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EVANGELIO
DOMINGO III DEL TIEMPO ORDINARIO 26 de Enero de 2003
![]() En este texto se hace una neta contraposición entre la pesca de peces y la pesca de seres humanos. Para dedicarse a esta última, los discípulos abandonaron las redes. A los hombres no se les pesca con redes, sino respetando su libertad hasta lo inverosímil.
Lectura
del santo Evangelio según San Marcos 1,14-20. Cuando
arrestaron a Juan, Jesús se marchó a Galilea a proclamar el Evangelio de
Dios. Decía: -Se
ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios: Convertíos y creed la
Buena Noticia. Pasando
junto al lago de Galilea, vio a Simón y a su hermano Andrés, que eran
pescadores y estaban echando el copo en el lago. Jesús
les dijo: -Venid
conmigo y os haré pescadores de hombres. Inmediatamente
dejaron las redes y lo siguieron. Un poco más adelante vio a Santiago, hijo de Zebedeo, y a su hermano Juan, que estaban en la barca repasando las redes. Los llamó, dejaron a su padre Zebedeo en la barca con los jornaleros y se marcharon con El.
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El
Señor nos dice que nos hará pescadores de hombres. La verdad es que
muchos hombres, de todas las edades hoy necesitan “ser pescados para
Dios” porque, por desgracia, están cayendo en las redes de la
ignorancia, la falta de fe, la enemistad con Dios, el alejamiento de la
Iglesia, la frialdad espiritual… Mientras nosotros estamos, tal vez,
tranquilamente sentados en la orilla del mar tomando el sol, otros están
haciendo una gran pesca de almas ignorantes que se dejan deslumbrar por
las “baratijas” y las
falsa felicidad que ofrecen. No podemos ser ingenuos, ni perezosos para
hacer el bien. Los respetos humanos y el conformismo no pueden tener
anclados y paralizados a los hijos de Dios. El cristianismo es acción. Y
hay mucha pesca que nos espera para entrar gozosamente en las redes en el
nombre del
Señor.
Saludos de tu amigo Juan
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