ESPIRITUALIDAD TRINITARIA EN COMUNIÓN CON MARÍA

 

 

Con motivo del 160 aniversario de la publicación del "Tratado de la verdadera devoción a la Santísima Virgen", de San Luis María Grignion de Montfort, Juan Pablo II ha escrito una carta a los religiosos y religiosas de las familias "monfortanas" sobre la doctrina mariana de su fundador.
 
El Papa afirma en la carta fechada el 8 de diciembre de 2003, Solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen María, que quiere compartir con las familias del santo la meditación "de algunos párrafos de los escritos de San Luis María que nos ayuden en estos momentos difíciles a alimentar nuestra confianza en la mediación materna de la Madre del Señor".
 
 Hace 160 años, recuerda el Santo Padre, se publicaba "una obra destinada a convertirse en un clásico de la espiritualidad mariana". A pesar de que San Luis María escribió el Tratado a inicios de 1700, el manuscrito fue "prácticamente desconocido durante más de un siglo" , hasta que "casualmente, en 1842 fue descubierto y en 1843 publicado".
 
"...A mí mismo me fue de gran ayuda la lectura de este libro en los años de juventud, donde 'encontré la respuesta a mis perplejidades' debidas al temor de que el culto a María, 'dilatándose excesivamente, terminase por comprometer la supremacía del culto debido a Cristo'...Mi lema "Totus tuus",está inspirado en la doctrina de San Luis María Grignion de Montfort. Estas dos palabras expresan la pertenencia total a Jesús por medio de María...".
 
"San Luis María contempla todos los misterios a partir de la Encarnación que se ha realizado en el momento de la Anunciación". El Santo Padre señala que "en la espiritualidad 'monfortana' el dinamismo de la caridad se expresa de modo especial por medio del símbolo de la 'esclavitud de amor a Jesús' siguiendo el ejemplo y la ayuda materna de María".
 
 "Como San Juan de la Cruz, San Luis María insiste sobre todo en la pureza de la fe y en su oscuridad esencial y con frecuencia dolorosa". Refiriéndose finalmente a la Virgen como signo de esperanza segura, Juan Pablo II concluye: "La Iglesia espera la venida gloriosa de Jesús al final de los tiempos. Como María y con María, los santos están en la Iglesia para hacer resplandecer su santidad, para extender hasta los confines del mundo y hasta el final de los tiempos la obra de Cristo, único Salvador". ( Fuente: Vatican Information Service, 13 de enero de 2004)
 

SAN LUIS MARÍA GRIGNION:

 ESPIRITUALIDAD TRINITARIA EN COMUNIÓN CON MARÍA

  Mensaje del Santo Padre a los participantes del

VIII Coloquio internacional de Mariología (13 de octubre de 2000)

Amadísimos hermanos y hermanas:

1. Me alegra acogeros hoy, con ocasión del VIII Coloquio internacional de mariología sobre el tema: "San Luis María Grignion de Montfort: espiritualidad trinitaria en comunión con María".

Este encuentro nos trae a la memoria el que tuvo lugar en 1706 aquí en Roma entre mi venerado predecesor Clemente XI y el misionero bretón Grignion de Montfort, que vino a pedir al Sucesor de Pedro luz y fortaleza para el camino apostólico que había emprendido. Pienso también con gratitud en la peregrinación que la Providencia me concedió realizar a la tumba de este gran santo en Saint-Laurent-sur-Sèvre, el 19 de septiembre de 1996.

San Luis María Grignion de Montfort constituye para mí una significativa figura de referencia, que me ha iluminado en momentos importantes de la vida. Cuando trabajaba en la fábrica Solvay de Cracovia siendo seminarista clandestino, mi director espiritual me aconsejó meditar en el "Tratado de la verdadera devoción a la santísima Virgen". Leí y releí muchas veces y con gran provecho espiritual este valioso librito de ascética, cuya portada azul se había manchado con sosa cáustica.

Al poner a la Madre de Cristo en relación con el misterio trinitario, Montfort me ayudó a comprender que la Virgen pertenece al plan de la salvación por voluntad del Padre, como Madre del Verbo encarnado, que concibió por obra del Espíritu Santo. Toda intervención de María en la obra de regeneración de los fieles no está en competición con Cristo, sino que deriva de él y está a su servicio. La acción que María realiza en el plan de la salvación es siempre Cristocéntrica, es decir, hace directamente referencia a una mediación que se lleva a cabo en Cristo. Comprendí entonces que no podía excluir a la Madre del Señor de mi vida sin dejar de cumplir la voluntad de Dios trino, que quiso "comenzar a realizar" los grandes misterios de la historia de la salvación con la colaboración responsable y fiel de la humilde Esclava de Nazaret.

Asimismo, ahora doy gracias al Señor por haber podido experimentar cuanto habéis profundizado también vosotros en este coloquio, o sea, que la acogida de María en la vida en Cristo y en el Espíritu introduce al creyente en el centro mismo del Misterio Trinitario.

2. Amadísimos hermanos y hermanas, durante vuestro simposio habéis estudiado la espiritualidad trinitaria en comunión con María: un aspecto que caracteriza la enseñanza de Montfort.

En efecto, él no propone una teología sin influencia alguna en la vida concreta y tampoco un cristianismo "por encargo", sin asumir personalmente los compromisos que derivan del bautismo. Al contrario, invita a una espiritualidad vivida con intensidad; estimula a entregarse, con una decisión libre y consciente, a Cristo y, por medio de él, al Espíritu Santo y al Padre. Desde esta perspectiva se comprende cómo la referencia a María perfecciona la renovación de las promesas bautismales, puesto que María es precisamente la criatura "más semejante a Cristo" (cf. Tratado de la verdadera devoción a la santísima Virgen, 121).

Sí, toda la espiritualidad Cristocéntrica y Mariana que enseña Montfort deriva de la Trinidad y lleva a ella. A este respecto, impresiona su insistencia en la acción de las tres Personas divinas en relación con María. Dios Padre "dio a su Hijo único al mundo sólo por medio de María" y "quiere tener hijos por medio de María hasta el fin del mundo" (ib., 16 y 29). Dios Hijo "se hizo hombre por nuestra salvación, pero en María y por medio de María" y "quiere formarse y, por decirlo así, encarnarse día a día, por medio de su amada madre, en sus miembros" (ib., 16 y 31). Dios Espíritu Santo "comunicó a María, su Esposa fiel, sus dones inefables" y "quiere formarse, en ella y por medio de ella, a elegidos" (cf. ib., 25 y 34).

3. María aparece, por tanto, como espacio de amor y de acción de las Personas de la Trinidad, y Montfort la presenta en una perspectiva relacional: "María es totalmente relativa a Dios, y yo la llamaría muy bien la relación con Dios, la que sólo existe en relación con Dios" (ib., 225). Por esta razón la Toda Santa lleva hacia la Trinidad. Repitiéndole a diario Totus tuus y viviendo en sintonía con ella, se puede llegar a la experiencia del Padre mediante la confianza y el amor sin límites (cf. ib., 169 y 215), a la docilidad al Espíritu Santo (cf. ib., 258) y a la transformación de sí según la imagen de Cristo (cf. ib., 218-221).

Sucede a veces que en la catequesis, y también en los ejercicios de piedad, se da por supuesto el aspecto Trinitario y Cristológico, que en ellos es intrínseco y esencial (cf. Marialis cultus, 25). Por el contrario, en la visión de Grignion de Montfort la fe trinitaria impregna totalmente las oraciones dirigidas a María: "Te saludo, María, Hija amabilísima del Padre eterno, Madre admirable del Hijo, Esposa fidelísima del Espíritu Santo, templo augusto de la santísima Trinidad" (Métodos para rezar el rosario, 15). De igual modo, en la Oración ardiente, dirigida a las tres Personas divinas y proyectada hacia los últimos tiempos de la Iglesia, se contempla a María como la montaña de Dios (n. 25), ambiente de santidad que eleva hacia Dios y transforma en Cristo.

Ojalá que todo cristiano haga suya la doxología que Montfort pone en los labios de María en el Magníficat: "Adoremos y bendigamos a nuestro único y verdadero Dios. Que resuene el universo y se cante por doquier: Gloria al Padre eterno, gloria al Verbo adorable. La misma gloria al Espíritu Santo, que con su amor los une en un vínculo inefable" (Cántico, 85, 6).

Implorando sobre cada uno de vosotros la asistencia continua de la Virgen Santísima, para que viváis vuestra vocación en comunión con ella, nuestra Madre y modelo, os imparto de corazón una especial bendición apostólica.