EVANGELIO DE LUCAS

Curso para formación permanente

 Juan Manuel Martín-Moreno González, sj.

 

                1. El modo de componer de Lucas  

 

                2. La personalidad del evangelista

           

I.- Lucas y su iglesia

II.- Lucas como historiador

III.- El relato del viaje

IV.- Bautismo y tentaciones

V.- La pasión según san Lucas 

VI.-  Pobreza y pobres en Lucas

VII.- Las mujeres en Lucas

VIII.- La vida de oración

IX.- El Espíritu, poder de lo alto

 X.- La alegría de la salvación

          Síntesis: María, perfecta discípula 

 

1. Introducción: El modo lucano de composición

De los muchos enfoques posibles en el estudio del evangelio he optado por el enfoque temático, aun a conciencia de lo incompleto que puede resultar, dado el escaso tiempo del que disponemos en este curso.

Una lectura inteligente del evangelio presupone una conciencia de los temas favoritos de un autor dado. Para establecer las preferencias lucanas tenemos que comparar su texto con el de la tradición sinóptica, prestando una atención particular al material que ha omitido, al material que ha añadido, y al material que ha editado, para comprender así la impresión que causa el texto lucano, tan diferente de la que causan las fuentes originales que ha utilizado.

Hemos aceptado como hipótesis de trabajo la teoría de las dos Fuentes, que es la solución más común del problema sinóptico, y que funciona perfectamente en nuestro trabajo. Esta hipótesis defiende que Marcos (o un Pre-Marcos) y Q fueron las dos fuentes más importantes del evangelio de San Lucas. Tanto Mateo como Lucas usaron ambas pero independientemente, de tal modo que Lucas y Mateo no tienen ningún contacto literario mutuo directo.

El hecho de haber utilizado ambos el evangelio de Marcos explica las semejanzas que pueden hallarse en los tres evangelios sinópticos (31% de Lucas), mientras que todo el material común a Lucas y Mateo que no se encuentra en Marcos, deriva de una fuente llamada Q, una colección de dichos de Jesús (21% de Lucas).

En cuanto a las partes narrativas de Lucas que no aparecen en ninguna de estas dos fuentes, podemos suponer que Lucas las obtuvo de una única fuente escrita (L), o más probablemente de una combinación de fuentes orales y fuentes escritas.

Cada vez que Lucas omite algún material de Marcos, debemos preguntarnos la razón que tuvo para omitir este material. Por ejemplo, notamos que Lucas sistemáticamente omite todas las palabras arameas que aparecen en Marcos. ¿Qué razón pudo haber tenido para hacerlo? Quizás se deba a que la copia utilizada por Lucas no incluyera esos pasajes. Más probable es una omisión intencional que nos ayudará a descubrir las intenciones de Lucas y el tipo de lectores a los que se dirigía.

En el caso de las adiciones lucanas que no provienen de las fuentes conocidas (Mc y Q), podemos siempre preguntarnos por el origen de estas adiciones.

A) Algunas pueden ser resultado de la creatividad de Lucas: el hacer presente a Jesús en el momento en que Pedro le niega, o la actitud favorable de la multitud antes, durante y después de la crucifixión. Lucas compuso algunas narraciones nuevas y revisó otras tradiciones antiguas. Aunque es básicamente fiel a sus fuentes, sin embargo Lucas se siente libre para crear algunas pequeñas escenas, o crear escenarios, introducciones, resúmenes, comentarios...

B) Algunas adiciones pueden venir de tradiciones conocidas por Lucas y editadas por él para insertarlas en el hilo de su plan narrativo. Algunas de ellas pueden venir de la tradición juánica.

C) Algunas adiciones pueden estar motivadas por el deseo de establecer un paralelo entre Jesús y sus discípulos, especialmente entre los juicios a que uno y otros se vieron sometidos. Esto aparece evidente en muchos casos en los Hechos de los apóstoles y es especialmente cierto en el caso de Esteban y de Pablo.

Por ejemplo, cuando caemos en la cuenta de lo frecuentemente que Lucas habla de la oración de Jesús, o de la multitud alabando a Dios por sus maravillas, concluimos que estos comentarios son obra del propio evangelista, ya que no están presentes en las narraciones de Marcos y Mateo, y no es probable que estuvieran en otras fuentes propias utilizadas por Lucas.

En cualquier caso Lucas nunca se limita a compilar. Ha compuesto su obra con una gran habilidad literaria como un artista consumado. Al trabajar su material Lucas no lo ha copiado de una forma servil, como podemos apreciar cuando nos fijamos en su manejo del material de Marcos.

Fitzmyer sugiere seis posibles motivaciones para explicar algunos de los arreglos de Lucas. Podríamos completar su lista dando las siguientes razones.

a) Mejorar el estilo y la lengua griega de los relatos de Marcos.

b) Omitir detalles circunstanciales o anecdóticos que no son necesarios y que son típicos de algunas narraciones de Marcos. Ver por ejemplo Lc 8,4-8; 22-25; 26,39; 40-42; 43,48; 9,10-17; 37-43; 20,9-19).

c) Eliminar algunos episodios duplicados que ya ha contado una vez. Quizás por esto omite la parábola de la semilla que crece sola (Mc 4,26-29), o el debate sobre el divorcio (Mc 10,1-12.- Lc 16,18), la cuestión sobre le mandamiento mayor (Mc 12,28-34.- 10,25-28), la unción de Betania (Mc 14,3-9.- Lc 7,36-50), el juicio nocturno de Jesús (Mc 14,55-60.- Lc 22,66-71), el vino mirrado ofrecido en la cruz (Mc 15,23.- Lc 23,36).

d) Eliminar temas que no tenían mucho interés para cristianos procedentes de la gentilidad (las antítesis de Mateo en el sermón del monte (Mt 5,21-48); detalles sobre rituales judíos de pureza y piedad (Mc 7,1-23), o textos con palabras o expresiones arameas, las cuales Lucas ha eliminado sistemáticamente (cf. ficha 1-8).

e) Eliminar todo lo que no contribuye a su plan literario global, al marco del viaje a Jerusalén, o a su propósito de retrasar la misión a los gentiles hasta después de la Ascensión...

f) La búsqueda de un efecto literario, terminando una historia antes de comenzar una segunda, o el deseo de dar a una escena un carácter programático, o el contexto adecuado para un discurso.

g) Eliminar cualquier cosa que suene a violencia, crueldad o apasionamiento.

h) Formar parejas de un hombre y una mujer con funciones semejantes.

En el caso de pasajes nuevos que están totalmente ausentes de Marcos o de Mateo, yo me inclinaría en principio a pensar que no son creación de Lucas, sino que los encontró en algunas de sus otras fuentes. Aun en estos casos quizás Lucas se haya tomado la libertad de editar el material, pero como no poseemos estas fuentes, es más difícil establecer la diferencia entre lo redaccional y lo tradicional. En cambio cuando trabaja los materiales de Marcos o de Q es más fácil descubrir la parte redaccional de Lucas comparando sus textos con el material de sus fuentes.

Seguiremos un método inductivo, comenzando por aquellos textos en que es más claro determinar la contribución lucana, para delinear así tentativamente algunas de sus preferencias, su estilo, su teología, su espiritualidad y el mensaje que quiere recalcar para sus lectores. Estas conclusiones experimentales nos ayudarán a decidir lo que es lucano en otros casos donde es más difícil distinguir entre lo tradicional y lo redaccional. Si nuestra hipótesis experimental, que lanzamos como globo sonda, funciona y nos ayuda a entender y analizar otros textos, se está verificando a sí misma. Alguno podría acusar a este método de circularidad, porque mezcla elementos de deducción y de inducción, pero en realidad más que establecer una petición de principio o un círculo vicioso, nuestro método procede en espiral, de modo que las últimas conclusiones de tipo general están basadas por la comprobación de los datos provisionales que habíamos obtenido de una primera inducción sobre los textos más claros.

Finalmente el libro de los Hechos de los Apóstoles nos sirve de test para comprobar la verosimilitud de los datos que hemos establecido en la lectura del evangelio. Si comprobamos que las características encontradas en el evangelio aparecen también en el libro de los Hechos, habremos terminado nuestro estudio con un alto grado de probabilidad en sus conclusiones.

En cuanto a la secuencia global del evangelio de Lucas, tenemos que reconocer que el evangelista sigue muy de cerca el orden de Marcos. Desde la hipótesis de una dependencia literaria es más fácil explicar los casos en los que Lucas se aparta del orden de Marcos, que explicar por qué aparecen casi siempre en el mismo orden, en el caso de que rechacemos una dependencia literaria estricta entre ambos evangelios.

Con todo, al tratar de determinar lo específico de la teología de Lucas hay que evitar la tentación de limitarse exclusivamente a lo que Lucas ha aportado de nuevo. También lo tradicional en Lucas debe ser tenido en cuenta. El hecho de haberse decidido a incluirlo en el evangelio, pudiendo haberlo eliminado, es ya una decisión que tiene un alcance teológico importante.

 

     2. La personalidad del evangelista

Se trata de un cristiano de la segunda o tercera generación. Persona culta, buen escritor, que domina distintas versiones de griego, lo cual indica que era su lengua madre. Se le ve muy familiarizado a la vez con las tradiciones literarias del Antiguo Testamento y con las técnicas literarias del helenismo.

Muy probablemente es un convertido del paganismo y no un judío cristiano, pero como señala Fitzmyer, era de raza semita, y probablemente para el tiempo en que conoció a Cristo era ya prosélito.

El título que se dio a la obra Evangelion kata Lucan, aparece ya en el manuscrito más antiguo que poseemos, el P75 de la biblioteca bodmeriana, del los años 175-225, a finales del siglo II.

El personaje Lucas se menciona tres veces en el NT: En Flm 24 Lucas aparece como colaborador de Pablo, que une su saludo al de los compañeros. En Col 4,14, se le llama “el querido médico” que también manda sus recuerdos a la comunidad de Colosas. En 2 Tm 4,11, Pablo lo menciona como “el único que está conmigo”, cuando todos le abandonaron. El problema en los dos últimos casos es que se trata de cartas deuteropaulinas.

Desde el Crisóstomo se ha visto una referencia a Lucas en 2 Co 8,18,  “el hermano que se ha hecho célebre en todas las comunidades predicando el evangelio”.

Hay en el libro de los Hechos unas curiosas secciones narrativas en las que el protagonista es un “nosotros”: Hch 16,10-17; 20,5-15; 21,1-18; 27,1-18 (y según el códice de Beza: Hch 11,18). Parece como si el autor del relato hubiera sido alguien que había acompañado a a Pablo en estos viajes. Pero el significado de estos pasajes “nosotros” es muy discutido. La interpretación de que se trata de un diario llevado por el autor tiene sólo “cierta credibilidad” según Fitzmyer.

La razón para mantener la autoría de Lucas es la continua tradición eclesial. El canon de Muratori, al final del siglo II ya menciona a Lucas como autor: “La tercera recensión evangélica es según Lucas, que era médico de profesión”.

San Ireneo en Adversus Haereses 3,1 dice :”También Lucas, el compañero de Pablo, escribió en un libro el evangelio, como Pablo lo predicaba”.

Un antiguo prólogo al evangelio de finales del siglo II, que precede al texto canónico de Lucas, dice que nació en Antioquía de Siria, fue médico de profesión, discípulo de los apóstoles y más tarde compañero de Pablo hasta que éste sufrió el martirio. Sirvió al Señor con dedicación. No se casó ni tuvo hijos. Murió a los 84 años en Beocia, lleno del Espíritu Santo”. Compuso el evangelio en alguna parte de la región de Acaya.

Aunque los sucesos que narra ocurrieron en Israel en los años 30-50 del primer siglo, Lucas escribe para su Iglesia que vivía en el mundo grecorromano en los años 80. Para comprender lo que Lucas trata de decir es muy importante conocer las características de la Iglesia para la que escribió sus dos volúmenes.

En los estudios críticos se ha convertido en un axioma el decir que cada evangelista escribe para una Iglesia específica. Una experiencia eclesial distinta significa un Evangelio distinto. Tenemos un acceso directo a la Iglesia de Lucas a través del libro de los Hechos de los Apóstoles, que al describir la comunidad primera refleja algunos rasgos propios de la comunidad en la que Lucas vivía. En el libro de los Hechos vemos cómo Lucas veía la Iglesia a la vez como un ideal y como una realidad histórica.

¿Cómo era su Iglesia? ¿Quiénes eran sus miembros? ¿Cuáles eran sus principales preocupaciones y problemas? ¿Cuál era el interés principal de sus lectores? ¿Qué piensa Lucas sobre su Iglesia? ¿Cuáles son los resultados que espera conseguir mediante su libro? ¿Cuál es la imagen de Iglesia que emerge en ambos volúmenes? Sin una respuesta aproximada a todas estas cuestiones, seremos incapaces de entender el mensaje que Lucas trata de comunicarnos en sus dos volúmenes.

 

Síntesis: María, perfecta discípula

Como sumario al final del curso, quiero presentar a María en la obra Lucana, con uno de los títulos más bellos que desgraciadamente la devoción mariana no ha sabido todavía aprovechar: María discípula de Jesús. En este breve resumen veremos cómo reaparecen muchos de los temas que hemos ido tocando durante el curso, mostrando su unidad interna y su armonía.[1]

Indudablemente Lucas es el autor del NT que más ha recogido y trabajadlas tradiciones referentes a la madre de Jesús, presentándola como modelo perfecto del discípulo que sigue los pasos de Jesús y acoge la salvación ofrecida, dando un testimonio profético sobre ella.

Ya al principio de su camino, la gracia salvadora de Dios y su gozo están (1,28). Una plenitud de gracia que la transforma completamente y le propone el desafío de aceptar ser la madre del Mesías, a pesar de su llamada virginal (Lc 1,30-35), que es expresión de su pobreza interior. Para cumplir esta misión recibe el Espíritu Santo que hará posible una concepción virginal, porque nada es imposible para Dios.

María personifica a la Hija de Sión, los pobres y humildes que han puesto su esperanza en el Señor y esperan recibir de él la salvación. Acepta el plan de Dios con un “sí” humilde que sólo florece en el corazón de los pobres. (Lc 1,38). El Magnificat es la perfecta expresión de estos sentimientos: responde con gozo a la invitación a alegrarse. y da gracias por el don de su fecundidad virginal, considerando cómo en su abajamiento y humillación ha sido salvada por la mano de Dios. Se pone en camino como un profeta, llevando consigo la alegría de la salvación mesiánica, y pronta a compartir con su prima que está necesitada (Lc 1,39-45.56).  Camina en la fe, confiando en el Dios fiel que cumple sus promesas (Lc 1,50-54) profundizando cada vez más en el don que ha recibido, para llegar a una plena comprensión de los sucesos de su vida oscura y dolorosa (Lc 2,19.50). Actúa de acuerdo con la voluntad de Dios y por ello Lucas la considera modelo del creyente (1,45) que escucha y pone en práctica la palabra de Dios (8,21; 11,28; cf. ficha 5-8). Avanza continuamente en su vida de oración (Lc 1,46-55; Hch 1,14), en la acción de gracias y en la perseverancia.

Finalmente, en cuanto discípula, recorre todo el camino hasta el final, asociándose a la muerte y a la resurrección (Lc 1,34-35). Porque Dios ha hecho en ella maravillas como “madre del Señor” (Lc 1,43) y todas las generaciones la llamarán bienaventurada (Lc 1,48).

 

[1] Sobre el tema de María discípula hay un interesantísimo artículo de P.J. Bearsley, “Mary the Perfect Disciple”, TS 41 (80) 461-504.