Risa.

El nombre de Isaac - “Risa” - da lugar a . una variación sobre un tema que se presta a ello: ¿qué cosa hay más compleja que la risa? A través de Gén 17,17; 18,12-15; 21. 6..., la Escritura juega con los dos aspectos de fa risa: una risa de incredulidad, pero que ante la maravilla divina puede transformarse en una risa de estupefacción feliz. Ciertamente, el hombre bíblico sabe reír: son más de los que se cree los relatos inspirados que encierran una profunda y sobria fuerza cómica. Pero esta risa lleva el sello de la aspereza del hombre de Israel y con frecuencia no está exenta de una nota de desafío, de burla o de triunfo. En realidad a través de los textos se oye más la risa del necio, es decir, del hombre que camina fuera de la verdad, que la risa del justo.

1. La risa del necio.

Es la risa impura (Eclo 27,13) o sencillamente exagerada (21,20), mientras que la del sabio es discreta. Es sobre todo la risa del burlón, término de un significado muy preciso, que designa al hombre refractario a la corrección (Sal 1,1; Prov 13,1; 15,12...), a la enseñanza, a la aceptación de la fe. El burlón es lo opuesto del sabio (Prov 9,12; 29,8); responde con sus burlas a la palabra de Dios (Jer 20,7s), así por ejemplo a la reforma de Ezequías (2Par 30,10), o más tarde al anuncio de la resurrección de los muertos (Hech 17,32). Finalmente, en los últimos días los “burlones llenos de burlas” (2Pe 3,3) pondrán en duda las promesas. La burla es entonces casi equivalente de la negativa a creer. Se ejerce también contra la persona del justo, sobre todo si sufre (Sal 22,8; 35,26; Lam 3,14...) o contra Israel, por parte de las naciones.

Los burlones se dejan oír en el Calvario (Mc 15,29s; Lc 23,3'5s). 2. La risa del creyente. El Eclesiastés, que declara absurda la risa (Ecl 2,2) y espera más de las lágrimas (7, 3), reconoce, no obstante, que hay “tiempo para reír” (3,4). En efecto, la risa cambia de sentido según las personas y los tiempos. En su día se reirá el justo del impío (Sal 52,8), como Dios se burla de los burlones (Sal 2,4; Prov 3,34). El ridículo es un arma contra los falsos dioses manejada por Elías en el Carmelo y por la carta de Baruc. Los mártires macabeos ejercen el sarcasmo contra el perseguidor (2Mac 7,39). Sin embargo, la risa del justo puede desentenderse de la polémica y expresar el alivio del alma colmada por Dios (Sal 35,27; 126,2; Job 8,21) o confiada, como la mujer fuerte, que “sonríe al día de mañana” (Prov 31,25). Jesús dijo que cierta risa, la de los satisfechos del tiempo presente (Lc 6,25; cf. Sant 4,9) no duraría, pero a los que lloran les prometió reír con un gozo definitivo (Lc 6,21). Tal risa final hará eco a la risa perfectamente pura de la Sabiduría, que desde los orígenes se solaza (es la misma palabra que reír: Prov 8,30s) delante de Dios y entre los hombres.

PAUL BEAUCHAMP