PLEGARIA EUCARISTICA III (Tiempo ordinario)
Te damos gracias, Señor.
Tú nos has creado para que vivamos para ti
y nos amemos los unos a los otros.
Tú quieres que nos miremos
y dialoguemos como hermanos,
de manera que podamos compartir
las cosas buenas y también las difíciles.
Por eso, Padre, estamos contentos y te damos gracias.
Nos unimos a todos los que creen en ti,
y con los santos y los ángeles te cantamos con gozo:
Santo, Santo, Santo es el Señor,
Señor, tú eres santo.
Tú eres siempre bueno con nosotros
y misericordioso con todos.
Te damos gracias, sobre todo, por tu Hijo Jesucristo.
El quiso venir al mundo porque los hombres
se habían separado de ti y no lograban entenderse.
El nos abrió los ojos
para que veamos que todos somos hermanos
y que tú eres el Padre de todos.
El nos reúne ahora en torno a esta mesa,
porque quiere que hagamos
lo mismo que él hizo en la última Cena.
Padre de bondad, envía tu Espíritu
para santificar este pan y este vino,
de manera que sean
el Cuerpo + y la Sangre de tu Hijo Jesucristo.
Porque Jesús, antes de morir, mientras estaba cenando
por última vez con sus discípulos,
tomo pan, te dio gracias,
lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz
te dio gracias de nuevo
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Por eso, Padre, estamos reunidos delante de ti
y recordamos llenos de alegría
todo lo que Jesús hizo para salvarnos.
En esta Eucaristía
celebramos su muerte y su resurrección.
Padre, te pedimos que nos recibas a nosotros
con tu Hijo querido.
El aceptó libremente la muerte por nosotros,
pero tú lo resucitaste.
El vive ahora junto a ti y está también con nosotros.
El vendrá lleno de gloria al fin del mundo
y en su reino no habrá ya pobreza ni dolor,
nadie estará triste, nadie tendrá que llorar.
Padre, tú nos has llamado a esta mesa,
para que en la alegría del Espíritu Santo,
comamos el Cuerpo de tu Hijo.
Haz que este Pan nos dé fuerza
y nos ayude a servirte cada día mejor en nuestros hermanos.
Acuérdate, Señor, del Papa N., de nuestros Obispos N.
Ayuda a todos los que creemos en Cristo,
para que trabajemos por la paz del mundo
y sepamos comunicar a los demás nuestra alegría.
Acuérdate también de nuestros hermanos
que han muerto ……
admítelos a contemplar la luz de tu rostro;
y concédenos que todos, un día,
junto con Cristo, con María y todos los santos,
vivamos contigo en el cielo para siempre.
Por Cristo, con él y en él, a ti,
Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. Amén.
PLEGARIA EUCARISTICA - V - A.
Te damos gracias, Señor y Padre nuestro,
y te glorificamos,
porque has creado todas las cosas
y nos has llamado a la vida.
Tú nunca nos dejas solos,
te manifiestas vivo y presente en medio de nosotros.
Hoy acompañas a tu Iglesia peregrina,
dándole la fuerza de tu Espíritu.
Por medio de tu Hijo nos abres el camino de la vida,
para que, a través de este mundo,
lleguemos al gozo perfecto de tu reino.
Por eso, con los ángeles y los santos,
cantamos sin cesar el himno de tu gloria:
¡Santo, Santo, Santo...
Te glorificamos, Padre santo,
porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida,
sobre todo cuando Cristo, tu Hijo,
nos congrega para el banquete pascual de su amor.
Te rogamos, pues, Padre
que envíes tu Espíritu sobre este pan y este vino,
de manera que sean para nosotros
Cuerpo y + Sangre de Jesucristo,
Hijo tuyo y Señor nuestro.
El mismo, la víspera de su Pasión,
mientras estaba a la mesa con sus discípulos,
tomó pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino, te dio gracias
y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros
y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Por eso, Padre de bondad,
celebramos ahora el memorial de nuestra reconciliación,
y proclamamos la obra de tu amor:
Cristo, tu Hijo,
a través del sufrimiento y de la muerte en cruz,
ha resucitado a la vida nueva
y ha sido glorificado a tu derecha.
Dirige tu mirada, Padre, sobre esta ofrenda;
es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre
y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti.
Señor, Padre de misericordia,
derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor,
el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos con este mismo Espíritu
para que todos nosotros,
pueblo de Dios, con el Papa N., y nuestro Obispo N.,
caminemos alegres en la esperanza y firmes en la fe,
y comuniquemos al mundo el gozo del Evangelio.
Acuérdate también, Padre,
de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo
y de todos los demás difuntos, cuya fe sólo tú conociste;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro
y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo,
recíbenos también a nosotros en tu reino,
donde esperamos gozar todos juntos
de la plenitud eterna de tu gloria.
en comunión con la Virgen María, Madre de Dios,
los apóstoles y los mártires.
Por Cristo, con él y en él, a ti, Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. AMEN.
PLEGARIA EUCARISTICA - V - B.
Te damos gracias, Dios santo y fuerte,
porque cuidas con amor de cada uno de nosotros.
Tu nos invitas a escuchar tu palabra,
que nos reúne en un solo cuerpo,
y a mantenernos siempre firmes en el seguimiento de tu Hijo.
Porque sólo él es el camino que nos conduce hacia ti,
la verdad que nos hace libres,
la vida que nos colma de alegría.
Por eso, Padre, porque tu amor es grande para con nosotros,
te damos gracias, por medio de Jesús, tu Hijo amado,
y unimos nuestras voces a las de los ángeles
y santos para proclamar tu gloria:
Santo, Santo, Santo...
Te glorificamos, Padre santo,
porque estás siempre con nosotros en el camino de la vida,
sobre todo cuando Cristo, tu Hijo, nos congrega
para el banquete pascual de su amor.
Te rogamos, pues, Padre lleno de bondad,
que envíes tu Espíritu sobre este pan
y este vino de manera que sean para nosotros =
Cuerpo y + Sangre de Jesucristo, Hijo tuyo y Señor nuestro.
El mismo, la víspera de su Pasión,
mientras estaba a la mesa con sus discípulos,
tomó pan, te dio gracias, lo partió y se lo dio, diciendo:
Tomad y comed todos de él,
porque esto es mi Cuerpo,
que será entregado por vosotros.
Del mismo modo, tomó el cáliz lleno de vino,
te dio gracias y lo pasó a sus discípulos, diciendo:
Tomad y bebed todos de él,
porque éste es el cáliz de mi Sangre,
Sangre de la alianza nueva y eterna,
que será derramada por vosotros y por todos los hombres
para el perdón de los pecados.
Haced esto en conmemoración mía.
Este es el Sacramento de nuestra fe.
Por eso, Padre de bondad,
celebramos la obra de tu amor:
Cristo, tu Hijo a través de la muerte ha resucitado a la vida nueva.
Dirige tu mirada, sobre esta ofrenda;
es Jesucristo que se ofrece con su Cuerpo y con su Sangre
y, por este sacrificio, nos abre el camino hacia ti.
Señor, Padre de misericordia,
derrama sobre nosotros el Espíritu del Amor,
el Espíritu de tu Hijo.
Fortalécenos a cuantos nos disponemos a recibir
el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y haz que unidos al Papa N.
y a nuestro Obispo N.,
seamos uno en la fe y en el amor.
Danos entrañas de misericordia ante toda miseria humana,
inspíranos el gesto y la palabra oportuna
frente al hermano solo y desamparado,
ayúdanos a mostrarnos disponibles
ante quien se siente explotado y deprimido.
Que tu Iglesia, Señor, sea un recinto de verdad y de amor,
de libertad, de justicia y de paz,
para que todos encuentren en ella un motivo para seguir esperando.
Acuérdate también, Padre,
de nuestros hermanos que murieron en la paz de Cristo,
y de todos los demás difuntos, cuya fe sólo tú conociste;
admítelos a contemplar la luz de tu rostro
y llévalos a la plenitud de la vida en la resurrección.
Y, cuando termine nuestra peregrinación por este mundo,
recíbenos también a nosotros en tu reino.
donde esperamos gozar todos juntos de la plenitud eterna de tu gloria.
En comunión con la Virgen María, Madre de Dios,
los apóstoles, los mártires y todos los santos
te glorificamos Padre por Cristo, Señor nuestro.
Por Cristo, con él y en él a ti Dios Padre omnipotente,
en la unidad del Espíritu Santo,
todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos. AMEN.