría que expresarse como síntesis global de la celebración eucarística, refiriéndose no sólo al rito de comunión, sino también a la liturgia de la palabra actualizada en el sacramento. Esta referencia la encontramos en algunos textos nuevos del Misal de Pablo VI: por ejemplo, la nueva oración después de la comunión en el bautismo del Señor se hace eco de la perícopa evangélica: "Hic est Filius meus dilectus", añadiendo el "ipsum audite", como en los textos evangélicos, de la transfiguración (Mt 17,5).

d) Oración de bendición sobre el pueblo. En el actual MR, la oración super populum ha encontrado de nuevo, al menos en parte, su lugar y su función original de plegaria conclusiva de la celebración. En efecto, el MR ofrece, al final del ordinario de la misa, 26 oraciones de bendición sobre el pueblo, que se pueden usar ad libitum para concluir la misa, la liturgia de la palabra, la oración de las horas o la celebración de los sacramentos. El contenido de estas fórmulas sintoniza con el momento ritual de la bendición final; es decir, presenta a la asamblea la dimensión vital y perenne de la celebración cultual, y consiguientemente orienta a la comunidad eucarística hacia los quehaceres de la vida cotidiana al mismo tiempo que la robustece con la protección y las promesas divinas. Los textos de las oraciones de bendición sobre el pueblo enriquecen la fórmula trinitaria de bendición estilizada, estereotipada y fija de la liturgia romana.

M. Augé