III

LAS DIFERENTES FORMAS
DE LA CELEBRACIÓN DE
LA MISA


El contenido teológico invariable de la celebración litúrgica se expresa en una forma variable, externa. Las respectivas circunstancias culturales de las diferentes épocas influyeron en la forma de la misa. Pero también dentro de una época y de un ámbito cultural, diferentes formas de configuración de la misa y diferentes grados de solemnidad vinieron y vendrán determinados no sólo por el trascurso del año del Señor, sino también por el motivo de la celebración de la misa y, con ello, también por los participantes en la acción litúrgica. La «misa solemne» de una festividad solemne tiene una forma distinta a una celebración eucarística en un pequeño círculo la tarde de un día laboral. Verdaderamente, la unidad del rito no puede volverse a cuestionar por la variedad de sus posibilidades de conformación.


1. Las diferentes formas de celebración de la misa antes de la Reforma

«Con relación al oficio que tiene lugar se distingue: a) la misa diaria; b) la misas votivas y de almas... Las misas que divergen de la misa diaria (extra ordinem officii) son o misas votivas o misas por las almas». Con respecto a la forma ceremonial externa, se distinguió desde el punto de vista de su justa fijación: «a) la misa baja o sin canto (missa bassa, sine cantu) que el celebrante lee sin tener en cuenta el canto del pueblo; b) el oficio (missa cantata), es decir, la misa en que el sacerdote canta y el coro responde; c) la misa solemne (missa solemnis), que con la ayuda del diácono y el subdiácono se celebra con incensación del altar y concesión de la paz; d) el oficio pontifical, es decir, el oficio solemne de un prelado». Con respecto a la forma de la celebración y la aplicación de los frutos de la misa se distingue: la misa conventual en catedrales, colegiatas o iglesias conventuales y las misas parroquiales de la iglesia parroquial; «las santas misas restantes de las mencionadas iglesias, y todas las que acontecen en las restantes casas de Dios, se llaman misas privadas» 95.

Sobre todo la Congregación romana para el rito 96 fundada el 1588 procuraba, también en las diversas ocasiones y configuraciones de la celebración de la misa, la uniformidad de la liturgia unitaria en su ejecución externa 97. Como forma básica de la misa, se consideró la misa privada sin canto celebrada por el sacerdote en el altar sin tener en cuenta a la comunidad asistente, en la cual el monaguillo daba las respuestas. «La misa solemne se diferencia de la misa sin canto principalmente por el hecho de que en ella diversas partes son cantadas por el sacerdote y por el coro» 98. La «misa solemne de los levitas», en el que los sacerdotes «desempeñan» los papeles del diácono y el subdiácono era una imitación del oficio pontifical.

La distintas formas de la misa fueron determinadas antes de la reforma sobre todo por los grados de solemnidad exactamente prescritos para las diferentes ocasiones, pero no por los fieles participantes. En todos los pormenores minuciosamente prescritos la misa siguió siendo siempre la obra del sacerdote, que en su forma pura se daba en la misa privada con un monaguillo. Después de la reforma se tuvo que establecer otros criterios para los diferentes tipos de celebración de la misa.


2. La celebración de la misa con la comunidad
    como forma fundamental de la celebración eucarística renovada

El nuevo misal (IGMR cap. 4) presenta, además de las distintas formas de la celebración litúrgica, las diferentes posibilidades de configuración de la liturgia renovada de la misa. Si en el misal de 1570 la misa privada era la forma fundamental de la celebración eucarística, en el misal renovado ésta es la última posibilidad mencionada. En la «celebración de la misa sin comunidad» un servidor del altar asume el papel de ésta pronunciando los textos que normal-mente le corresponden a ella; «sólo por motivos importantes una misa puede

  1. G. Kieffer, Rubrizistik oder Ritus des katholischen Gottesdienstes nach den Regeln der heiligen römischen Kirche, Paderborn 19358, 94.

  2. Cfr. Th. Klauser, Kleine Abenländische Liturgiegeschichte. Bericht und Besinnung. Bonn 1965, 120. 130-135, Die Ritenkongregation und ihre Arbeitsweise.

  3. Así, p. ej., se admiten dos monaguillos en una misa conventual sin canto, y pueden encenderse más de dos velas, cfr. Kieffer, Rubrizistik, 97. El incienso está prescrito en la misa solemne levítica, ibid., 223.

  4. /bid.. 191.

celebrarse sin servidor del altar» 99. Como forma básica (forma typica) según IGMR 78 se considera la celebración con la comunidad (missa cum populo).

A pesar de toda la apreciación de lo conseguido: ¿no se esconde de hecho detrás de la formulación «cum populo» todavía un resto de aquella antigua concepción de la liturgia como obra del celebrante? ¿No sería mejor referirse a la celebración de la misa de la comunidad dentro de su articulación jerárquica y de la diversidad de sus distintos servicios funciones litúrgicos? De este modo, se estaría diciendo que los portadores del ministerio conferido por la ordenación no están por encima de la comunidad, sino que, sujetos como están a ella, se aperciben de su servicio. La expresión «celebración de la comunidad» podría mostrar claramente que la Iglesia local (aquí la comunidad parroquial como subestructura de la Iglesia local diocesana) se hace realidad visible en la celebración de la eucaristía mediante el pueblo santo de Dios 100. De ahí que sea consecuente que de todas las posibilidades de configuración celebrativa y participación de la comunidad en primer lugar esté la misa, «que el obispo, rodeado por sacerdotes de la Iglesia local y otros coparticipantes, dirige, y en la que el pueblo santo de Dios participa plena y activamente. Pues aquí se hace visible la Iglesia de una forma especial». (IGMR 74) 101.

Acerca del grado de solemnidad de la misa con la comunidad el misal no da ninguna prescripción; a ser posible, ha de celebrarse con canto y con la participación de numerosos colaboradores, pero también puede celebrarse sin canto y con sólo un fiel que desempeñe un servicio especial (IGMR 77). El deseo del canto en la misa hace referencia a la antigua tradición de la missa cantata, que, según Jungmann es «la continuación ininterrumpida de la misa de los presbíteros, de la antigüedad cristiana». «Ciertamente la ha sobrecogido el anhelo de dar cabida a cuantos más elementos del servicio divino episcopal sea posible» 102. Así, en la Baja Edad Media se desarrolló, como imitación de la misa episcopal, con la colaboración de («falsos», es decir, sacerdotes en el papel de) diácono y el subdiácono, la «misa solemne de los levitas», la missa solemnis. Hoy día, después de la abolición del subdiaconato, después de la recuperación de la concelebración así como del diaconato como grado independiente dentro del sacramento del orden y en atención a la verdad del ministro, esa misa ya no es posible. Sin embargo, la misa con uno o varios diáconos así como los distintos servicios litúrgicos de los laicos no están en nada por debajo de la solemnidad exigida.

  1. Cfr. IGMR, 209-211.

  2. Cfr. SC 41 y 42. Cfr. Meyer, Eucharistie 372.

  3. Con similar contenido IGMR 157; detrás de ambas declaraciones de la Institutio Generalis está SC art. 41.

  4. Jungmann, MS 1, 277.

La conformación de la celebración de la misa está determinada, en primera línea, por el transcurso del año del Señor con sus festividades mayores, fiestas, día conmemorativos prescriptivos y no prescriptivos. Además, está orientada según la situación de los participantes, por lo que el actual misal admite una libertad incomparablemente mayor de lo que era posible antes de la reforma. En cualquier misa pueden colaborar todos los grados del orden (concelebración de varios sacerdotes, servicio del diácono) y titulares de una función laica (lector, cantor, monaguillo) sin que el número de los colaboradores o el tipo de su servicio esté reglado.


3. La concelebración

La concelebración se remonta a la exigencia de SC 58. Aquí se distingue entre la concelebración «sacramental, es decir, sacrificial» y «ceremonial», de-pendiendo de sí los concelebrantes pronunciaban conjuntamente o no las pa-labras de la consagración. Una concelebración «ceremonial» en la que el celebrante principal (episcopal) pronunciaba el canon y los demás sacerdotes eran miembros activos en la liturgia ya era una práctica habitual en la Iglesia antigua. Los griegos bizantinos la han conservado hasta hoy en día mientras que los eslavos y los bizantinos unionistas bajo influencia occidental se pasaron a la costumbre de que todos los concelebrantes pronunciaran conjuntamente las palabras de la consagración.

En occidente desapareció la concelebración con el surgimiento de la misa privada. Cada sacerdote quena ejercer su «autoridad de consagración» y aplicar los frutos de la misa; el entrelazamiento de la única celebración eucarística en la totalidad de la comunidad y de los clérigos que en ella ejercían su ministerio había desaparecido. Allí donde la concelebración se daba todavía como relicto, era una celebración paralela, una «concelebración», como desde la Edad Media tardía en el rito de la ordenación de obispos y sacerdotes. A partir del ofertorio, todos los concelebrates pronunciaban todas las oraciones en común. La diferenciación entre concelebración «ceremonial» y «sacramental» sólo es comprensible sobre la base de la teología escolástica de los sacramentos y la eucaristía; ésta fue también responsable de que la concelebración en occidente desapareciera, exceptuada la liturgia de la ordenación. Además, un Decreto del santo Oficio de 1957 condenó la distinción entre concelebración «sacramental» y «ceremonial» en general: «Una "concelebración" válida sólo existe allí donde el sacerdote concelebrante pronuncia también de hecho las palabras de concelebración porque, conforme a la fundación de Cristo justamente sólo celebra "válidamente" quien pronuncia las palabras de la consagración» 103. Así ha persistido hasta hoy.

Entre las ventajas del ordenamiento actual de la concelebración están la enfatización de la unidad del sacrificio de Cristo y la representación de la unidad del sacerdocio (SC 57, 1). Como peligro se menciona una nueva clericalización de la misa; como deseo, una mayor variedad de las formas de concelebración 104, lo que significa volver a debatir acerca de la diferenciación entre concelebración «sacramental» y «ceremonial» desde puntos de vista nuevos, es decir, no de impronta escolástica 105,


4. Otras formas de celebración de la misa

La misa conventual y comunitaria es el servicio divino eucarístico de una comunidad religiosa. Las comunidades religiosas se reúnen a diario en una celebración común de la misa («misa conventual» en los monasterios, «misa de comunidad» en seminarios e internados), en la cual los sacerdotes concelebran y todos sus miembros deben estar presentes. Esta misa se corresponde en su forma de celebración a la comunidad y los diversos ministerios; es la digna sucesora de las celebraciones individuales de los muchos sacerdotes, habituales anteriormente también en seminarios y colegios 106. Según von Severus los monasterios tienen hoy día la misión de «incluir a los visitantes de las iglesias de los monasterios en los servicios divinos de una comunidad religiosa, de manera que les sea posible la participación activa y consciente» 107. Por otra parte la reforma litúrgica «por contraposición a SC 4, en virtud de la realidad de los hechos, pero también a causa de la incomprensión de las autoridades eclesiásticas centrales, ha obrado en la práctica con actitud unificadora, de modo que en el ámbito de la Iglesia occidental apenas hay ya liturgias eucarísticas específicas propias de las órdenes». Éstas surgieron cuando las comunidades religiosas persistieron en la anterior costumbre de la Iglesia local en la que surgieron, en el momento en que esa Iglesia modificó su liturgia; con la extensión de la orden a otras Iglesias locales se exportó el rito ahora propio. Los cluniacenses en

  1. DH 3928. Cfr. K. Rahner / A.A. Häußling, Die vielen Messen und das eine Opfer. Eine Untersuchung über die rechte Norm derMeJJhäufigkeit. Friburgo-Basilea-Viena 1966 (QD 31), 122-127.

  2. Cfr. Meyer, Eucharistie 485-497; respecto ala forma actual de la concelebración ibid., 371ss.

  3. Así, ya Rahner/Häußling en el año 1966, o.c., 127: «La forma normal e ideal de la celebración de la misa con participación de varios sacerdotes habrá de buscarse antes en la asistencia (configurada ritualmente de forma análoga)».

  4. Cfr. Meyer, Eucharistie 372; E. von Severus, Die Eucharistiefeier in den geistlichen Gemeinschaften, en B. Kleinheyer, E. von Severus, R. Kaczynski (Dirs.), Sakramentliche Feiern II, GdK 8. Regensbrug 1984, 172-174.

  5. E. von Severus, Die Eucharistiefeier in den geistlichen Gemeinschaften, GdK 8, 172-175. 173.

el siglo X, los cistercienses (siglo XII), en Alemania los benedictinos de la Congregación Bursfeldense (siglo XV), pero sobre todo los cartujos y los dominicos desarrollaron ritos especiales 108.

El significado central de la eucaristía se expresa también por el hecho de que otras celebraciones litúrgicas pueden unirse a la misa («misas rituales»): «La celebración de los sacramentos, diferentes bendiciones y procesiones así como el oficio divino se unen, consecuentemente, en diferentes ocasiones a la celebración de la misa. Estas substituyen, en su caso, la correspondiente parte de la misa (introducción, liturgia de la palabra, final), es decir, se intercalan o se añaden a ella» 109. La parte sacramental va a continuación de la liturgia de la palabra (p. ej. administración de las ordenaciones, matrimonio, unción de enfermos, bendición de abades, diversas bendiciones); la despedida ligada a las exequias, al final de la misa. La unión de cada una de las horas del oficio divino con la misa (himno y salmodia sustituyen a la liturgia de la palabra, el Benedictus o el Magnificat tiene lugar después de la comunión) es, para Meyer, problemática.

La misa en casas particulares dentro de un círculo reducido constituía, según Jungmann, una práctica viva en la antigüedad y fue «la precursora de una eucaristía celebrada en época posterior también en círculos privados» 110. Esta tradición ha revivido de nuevo en la liturgia renovada. A la celebración de la misa en grupos reducidos se refiere la instrucción romana Actio pastorales de 1969111", que las Conferencias Episcopales han adaptado y en parte ampliado conforme a las necesidades pastorales de sus regiones. En principio, para la configuración de la celebración tiene validez la celebración de la misa con la comunidad, pero son posibles las adaptaciones a las circunstancias específicas de los grupos reducidos, a ser posible con referencia al lugar, tiempo, la vestidura litúrgica, los instrumentos y el trascurso del rito (libre elección de las lecturas, oraciones y cantos, cfr. a este respecto IGMR 313).

En las misas con grupos específicos lo central son esas adaptaciones. La adaptación de la misa a la celebración con niños, para la que la Congregación para el servicio divino en el año 1974 presentó tres cánones, se remonta al Directorio Romano para las misas con niños Pueros baptizatos de 1973112. Las adaptaciones apuntan a una inclusión en la celebración activa, correlativa a la capacidad de comprensión de los niños. Estos han de asumir cuantos más servicios sean posibles. Las oraciones del oficio pueden escogerse y adaptarse

  1. Cfr. ibid., 175.

  2. Meyer, Eucharistie 372.

  3. Cfr. Jungmann MS 1, 279-283.

  4. Kaczynski nn. 1843-1857.

  5. Kaczynski nn. 3115-3169.

conforme a los niños respetando el tiempo litúrgico. La lectura de la Escritura puede limitarse al Evangelio; en la liturgia eucarística pueden omitirse, así como en la introducción, diversos elementos del servicio divino con la comunidad. Invocando el testimonio de SC 34 (adaptación de la liturgia a la capacidad de comprensión de los fieles) el Directorio para las misas con niños indica que para las celebraciones de la misa con disminuidos (disminuidos psíquicos, sordos) son necesarias otras adaptaciones 113.

En una celebración de la misa sin comunidad se trata de una celebración con, al menos, un servidor del altar o un fiel; sin éstos, la celebración de un sacerdote solo únicamente puede tener lugar por un «motivo justo y razonable» 114. Ya en su encíclica Mysterium fidei del 3.9.1965 Pablo VI dispuso que una misa tal ha de tener lugar iusta de causa 115. «Con esta disposición, la misa privada ya no se explica como justificada por sí misma; como forma divergente de la con-figuración ideal de la misa que es, tiene que aducir además un motivo propio que justifique precisamente ese tipo de celebración; o dicho de otro modo: donde existe en concreto la plena posibilidad de celebrar la misa en comunidad conforme a su esencia, no hay ninguna iusta causa para la celebración privada» 116. Según la descripción de la misa 117 celebrada totalmente junto al altar, el servidor del altar representa a la comunidad, cuyas respuestas y aclamaciones se encarga de pronunciar 118. La celebración de la misa sin comunidad concierne primordialmente a los sacerdotes enfermos e impedidos, pero es «conforme objeto, un caso limitado y excepcional» 119.

En las misas votivas y en las celebraciones en ocasiones especiales un particular interés de los fieles ocupa el primer plano. La denominación de «misa votiva» deriva de «votum, voto, deseo, promesa»: la celebración de una misa se orienta no a una festividad del año del Señor, sino que tiene en consideración un deseo o motivo de los fieles individuales 120. La misa votiva no es, en con-secuencia, una celebración de toda la comunidad, y en la antigüedad la mayo-

  1. Cfr. B. Fischer, Meßfeiern mit Kindern, en Th. Maas-Ewerd/K. Richter (Dirs.), Gemeinde im Herrenmahl 97-106.

  2. Así, c. 906 CIC/1983, en términos similares IGMR 211.

  3. Kaczynski n. 432.

  4. Rahner/Häußling, 121.

  5. Richter, Meßfeier ohne Gemeinde 141, califica la descripción de la InstGen 213-231 como «casi carente de afecto», lo que ha de «entenderse plenamente partiendo de la concepción total de la nueva ordenación».

  6. Respecto a la configuración de la celebración de esta misa cfr. IGMR 213-231.

  7. Meyer, Eucharistie 375.

  8. En este sentido, también las misas rituales como el oficio del matrimonio, las exequias y otras son en sentido estricto «misas votivas»; sin embargo, hay que distinguirlas de los votos realmente particulares a causa de una relación todavía existente del motivo de la celebración con toda la comunidad (se casan dos de la comunidad, ha fallecido uno de la comunidad).

ría de las veces tampoco se celebraba en la iglesia, sino en casas u oratorios privados 121. Ya tempranamente la celebración de las misas de difuntos y las de sus días conmemorativos tuvo una gran significación entre las misas votivas. Pero también otros intereses de los fieles determinaron la forma de la celebración de la misa votiva; a las circunstancias privadas privaten (p. ej. enfermedad, viaje, ausencia de hijos o cumpleaños) se contraponen las circunstancias públicas (pestes, paz amenazada, rigores del clima entre otras) ya en el Decreto Gelasiano más antiguo. La época carolingia trajo consigo un florecimiento de las misas votivas, con lo que el aumento de las celebraciones de la misa marchó conjuntamente con la evolución de la misa privada. Finalmente, sólo la ofrenda del sacrificio de la misa y la aplicación de los frutos de la misa en favor de los «vota» del oferente del estipendio tenían interés, apenas podía hablarse ya de una participación en la celebración de quienes «encargaban» la misa votiva 122. En el misal renovado ha cambiado el significado del concepto «misa votiva»; abarca una serie de «quince formularios de la misa para la celebración de los misterios de la fe (p. ej. la Trinidad), de diferentes misterios de Cristo (p. ej. el nombre de Jesús, la sangre y el corazón de Jesús), de los ángeles, de la madre de Dios y de otros santos» 123.

Las celebraciones de la misa o oraciones pro variis necessitatibus han sido reconfiguradas en el misal renovado y se orientan en la sucesión válida para plegaria de los fieles: Iglesia, Estado y sociedad, solicitudes públicas y solicitudes especiales. «En esta sección se reflejan de la forma más clara las trasformaciones históricas tanto del tiempo como de la religión, que desde el siglo XVI se han producido» 124. Entre estas misas se cuentan también las «misas votivas» aparecidas en el contexto de la renovación postconciliar, que nunca han sido liturgia oficial de la Iglesia. No raramente corrieron el peligro de abusar de la liturgia con intención pedagógica porque estaban centradas en un tema determinado sobre el que se trataba de despertar en los participantes la conciencia sobre el problema y motivarlos para sus correspondientes acciones. Según Häußling se da una analogía, apenas percibida, entre la impronta de apariencia moderna de la celebración eucarística por medio de un «motivo efectivo» y la devoción de la misa en la neoescolástica concebida como si obrase partiendo de sí misma 125.

  1. Respecto a la misa celebrada en casa en la antigüedad, cfr. Jungmann MS I, 279-282.

  2. Cfr. ibid., 285-290.

  3. Meyer, Eucharistie 380.

  4. /bid.. 379ss.

  5. Cfr. A.A. Häußling, Meßhäufigkeit und «Motivmessen», en Th. Maas-Ewerd/K. Richter (Dirs.), Gemeinde ini Herrenmahl 143-149, especialmente 147.


5. Intento de valoración

Después de la eclesiología determinada eucarísticamente y de la teología de la liturgia del concilio Vaticano II que de ella se deriva, la celebración de la misa de las comunidades locales congregadas se considera consecuentemente como la forma básica de la celebración eucarística. Ella es la congregación plena del pueblo santo de Dios en un lugar y representa en su celebración a la Iglesia. Todas las demás formas de la misa no puede entrar en competencia con ella, sino que tienen que conducir a la forma plena y suprema de la única celebración eucarística de la comunidad. En todos los servicios divinos con grupos reducidos y otros servicios especiales la unión con la Iglesia local y universal ha de ser perceptible. El «tema» de una celebración eucarística no es nunca otro sino la redención del hombre y del mundo. La «configuración» de una celebración de la misa según un «motivo» prefijado puede correr el peligro de hacer olvidar este tema único fundamental relegándolo detrás de otras solicitudes por muy justas que sean, y utilizar a la liturgia de la Iglesia para motivar a ciertas actitudes y acciones 126.

126. Cfr. M. Kunzler, Themen-und zielgruppenorientierte Gottesdienste? Eine Anfrage aus der Sicht des christlichen Ostens, en TThZ 96 (1987), 227-235; R. Schwarzenberger, Zwecksonntage – Zweckenterendung der Feier der Heilsgeheimnisse? en BiLi 52 (1979), 198-203.

 

BIBLIOGRAFÍA

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