Jesús te llama:
Quiere hablar contigo

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E V A N G E L I O

 

Domingo 32 del tiempo Ordinario

10 de Noviembre de 2002

 

 

La insistente exhortación a velar, a estar alerta, va contra una falsa mística que despoja al cristiano de toda responsabilidad personal, esperando únicamente del cielo o de dirigentes religiosos la receta detallada del comportamiento moral.

El banquete de bodas, signo del Reino de Dios, exige de todos sus invitados espera vigilante, lucidez personal y social, convergencia hacia Cristo, Esposo de la nueva humanidad. ¿Celebramos el banquete eucarístico con estas disposiciones?

  Lectura del santo Evangelio según San Mateo 25,1-13.

En aquel tiempo dijo Jesús á sus discípulos esta parábola:

-El Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas y salieron a esperar al esposo.

Cinco, de ellas eran necias y cinco eran sensatas.

Las necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas.

El esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron.

A medianoche se oyó una voz:

-«¡Que llega el esposo, salid a recibirlo!»

Entonces se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas.

Y las necias dijeron a las sensatas:

-«Dadnos un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.»

Pero las sensatas contestaron:

-«Por si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a la tienda y os lo compréis.»

Mientras iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta.

Más tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo:

-«Señor, señor, ábrenos.»

Pero él respondió:

-«Os lo aseguro: no os conozco.»

Por tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.

 

 

 

 

COMENTARIO

Estimado amigo: Hoy el Evangelio nos recuerda que un día tendremos que llegar al final de  nuestro camino por la tierra. Ese día, como el ocurre a todos los seres vivos, se habrá acabado nuestro tiempo aquí. Pero a nosotros los humanos nos ocurre algo muy importante, que no le pasa a los demás seres. Cuando se acaba nuestro tiempo aquí, empieza para nosotros lo que se llama ETERNIDAD. ¿Qué es la ETERNIDAD? Vivir siempre  en el mundo del espíritu, junto a Dios si hemos escogido ese camino, o lejos de Dios si hemos escogido libremente otro camino. Llegan a vivir la TERNIDAD JUNTO A DIOS los que mantienen la lámpara de la fe y del amor encendida cuando llega el señor a buscarnos. Es muy importante que esa luz, que un día se encendió en nuestro Bautismo no se apague. Y para eso hace falta alimentarla siempre con la GRACIA DE DIOS. Para el que muere con la luz encendida, ese momento no es un fracaso, una terminación, sino el comienzo de la gran fiesta junto a Dios, que no acabará jamás. ¡Vale la pena!

                                   Saludos de tu amigo Juan

 

juangainza@hotmail.com)