Capítulo 10
 


El pueblo responde con la oración
 

 

Indice
 

Introducción
 

La Plegaria sobre la Reconciliación II
 

VALORES DE LA ORACIÓN LITÚRGICA
 

• Es una oración trinitaria

• Es una oración de respuesta a la Palabra

• Es una oración de acción de gracias

• Es una oración que hace memoria de Jesús.

• Es una oración que invoca al Espíritu

• Es una oración que se hace en común
 

ACTITUDES PARA ESTA ORACIÓN
 

• De escucha

• De alabanza y acción de gracias

• De invocación y súplica

• De arrepentimiento

• De ofrenda
 

GÉNEROS DE LA ORACIÓN LITÚRGICA
 

• Eucología mayor:
 

• El Prefacio

• La Plegaria eucarística
 

Eucología menor:
 

• Las oraciones de la misa

• La oración universal
 

Cuestionario
 


Introducción

En este capítulo no hablamos de la oración en general, ni de las "oraciones" de los cristianos; hablamos de la oración litúrgica.

¿Qué queremos decir cuando decimos "oración litúrgica"? Aquella oración que hace la Iglesia en la celebración litúrgica cómo respuesta a su Palabra, aunque se haga antes de escuchar, la Palabra.
 

Como "oración litúrgica" tomamos la Plegaria Eucarística, las oraciones que hace el sacerdote en la Eucaristía, la oración de los fieles, la bendición; come también todas las demás oraciones que hacemos en la celebración de los demás sacramentos y sacramentales.
 

Por tanto analizaremos, en este capítulo, esta oración litúrgica. Para ello, tomamos como modelo la Eucaristía, y dentro de ella, la Plegaria Eucarística. Una vez analizada la Plegaria Eucarística, veremos cuál es la finalidad de la oración litúrgica. A continuación, daremos a conocer las actitudes interiores para hacer oración. Finalmente, estudiaremos los géneros de la oración litúrgica.
 

Mirando hacia atrás, la oración de nuestros cristianos, ha sido vivida con una escasa iluminación de la Palabra de Dios y con una proyección deficiente sobre la tarea histórica de los creyentes.
 

Concretamente, la Plegaria Eucarística, la oración litúrgica por excelencia, ha permanecido muda e inoperante para el pueblo cristiano. La oración litúrgica basada en la admiración, la alabanza, la acción de gracias, la libertad y la gratuidad, no ha influido en el resto de la oración cristiana. Como consecuencia, han ocupado su lugar otros sentimientos: el sentimiento de culpa y de temor, la necesidad de expiación, las relaciones de utilidad y mercantilismo con Dios.
 

Esto es lo que hemos recibido del pasado. ¿Qué decir del presente? ¿Podemos afirmar que la oración litúrgica ha cambiado la oración y los sentimientos personales al relacionarnos con Dios? ¿Qué características tiene la oración litúrgica? ¿Qué sentimientos debe producir? ¿La oración litúrgica es capaz de influir en la oración personal? ¿Pueden nuestros sentimientos unirse con los sentimientos que expresa la oración litúrgica? A estos y otros interrogantes queremos responder en este capítulo
 


Una Plegaria Eucarística
 

Antes de hablar de los valores, finalidad y actitudes de la oración litúrgica, vamos a tomar una de ellas como modelo. Tomamos la oración más preciada de la Iglesia: La Plegaria Eucarística. Es la oración central de la Eucaristía. Entre las diez que actualmente están reconocidas he elegido la Plegaria Eucarística sobre la Reconciliación II.
 

Invitación a la alabanza y a la acción de gracias
 

El Señor esté con vosotros. Y con tu espíritu.
 

Levantemos el corazón. Lo tenemos levantado hacia el Señor.

Demos gracias al Señor, nuestro Dios. Es justo y necesario.
 

Acción de gracias al Padre porque su Espíritu

mueve las voluntades de los hombres hacia la reconciliación
 

Te damos gracias, Dios nuestro y Padre todopoderoso, por medio de Jesucristo, nuestro Señor, y te alabamos por la obra admirable de la redención.
 

Pues, en una humanidad dividida por las enemistades y las discordias, tú diriges las voluntades para que se dispongan a la reconciliación.
 

Tu Espíritu mueve los corazones para que los enemigos vuelvan a la amistad, los adversarios se den la mano y los pueblos busquen la unión.
 

Con tu acción eficaz consigues que las luchas se apacigüen y crezca el deseo de la paz; que el perdón venza al odio y la indulgencia a la venganza.
 

Por eso, debemos darte gracias continuamente y alabarte con los coros celestiales, que te aclaman sin cesar: Aclamación al Dios santo y fuente de todo bien, unidos a los coros celestiales y a todo el universo.
 

Santo

Santo, Santo, Santo es el Señor, Dios del universo.
 

Llenos están el cielo y la tierra de tu gloria.

Hosanna en el cielo.

Bendito el que viene en nombre del Señor.

Hosanna en el cielo.
 

Prosigue la acción de gracias
 

A ti, pues, Padre, que gobiernas el universo,
 

te bendecimos por Jesucristo, tu Hijo, que ha venido en tu nombre.

El es la palabra que nos salva,

la mano que tiendes a los pecadores,

el camino que nos conduce a la paz.

Dios, Padre nuestro,

nos habíamos apartado de ti y nos has reconciliado por tu Hijo

a quien entregaste a la muerte para que nos convirtiéramos a tu amor y nos amáramos unos a otros.
 

Invocación al Espíritu
 

Por eso, celebrando este misterio de reconciliación,

te rogamos que santifiques con el rocío de tu Espíritu estos dones,

para que sean el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo,

mientras cumplimos su mandato.
 

El relato de la última cena
 

Porque él mismo,

cuando iba a entregar su vida por nuestra liberación,

estando sentado a la mesa, tomó pan en sus manos, dando gracias,

te bendijo, lo partió y lo dio a sus discípulos, diciendo:

Tomad y comed todos de él, porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros.

Del mismo modo, aquella noche, tomó el cáliz, y,

proclamando tu misericordia, lo pasó a sus discípulos, diciendo:

Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros y por todos los hombres

para el perdón de los pecados.

Haced esto en conmemoración mía.
 

Aclamación al Señor muerto y resucitado
 

Este es el Sacramento de nuestra fe.

Anunciamos tu muerte, proclamamos resurrección.

¡Ven, Señor Jesús!
 

Memorial: Hacemos memoria de la donación de Jesucristo
 

Señor, Dios nuestro, tu Hijo nos dejó esta prenda de su amor.

Al celebrar, pues, el memorial de su muerte y resurrección,

te ofrecemos lo mismo que tú nos entregaste:

el sacrificio de la reconciliación perfecta.
 

Auto-donación de la comunidad

Acéptanos también a nosotros, Padre santo,

juntamente con la ofrenda de tu Hijo;
 

Invocación al Espíritu sobre la comunidad
 

y en la participación de este banquete concédenos tu Espíritu ,

para que desaparezca todo obstáculo en el camino de la concordia

y la Iglesia resplandezca en medio de los hombres

como signo de unidad e instrumento de tu paz.
 

Pedimos permanecer en comunión con toda la Iglesia
 

Que este Espíritu, vínculo de amor,

nos guarde en comunión con el Papa N.,

con nuestro Obispo N., con los demás Obispos y todo tu pueblo santo.

Recibe en tu reino a nuestros hermanos que se durmieron en el Señor

y a todos los difuntos cuya fe sólo tú conociste.

Así como nos has reunido aquí en torno a la mesa de tu Hijo,

unidos con María, la Virgen Madre de Dios,

y con todos los santos,

reúne también a los hombres de cualquier clase y condición,

de toda raza y lengua, en el banquete de la unidad eterna,

en un mundo nuevo donde brille la plenitud de tu paz,

por Cristo, Señor nuestro.

Aclamación final de alabanza.
 

Por Cristo, con él y en él, a ti,

Dios Padre omnipotente, en la unidad del Espíritu Santo,

todo honor y toda gloria por los siglos de los siglos.

(Adhesión final de toda la asamblea)

Amén.
 


VALORES DE LA ORACIÓN LITÚRGICA
 

Una vez que hemos conocido la oración más cuidada e importante que tiene la Iglesia, veamos sus valores
 

1. Es una oración trinitaria
 

Trinitaria de esta forma: "Por Cristo, en el Espíritu, al Padre". La Eucaristía arranca con el saludo inicial del Dios Trinitario (En el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo) y termina con la bendición del Padre, Hijo y Espíritu Santo.

La Plegaria Eucarística está estructurada Trinitariamente (como el Credo) y comprende estos tres momentos:

• alabanza y acción de gracias al Padre;

• memoria de la obra y entrega de Jesucristo; e

• invocación para actualizar la obra de Cristo al Espíritu.

Termina en la cima de la doxología final dirigida al Padre, por Cristo, en el Espíritu.

Subraya estas tres ideas en la Plegaria sobre la Reconciliación que hemos puesto de ejemplo.

Ahora nos preguntamos por la razón de esta dimensión trinitaria de la oración litúrgica en la Eucaristía.

La Biblia descubre el ser de Dios por medio del hacer, es decir, Dios se comunica en sus obras tal como es en sí, y se comunica Trinitariamente. Viendo la historia de la salvación desde este punto de vista del Dios Trinitario, podemos afirmar que la historia de la salvación es como una "parábola" de la vida trinitaria:

El Padre "planea" y/o "programa" la salvación, lo realiza el Hijo y lo actualiza el Espíritu Santo.

La Eucaristía es fiel reflejo de esta visión, es expresión de está verdad y, por ello, escuela de fe y de oración trinitarias. Una Trinidad narrada (en la palabra), profesada (en el credo) y adorada (en la plegaria). El Dios que aparece en la oración litúrgica es, además de "logos", "dia-Togo", comunicación dinámica en el amor a cuya imagen y semejanza trinitarias estamos hechos cada uno de nosotros.
 

Venimos desde un Dios s trinitario, seremos y nos realizaremos, por tanto, viviendo y orando Trinitariamente, es decir, comunitariamente.

La oración litúrgica debe ser el modelo de nuestra oración personal. Naturalmente que la materialidad de las palabras de las oraciones litúrgicas, tal vez, no nos sirvan mucho, pero sí el espíritu y la estructura trinitaria.

Después de leer este punto, hemos de preguntarnos ¿a quién oramos? ¿con quien oramos? ¿cómo puedo hacer mi oración más trinitaria?

 

2. Es oración de respuesta a la Palabra de Dios

En la celebración Eucarística, como hemos visto, la liturgia asigna una parte integrante de la misma, a la proclamación y a la escucha de la Palabra de Dios. Toda la comunidad, incluido el presidente de la misma, con el gesto corporal de sentarse, expresa la actitud de receptividad, de disponibilidad, de atención y obediencia a la iniciativa de Dios.

La Plegaria Eucarística es una oración cuya característica esencial consiste en ser una respuesta: la respuesta a la Palabra de Dios. "La apertura a la Palabra de Dios y su acogida se despliega en dos fases: la acogida de la Palabra como Palabra, que acontece en la primera parte de la misa y ésta es el presupuesto de la acogida de la Palabra como carne, que acontece en la parte eucarística".

Siguiendo, por tanto, la tónica marcada por la celebración eucarística, toda auténtica oración cristiana es el primer lugar escucha, y deberá tener como punto de referencia la Palabra de Dios.

En la oración litúrgica se trata de un diálogo en el cual la Palabra de Dios asume la iniciativa, y nosotros, en un principio, no podemos ser más que oyentes. El orante cristiano tiene una particular conciencia: la iniciativa es de Dios.

Dios me ha creado para ser imagen clara de él, para ser como él. El me llama, me acepta y me orienta. La oración cristiana no parte de uno mismo, sino siempre es respuesta a lo dicho por Dios.

Este es el segundo valor de la oración litúrgica que debemos introducir en nuestra oración personal. La Biblia es el lugar de la iniciativa de Dios, es su voz y su llamada. No podemos hacer una oración cristiana sin Biblia, lo mismo que no hay oración litúrgica. sin escucha de la Palabra de Dios.

 

3. Es oración de acción de gracias
 

La oración litúrgica (de acción de Gracias) comienza con la invitación a la acción de gracias. Dicen que la oración litúrgica es un desarrollo de la primera invocación del Padrenuestro: "Santificado sea tu nombre" (Lc 11, 2). Esta primera parte de la oración culmina en la alabanza y acción de gracias, con el canto del Santo.

Los sentimientos básicos que caracterizan a la oración cristiana son la admiración y el gozo:

• admiración por ser tan cercano y ser Amor;

• gozo por el empeño que ha puesto es la realización de la salvación.

Esta es la actitud y el estado del orante cristiano que celebra la Eucaristía. Actitud que supone la superación de un Dios de temor así como superación de expresiones de tabú y magia.

La Plegaria Eucarística no habla ni de recompensas ni de castigos; su lenguaje está más allá de la utilidad y del cálculo. Por eso, hoy más que nunca, es un punto que debemos subrayar: es una escuela para aprender a vivir en la existencia diaria la gratuidad.

No creemos que se haya logrado todavía en la espiritualidad de muchos cristianos, al menos a nivel de pueblo, esta actitud y estos sentimientos.

Desde esta actitud gratificarte debemos revisar nuestra oración personal. ¿Qué hacemos más pedir o dar gracias?
Por tanto, es necesario que estos sentimientos penetren en la oración cotidiana de nuestro pueblo. El vivir "Eucarísticamente" (gratuitamente, en acción de gracias) lo cotidiano, iluminado por la admiración de Dios y regado por el canto interior de la alabanza y la acción de gracias, será el suelo mejor abonado para que la Eucaristía comunitaria pueda florecer en su plenitud de sentido.

Hablamos muchas veces y con toda la razón de llevar la Eucaristía a la vida, pero también debemos hablar de llevar la actitud y sentimientos Eucarísticos a la oración diaria. Dios no es un peso insoportable, sino una carga ligera (Mt 1, 30).
 

4. Es oración que hace memoria de Jesucristo
 

Es verdad que el tiempo degrada el recuerdo. Inconscientemente muchos elementos pueden ir a la papelera del olvido. Sin embargo, el recuerdo puede ser alimentado y renovado mediante frecuentes rememoraciones, para uno mismo o para la comunidad (1) En el NT hay un continuo volver al bautismo, un recuerdo constante del mismo con la finalidad de mantener el vigor inicial de la fe, en momentos de lucha. Conocido es el texto de Pablo a Timoteo: "Aviva el fuego de la gracia de Dios que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no te ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio" (2 Tim 1, 6).

El conjunto de la celebración Eucarística, es un memorial de la muerte y resurrección de Cristo. La Eucaristía hace memoria de la muerte del Señor (1 Co 11, 28). En efecto, la Eucaristía es el Señor resucitado que nos sale hoy y aquí al encuentro como salió un día a los discípulos de Emaús, nos invita a su mesa, nos perdona, nos abre los ojos del corazón para reconocerle en la fe y nos invita a la comunión.

Hoy y aquí, la Cena del Señor realiza la unión: nos pone en comunión con el Señor Resucitado, nos hace partícipes de su nueva vida, de la nueva creación. En esta línea, la Eucaristía aparece como anticipación de la vida escatológica; y en consecuencia, nos convoca a la alegría y a la fiesta.

Ahora bien, la celebración festiva de la resurrección no es posible sino anunciando la "muerte de Cristo, hasta que venga" (1 Co 11, 26). El Resucitado es el Crucificado, el que ha entregado la vida por los demás, el que ha entendido la vida como entrega.

En consecuencia, la Eucaristía impone un arte nuevo de vivir en el mundo. La memoria de la pasión es como un aguijón permanente en la carne de la comunidad; el memorial del sufrimiento de Jesús debe conducirnos a tener presente la pasión de la humanidad, la historia del pueblo crucificado.

La oración litúrgica es oración-memorial. Memoria de Cristo muerto y resucitado. La Eucaristía como escuela de oración cristiana comporta obligatoriamente esta tonalidad pascual: de luz y de cruz, de esperanza y de entrega al hermano, compartiendo el destino y la fuerza de Cristo muerto y resucitado.

Esta clima Pascual (muerte y resurrección) es el humus donde nace la oración litúrgica. Una oración que no olvida la muerte, pero que sabe que la vida vence a la muerte.

Pues bien, este clima o en este humus debemos trasladar a nuestra oración personal. La oración personal se convierte así en memoria de Cristo en nosotros. Estamos entre la luz y la cruz, vivimos entre alegrías y penas. Pero saboreando en esperanza el triunfo de la luz y de las alegrías.

 

5. Es oración que pide e invoca el Espíritu
 

Lo mismo que al hacer "memoria" mira a las dos vertientes de la Pascua (muerte y resurrección), la oración litúrgica vive dos movimientos: la alabanza y la petición. Junto a la alabanza y la acción de gracias, se encuentre la oración de petición en sus formas típicas de súplica, lamentación, petición e invocación al Espíritu, del don del Espíritu.

Si la petición la entendemos bien no debe oponerse a la alabanza, es más bien complementaria ya que la persona humana vive la experiencia de necesidad y de finitud.

¿Qué es entender bien la petición? Fijémonos en el Padrenuestro. La oración de petición tiene su complemento lógico en el abandono a la voluntad del Padre y en el compromiso de cumplirla para la venida de su Reino.

La Eucaristía, don gratuito, está exigiendo como respuesta agradecida (La respuesta agradecida brota de la actitud de admiración y de los sentimientos de agradecimiento y no de la obligación. Los sentimientos de obligación no liberan.), un implicarse en la acción de dar sentido al mundo y a la historia según el designio de Dios.

La actitud de la oración litúrgica no es la de intentar "movilizar" a Dios para que acuda a atender lo que nosotros le pedimos, sino la de perseverar pacientemente en la oración hasta que seamos nosotros mismos quienes escuchemos lo que Dios quiere decirnos. "El sol ya ha salido. El que yo abra las persianas no hace que salga el sol; únicamente hace que el sol entre en mi casa, la caliente y la ilumine. Esta es la primera función de la oración: Dios ya ha salido sobre mi vida y le dejo entrar". El fin de la oración no es tanto obtener lo que pedimos. Será preciso ir más lejos y decir que pedir algo a Dios nos transforma poco a poco en personas capaces de renunciar a veces a lo que pedimos.

Naturalmente que esto exige una paciente pedagogía en la historia personal de cada uno con Dios que nos conducirá al descubrimiento de esta oración humilde y esperanzada, atenta a las exigencias del reino y al cumplimiento de la voluntad de Dios.

Por otra parte, toda oración de petición lleva siempre implícitamente la petición del Espíritu. "Pues si vosotros, aun siendo malos, sabéis dar a vuestros hijos cosas buenas, ¿cuánto más el Padre celestial dará el espíritu Santo a los que lo pidan?" (Lc 11, 13); y la posibilidad y la certeza de un diálogo con el Padre nos la ofrece Cristo en el don del Espíritu. "Asimismo el Espíritu viene en ayuda de nuestra flaqueza, pues nosotros no sabemos orar como es debido, y es el mismo Espíritu el que intercede por nosotros con gemidos inefables" (RM 8, 26).

En la Eucaristía, todas las peticiones (de perdón, en la oración colecta, en la oración de los fieles, etc.) se complementan con la invocación al Espíritu. Invocación que es doble, una para el pan y el vino y otra para la comunidad.
Y es importante subrayar la actitud interna que supone esta petición o invocación al Espíritu. Supone que el misterio y la fuerza de la Eucaristía no están a merced de los hombres, sino que deben ser objeto de súplica. Este movimiento interno que nos impone la actitud de invocación al Espíritu hace de la Iglesia una comunidad esencialmente orante y respetuosa con la divinidad de Dios, y actúa de correctivo constante contra la tentación de "magia".

La oración litúrgica es una enseñanza para la oración personal: yo soy el que pido, pero relativizo y subordino mi petición ante el Espíritu y ante la tarea de realizar la voluntad de Dios.
 

6. Es oración que se hace en comunidad
 

El sujeto de la oración litúrgica no es el "yo", sino el "nosotros", es decir, es la comunidad que se ha reunido, es toda la Iglesia.

La liturgia no se sitúa en la dinámica de Dios conmigo, sino en la dinámica de Dios con su pueblo. La liturgia se nos presenta como una realidad que se transmite "socialmente". "Para salvar al individuo no es necesaria la Iglesia ni la historia de la salvación, ni la encarnación, ni la pasión de Dios en el mundo" (J. Ratzinger) ( "El yo solo con uno solo o la concentración en el yo de ciertas técnicas místicas, recibe en el evangelio esta importante corrección: nunca el yo está realmente solo ante Dios, y nunca Dios está solo con el orante. Ante Dios, Padre de todos, sólo podemos presentarnos como hijos, hermanos de todos. Por eso el lugar de la oración cristiana es la ekklesía" (J. Vives)

Este "nosotros" de la oración de la Eucaristía no se reduce al nosotros presente allí, sino que se amplía en el espacio y en el tiempo en esa gran solidaridad histórica con la multitud de creyentes y orantes de ayer y de hoy ("¿Qué sabemos de la multitud que pasó por la historia? Una cosa: clamaron a Dios en sus penas y tristezas, en sus alegrías y en sus angustias, lo invocaron y suplicaron, lo alabaron y le dieron gracias), en la comunión con la Iglesia de todos los tiempos y lugares.

Por eso, la comunidad litúrgica se hace portavoz de todos los hombres y mujeres, que no están lejos de Dios, aunque ellos tarden en reconocerle, o se hallan sumidos en una búsqueda vacilante del Ser supremo bajo nombres diversos y oran a su modo.

Está solidaridad es también comunión con los muertos, a los que confesamos vivos en el silencio de, Dios. Con ellos participamos conjuntamente del misterio gracia y salvación, por la incorporación al único cuerpo de Cristo. La Eucaristía hace memoria de nuestros difuntos que viven ya de la vida nueva en Dios con Cristo resucitado.

Este valor esencial de la oración litúrgica se introduce poco a poco en nuestra oración personal, en los momentos en que necesitamos estar solos, en momentos en que nuestro yo necesita encontrarse con los otros en la vida. Así, sintiéndonos hermanos y hermanas, hijos e hijas del mismo Padre, nos vamos realizando como personas, nos vamos realizando como humanos, como hijos y hermanos.
 

Resumen
 

Para hacer una oración litúrgica se supone:

• que hemos escuchado anteriormente una palabra que Dios nos ha dirigido,

• que no es algo que "sale" de nosotros; antes Dios nos "ha salido" al encuentro,

• no es fruto de nuestros deseos; Dios tiene unos deseos sobre nosotros,

• que está en función de lo que hemos escuchado y aceptado en nuestro interior,

• que esta oración no es personal, sino de toda la comunidad, de toda la Iglesia.

• por tanto, es un diálogo de toda la asamblea con el Padre por Jesucristo en el Espíritu Santo.

• Y que en este diálogo los protagonistas son el Dios trinitario, la Iglesia reunida en asamblea y los miembros de esta asamblea.
 

Actitudes interiores para la oración litúrgica
 

• Actitud de escucha a la Palabra: Como hemos dicho, la liturgia asigna un puesto privilegiado a la proclamación de la Palabra, a la escucha y a la contemplación .de sus obras, de salvación. Es la primera actitud que debemos asumir al orar.

• Actitud de alabanza y de acción de gracias: Es la consecuencia de la admiración y el conocimiento que provocan el hecho de que Dios nos acepte, nos perdone y nos ame. Pues bien, estas obras salvadoras son ahora, en la celebración litúrgica recordadas y actualizadas suscitando la bendición, la confesión de fe y la proclamación de las maravillas de Dios. El que celebra la liturgia está es una esfera o actitud de salvad, de ser objeto del amor de Dios. Esta es la primera experiencia.

• Actitud de invocación y de súplica: La oración litúrgica tiene este movimiento: primero alaba y reconoce (hace memoria) lo realizado; después invoca y pide la actualización de lo recordado (el objeto del hacer memoria) y pide también nuevas obras salvadoras. Hace memoria nombrando y citando lo realizado: con esta finalidad se hace memoria de la última Cena y de la muerte y resurrección. Pide la actualización con la invocación al Espíritu y pide nuevas obras salvadoras en las oraciones presidenciales (colecta y oración después de la comunión, sobre todo). La misma oración nos va llevando. Es necesaria pues una apertura al texto, a los sentimientos que nos proporciona.

• Actitud de arrepentimiento: Al pedir nuevas obras salvadoras nos damos cuenta de nuestra pequeñez, de nuestra respuesta poco entusiasta, de lo que se nos da y de lo poco que lo apreciamos, en una palabra, de nuestro pecado. Esto produce el arrepentimiento. Vemos a Dios y nos vemos a nosotros mismos, lo que hace Él y lo que hacemos nosotros..., es natural que surja el arrepentimiento.

• Actitud de ofrenda: Lo mismo que el salmo 50 termina con el ofrecimiento del corazón arrepentido, mejor dicho, de uno mismo, ya que no tiene grandes obras (tiene las manos vacías) "mi sacrificio es un espíritu quebrantado, y un corazón quebrantado y humillado tú no lo desprecias" ; así también la oración litúrgica es ofrenda del hombre a la voluntad de Dios. Este acto constituye el acto de culto que Dios espera. Ofrenda que se unirá a la ofrenda de Cristo, después de la consagración: "te pedimos que nos recibas a nosotros con tu Hijo querido" (Plegaria Eucarística para las misas con niños III).

Resumen

La oración litúrgica va pasando de unas actitudes a otras, poco a  poco: primero escucha la Palabra, ésta le hace alabar y dar gracias a Dios, después, darse cuenta de su respuesta tan poco vital y termina con la ofrenda de uno mismo a Dios. Entrar en la asamblea para hacer oración es, en parte, salir de uno mismo y ponerse en manos de Dios que tiene un plan para la humanidad, para uno mismo, miembro de la humanidad. Una vez introducido en ese plan dejarse llevar por todos los sentimientos que van naciendo en uno mismo o, mejor dicho, que Dios va produciendo en nosotros.

Naturalmente, hay días en que nuestra situación personal es tal, que nos costará entrar en Dios. En estos días, pongamos nuestra situación en manos de Dios, pidamos y dejemos confiadamente en sus manos todo nuestro lío y todas nuestras preocupaciones. Estarán seguras delante de él.
 

GÉNEROS DE LA ORACIÓN LITÚRGICA
 

La parte de la liturgia que trata de la oraciones se llama eucología (euché = oración y logos = tratado) (Eucología es, pues la ciencia que estudia las oraciones y las leyes que regulan su composición. Si la oración litúrgica tiene una características, es natural que para crear nuevas oración se mantengan esas características. También se llama eucología, en un sentido menos propio, al conjunto de las oraciones contenidas en un libro litúrgico, sea misal u otro ritual.).

Todas las oraciones son fruto de la asimilación profunda que la Iglesia ha hecho del Misterio de Cristo y de su actuación en la historia de la salvación. No son, pues en primer lugar, producto de la inspiración de un místico o de un poeta cristiano.

La Iglesia contempla y vive el Misterio de Cristo en el tiempo siguiendo el Año Litúrgico. Después lo expresa, en fórmulas oracionales con un lenguaje "adatado" a la inteligencia y a la capacidad de los fieles de un determinado tiempo y lugar. (Adaptado. esta palabra está en función del "tiempo y lugar". Es lo que pone la Iglesia, el autor que vive en un determinado tiempo y lugar. El lenguaje de la mayoría de las oraciones quedó fijado en un tiempo determinado: siglos VI-VIII. Seguimos, pues, todavía conservando estas fórmulas adaptadas a la mentalidad y capacidad de los cristianos de estos tiempos y escritas con la teología que en estos tiempos existía. Por eso hemos escrito la palabra adaptado entre comillas. Es verdad que también hay oraciones compuestas después del Vaticano II, pero son menos. Queda la tarea de hacer un profundo estudio de las oraciones, analizar la mentalidad y la teología actual y adaptarlas a nuestra tiempo. Esta adaptación también será relativa. Vendrán otros tiempos en que sea necesario hacer nuevas adaptaciones. Es un trabajo constante de cada comunidad)

Mirando desde nuestra cultura, muchas de estas oraciones quedan inexpresivas para nuestra mentalidad. Por mucho respeto que tengamos a la tradición, no se puede hacer que la oración comunitaria pierda fuerza, expresividad y viveza. Casi todos se quejan de la forma literaria. La oración es un medio de comunicación. Y si no comunica, por muy bella o concisa que haya sido o sea para algunos, no se puede mantener.

Después de esta pequeña introducción, veamos, a grandes rasgos el conjunto de la oraciones litúrgicas. Aquí la  palabra eucología se refiere al conjunto de las oraciones litúrgicas y a su estructura. Se divide en eucología mayor (las más importantes) y eucología menor (a las que son menos importantes o son más cortas).

 

Eucología mayor
 

La eucología mayor comprende los prefacios, las plegarias eucarísticas, las fórmulas de ordenación y las bendiciones solemnes mayor de la Eucaristía (las bendiciones al final de la misa, que apenas se usan, pero que están en el misal).


1. El prefacio
 

La importancia y la característica de los prefacios radica en que contiene siempre motivos concretos del misterio pascual por los cuales se hace la acción de gracias. El motivo principal siempre es el misterio que se celebra en el día o en el tiempo litúrgico. Esta es una característica que debemos tener en cuenta. La Iglesia cuando reza cita los motivos para dar gracias. Por eso decimos que la oración de la Iglesia o litúrgica es siempre memorial.

El prefacio en su estructura tiene tres partes (Prefacio de Navidad):

1 Inicio: Es la primera parte. Es una invitación a dar gracias: "En verdad es justo y necesario, es nuestro deber y salvación darte gracias".

2 Embolismo: Es la parte central del prefacio y también la más larga. Es la cita de los motivos de la acción de gracias. "Porque en el misterio santo que hoy celebramos, Cristo, el Señor, sin dejar la gloria del Padre, se hace presente entre nosotros de un modo nuevo: el que era invisible en su naturaleza se hace visible al adoptar la nuestra;...".

3 Conclusión: La última parte. Nos invita a unirnos con toda la Iglesia celeste y a aclamar con ellos a Dios para alabarle con el canto del Santo: "Por eso, con los ángeles y los santos...".

El misal actual contiene unos 85 prefacios. En ellas se expresa la fe que la Iglesia tiene y celebra en cada tiempo litúrgico, en las celebraciones de los sacramentos y en la fiesta de los santas y santos.
 

2. La Plegaria Eucarística
 

"El sentido de esta plegaria es que toda la congregación de los fieles se una con Cristo en la proclamación de las maravillas de Dios y en la ofrenda del sacrificio" (OGMR 54). Es la oración de toda la Iglesia:

terrestre: se nombra al Papa y el Obispo;

ausente: difuntos, también se nombran;

celeste: se nombran a María y los santos.

Esta Iglesia unida a Cristo, da gracias (ora) al Padre por toda la historia de la salvación.

Estructura de la Plegaria Eucarística:

• Acción de gracias. Es el Prefacio.

• Aclamación: El santo. Toda la asamblea se une con la asamblea celeste para aclamar al Señor.

• Fórmula de enlace: Lo dice la misma palabra, es para unir el aspecto concreto del misterio con el misterio pascual. Se expresa en las palabras "Santo eres en verdad...". (II Plegaria Eucarística).

• Epíclesis : Invocación al Espíritu para que transforme el pan en el Cuerpo de Cristo: "Santifica estos dones con la efusión de tu Espíritu...".

• Narración de la institución: Con las palabras y gestos de Cristo, se realiza el sacrificio que Cristo instituyó en la última cena: "El cual, cuando iba a ser entregado...".

• Anámnesis - Memorial: Realiza y actualiza el memorial del mismo Cristo siguiendo el mandato de hacerlo en memoria suya. "Así, pues, al celebrar el memorial...".

• Oblación: Cristo se ofrece al Padre y la Iglesia juntamente con él. Mejor expresada que en la Plegaria II está en las Plegarias con Niños y en las de la Reconciliación.

• Epíclesis 2ª: Invocación al Espíritu sobre la comunidad pidiendo la unión. "Te pedimos, humildemente, que el Espíritu...".

• Intercesiones: Por toda la Iglesia terrestre y celeste. Los dos "Acuérdate. ..".

• Doxología: Glorifica al Padre por Cristo en el Espíritu. "Por Cristo, con él...".
 

Eucología menor

Estas oraciones que forman la eucología menor forman parte de un rito específico y concreto en el conjunto de toda la celebración. Son las tres oraciones de la misa y la oración de los fieles. La tres oraciones de la misa son:

la oración colecta, (la primera que dice el sacerdote después del Acto penitencial o del Gloria), que cierra los ritos iniciales, (Colecta: esta palabra viene del latín colecta, del verbo colligere, que significa recogida, del verbo recoger. Se hace después de la invitación a orar y del silencio. Supone que durante este silencio cada uno ha hecho oración por las intenciones que trae a la eucaristía. A continuación, el sacerdote recoge todas esas intenciones o peticiones en una oración. Pues bien, a esta oración que recoge todas las intenciones de todos los presentes se llama oración colecta. Por eso es una oración muy general, ya que tienen cabida todas las intenciones.)

la oración sobre las ofrendas (una vez que se han presentado en la mesa-altar y el pueblo responde a la invitación del presidente a orar "Orad, hermanos...") cierra el rito de la presentación de los dones,

la oración después de la comunión, que cierra el rito de la comunión.
 

1. Oraciones de la misa
 

Las tres empiezan con una invitación (pequeña monición) a orar: "Oremos". Sigue un silencio donde cada uno debe hacer oración, y sigue la oración propiamente dicha. Terminan con el "Amén" del pueblo. Es decir, que así sea. Son presidenciales, es decir, le corresponden al presidente de la asamblea. Todas ellas están dirigidas al Padre, por Cristo, en el Espíritu Santo.

Estructura y elementos:

• Invocación: Llamada a Dios para que escuche. Se le añaden atributos a Dios. "Oh Dios, Señor...". "Dios nuestro...". "Dios Padre de misericordia...

• Anámnesis (memorial) de la obra salvífica: Hace memoria de las maravillas que ha realizado Dios a los largo de la Historia de la salvación: "... que has iluminado esta noche santa..."

• Súplica: La petición que se hace o el objeto de la oración. "... derrama los dones de tu Espíritu sobre todos los confines de la tierra..."

• Conclusión: Por medio de quien hacemos la oración. "Por Jesucristo nuestro Señor".

• Ratificación de la asamblea. El "Amén".
 

 

2. La oración de los fieles
 

Se llama indistintamente Oración de los fieles u Oración Universal. El nombre de Oración de los fieles le viene de que antiguamente esta oración se hacía cuando salían los catecúmenos y quedaban sólo los bautizados (fieles). Los catecúmenos podían y asistían a toda la liturgia de la Palabra y terminaban con una oración parecida a ésta. Para distinguirla, a la que venía después de la de los catecúmenos, se le designó Oración de fieles.
 

Tiene esta estructura:
 

• Invitación del presidente a orar. Motiva a orar a los presentes. La debe hacer el presidente de la asamblea. Es una monición, pero más larga que el sencillo "Oremos". Por ejemplo: "Reunidos en el nombre de Jesús, presentemos al Padre nuestras plegarias ". "Nosotros formamos la familia de Dios, y debemos recordar ante él las necesidades de toda la humanidad".

Responderemos diciendo: "Escúchanos, Padre". (Esta parte es sólo para que se sepa qué hay que responder, a no ser que la respuesta sea ya conocida por la asamblea).

• Lectura de las intenciones. La hace el lector. Una a una, invitando al final de cada petición a orar a los fieles. Ejemplo: "Por los pobres, por los enfermos, por los que más sufren las consecuencias de la crisis económica, de la violencia, de la injusticia. Oremos o Roguemos al Señor". No es necesario siempre decir qué es lo que queremos para ellos. Dios lo sabe muy bien. Es decir, no hay que decir siempre : "Por los pobres para que Dios y nosotros les ayudemos".

• Respuesta de la asamblea a cada una de las peticiones. El pueblo se une a la petición. Las respuestas son variadas. "Te rogamos, óyenos", "Padre, escúchanos" etc.

• Conclusión: El presidente se dirige al Padre y le vuelve a pedir que lo haga realidad. No debe consistir en decir sólo, "Por Jesucristo nuestro Señor". Sino que debe ser algo más larga siguiendo la amplitud de las peticiones. Ejemplo: "Dios y Padre nuestro, tu pueblo confía en la protección de María; haz realidad cuanto te hemos pedido y escucha nuestra oración. Por Jesucristo nuestro Señor".

• Aceptación de la asamblea: El pueblo que se ha unido a cada petición se une en la mediación de Jesucristo con el "Amén".
 

Cuestionario
 

1 ¿Cómo es la oración litúrgica? Escribe sus principales características.
 

2 En esta oración señala esas características:

"Oremos. Oh Dios, fuerza de los que en ti esperan, escucha nuestras súplicas, y pues el hombre es frágil y sin ti nada puede, concédenos la ayuda de tu gracia para guardar tus mandamientos y agradarte con nuestras acciones y deseos. Por nuestro Señor Jesucristo. Amen."
 

3 Esta otra oración hace memoria de las obras de Dios. Señálalas.

"Oh Dios, que de modo admirable has creado al hombre a tu imagen y semejanza, y de un modo más admirable restableciste su dignidad por Jesucristo, concédenos compartir la vida divina de aquel que hoy se ha dignado compartir con el hombre la condición humana".
 

4 Escribe una oración personal semejante a la litúrgica. Recuerda y nombra todo lo que Dios ha hecho en tu vida.
 

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