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EVANGELIO
DOMINGO VIII DEL TIEMPO ORDINARIO 2 de Marzo de 2003
Aquí Jesús no condena el ayuno, ni mucho menos, sino que lo presenta con rostro humano. Una ascética que esclavice al hombre, deshumanizándolo, no puede llamarse evangélica.
Lectura
del santo Evangelio según San Marcos 2,18-22. En
aquel tiempo los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno.
Vinieron unos y le preguntaron a Jesús. -Los
discípulos de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué
los tuyos no? Jesús
les contestó: -¿Es
que pueden ayunar los amigos del novio, mientras el novio está con ellos?
Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará
un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie
le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la
pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Nadie
echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres, y se pierden
el vino y odres; a vino nuevo, odres nuevos.
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COMENTARIO
En
el Evangelio de este domingo, previo ya a la Cuaresma, quiero fijarme en
dos cosas: Primero que el ayuno supone un sacrificio no simplemente
ritual, sino como ofrenda por nuestros pecados que impiden que el Señor
pueda estar plenamente con nosotros. Y hay que ayunar de muchas cosas.
Pero si Cristo, el NOVIO, está realmente con nosotros, lo que hay que
hacer es celebrarlo. Pero esto no lo podemos asegurar normalmente, por eso
hace falta que el cuerpo, y también el espíritu, se purifique para hacer
posible esa presencia, en la ausencia. La segunda idea que me sugiere el Evangelio es que hay que renovarse continuamente para poder contener el Espíritu Nuevo de Cristo, el Espíritu Santo. El vino nuevo se ha de echar en odres nuevos, porque si no al fermentar los odres se rompen. Si no nos renovamos el Espíritu de Dios “rompe” todos nuestros esquemas y programas de vida, y se desparrama sin poder contenerlo. Hay que ofrecer al Señor una buen plan de vida, una ilusión renovada, unos objetivos serios para que El sienta la necesidad de apoyarlos, y nosotros la posibilidad de aprovechar sus dones. La Cuaresma que vamos a empezar puede ser una buena oportunidad para renovarnos, para convertirnos.
Saludos de tu amigo Juan
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