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EVANGELIO
PENTECOSTÉS
8 de Junio de 2003
![]() El perdón de los pecados -y, por lo tanto, la lucha contra él- no lo podrán realizar los ministros del Señor sin dejarse antes invadir por el Espíritu Santo. Hay que evitar, en la administración de los sacramentos, toda apariencia de magia, y hay que acudir más al Espíritu Santo en una actitud humilde y constante de oración.
Lectura del santo Evangelio según San Juan 20,19-23. Al anochecer de aquel día, el día primero de la semana, estaban los discípulos en una casa, con las puertas cerradas, por miedo a los judíos. En esto entró Jesús, se puso en medio y les dijo: -Paz a vosotros. Y diciendo esto, les enseñó las manos y el costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor. Jesús repitió: -Paz a vosotros. Como el Padre me ha enviado, así también os envío yo. Y dicho esto, exhaló su aliento sobre ellos y les dijo: -Recibid el Espíritu Santo; a quienes les perdonéis los pecados, les quedan perdonados; a quienes se los retengáis, les quedan retenidos.
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COMENTARIO
Con la venida del Espíritu Santo la Iglesia se pone en marcha. Es como el ALMA DE LA IGLESIA. Y cuando el señor infunde el Espíritu Santo en ñps Apóstoles, no es de extrañar que les de el poder de personar los pecados, ya que el señor ha venido a salvar al hombre del mal, y no hay mayor mal que el pecado. Por Obra del Espíritu el sacerdote puede Consagrar el Cuerpo y la Sangre del Señor. Y por el mismo Espíritu puede perdonar los pecados. Y gracias a estos dos sacramentos podemos estar cerca de Dios. La Iglesia –y nosotros somos la Iglesia- vive del Espíritu. Por eso celebra tanto Pentecostés, y por eso debemos pedir constantemente: VEN ESPIRITU SANTO, LLENA NUESTROS CORAZONES Y ENCIÉNDELOS CON EL FUEGO DE TU AMOR. Y DANOS SANTOS SACERDOTES QUE SIRVAN FIELMENTE A TU IGLESIA CON TUS DONES. Saludos de tu amigo Juan
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