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EVANGELIO
DOMINGO TERCERO DE ADVIENTO 15 de Diciembre de 2002
![]() Testigo
de la Luz. No era la luz sino su testigo enamorado. ¿Puede haber vocación
más hermosa? Decir a las gentes que no siempre es de noche ni todo es
tinieblas. Llevar un rayo de esperanza a los corazones entristecidos. Una
sonrisa gratuita en una sociedad violenta. Pronosticar que la verdad
terminará imponiéndose. Descubrir valores ocultos y carismas no
apreciados. Apreciar el lado bueno de las cosas y personas. Entender que
no todo es relativo. Encontrar el sentido de la vida. Testigo de todas las
luces. Testigo del que es todo Luz. Lectura
del santo Evangelio según San Juan 1,6-8. 19-28. Surgió
un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: éste venía como
testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a
la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. Los
judíos enviaron desde Jerusalén sacerdotes y levitas a Juan, a que le
preguntaran: —¿Tú
quién eres? El
confesó sin reservas: —Yo
no soy el Mesías. Le
preguntaron: —Entonces
¿qué? ¿Eres tú Elías? El
dijo: —No
lo soy. —¿Eres
tú el Profeta? Respondió: —No. Y
le dijeron: —¿Quién
eres? Para que podamos dar una respuesta a los que nos han enviado, ¿qué
dices de ti mismo? El
contestó: —Yo
soy "la voz que grita en el desierto: Allanad el camino del Señor"
(como dijo el Profeta Isaías). Entre
los enviados había fariseos y le preguntaron: —Entonces,
¿por qué bautizas, si tú no eres el Mesías ni Elías, ni el Profeta? Juan
les respondió: —Yo
bautizo con agua; en medio de vosotros hay uno que no conocéis, el que
viene detrás de mí, que existía antes que yo y al que no soy digno de
desatar la correa de la sandalia. Esto
pasaba en Betania, en la otra orilla del Jordán,
donde estaba Juan bautizando.
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COMENTARIO Juan
el Bautista era un hombre extraordinario. Fiel a su VOCACIÓN DE PRECURSOR
DEL SEÑOR, fue predicando por todos sitios, a todas las gentes, y a plena
voz: ¡PREPARAD UN CAMINO AL SEÑOR!
Yo no soy nada más que la VOZ QUE CLAMA EN EL DESIERTO. ¡Que
gran humildad la de Juan. Y que valentía la suya!
Muchos le siguieron porque su vida era muy atractiva, era consecuente con
lo que creía y predicaba: austero, sacrificado, valiente, fiel, verdadero
apóstol del Señor que llega… Toda esa audacia y fidelidad a la Verdad
le llegó a costar la vida, como le ocurriría a Jesucristo. Pero es que
el cristiano ha de ser así.
Faltan muy pocos días para la Navidad. Hay que
preparar un camino al señor, para que pueda llegar fácilmente a nuestro
corazón, al tuyo y al de muchos. Sé valiente y díselo a tus amigos,
para que la Navidad no se quede en pura fiesta folclórica.
Saludos de tu amigo Juan
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