Docetismo

 Herejía cristológica que aparece ya hacia fines de la edad apostólica, se difundió en los primeros años del siglo II y dejó su impronta en la mayor parte de los sistemas gnósticos. Para los docetas, la humanidad de Cristo era sólo aparente; negaban por tanto, como aclaraba San Ignacio de Antioquía a los fieles de Esmirna, que "Jesucristo hubiera verdaderamente salido de la estirpe de David, según la carne... que hubiera nacido verdaderamente de una virgen... que verdaderamente hubiera sido traspasada por clavos su carne"; que "la Eucaristía sea la carne de Cristo, la carne que ha sufrido por nuestros pecados, la carne que el Padre, en su bondad, ha resucitado". (Ad Eph.).
 

se conoce bajo este nombre a la herejía cristológica de origen gnóstico, que creía ver en la humanidad  de Cristo sólo como una apariencia (del griego dókesis). Afirmaron que Aquél no había recibido de María nada corpóreo ya que el Mesías había asumido sólo lo que  habría de salvar y, la carne, por cierto, no podía ser salvada, lo que claramente contradice las Sagradas Escrituras en: 1Jn 1,13-14;1Jn 4,2-3;2Jn 7. En síntesis, rechazaron la encarnación de Dios y su sufrimiento, por entenderlo un acontecimiento indigno y escandaloso, pensamiento que se encontraba en consonancia con el paganismo vigente en aquella época, negadora de toda ‘íntima’ intervención divina en la historia del hombre, como lo describe S. Pablo en 1 Cor. 1,23-24.

Como puede observarse, tales doctrinas tendían a comprometer la veracidad del nacimiento, pasión y muerte de Cristo, como así también el valor real de su acción Redentora. Tertuliano y San Ireneo combatieron estas ideas defendiendo con vehemencia la encarnación del Verbo. Finalmente, el docetismo desapareció en el s. III.