A la Conferencia Internacional sobre
«Longevidad y calidad de vida»

Salvaguardad y defended la personalidad del anciano

(Roma, 10 de noviembre de 1988)

Aumento del número de personas mayores que crea nuevos problemas

El tema se revela extraordinariamente actual a la luz de las modificadas relaciones porcentuales entre las diversas zonas de edad de la población mundial. Hoy, en realidad, se registra en todo el mundo un constante aumento del número de los ancianos. Esto implica, por parte de todos, un mayor compromiso ético, moral, político, social y organizativo, a fin de que sean garantizadas a los mismos seguridad adecuada y asistencia eficaz.

Compromiso de la familia y de la sociedad para lograr que el anciano siga siendo miembro activo de ellas

No se cuestiona solamente el mundo de la medicina, cuya misión es hacer posible el bienestar de esta particular edad de la vida previniendo las enfermedades y promoviendo todo lo que es posible para asegurar la autosuficiencia del anciano; se cuestionan también la familia y las estructuras de la comunidad, a la que corresponde trabajar a fondo para que el anciano pueda continuar expresándose como elemento activo, inserto en el propio contexto familiar y social. Solamente el compromiso solidario de todos podrá permitir al anciano obtener el obligado reconocimiento de su presencia activa en la sociedad.

Deseo de los mayores de estar insertos en la vida familiar y asociada

Sí, en efecto, por su dimensión, es moderno el problema de la revalorización de la tercera edad, antigua es la intuición de la legitimidad del deseo de las personas ancianas de continuar permaneciendo insertas constructivamente en la vida, no solamente familiar, sino individual y asociada.

Asistencia a los mayores, sobre todo a los padres

Tal deseo encuentra verificación en la grave obligación moral, percibido por la conciencia de todo hombre y sancionada también en la Sagrada Escritura, de ofrecer asistencia adecuada a las personas ancianas. Entre los mandamientos del Decálogo existe uno que establece: «Honra a tu padre y a tu madre como el Señor tu Dios te ha ordenado» (/Dt/05/16). La Biblia no exige solamente el respeto y la obediencia debida a los padres, sino también la obligación de justicia de asistirlos cuando ellos no están ya en condiciones de ocuparse de sí mismos: «Recuerda que ellos te han engendrado; ¿qué les darás en cambio de todo lo que te han dado?» (Sir, 7).

Cambios sociales y familiares que afectan a los mayores

Los grandes cambios sociales y culturales de los últimos cincuenta años, unidos con el progreso tecnológico, a su vez fruto de un extraordinario desarrollo en el campo de las ciencias, han modificado profundamente las relaciones entre las generaciones. En los países en vías de desarrollo las culturas locales han conservado más sólidos los vínculos con la tradición y más estable el papel del anciano, considerado como la expresión de la unidad familiar. Pero en las naciones industrializadas la evolución ha sido tan rápida e incisiva que ha transformado profundamente el contenido social fundado en la familia patriarcal. La situación de las personas ancianas ha experimentado profundamente su contragolpe.

Aumento de vida media y nuevos problemas sociales y familiares

Al mismo tiempo, la higiene mayormente practicada, la medicina preventiva, los medicamentos modernos, una mejor y más adecuada alimentación, han elevado en dichas naciones la vida media del hombre en aproximadamente treinta años. De aquí el notable incremento porcentual de los ancianos. Dicho aumento plantea una serie de problemas de orden estructural y económico a los que la sociedad se esfuerza por responder.

Ancianos autosuficientes y dependientes

Sociólogos y médicos distinguen dos categorías de ancianos, los autosuficientes y los que no lo son, evitando, sin embargo, considerar factor discriminante la sola suficiencia motriz, desde el momento en que no pocos ancianos afectados por no-autosuficiencia motriz gozan de pleno equilibrio psíquico y de lucidez mental excelente. Como es obvio., si son menores los problemas de la primera categoría, más graves y urgentes son los planteados por los no- autosuficientes a los cuales debe ser proporcionada una asistencia segura, digna, específica...

Actividad en sintonía con la edad. Longevidad y calidad de vida

De estos problemas la presente conferencia internacional pretende hacerse cargo, poniendo de relieve la estrecha relación que debe mantenerse entre longevidad y calidad de vida. No basta, en efecto, asegurar la satisfacción de las necesidades primarias inherentes a la longevidad; es necesario también tener en cuenta las exigencias planteadas por la dignidad personal del anciano, poniendo a su disposición aquel conjunto de medidas que les permitan llevar una existencia acompañada por una actividad en sintonía con la edad.

Vida sin edad. Vejez activa y calidad de vida

Sólo una adecuada utilización de las energías físicas y psíquicas, en efecto, podrá salvaguardar en él una sólida conciencia de sí y una constructiva voluntad de vivir. Dependerá, por tanto, de la calidad de la vida que se consiga asegurar al anciano el que sea menos acusada la distinción entre las diversas edades y de esta forma podrá instrumentarse la perspectiva de una vida, en cierto modo, sin edad.

Cambio familiar y aislamiento de los mayores

De hecho, hoy, el rechazo del modelo familiar patriarcal, especialmente en los países ricos, ha favorecido el creciente fenómeno de confiar al anciano a las estructuras públicas o privadas, las cuales, a pesar de las buenas intenciones, en general no están en condiciones de ayudarle totalmente a superar las barreras del aislamiento psicológico y, sobre todo, de la marginación familiar, privándose del calor de la familia, del interés por la sociedad, del amor a la vida.

Necesidad de estructuras de acogida adecuadas

Es necesario, por ello, crear estructuras de acogida que tengan en cuenta cada vez más estas exigencias psicológicas y espirituales del ser humano, de las que depende en medida determinante la «calidad de la vida» de quien ha llegado a dicha etapa. Esto podrá ofrecer una solución «humana» al anciano que no tenga una propia familia con la que contar o no esté en condiciones de autogestionarse o que, generalmente, libremente desee aprovecharse de dichas estructuras, considerándola idónea a la propia situación.

Asistencia domiciliaria. Voluntariado

Es necesario, sin embargo, afirmar con fuerza que aquélla no es la solución ideal. El objetivo hacia el que nos debemos orientar es que el anciano pueda permanecer en su casa, contando eventualmente con adecuadas formas de asistencia domiciliaria. En esto, al compromiso público podrá unirse la acción del voluntariado, con la aportación de las iniciativas inspiradas por las enseñanzas de la Iglesia católica, como también de aquellos otros movimientos religiosos y humanitarios, merecedores de respeto y de gratitud.

Dignidad de la persona. Gratitud por su anterior contribución al bien común

Para la materialización de semejante orientación, cuyo carácter no es sólo técnico, sino moral y social, es necesario referirse a algunos valores fundamentales -como el carácter sagrado de la vida humana, la dignidad de la persona, la intangibilidad de su libertad- que están inscritos en la conciencia de cada uno y constituyen las estructuras portadoras de toda auténtica civilización. En el caso del anciano, además, el pensamiento debe dirigirse también a la deuda de gratitud que tiene respecto a él por todo cuanto ha hecho en beneficio del bien común durante los años de actividad.

Atención a los padres

Estos valores adquieren una particular riqueza de contenido a la luz de la revelación bíblica, que presenta al ser humano como hecho a imagen y semejanza de Dios (Cfr. Gen 1, 26) y recomienda: «Hijo, socorre a tu padre en la ancianidad, y no le des pesares en su vida. Aun cuando perdiese el juicio, compadécelo..., porque la piedad hacia el padre no debe olvidarse» (Sir, 3, 12, 14).

Envejecimiento adecuado

El progreso científico de los años recientes ha efectuado avances sustanciales en el campo de la terapia de patologías características de la edad avanzada. En base a las actuales adquisiciones, hoy es posible prevenir o, al menos, retardar la aparición de algunos de dichos fenómenos previniendo un adecuado y orientado envejecimiento, en el cual toman parte también factores externos como la alimentación, el ambiente, la educación sanitaria, la higiene...

Longevidad imposible en los países subdesarrollados. Necesaria ayuda de los pases ricos

No puedo, sin embargo, dejar de llamar la atención de todos sobre la necesidad de que el compromiso común no se agote en la búsqueda de medicamentos cada vez más sofisticados y costosos en beneficio prácticamente sólo de los ancianos de las naciones ricas. Es necesario que el esfuerzo de las naciones desarrolladas se dirija también a aquellas amplias zonas del mundo en las que, no obstante la persistencia de una admirable solidaridad familiar, la pobreza endémica, las enfermedades, la insuficiencia de medios, la carencia de estructuras, los condicionamientos psicológicos, reducen dramáticamente la vida de tantos hermanos haciendo de la longevidad una meta imposible.

Necesidad de nuevas investigaciones médicas

Existen, sin embargo, otros fenómenos patológicos, respecto a los cuales los conocimientos actualmente disponibles son todavía insuficientes para programar una acción preventiva y curativa. Eso plantea a los cultivadores de este sector de la medicina el deber de un renovado compromiso para adquirir conocimientos más concretos sobre la etiología de dichas formas morbosas y su curación adecuada.

Ayuda para que todos lleguen a una vejez adecuada

Si, en efecto, el trabajar a fondo en favor de una longevidad cualitativamente estimable es compromiso obligado de la ciencia y de la tecnología, no lo es menos esforzarse para que a todo hombre sea asegurada un trayecto vital que lo conduzca desde la concepción a la natural desaparición, no anticipada ni comprometida por condiciones de vida subhumanas.

Ayudas médicas y farmacéuticas

Los países ricos no deben, por ello, olvidarse de los países menos afortunados en los cuales, a causa de la elevada población, solamente a pocos está garantizada una asistencia idónea. Las grandes industrias farmacéuticas, por medio de una política humanitaria de los respectivos Estados, no deberán permitir que falten a estos países aquellos medicamentos, dolorosamente llamados «huérfanos» que, no siendo ya necesarios donde mayor es el bienestar, pueden resultar decisivos en amplísimas áreas del mundo.

Debernos estar agradecidos a quienes, en este campo, están poniendo en marcha iniciativas concretas y desinteresadas.

Envejecimiento y calidad de vida

Ilustres señores, la estrecha relación que en el tema mismo de vuestra conferencia habéis fijado justamente entre longevidad y calidad de la vida, permite entender que debería considerarse una inadecuada conquista el aumento porcentual de la expectativa de vida, si la calidad de la existencia no procediera al unísono. Sin embargo, para perseguir eficazmente semejante objetivo es necesario implicar a todo el cuerpo social, a fin de que madure una nueva sensibilidad en relación con este problema.

Vejez activa

A la medicina preventiva y curativa debe acompañar una acción a largo plazo que prevea instituciones y estructuras en condiciones de abrir a los ancianos los sectores de la cultura, de la instrucción, de las más variadas actividades. La posibilidad de continuar cultivando intereses estimulantes y desarrollando actividades útiles hace ciertamente que el anciano no solamente se sienta vivo, sino también contento de estarlo. Cada nuevo día de vida se le aparecerá entonces en su luz verdadera. La de un regalo de la providencia siempre amorosa de Dios.

Promoción de la completa personalidad de los mayores

La contribución que vosotros, científicos, médicos, investigadores, estudiosos, podéis prestar a la consecución de este objetivo sigue siendo generalmente, extraordinaria. A vosotros, por ello, me dirijo para exhortaros a orientar vuestro compromiso con renovado impulso hacia la salvaguardia, la defensa y la promoción de la completa personalidad del hombre en edad avanzada, a fin de que el declive natural de las energías físicas no vaya acompañado de la denegación de las capacidades físicas e intelectuales que, justamente en la persona anciana, pueden alcanzar las prerrogativas de la plena madurez y de la sabiduría. Dice, en efecto, la Escritura: «Gloriosa corona es la canicie y ésta se encuentra en el camino de la justicia» (Prov. 16,31).

Servir a los ancianos es servir a todos

Ponerse al servicio de la persona anciana significa hacerse benemérito respecto a la vida de todos, porque significa hacer posible aquella plena explicación de las potencialidades del hombre que, por ser peculiares de cada edad de la vida, toda la enriquecen para bien de todos. Aquí está la grandeza de vuestro compromiso, ilustres señores, aquí su nobleza e insustituibilidad. Que dicho compromiso puede contribuir a hacer cada vez más verdadera la palabra del Salmo: «En la vejez seguirán dando frutos, que están llenos de savia y de verdor y anunciarán cuán recto es el Señor» (Sal. 91/92, 15 s.).