Jesús te llama:
Quiere hablar contigo

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EVANGELIO

 

 

DOMINGO III

DE CUARESMA

 

23 de Marzo de 2003

 

 

 

La única vez que los evangelios presentan un acto violento de Jesús, se refieren al templo. Por el contrario, es triste observar que muchas veces la única violencia, por la que protestamos los cristianos, es la dirigida contra los templos, de nuevo profanados por ellos mismos. ¡Y qué pocas veces protestamos contra la violencia cometida contra los pobres, auténticos templos de Dios!

 

 

Este evangelio puede sustituirse por el correspondiente del ciclo A

Lectura del santo Evangelio según San Juan 2,13-25.

En aquel tiempo se acercaba la Pascua de los judíos y Jesús subió a Jerusalén. Y encontró en el templo a los vendedores de bueyes, ovejas y palomas, y a los cambistas sentados; y, haciendo un azote de cordeles, los echó a todos del templo, ovejas y bueyes; y a los cambistas les esparció las monedas y les volcó las mesas; y a los que vendían palomas les dijo:

-Quitad esto de aquí: no convirtáis en un mercado la casa de mi Padre.

Sus discípulos se acordaron de lo que está escrito: «El celo de tu casa me devora.»

Entonces intervinieron los judíos y le preguntaron:

-¿Qué signos nos muestras para obrar así?

Jesús contestó:

-Destruid este templo, y en tres días lo levantaré.

Los judíos replicaron:

-Cuarenta y seis años ha costado construir este templo, ¿y tú lo vas a levantar en tres días?

Pero él hablaba del templo de su cuerpo. Y cuando resucitó de entre los muertos, los discípulos se acordaron de que lo había dicho, y dieron fe a la Escritura y a la Palabra que había dicho Jesús.

Mientras estaba en Jerusalén por las fiestas de Pascua, muchos creyeron en su nombre, viendo los signos que hacía; pero Jesús no se confiaba con ellos, porque los conocía a todos y no necesitaba el testimonio de nadie sobre un hombre, porque él sabía lo que hay dentro de cada hombre.

 

 

 

 

 

 

COMENTARIO

           

Le molesta a Jesús que utilicemos el templo, la Casa de Dios, para algo distinto que no sea digno del lugar sagrado. Muchas veces nos estamos en el templo, en las iglesias, con la reverencia y la seriedad que Dios se merece. Hay celebraciones de grupos cristianos que convierten el templo en un salón social, como ocurre a veces en los bautizos, las primeras comuniones, las bodas, etc. Lo que menos importa para muchos es la presencia de Dios que está en su propia casa. Hay una gran falta de educación y de urbanidad litúrgica entre los fieles. Nos portamos mejor en un salón de conferencias, en un concierto, o en una visita que en la Casa de Dios. Y eso al Señor le da pena porque no sabemos sacar provecho a su presencia.

   Hay otros tipo de profanaciones que son tan graves, o más, que las del templo material. Te hablo de la profanación del ser humano, que es templo vivo del Espíritu Santo. No nos escandalizamos tanto, ni sale en lo medios de comunicación, la cantidad de profanaciones que se cometen contra la persona de nuestros semejantes. Nos olvidamos de la dignidad que tenemos. Y de aquellas palabras de Jesús: Lo que hagáis con uno de estos mis hermanos, conmigo lo hacéis… El cristianismo hay que vivirlo en el templo y en la calle. Dios está en todas partes. Y de nada nos serviría ser muy respetuosos en la iglesia, si al salir a la calle no vivimos la caridad con nuestros hermanos. Nos merecemos en esto un buen correctivo por parte de Dios. Puede ser un buen propósito para esta semana de Cuaresma el tratar a los demás con el respeto que merece su dignidad de hijos de Dios.

                                   

Saludos de tu amigo Juan

 

juangainza@hotmail.com)