III

LA CIENCIA LITÚRGICA Y SU HISTORIA


1. La disciplina teológica y su misión

El concepto de «ciencia litúrgica» se retrotrae a Romano Guardini, que —como Mohlberg, Casel y Baumstark– lo prefería para deslindar la disciplina humanística que trata de la misa, de la «litúrgica», de orientación más pastoral-teológica y rubricística. La práctica del lenguaje utiliza a menudo ambos conceptos como sinónimos. «Atendiendo al estado de la investigación, se sugiere una definición, a ser posible amplia, de ciencia litúrgica en la que están entrelazados el planteamiento sistemático de la cuestión de la esencia de la misa (justificar), la configuraciones, históricas y dogmáticas, de su forma (comprender), el significado pastoral (vivir) y la actualización tanto objetiva como parroquial (configurar)» 46.

Las funciones de la ciencia litúrgica se pueden describir a grandes rasgos con la ayuda de las siguientes preguntas temáticas: ¿Cómo se celebró, en un tiempo determinado, la misa? ¿Por qué se celebró tal como la transmiten las fuentes y no de otro modo? ¿Cómo entendieron los hombres de una época determinada la «misa» y cómo repercutió este concepto en la forma de la liturgia? ¿Cómo repercute la transformación de las situaciones culturales (espirituales, filosóficas, sociales y también teológicas) dadas en la continuidad de la liturgia? ¿Cómo puede llegar a expresarse la única fe con las nuevas formas litúrgicas sin que cambie sustancialmente?

Con toda la ambivalencia de la cultura como autoexpresión del hombre del pecado original, la ciencia litúrgica es, en cualquier modo, una ciencia de la cultura y «se sirve de los distintos métodos histórico-críticos, sistemáticos y prácticos que también se aplican en las otras disciplinas teológicas. Aparte de ello, desde antiguo, ha incorporado métodos de otras ciencias, p. ej. de la arqueología, de la himnología y de los estudios del folklore religioso» 47: Tiene que ver con las diferentes manifestaciones de los hombres de épocas y culturas distintas 48. No obstante, en primer lugar es una disciplina teológica: no acepta la cultura como es, sino que asume frente a ella una actitud crítica determinada por la fe; también «la liturgia es la autoexpresión del hombre, pero del hombre como ha de ser. Así, se convierte en una severa disciplina... La liturgia es la autoexpresión del hombre. Pero se dirige a él en los siguientes términos: del hombre que tú todavía no eres. Así que tienes que acudir a mi escuela. Todavía tienes que convertirte en lo que debes de ser» 49. Es, en consecuencia, misión de la ciencia litúrgica investigar, analizar y emitir un juicio crítico desde la fe con ayuda tanto de las disciplinas teológicas afines como de las disciplinas humanísticas, las formas culturales de autoexpresión humana como formas de expresión para la comunicación del hombre con Dios. Puesto que las formas culturales de expresión «del mundo», a causa de la ambivalencia determinada por el pecado original, jamás pueden coincidir totalmente con las formas litúrgicas de expresión de la comunicación con Dios, también será en el futuro tarea de la ciencia litúrgica ejercer la explicación de la liturgia y guiar, mistagógicamente, a la misa, por muy «trasparente» que, a primera vista, pueda ser su forma concreta: «El término alemán para designar lo "extraño, ajeno" (fremd) procede de otro campo semántico del antiguo alto alemán fram, que se refiere a lo que va hacia adelante, lo que se aleja, lo que se va; esta relacionado con el término fromm, "devoto", "piadoso", con lo cual en esta concepción semántica piadoso quiere decir lo extraño, lo que, por lo tanto, está asentado en un mundo alejado, del más alla. Este mundo del más allá acude a nosotros más allá de sus fronteras en la celebración litúrgica, y de hecho lo hace en signos que no sucumben, que no pueden sucumbir entre las ideas mundanas, que tienen en torno a sí algo extraño como una nube» 50.


2. El largo período de la explicación del rito

Hay que destacar especialmente dos fuentes que informan sobre la evolución de la liturgia en la Iglesia de la antigüedad: por una parte, la más antigua

  1. Gerhards, Standortbestimmung, 170ss.

  2. Cfr. ibid., 171, Dado que se trata de las formas de expresión del hombre, la ciencia litúrgica tiene que entablar un diálogo con otras disciplinas humanísticas. El lugar que ocupa habla de lingüística y ciencia de la comunicación, semiología, historia de la religión, musicología y teoría del arte, filosofía, psicología y sociología.

  3. Guardini, Liturgische Bildung, 74ss.

  4. A. Kirchgässner, Der Mensch im Gottesdienst, en LJ 15 (1965), 229-238. 233.

descripción de la liturgia, debida al mártir Justino (+ ca. 165) 51, y el informe de la peregrina Egeria sobre la liturgia en Jerusalén, centro de peregrinación 52, cuyo significado para la evolución de la liturgia apenas puede valorarse a la altura que merece. Sobre todo las instrucciones eclesiásticas dan información sobre la celebración de la liturgia en cada época, así la Didakhé 53, la «Tradición apostólica» de Hipólito de Roma54 y las «Constituciones apostólicas» 55. Estas instrucciones eclesiásticas, si bien contienen, de hecho, modelos y propuestas para la celebración de la liturgia, no son textos litúrgicos en sentido estricto. El testimonio más antiguo de un libro litúrgico es el Sacramentarium Vernonense 56. Atribuido originalmente al papa León I, procede de la segunda mitad del siglo VI y contiene los textos de determinadas misas Romanas en el año del Señor excepto el período de enero a abril. Atribuido al papa Gelasio, si bien procedente en realidad del siglo II, el Sacramentarium Gelasianum fue concebido para una iglesia titular romana57. El Sacramentarium Gregorianum se remonta a una redacción del papa Gregorio I (590-604), que contiene las misas estacionales del papa en el decurso del año. Un ejemplar refundido del Gregorianum fue enviado a Carlomagno, a cuyo ejemplar se le añadió un apéndice para atender a las necesidades de la unificación de la Iglesia franca 58. Estos libros litúrgicos romanos contienen casi exclusivamente textos litúrgicos, pero no descripciones del proceso litúrgico. Lo que posteriormente se denominó «rúbricas» están contenidas en los Ordines. Los Ordines Romani 59 surgieron, mayormente, al

  1. Edición, Iustinus, Apologia, Die ältesten Apologeten. Ed. por E.J. Goodspeed. Göttingen 1984, 24-77.

  2. Ediciones, Itinerarium Egeriae. Ed. por A. Franceschini/R. Weber, Itineraria et alía geographica. Tumholt 1965 (CCL 175), 35-90. Die Nonne Etheria (ca. 400), Peregrinatio Etheriae. Traducción de los caps. 1-23 por H. Donner (Dir.), Pilgerfahrt ins Heilige Land. Die ältesten Berichte christlicher Palätinapilger (4.-7. Jahrhundert). Stuttgart 1979, 82-137. Egerie, Journal de voyage (Itinéraire), ed. por P. Maraval. París 1982 (SChr 296).

  3. Ediciones, La Didaché. Instructions des apötres. Ed. y trad. por J.P. Audet. Paris 1958. Didache (Apostellehre), Barnabasbrief Zweiter Klernensbrief Schrift an Diognet. Ed. y trad. por K. Wengst. Darmstadt 1984 (Schriften des Urchristentums 2). Didache/Zwölf-Apostel-Lehre. Traducción e introducción de G. Schöllgen. Friburgo-Basilea-Viena 1990 (FC 1).

  4. Ediciones, La Tradition apostolique de Saint Hippolyte. Essai de réconstruction. Ed. por B. Botte. Münster5 (Ed. por A, Gerhards con la colaboración de S. Férbecker) 1989 (LQF 39), Apostolike Paradosis. The treatise an the Apostolic Tradition of S. Hippolytus of Rome, Bishop and martyr. Ed. G. Dix. London (Ed. por H. Chadwick) 19682. Traditio Apostolica-Apostolische Überlieferung. Ed., trad. e introducción de W. Geerlings, Friburgo-Basilea-Viena 1990 (FC).

  5. Ediciones, Didascalia et Constitutiones Apostolorum 1. Ed. F.Z. Funk. Paderborn 1905. Les constitutions apostoliques. Ed. y trad. de M. Metzger. 3 vols., Paris 1985-1987 (SChr 320, 329, 333).

  6. Ed. por K. Mohlberg, Roma 1956.

  7. Ed. por K. Mohlberg, Roma 1960.

  8. Cfr. K. Mohlberg/A. Baumstark, Die älteste erreichbare Gestalt des Liber Sacramentorum anni circuli der römischen Kirche. Münster 1927 (LQ 11112). K. Gamber, Wege zum Urgregorianum. Beuron 1956. Idem, Codices Liturgici Latini antiquiores. Friburgo 1963.

  9. Ed. por M. Andrieu, Les Ordines Romani du haut moyen-áge, vol. I-V. Lovaina 1931-61.

norte de los Alpes, pero contienen también tradiciones romanas que se pueden reconstruir a partir de los suplementos. Los Ordines llevaron al surgimiento de otros libros, el más importante de los cuales es el «Pontifical romano-germánico» elaborado antes del cambio de milenio, sobre el 950, por los Benedictinos del monasterio de St. Alban en Maguncia. En la segunda mitad del siglo X –durante el saeculum obscurum en el que en Roma, por todo un siglo, ya no se elaboró ningún manuscrito litúrgico– el Pontifical romano-germánico (ciertamente con añadidos de origen no romano) volvió, bajo el imperio de Otón I, a Roma y fue acogido aquí con agradecimiento como una tradición romana supuestamente auténtica 60. La posterior evolución de los libros litúrgicos estuvo estrechamente unida a la clericalización creciente de la liturgia; es decir, los diferentes libros de los diferentes ministerios y oficios se resumieron en libros litúrgicos para uso del celebrante individual, como se mostraba ejemplarmente en la evolución del misal.

En realidad no en el sentido de la concepción actual de la ciencia, sino como tratamiento teológico del fenómeno «misa» en el sentido de la explicación de la liturgia, del comentario litúrgico, los comentarios mistagógicos sobre liturgia de los padres de la Iglesia pueden reclamar la pretensión de marcar el inicio de la litúrgica.

Cirilo de Jerusalén (+ 386), en sus cinco «Catequesis mistagógicas», explicó en la semana de Pascua a los neófitos los ritos del bautismo, de la confirmación y de la celebración eucarística, a los que habían asistido en la vigilia pascual sin haber sido introducidos en su sentido teológico61. También compilaron comentarios sobre liturgia san Juan Crisóstomo62, Teodoro de Mopsuestia63, y, en el ámbito siríaco oriental, Narses de Edesa 64. Un equivalente en occidente son las dos obras De mysteriis y De sacramentis de Ambrosio de Milán 65. Una gran repercusión en oriente y occidente tuvo el tratado De ecclesiastica hierarchia,

  1. Cfr. Th. Klauser, Die liturgischen Austauschbeziehungen zwischen der römischen und der fränkisch – deutschen Kirche vom 8. bis zum 11. Jahrhundert, en JAC, 3 Vol. adicional. Münster 1974, 139-154.

  2. Ediciones, Cyrille de Jérusalem, Catéchéses mystagogiques. Ed. por A. Piédagnel. París 1988 (SChr 126 bis). Mystagogische Katechesen. Ed. y trad. por G. Röwedamp. Friburgo-Basilea-Viena 1992 (FC 7).

  3. Ediciones, Catecheses ad illuminandos 1-8, Jean Chrysostome, Huit catéchéses baptismales inédites. Ed. y trad. de A. Wenger. París 1970 (SChr 50 bis). Johannes Chrysostomos, Catecheses baptismales - Taufkatechesen. Trad. e intr. de R. Kaczynski. Friburgo-Basilea-Viena 1992 (FChr 6/1-6/2).

  4. Ediciones, Les homélies catéchétiques de Théodore de Mopsueste. Ed. R. Tonneau/R. Devresse. Roma 1961 (StT 145). Commentary of Theodore of Mopsuestia an the Lord's Prayer and the Sacraments of Baptism and Eucharist. Ed. y trad. A. Mingana. Cambridge 1933.

  5. Tambien llamado «Narses de Nisibis», «Narses el leproso» o «Narsai». Doctoris Syri. Homiliae et Carmina. Primo ed. cura et studio D.A. Mingana 2 vols. Mossul 1905. R.H. Connolly, The Liturgical Homilies of Narsai. Translate into English with an Introduction. Cambridge 1909 (Texts and Studies 8).

  6. Ediciones, CSEL 73, SChr. 25 bis. Edición más moderna de J. Schmitz, FC 3. Friburgo-Basilea-Viena y otras, 1990.

redactado en el siglo VI por el Pseudo-Dionisio Areopagita» 66. También las homilías con motivo de las fiestas principales del año del Señor, así como otros tratados de los padres de la Iglesia contienen declaraciones sobre la misa de su época 67.

Cuanto más complicados se volvieron los ritos, tanto más necesitaban ser comentados. Cuando, en el periodo de las invasiones germánicas, el latín dejó de serla lengua del pueblo, aún se acrecentó la necesidad de comentarios litúrgicos. Las obras redactadas en latín debían ofrecerle al clero un conocimiento básico para la celebración así como para la instrucción catequética, así p. ej. la obra de Isidoro de Sevilla (¡' 636) De libris et officiis ecclesiasticis 68.

La época carolingia produjo toda una serie de comentarios litúrgicos que se apartaban del verdadero mundo simbólico de la liturgia, y que conferían nueva significación alegórica a los signos que se habían vuelto extraños. Entre los autores de esas explicaciones alegóricas destaca Amalario de Metz (+ ca. 850) 69. Atendiendo a un aspecto negativo, las formas litúrgicas de expresión se habían vuelto «extrañas», ya no como consecuencia de la irrupción de la esfera divina en las acciones humanas, sino por no reconocerse ya el sentido de las acciones mismas. Con ello, se le abrían las puertas a una arbitraria interpretación alegórica si se quería dar un sentido a los ritos, palabras, gestos, ademanes e instituciones que ya no se comprendían.

Por el contrario, se alzó un movimiento contrario; así, el diácono Floro (+ ca. 860) redactó un comentario de la misa basado en las declaraciones del padrenuestro 70. La obra De institutione clericorum libri tres 71 del arzobispo de Maguncia, Rabano Mauro (j 856) es de carácter enciclopédico, como manual para las nuevas generaciones del clero, mientras que su discípulo Wilfrido Estrabón (+ 849), abad del monasterio de Reichenau, describe especialmente el crecimiento histórico de la liturgia: De exordiis et incrementis ecclesiasticarum rerum72. También el período del cambio de milenio fue rico en obras de comentarios sobre la liturgia: Berno de Reichenau, Bernoldo de Constanza, Juan de Avranches y Pedro Damián describieron la liturgia misma, mientras que otros redactaron importantes obras de música eclesiástica, entre ellos Gui-

  1. PG 3, 369-584.

  2. Así, p. ej. Roetzer compiló Ios testimonios de la obra de san Agustín sobre la liturgia y pudo realizar un claro dibujo de la vida litúrgica en la Iglesia del santo, W. Roetzer, Des heiligen Augustinus Schriften als liturgiegeschichtliche Quelle. Munich 1930.

  3. PL 82, 229-260.

  4. Amalarii episcopi opera liturgica omnia. Ed. Joh. Michael Hanssens. Vol. 1-3, Roma 1948-1950.

  5. De expositione missae, PL 119, 15-71.

  6. PL 107, 239-420.

  7. PL 114, 919-966.

do de Arezzo (+ 1050), que es considerado como el que llevó a término la notación coral 73.

Con la evolución de la sistemática escolástica se pretendió abarcar también sistemáticamente a la liturgia de la Iglesia, pero sin que se pueda discernir claramente sus métodos (exégesis alegórico-mística, descripción del sentido de las palabras, interpretación ascética).

Autores importantes de esta época son el teólogo parisino, Juan Beleth (+ ca. 1165) con su Rationale divinorum officiorum74, Ruperto de Deutz (+1135) con sus doce libros De divinis officiis 75. La obra en seis libros del papa Inocencio III, De sacro altaris mysterio76 se convirtió en modelo de una obra que alcanzó un significado amplio, el Rationale divinorum officiorum de Guillermo Durando, obispo de Mende (+ 1296), que abarca en ocho libros todo el ámbito de la liturgia y se imprimió prontamente tras la invención de la imprenta (1459 en Maguncia) 77. «El rationale de Durando, obra orientada completamente a la interpretación alegórica, sigue siendo el manual de liturgia de la Edad Media tardía y de época posterior, y los nuevos comentaristas, cuyo número no es insignificante, siguen, más o menos, por el mismo camino» 78. Durando adquiere gran importancia como redactor de un Pontifical romano 79.

Con toda la arbitrariedad de la explicación alegórica, todavía rige la concepción medieval de la imagen, que contiene rasgos de la filosofía de Platón 80. Si el comentario de Alberto Magno (+ 1280) sobre la misa: Opus de mysterio Missae 81 se contrapone totalmente a la explicación alegórica, esto tiene que ver con la orientación de la teología escolástica hacia el aristotelismo: las acciones de la misa no son imágenes del mundo del más allá, sino una realidad propia. A pesar de ello, en líneas generales, la escolástica «pasó, casi sin dejar huella –abstracción hecha de algunas particularidades– no sólo por la liturgia, sino

  1. PL 141, Micrologus Guidonis de disciplina artis musicae, 379-406. De ignoto cantu, 413-432. Quomodo de arithmetica procedit musita, 435-443. Tractatus Guidonis correctorius multorum erro rum quifunt in cantu gregoriano in multis locis, 431-443.

  2. PL 202, 13-166.

  3. PL 170. 11-332.

  4. PL 217, 773-916.

  5. El «Rationale» de Durando lo editó, tras numerosas ediciones, por última vez Ch. Barthélemy, París 1854.

  6. Jungmann MSI. 152.

  7. El Pontifical de Durando lo editó M. Andrieu, Le Pontifical romain au rnoyen-áge. Vol. 3, Le Pontifical de Guillaume Durand. Roma 1940.

  8. Cfr. W. Beierwaltes (Dir.), Platonismus in der Philosophie des Mittelalters. Darmstadt 1969.

  9. Albertus Magnus, Opera omnia. ed. A. Borgnet et Ae. Borgnet. Vol. 38, París 1899, 1-165. Sobre los diferentes títulos bajo lo que se ha trasmitido la obra cfr. W. Fauser SJ, Die Werke des Albertus Magnus in ihrer handschriftlichen Überlieferung 1, Die echten Werke. Münster 1982 (Alberti Magni Opera omnia, Tomus subsidiarius 1).

también por la evolución de su concepción» 82. En el fondo, la escolástica no se interesa en absoluto por las ejecuciones litúrgicas; su interés se centra en lo que causan, en los frutos de la gracia que producen para el hombre, en el rite et valide de la acción de la misa. Dado que los signos y acciones litúrgicas como tales apenas interesan, siguen siendo interpretados en la mayor fa de los casos alegóricamente. Esta tendencia se completa con el nominalismo, cuya incapacidad para el pensamiento 83 simbólico, aún menos para el simbólico real, ya no puede adjudicarle a las acciones externas visibles ninguna relación interna con lo sobrenatural. Como ejemplo de este período, valga la Literalis et mystica canonis expositio de Gabriel Biel (+ 1495) 84.


3. La confrontación científica con la liturgia

En el período de la Reforma el objetivo de los teólogos católicos influidos por el humanismo y por su predilección por lo histórico tuvo que ser enfrentarse a los ataques de los renovadores con ayuda de descripciones históricas, y purificar la liturgia de la Iglesia de excrecencias y malformaciones. También Erasmo de Rotterdam (+ 1536) se ocupó de temas concernientes a la misa 85; entre otras cosas, tradujo la liturgia de san Crisóstomo al latín. Bertoldo de Chiemsee (+ 1543) con su Rational deutsch über das Amt der heiligen Meß y el Keligpuchl, las obras de un Georg Witzel (+ 1543), Johannes Gropper, Gerhard Lorich, Michael Helding 86 y también de san Pedro Canisio tenían como objetivo una participación más efectiva de los laicos en el acontecimiento litúrgico mediante la explicación de los ritos. La edición de fuentes litúrgicas debía repeler los ataques de los reformadores; así, p. ej, el del deán de Colonia Melchor Hittorp (+ 1584): De divinis catholicae Eccliesiae officiis ac ministeriis, Colonia 1568 87. El método histórico, madurado mediante la investigación humanística de las fuentes, condujo, en el período siguiente, a la verdadera

  1. Jungmann, MSI, 152.

  2. Cfr. E. Iserloh, Bildfeindlichkeit des Nominalismus und Bildersturm im 16. Jhd, en W. Heinen (Dir.), Bild-Wort-Symbol in der Theologie. Würzburg 1969, 119-138.

  3. Gabrielis Biel Canonis Misse expositio, ed. Heiko A. Oberuran et William J. Cortenay. Pars I-IV. Wiesbaden 1963ss. (Veröff. d. Institus für europ. Geschichte 31-34). Sobre Ockham cfr. G.N. Buescher, The Eucharistie Teaching of William Ockham. Washington 1950. Sobre la teología y la práctica de la celebración eucarística en Lutero cfr. H.B. Meyer, Luther und die Messe. Paderborn 1965 (Konfessionskundliche und kontroverstheologische Studien XI9.

  4. Cfr. M. Kunzler, Die Eucharistielehre des Hadamarer Pfarrers und Humanisten Gerhard Lorich. Münster 1981 (RST 119), especialmente 4-56.

  5. Sobre los teólogos controversistas católicos cfr. la bibliografía de W. Kleiber (Dir.), Katholische Kontmverstheologen und Reformer des 16. Jahrhundert. Münster 1978 (RST 116).

  6. M. Hittorp, De Divinis Catholicae Ecclesiae Officiis et Mysteriis. Colonia 1568.

confrontación científica de la liturgia eclesiástica y su formación histórica. A los maurinos 88 Hugo Menard (+ 1644), Jean Mabillon (+ 1707) y Edmond Marténe (+ 1739) la ciencia litúrgica les debe valiosas ediciones e investigación de fuentes de textos y órdenes litúrgicos, igualmente a dos italianos, al cardenal Tomasio (1713) 89 y a L. A. Muratori (+ 1750) 90. De las liturgias griegas y orientales se ocuparon el dominico Jakob Goar (+ 1653) 91, Eusebius Renaudot (+ 1720) 92, Joseph Assemani (+ 1768) y su sobrino Joseph Aloysius Assemani (+ 1782).

No sólo el interés histórico, sino también la pretensión de renovación de la vida del servicio divino, después de la adaptación al cambio de los tiempos, impelió a los liturgistas del período de la Ilustración 93. Con toda valoración positiva de los intereses litúrgico-pastorales de aquella época, no se puede hacer abstracción de las corrientes generales (de la Iglesia u hostiles a la fe) de la Ilustración. Esto lo muestra Gerhards en el ejemplo del sínodo de Pistoya, cuyas reclamaciones, a primera vista, recuerdan lo logrado en la reforma litúrgica del concilio Vaticano 1194. Como autores de esta época hay que citar al vicario capitular de Constanza Ignaz Heinrich Karl von Wessenberg (+ 1860) 95, miembro del Consistorio supremo de Württemberg, predicador de la corte de Stuttgart y ex benedictino, Benedikt Maria Werkmeister (+ 1814) 96, Beda Pracher (+ 1819) 97 y Vitus Winter (+ 1814) 98, cuyas propuestas reformista eran, en parte, muy radicales. A la Ilustración le siguió el romanticismo, cuyo sentimiento vital no aprobaba la concepción litúrgica adaptada a la realidad 99.

  1. Cfr. L. Cognet, HKG 5. 104ss. (lit.), 110ss., 113ss.

  2. Codices Sacramentorum. Roma 1680; Responsalia et Antiphonaria. Roma 1686; Antiqui Libri Missarum. Roma 1691.

  3. Liturgia Romana vetus. Venecia 1748.

  4. Euchologion sive Rituale Graecorum. París 1647. Reimpresión Graz 1960.

  5. Liturgiarum Orientalium Collectio, 2 vols., París 1715-1716

  6. Para la concepción litúrgica del período de la ilustración en general cfr. M. Probst, Gottesdienst in Geist und Wahrheit. Regensburg 1976; J. Steiner, Liturgiereform in der Aufkärungszeit. Friburgo de Brisgovia 1976.

  7. Cfr. A. Gerhards. Von der Synode von Pistoia (1786) zum Zweiten Vatikanischen Konzil? Zur Morphologie der Liturgiereform im 20. Jhd, en LJ 36 (1986) 28-45.

  8. P. ej. «Ritual nach dem Geiste und den Anordnungen der Katholischen Kirche, oder praktische Anleitung für den katholischen Seelsorger zur erbaulichen und lehrreichen Verwaltung des liturgischen Amtes», Tübingen - Stuttgart 1831.

  9. Sobre las obras de Werkmeister, de las cuales muchas se publicaron anónimas, cfr. A. Hagen, Die kirchliche Aufklärung in der Diözese Rottenburg. Sttugart 1953.

  10. P. ej. la obra publicada en Tübingen en el año 1802, Neue Liturgie des Pfarrers M. in K. im Departement L., der Nationalsynode zur Prüfung vorgelegt.

  11. Cfr. A. Vierbach, Die liturgischen Anschauungen des Vitus Anton Winter. Munich 1929.

  12. Cfr. Anton L. Mayer, Liturgie, Romantik und Restauration, en JLw 10 (1930), 77-141.

En los siglos XIX y XX, la ciencia litúrgica se presentó sobre todo como historiografía. Así, los descubrimientos históricos de los trabajos del abad de Solesmes, Prosper Guéranger (1 1875)1°° p. ej. las Institutions liturgiques, que se dirigían contra los ritos particulares neogalicanos, y el Année liturgique— daban apoyo al Movimiento Litúrgico. Otros historiadores francófonos de la liturgia fueron p. ej. Duschesne 101, Battifol 102 y Andrieu, que obtuvo reconocimiento como editor de los Ordines Romani y de otras fuentes 103. En Italia, sobre todo algunos clérigos milaneses se ocuparon del rito ambrosiano, así Mercati y Ratti, el posterior papa Pío XI. El cardenal milanés, Ildephons Schuster ofrece en su Liber Sacramentorum los formularios de la misa de todo el año eclesiástico 104, mientras que el Manuale di storia liturgica de Righetti describe la historia de toda la existencia del servicio divino.

Muchos tratados históricos surgieron, en el siglo XX, sobre temas particulares, de entre los cuales valga citar como representativos sólo algunos: Braun se ocupó del altar, los objetos sagrados y las vestiduras litúrgicas 105, J. Sauer con su Symbolik des Kirchengebäudes und seiner Ausstattung. Redactaron trabajos de arqueología, edición de fuentes e historia de la liturgia Franz 106, Lietzmann 107, Mohlberg 108, Probst 109 y Grisar 110. Aparte de los manuales de ciencia litúrgica (p. ej. de Fluck 111, Thalhofer 112, Eisenhofer 113 y aún inme-

  1. Cfr. L. Soltner, Solesmes et Dom Guéranger (1805-1875). Solesmes 1974.

  2. L. Duchesne, Origines du Culte chrétien. Etude sur la Liturgie (atine avant Charlemagne. París 1925.

  3. P. Battifol, Legons sur la Messe. París 19207.

  4. M. Andrieu, Les Ordines Romani du haut Moyen-Áge. 5 vols. Lovaina 1931/1974 (en parte diferentes edicines de cada volumen), Le Pontifical Romain du haut Moyen-Age, I. Le Pontifical Romain du XI/esiécle, 11. Le Pontifical de la Curie Romaine au X///e siécle, III. Le Pontifical de Guillaume Durand; IV. Tables. Cittá del Vaticano 1938-1941.

  5. I. Schuster, Liber Sacramentorum. Geschichtliche und liturgische Studien über das römische Meßbuch. 4 vols. Regensburg 1929-1931.

  6. J. Braun, Der christliche Altar in seiner geschichtlichen Entwicklung, 2 vols. Munich 1924; idem, Das christliche Altargerät in seinem Sein und in seiner Entwicklung. Munich 1932; idem, Die liturgische Gewandung in Okzident und Orient nach Ursprung und Entwicklung, Verwendung und Symbolik. Friburgo de Brisgovia 1907, reimpresión Darmstadt 1964.

  7. A. Franz, Die Messe im deutschen Mittelalter. Friburgo 1902. Reimpresión Darmstadt 1963. Idem, Die kirchlichen Benediktionen im Mittelalter. 2 vols. Friburgo de Brisgovia 1909.

  8. H. Lietzmann, Messe und Herrenmahl. Eine Studie zur Geschichte der Liturgie Berlín 19553.

  9. K. Mohlberg trabajó en el Missale Francorum (Roma 1957), el Missale Gallicanum Vetus (Roma 1958), el Missale Gothicum (Roma 1961), el Liber Sacramentorum Romane Ecclesiae (1960), el Sacramentarium Veronense (Roma 1956).

  10. F. Probst, Liturgie der drei ersten christlichen Jahrhunderte. Tübingen 1870. Idem, Die abenländische Messe vom 5. bis zum 8. Jahrhundert. Münster 1896.

  11. H. Grisar, Das Missale im Lichte römischer Stadtgeschichte. Friburgo de Brisgovia 1925.

  12. Katholische Liturgik. 3 vols. Regensburg 1853-1855.

  13. Handbuch der Katholischen Liturgik. 2 vols., Friburgo de Brisgovia 19122.

  14. Handbuch der Katholischen Liturgik. 2 vols., Friburgo de Brisgovia 19412.

diatamente al inicio del Concilio el de Martimort 114, aparecieron continuamente, a finales del siglo XIX y sobre todo en el siglo XX, valiosas descripciones históricas de aspectos particulares, p. ej. las «explicaciones genéticas» de algunas celebraciones litúrgicas particulares, p. ej. la historia del breviario de Bäumer 115 o el Missarum Sollemna, eine genetische Erklärung der römischen Messe de Jungmann, la Genetische Erklärung der Taufliturgie de Stenzel 116 o también el trabajo de investigación de Kleinheyer sobre la historia de los ritos de ordenación 117. Como disciplina científica, la ciencia litúrgica se concibió como rama de la teología histórica, para lo cual Rennings cita como testimonio muy especialmente también el título del Dictionnaire d 'archéologie chrétienne et de liturgie. Aparte, hasta el inicio del siglo XX la «litúrgica» se concebía como rama del derecho canónico. En su condición de «rubricística» se ocupaba de la aplicación práctica de las rúbricas en la formación de los clérigos. La fuente más frecuentemente citada eran los decretos y respuestas de la Congregación para el rito, cuyos Decreta authentica con sus más de cuatro mil números define Renning como «paraíso selvático de la casuística» 118.

Pero la ciencia litúrgica es más que una disciplina de derecho canónico o de pastoral teológica; contempla a la «Iglesia viva, que celebra el sacrificio, ora y cumple los misterios de la gracia, en su auténtica práctica cultual y sus manifestaciones obligatorias relacionadas con ellos» 119. Respetando eso, debe atenderse tanto a la historicidad de esas «manifestaciones obligatorias» como a su confrontación con un mundo cambiado. Precisamente los trabajos de Jungmann y de otros tratadistas han mostrado que una reforma no puede ser una cesura ahistórica, sino que tiene que acontecer a partir del contexto histórico. Junto a Guardini, Odo Casel es, con su teología de los misterios, el segundo principal representante de una ciencia litúrgica teológico-sistemática. No puede entenderse a ninguno de los dos sin el Movimiento Litúrgico con el que comparten el interés pastoral-litúrgico que se plantea la cuestión acerca de la posibilidad y la manera «en que la vida litúrgico-sacerdotal de la comunidad se puede edificar y conservar» (Wintersig) 12°. Por muy diferentes que fueran los principios y los efectos litúrgico-prácticos en cada uno de los representan-

  1. Handbuch der Liturgiewissenschaft. Traducción al alemán del original francés de Mirjam Prager, L'Eglise en priére. Introduction á la liturgie. 2 vols., Friburgo-Basilea-Viena 1963-1965.

  2. S. Bäumer, Geschichte des Breviers. Friburgo de Brisgovia 1895.

  3. A. Stenzel, Die Taufe. Eine genetische Erklärung der Taufliturgie. Innsbruck 1958.

  4. B. Kleinheyer, Die Priesterweihe im römischen Ritus. Eine liturgiehistorische Studie. Tréveris 1962 (TThSt 12).

  5. Cfr. H. Rennins, Über Ziele und Aufgaben der Liturgik, en «Concilium» 5 (1969), 128-135. 128ss.

  6. Guardini, Methode 104.

  7. A. Wintersig, Pastoralliturgik. Ein Versuch über Wes, en Weg, Einteilung und Abgrenzung einer seelsorgwissenschaftlichen Behandlung der Liturgie, en JLw 4 (1924), 153-167, 158.

tes del Movimiento Litúrgico, todos consideraban a la liturgia como la realización actual en el espacio y en el tiempo del «intercambio de vida entre Dios y el hombre» (Joh. Pinsk) 121. Interés común a todos era conducir a los fieles a este fin y hacer posible que la comunidad participase vivamente en ello 122.


4. Ámbitos permanentes de misión
123

La Constitución sobre la liturgia del concilio Vaticano II -fruto del movimiento litúrgico- elevó la ciencia litúrgica a las disciplinas teológicas principales 124. La liturgia tiene que «tratarse tanto desde el punto de vista teológico e histórico como desde el espiritual, pastoral y jurídico» (SC 16). Según Lengeling, la Constitución sobre la liturgia del Vaticano II es un «giro copernicano» y significa «el final de la Edad Media»: «La Constitución no sólo concluye el período postridentino, también se une a muchos aspectos que se perdieron o que, en parte, incluso ya se habían perdido anteriormente, cuando la Iglesia entró en el ámbito de la cultura germánica. Objetivo del Concilio no es sólo eliminar el entumecimiento postridentino: la reforma tiene que acometer valientemente lo que ya muy anteriormente se había omitido en el ámbito de la Iglesia occidental por varios condicionamientos históricos (culturales y también políticos)» 125. Para Richter el «paso definitivo más allá de Trento» es el hecho de que el Vaticano II, por primera vez oficialmente, constató «que ya no sólo el sacerdote, sino la comunidad en su totalidad es el sujeto y la portadora de la acción litúrgica, porque todos los creyentes participan del sacerdocio de Cristo» entendido como el sacerdocio real «que, en virtud del bautismo, está autorizado y obligado a la liturgia» 126. Como consecuencia de esto, Häußling eleva la participatio actuosa de todos los circunstantes a criterio formal de la adecuación esencial de la liturgia en general 127 y considera que la reforma litúrgica del

  1. Sobre Pinsk cfr. E. Amon, Lebensaustausch zwischen Gott und Mensch. Zum Liturgieverständnis Johannes Pinsks. Regensburg 1988; idem, Johannes Pinsk (1891-1957), en LJ 43 (1993021-127.

  2. Sobre el Movimiento Litúrgico cfr. B. Botte, Le mouvement liturgique; témoignage et Souvenirs. París 1973; B. Ebel, Ausgangspunkte und Anliegen der religiösen-liturgischen Erneuerung in ihren Anfängen. en Liturgie und Mönchtum/Laacher Hefte 24. Maria Laach 1959, 25-40; N. Höslinger, Mit Courage und Konsequenz. Der Beitrag von Piu.s Parsch und des Wiener Kreises zur Liturgischen Bewegung, en LJ 43 (1993), 48-61; J.A. Jungmann, Der Beitrag der Benediktiner zur Liturgiewissenschaft, en Liturgie und Mönchtum/Laacher Hefte 28. Maria Laach 1961, 15-23; 0. Rousseau, Histoire du mouvement liturgique. Paris 1945.

  3. Cfr. A.A. Häußling, Liturgiewissenschaftliche Aufgabenfelder vor uns, en U 38 (1988), 94-108.

  4. Cfr. H.B. Meyer, Liturgie als Hauptfach, Erwägungen zur Stellung und Aufgabe der  Liturgiewissenschaft im Ganzen des theologischen Studiums, en ZKTh 88 (1966), 315-335.

  5. Lengeling, Liturgie - Dialog zwischen Gott und Mensch, 13-15.

  6. K. Richter, Liturgiereform als Mitte einer Erneuerung der Kirche, en Idem (Dir.), Das Konzil war erst der Anfang. Die Bedeutung des 11. Vatikanums für Theologie und Kirche. Maguncia 1991, 53-74. 66.

  7. Cfr. Häußling, Liturgiereform, 28.

concilio Vaticano II se distingue, fundamentalmente, de todas las demás reformas del servicio divino a lo largo de la historia y está, por principio, inconclusa: «El Concilio le ha encomendado a la Iglesia la "reforma litúrgica" como una misión perdurable, jamás concluida, tal como la entendió a pesar de las dificultades no previsibles. Parece -suponiendo que la Iglesia permanece fiel al Concilio- que las reformas litúrgicas precedentes sólo fueron un preámbulo» 128.

La renovación de la liturgia no se quedó sin oposición. Ya durante el mismo trabajo de renovación mostraron su oposición algunos círculos de la curia 129. Después del Concilio se convirtió en la causa de diversos grupos tradicionalistas 130. La oposición a la liturgia renovada llegó a ser de hecho la más llamativa, pero no la única discordancia del grupo cismático fundado por M. Lefebvre contra el Vaticano 1I 131. A fin de hacer concesiones a los tradicionalistas, el 3 de octubre de 1984, mediante la Congregación para el culto divino -basándose en un indulto del Papa- se les concedió a los obispos la posibilidad de consentir a los partidarios del erróneamente llamado «rito tridentino» la celebración de la misa según el Missale Romanum del año 1962. No obstante, no se puede desacreditar por ello la misma renovación litúrgica; con este indulto se trata de la expresión de la preocupación por la unidad de la Iglesia 132.

En realidad, en la fase de aplicación de las disposiciones del Vaticano 11 a la práctica litúrgica de la comunidad hubo algunas «enfermedades propias de la infancia», cuya causa, ciertamente, se debe buscar más en el espíritu de aquellos años que en los mismos esfuerzos reformistas 133. Fischer cuenta entre ellas una «alergia a la solemnidad», unida a una «alergia al latín», un «malentendido ecumenismo» que, a veces, se avergonzaba abiertamente de lo católico, un «libertinaje», unido a la «mentalidad de la factibilidad», frente a todo lo preexistente, así como la sermonitis, el vicio de comentarlo todo y cada cosa, y de poner el acento sobre la no siempre iluminada palabra del hombre 134.

  1. Häußling, Liturgierefonn, 30.

  2. Cfr. A. Bugnini, Die Liturgie-Reform 1948-1975. Zeugnis und Testament. Edición alemana ed. J. Wagner-F. Raas, Friburgo-Basilea-Viena 1988. Original, La nforma liturgica (1948-1975), Roma 1983.

  3. Cfr. sobre ello H.B. Meyer, Una voce — Nunc et semper? Konservative Gruppen nach dem Konzil, en StdZ 180 (1967), 73-90.

  4. Cfr. A. Schifferle, Marcel Lefebvre — Ärgernis und Besinnung. Kevelaer 1983. L. Kozelka, Lefebvre. Ein Erzbischof im Widerspruch zu Papst und Konzil. Aschaffenburg 1980.

  5. Cfr. el comentario de O. Nußbaum, Die bedingte Wiederzulassung einer Meßfeier nach dem Missale Romanum von 1962, en Pastoralblatt 37 (1985), 130-143.

  6. Hay que recordar p. ej. el debate sobre la desacralización que está relacionado con la discusión sobre la desmitologización en los años sesenta y setenta, para una visión de conjunto cfr. H. Schürmann, Neutestamentliche Marginalien zur Frage der «Entsakralisierung», en Der Seelsorger 38 (1968), 38-48, 89-104, especialmente 38-42.

  7. Cfr. B. Fischer, Zehn Jahre danach. Zur gottesdienstlichen Situation in Deutschland zehn Jahre nach Erscheinung der Liturgiekonstitution, en B. Fischer y otros autores, Kult in der säkularisierten Welt. Regensburg 1974, 117-127.

Entre los dos polos de la rigidez tradicionalista en la erróneamente calificada como «liturgia tridentina» y la pervivencia, la continuidad incluso, del efecto de las que Fischer llamó «enfermedades infantiles», se mueven tanto la práctica litúrgica como la ciencia litúrgica de nuestros días. Häußling se declara en favor de una reforma litúrgica permanente: en su opinión, el concilio Vaticano II no ha elevado a máxima la reformación (re formatio) de la liturgia secundum normam sanctorum patrum, sino la completa y fructífera participación de todos, es decir, la de aquellos hombres que hoy en día viven en un entorno ateo de hecho. De ello resultan los campos de actuación de la ciencia litúrgica: en el cambio de una «dimensión cósmica numinosa a una realidad social desacralizada» la reforma litúrgica tiene que asumir un profundo «cambio paradigmático de la modernidad» y juzgarlo"adecuadamente. El criterio de la actuosa participatio conducirá a una reforma litúrgica permanente y «cambiará la liturgia de la Iglesia de una forma todavía no previsible» 135. La dirección hacia ese punto es indicada como «reducción», como «concentración en 1as acciones religiosas y litúrgicas primigenias, en los gestos y fórmulas originales, en las palabras y estructuras fundamentales» 136. También Rennings relaciona el principio de la Ecclesia semper reformanda con la liturgia de la Iglesia: las reformas del Concilio no querían, en realidad, relevar la rigidez de la liturgia «antigua» mediante una liturgia nueva, nuevamente instaurada por muchos años/siglos, «sino ir a parar a una "liturgia abierta" básicamente (¡lo que no quiere decir arbitraria!)», con lo que «la búsqueda de la autorrealización, óptima en cada caso, de la Iglesia en la actividad de la misa sigue siendo misión perpetua de la litúrgica». Que, para ello, son necesarios amplios trabajos de investigación no sólo de todos los campos de la teología, sino también de las humanidades, es un hecho que subraya Rennings mediante una cita de Rahner: «Pues sólo si se sabe cómo son los cristianos en tanto que hombres de hoy en día,... se puede responder a la pregunta sobre cómo tiene que ser la liturgia actual de la Iglesia» 137.

La «liturgia abierta» puede ser una expresión de moda que recubra los anhelos de elevar a signo de la misa el «vacío» del alejamiento de Dios o la realidad social, o de dar un espacio eclesial a la mentalidad de factibilidad de nuestro tiempo. Pero la «liturgia abierta» puede ser igualmente un componente necesario de una ciencia litúrgica orientada hacia el hombre. A fin de que du-

  1. Cfr. Häußling, Liturgiereform, 28-32.

  2. Häußling, Liturgiewissenschaftliche Aufgabenfelder, 104.

  3. Rennings, Ziele und Aufgaben 132ss. K. Rahner, Die Praktische Theologie im Ganzen der theologischen Disziplin, en Praktische Theologie zwischen Wissenschaft und Praxis. Munich 1968, 63. Cfr. sobre ello también F. Kohlschein, Liturgiewissenschaft im Wandel? Fragmentarische Überlegungen zur Situation und Zukunft einer theologischen Disziplin, en LJ 34 (1984), 32-49.

dosos principios teológicos aislados, determinadas opiniones de las disciplinas humanísticas o la teoría del arte no sean convertidos en criterios sobre la adecuación esencial de la misa cristiana, son necesarios, también en adelante, trabajos de historia de la Iglesia y de sistemática teológica. La ciencia litúrgica de hoy en día —y sobre todo la de mañana— no se puede entender de otro modo que no sea ecuménico 138. Tiene que traspasar las fronteras de lo católico, ver más allá de los entornos pre y postconciliares a fin de no ser presa de las insidias de sus propias angosturas y principios erróneos. También requiere del juicio equilibrado de las disciplinas humanísticas, pero si se trata de lo humano, del espacio intermedio que envuelve al hombre entendido como espíritu corporeizado, del cuerpo y de sus acciones, incluida la forma litúrgica de espacio y tiempo, en la cual debe tener su sitio la anábasis, la comunicación con el Dios vivo. Quizá incluso se muestre que ese elemento humano no es, en absoluto, tan distinto en su relación con Dios en la actualidad de la liturgia más allá de los límites de las confesiones y las distintas épocas y culturas 139.

  1. Cfr. K. Schlemmer (Dir.), Gottesdienst — Weg zur Einheit. Impulse für die Ökumene. Friburgo-Basilea-Viena 1991 (QD 122). Cfr. Gerhards, Standortbestimmung, 170.

  2. Cfr. p. ej. H.C. Schmidt-Lauber, Konvergenzen der liturgischen Bewegungen und ihre Bedeutung für die Ökumene aus der Sicht eines evangelischen Theologen, en LJ 43 (1993), 30-47.

Michael Kunzler
La Liturgia de la Iglesia


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