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E
V A N G E L I O
Domingo
32 del tiempo Ordinario 10 de Noviembre de 2002
![]() La
insistente exhortación a velar, a estar alerta, va contra una falsa mística
que despoja al cristiano de toda responsabilidad personal, esperando únicamente
del cielo o de dirigentes religiosos la receta detallada del
comportamiento moral.
El
banquete de bodas, signo del Reino de Dios, exige de todos sus invitados
espera vigilante, lucidez personal y social, convergencia hacia Cristo,
Esposo de la nueva humanidad. ¿Celebramos el banquete eucarístico con
estas disposiciones? En
aquel tiempo dijo Jesús á sus discípulos esta parábola: -El
Reino de los Cielos se parecerá a diez doncellas que tomaron sus lámparas
y salieron a esperar al esposo. Cinco,
de ellas eran necias y cinco eran sensatas. Las
necias, al tomar las lámparas, se dejaron el aceite; en cambio, las
sensatas se llevaron alcuzas de aceite con las lámparas. El
esposo tardaba, les entró sueño a todas y se durmieron. A
medianoche se oyó una voz: -«¡Que
llega el esposo, salid a recibirlo!» Entonces
se despertaron todas aquellas doncellas y se pusieron a preparar sus lámparas. Y
las necias dijeron a las sensatas: -«Dadnos
un poco de vuestro aceite, que se nos apagan las lámparas.» Pero
las sensatas contestaron: -«Por
si acaso no hay bastante para vosotras y nosotras, mejor es que vayáis a
la tienda y os lo compréis.» Mientras
iban a comprarlo llegó el esposo y las que estaban preparadas entraron
con él al banquete de bodas, y se cerró la puerta. Más
tarde llegaron también las otras doncellas, diciendo: -«Señor,
señor, ábrenos.» Pero
él respondió: -«Os
lo aseguro: no os conozco.» Por
tanto, velad, porque no sabéis el día ni la hora.
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COMENTARIO Estimado
amigo: Hoy el Evangelio nos recuerda que un día tendremos que llegar al
final de nuestro camino por
la tierra. Ese día, como el ocurre a todos los seres vivos, se habrá
acabado nuestro tiempo aquí. Pero a nosotros los humanos nos ocurre
algo muy importante, que no le pasa a los demás seres. Cuando se acaba
nuestro tiempo aquí, empieza para nosotros lo que se llama ETERNIDAD.
¿Qué es la ETERNIDAD? Vivir siempre
en el mundo del espíritu, junto a Dios si hemos escogido ese
camino, o lejos de Dios si hemos escogido libremente otro camino. Llegan
a vivir la TERNIDAD JUNTO A DIOS los que mantienen la lámpara de la fe
y del amor encendida cuando llega el señor a buscarnos. Es muy
importante que esa luz, que un día se encendió en nuestro Bautismo no
se apague. Y para eso hace falta alimentarla siempre con la GRACIA DE
DIOS. Para el que muere con la luz encendida, ese momento no es un
fracaso, una terminación, sino el comienzo de la gran fiesta junto a
Dios, que no acabará jamás. ¡Vale la pena!
Saludos de tu amigo Juan
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