Capítulo 13


 El lugar de la celebración (2)



Un poco de historia:

• Inicios y primeros siglos

• Tras el edicto de Milán

• A partir de la Edad Media

• Época anterior a la reforma

La mesa - altar:

• El altar en la historia

• El altar en la reforma

• Uso correcto del altar

La Sede presidencial

• Historia

• Simbolismo y características

El ambón: Lugar de la Palabra

• Historia

• Simbolismo y características
 


UN POCO DE HISTORIA
 

Inicios

Al principio, los cristianos se contentaban con las posibilidades que les ofrecía su ambiente cotidiano. "A diario acudían al templo todos unidos, celebraban la fracción del pan en las casas" (Hch 2, 46). Fuera de Jerusalén, todos los sábados iban a la sinagoga para la lectura de la Sagrada Escritura, mientras que para la Eucaristía se quedaban en sus casa: en la gran sala del "cenáculo" (Hch 1, 13) o en el "cenáculo" de una gran sala helenística (Hch 20, 7-11). Para lo específicamente cristiano, no hay templo o espacio sagrado.


Primeros siglos

Después de la separación de la comunidad cristiana de la comunidad judía, los cristianos se reunían simplemente en sus casa (1 Co 16, 20; Rm 16, 5; Col 4, 5). Renuncian a la pompa de los templos judíos y paganos y de sus sacrificios, altares, etc. contentándose con una sala, una mesa, una copa. De tal modo que Minucio Félix, a finales del siglo II afirma que "lugares de culto y altares no tenemos" (Octavius 32, 1-3).

Pero, movidos por los ritos cristianos (oración, bautismo, eucaristía, etc.) poco a poco fueron creando formas propias. Así nació el arte.

En África a primeros del siglo IV, las autoridades romanas sorprendieron a un grupo de cristianos celebrando la Eucaristía en casa de un tal Octavio Félix. En Roma, los cristianos se reunían, también, en las casas de los patricios.

Hoy día, se ha descubierto una casa en Dura Europos (Mesopotamia), construida en el año 200, transformada en una verdadera "domus ecclesiae", con habitaciones convertidas en lugares para reuniones litúrgicas, adornadas además con pinturas. Fue descubierta el año 1920. He aquí su planta (más o menos):

 

 

Dentro de las limitaciones del dibujo se ve cómo la sala más amplia se dedica para la Eucaristía, en ella hay una piedra que no se sabe si era para ser la mesa-altar o para la palabra. En el Baptisterio hay pinturas en las paredes con escenas evangélicas (Pedro sobre las aguas, la samaritana), estrellas blancas sobre fondo azul, etc. No tiene ventanas exteriores, sólo dos respiraderos, pero tiene ventanas interiores.

Casa de S. Martino. Roma Siglo III

 

Al sobrevenir la paz (año 313), estas casas fueron convertidos en basílicas, y perdieron su fisonomía inicial de casa privada. Ahora bien, parece cierto que ya antes de la paz, la comunidad cristiana construyó edificios destinados al culto (años 180-192)

Cuando fueron levantadas estas primeras iglesias, estos edificios eran simplemente lugares más amplios de reunión, pero nunca templos.
 

Tras el edicto de Milán (313)

Una vez que se promulga el edicto de Milán surgen en todo el Imperio edificios construidos, expresamente, para la comunidad.

 Tales edificios no toman la apariencia de templos, sino que se asemejan a los lugares públicos de reunión.

Estos edificios se llamarán "basílicas", que era la denominación común de los edificios públicos. Mientras las casas particulares son suficientes para cobijar a la comunidad cristiana, ésta se reúne, pues, en los domicilios privados; cuando la comunidad aumenta, se busca simplemente un edificio mayor capaz de contener la reunión. Pero en uno y otro caso tenemos la misma constante: poco cuenta la forma del edificio, la primacía la tiene siempre en él la posibilidad de congregarse la asamblea como tal.

En Oriente ocurre lo mismo. Sólo que, cuando la comunidad necesita más espacio, se construirán edificios más amplios que se asemejarán a la edificación pública más conocida en Oriente, en Siria: la sinagoga judía. En Siria, las iglesias cristianas, en su planta y distribución, se asemejarán por ello a las sinagogas.

A pesar de que los usos de Oriente y Occidente varían en su materialidad, coinciden, en cambio, por su finalidad: significan la misma realidad, que no ha variado desde la época apostólica. Lo único que interesa es que la comunidad -verdadero templo del culto cristiano- pueda reunirse para ser ella el templo de la morada de Dios.

Planta y sección de una basílica latina.