|
|||||
E
V A N G E L I O
Domingo
34 del tiempo Ordinario 24 de Noviembre de 2002
![]() El
Reino de Dios, proclamado por Cristo, no es de
este «mundo» o sea no está regido por las leyes de nuestro pobre mundo
empecatado: «la ambición humana, la codicia de los ojos y la arrogancia
del dinero» (1 Jn 2,16). Por eso, la Iglesia
no debe jamás aliarse ni identificarse con ningún poder de este mundo,
ni, mucho menos, ofrecerse como alternativa ideal del poder civil. Celebrar
la fiesta de Cristo Rey es reconocer a Jesucristo como testigo de la
verdad, como libertador de toda esclavitud, como Señor del mundo y de los
hombres. Lectura
del santo Evangelio según San Juan 18,33-37. En
aquel tiempo, preguntó Pilato a Jesús: -¿Eres
tú el rey de los judíos? Jesús
le contestó: -¿Dices
eso por tu cuenta o te lo han dicho otros de mí? Pilatos
replicó: -¿Acaso
soy yo judío? Tu gente y los sumos sacerdotes te han entregado a mí: ¿Qué
has hecho? Jesús
le contestó: -Mi
reino no es de este mundo. Si mi reino fuera de este mundo, mi guardia
habría luchado para que no cayera en manos de los judíos. Pero mi reino
no es de aquí. Piloto
le dijo: -Conque,
¿tú eres rey? Jesús
le contestó: -Tú
lo dices: Soy Rey. Yo para esto he nacido y para esto he venido al mundo;
para ser testigo de la verdad. Todo el que es de la verdad, escucha mi
voz.
|
|
||||
|
COMENTARIO Terminamos
el Año Litúrgico con esta Fiesta tan importante de Jesucristo, Rey del
Universo. Al decir que es Rey se quiere expresar que el Jesús es el señor
de todo. Nosotros pertenecemos a ese Reino, o Pueblo de Dios, que va por
la tierra caminando hacia el encuentro del Reino de los Cielos, que será
la etapa definitiva. Lo importante es dejar de verdad que Jesucristo
dirija nuestras vidas, siguiendo sus indicaciones, sus mandamientos. Y
el Mandamiento principal de este Reino es el AMOR A DIOS Y EL AMOR AL PRÓJIMO.
Y todos los que de corazón pertenecen a este Reino son
BIENAVENTURADOS, felices, dichosos. Jesucristo es Rey, pero su Reino no
es de este mundo. Nosotros ahora estamos en el mundo, pero no debemos
ser “mundanos”, pensando que tenemos aquí la Patria definitiva. El
señor nos espera al final de nuestra vida en la tierra para hacernos
gozar de las alegrías eternas junto a Dios, pero no hay que olvidar que
el Camino es El mismo, así como la Verdad y la Vida. Dile al Señor: ¡Quiero
que Tú reines en mi vida, ayúdame a ser dócil o
obediente a las normas del camino que conduce hacia Ti!
Saludos de tu amigo Juan
|
||||