Penitencia

 

"Sólo podemos conocer que alguno se ha convertido al cristianismo, cuando corrige sus vicios. (Tertuliano, en el tratado a Escápula, c. 20, sent. 2, Tric. T. 1, p. 195.)"

 

"¿Para qué será deliberar sobre si nos es conveniente el hacer penitencia o no? Dios manda que la hagamos, y no sólo lo manda, sino que nos convida a ella ofreciéndonos en recompensa la salud eterna, e interpone su juramento para que le creamos. ¡Dichosos nosotros por quienes el Señor tuvo a bien jurar! Mas ¡Ay de nosotros, desgraciados, si no diéramos crédito a lo que jura! (Idem. lib. de penitencia, c. 4, sent. 3., Tric. ídem. ídem.)"

 

"Es gravísimo ultraje de Dios el de aquellos que renunciaron y arrojaron de sí al demonio por medio de la penitencia, y después de haberle postrado a los pies de Jesucristo, vuelven otra vez a darle la preferencia en su corazón con una nueva culpa. Estos dan un triunfo al demonio, y le causan grande alegría; porque en recobrando la presa, triunfa en cierto modo del Señor de nuestras almas. Es una cosa cierta la que yo no quisiera pronunciar por horrible, pero la diré para vuestra edificación. Estos hombres estiman al diablo más que a Dios, porque después de haber conocido al uno y al otro, ya se resuelven con pleno conocimiento a ser de Satanás, y tienen por mejor al demonio después de haber probado en su corazón las suavidades de Dios. (Tertuliano, ídem. c. 5, sent. 4, ídem. ídem. ídem.)"

 

"Exomologesis o penitencia es un ejercicio que enseña al hombre a abatirse y humillarse, y requiere un tenor de vida proporcionada a alcanzar la divina misericordia; arregla en el penitente el alimento y el vestido, ordenándole que duerma en saco y ceniza; que traiga el cuerpo desaliñado, el espíritu abatido, y sumergido con el intimo dolor de las culpas, y con fervorosos deseos de expiarlas, repasando su memoria con amargura y sentimiento, reduciéndose al sustento de pan \ agua pura para poder mantener al alma; dando vigor a las oraciones con el ayuno, pide que se gima, se llore y se clame a Dios de 'dia y de noche: que nos postremos a los pies de los presbíteros, y doblemos nuestras rodillas ante los altares del Señor; que reguemos a todos nuestros hermanos que intercedan por nosotros al Señor. (Tertuliano, ídem, c. 9, sent. 6, Tric. ídem, p. 196.)"

 

"Hablando con ironía de los que quieren hacer penitencia sin dejar los placeres, dice: Aumentad vuestra dispensa, buscad las más exquisitas viandas, y los excelentes vinos; y cuando os pregunten por qué os entregáis así a los placeres de la vida, responded: Yo he ofendido a Dios: estoy expuesto a perderme para siempre: ved aquí por qué me aflijo y mortifico mi cuerpo, para procurar por todos los medios posibles reconciliarme con Dios,a quien he ofendido con mis culpas. (Tertuliano, ídem, sent. 7, c. 11, Tric. T. 1, p. 196 y 197.)"

 

"Tengo por atrevimiento el disputar de la bondad del precepto divino: pues no sólo debemos escucharle porque es bueno, sino porque es precepto de Dios. En el rendimiento del obsequio, primero es la majestad del Emperador, que la utilidad del que le sirve. (Tertuliano, lib. de Penitencia, sent. 5, adic.. Tric. T. 1, p. 360.)"

 

"Porfiadísimo enemigo es aquel: nunca descansa en su malicia. antes bien, entonces procede con mayor crueldad, cuando conoce que el hombre enteramente se ha librado: entonces se enciende más cuando se apaga. (Tertuliano, ídem, sent. 6, adic.. Tric. ídem. ídem.)" "En esta segunda penitencia, cuanto es un punto más estrecho, tanto más fuerte es la prueba: para que no solamente se mire a la conciencia, sino que se manifieste la penitencia en algún acto: este acto se llama exomologesis. en la cual confesamos el delito a Dios. no como a quien lo ignora, sino como que la satisfacción se dispone con la confesión, y con al confesión y penitencia se aplaca a Dios. (Tertuliano. ídem. sent. 7. adic.. Tric. ídem. ídem.)"

 

"Si quieres volver atrás y retractarte de la exomologesis. -esto es penosa satisfacción- considera en tu corazón el fuego del infierno, y que la exomologesis es lo que le apaga: imagina primero lo grande de la pena. para que no dudes aceptar el remedio. (Tertuliano, ídem. sent. 8. adic.. Tric. ídem. p. 361.)"

 

"Entendemos que la mortificación, los trabajos y castigos que Dios envía, son convenientes al que sufre: y que los nombres de furor y de ira que se atribuyen al Señor, significan los medios de que usa para instruir y reprender: por lo que decía David: No me reconvengas. Señor, en tu furor, ni me reprendas en tu ira. (Orígenes. Comment. in Exod.. sent. 3. Tric. T. 1. p. 247.)"

 

"¡Qué vergonzoso es en un cristiano, siendo él un siervo, huir del trabajo y no querer padecer por sus pecados, habiendo padecido Jesucristo por los nuestros, siendo el Señor! Si el Hijo de Dios padeció por hacernos a nosotros también hijos, ¿cómo los hombres rehusan el padecer por conservar la calidad de hijos de Dios. y semejantes a Jesucristo? (S. Cipriano, carta 56 a Cornelio. sent. 6. Tric. T. 1. p. 296.)"

 

"Volved a mí todo vuestro corazón, juntamente con ayunos, llantos y suspiros.. ¿Pensaremos, acaso, que se lamenta de todo corazón y que con ayunos, llantos y suspiros ruega al Señor aquel que desde el primer día de su delito, sustentándose con abundantes manjares no comunica su alimento y su bebida con la necesidad de los pobres? El que anda alegre y contento, ¿es qué se conoce que llora su muerte? ¿Procura agradar a alguno el que desagrada a Dios? ¿Acaso gimen y se lamenta la que se ocupa en vestirse con el adorno de preciosas vestiduras, y no piensa en que ha perdido la estola de Jesucristo: en recibir costosos trajes, y no en llorar los daños de la divina túnica del Bautismo? (S. Cipriano, lib. de Lapsis. sent. 12. adic.. Tric. T. 1. p. 382.)"

 

"¡Ah. miserable, has perdido tu alma. has empezado a sobrevirir a tu mente espiritual, y a llevar andando en este mundo tu mismo sepulcro. y no lloras amargamente! ¡No te escondes y ocultas, o por la vergüenza del delito, o por la continuación de los lamentos! Ve aquí las peores heridas de los pecadores; ve aquí los mayores delitos. ¡Haber pecado, y no dar satisfacción! ¡Haber delinquido, y no llorar los delitos! (S. Cipriano, ibid., sent. 13, adic, Tric. T. 1, p. 382 y 383.)"

 

"Aun después que David supo que Dios le había perdonado su culpa, no por eso dejar de hacer penitencia. (S. Cirilo de Jerusalén, Cath. 2, sent. 1, Tric. T. 2, p. 336.)"

 

"Si hoy hacéis penitencia de vuestros pecados, guardaos de perder vuestra alma, pasando el día siguiente en los bailes. No seáis pródigos, hermanos míos, del tiempo destinado a vuestra salud, empleándolos en diversiones y juegos; o por mejor decir, en ser vosotros el juguete de la vanidad. (S. Efrén, Encom., in Psalm., sent. 4, Tric. T. 3, p. 78.)"

 

"No tanto considera Dios la acción como la disposición de -„ voluntad; atiende menos a lo que se hace, que a la atención y afecto con que se ejecuta. (S. Efrén, de Poenit., sent. 25, Tric. T. 3, p. 81.)"

 

"No les basta a los penitentes, para salvarse, separarse de sus pecados, además de esto, que lleven frutos dignos de penitencia. (S. Basilio, sent. 36, Tric. T. 3, p. 197.)"

 

"Pues hemos pecado con nuestro cuerpo cuando entregamos a la iniquidad nuestros miembros para servir al pecado. Confesemos tam bien con el cuerpo, tomándole por instrumento para satisfacer por las culpas. Si maldijiste, bendice; si engañastes en algún trato al prójimo, restituye; te embriagaste, ayuna; si fuiste soberbio y arrogante, humíllate; tuviste envidia de alguno, ora por el. (S. Basilio, in Psalm. 32, sent. 3, adic., Tric. T. 3, p. 380.)"

 

"Demasiado hemos vivido para el mundo: vivamos para nosotros lo que resta. ¿Qué compensación será correspondiente al valor del alma? ¿Qué habrá que pueda compararse con el cielo? (S. Basilio, Exhort. ad Bapt., sent. 9, adic.. Tric. T. 3, p. 381.)"

 

"Hay un segundo bautismo que es el de las lágrimas, mucho más áspero y laborioso que el primero: y aquel verdaderamente se lava, que riega todas las noches su lecho con lágrimas: aquel para quien solas las cicatrices de su pecado son de un deber intolerable; que va siempre llorando y abatido con la tristeza; que imita la conversión de Manases y el arrepentimiento de los Ninivitas; que es explica con las palabras del Publicano en el templo, y que se postra en tierra implorando la divina misericordia, como la Cananca, pidiendo para su consuelo las migajas, esto es, el alimento del perro hambriento. (S. Greg. Nacianc., Orat. 39, sent. 47, Tric. T. 3, p. 360.)"

 

"No solamente es culpable haber sido malo, sino también haber estado por su voluntad cerca de serlo: porque el mal deseo casi paga la misma pena que la acción. (S. Greg. Nacianc., Orat. 2, sent. 3, adic. Tric. T. 3, p. 393.)"

 

"Bien se puede abreviar el tiempo de la penitencia y dar antes la comunión, según las pruebas que se hagan del pecador a quien se haya aplicado este remedio. Porque así como nos está prohibido arrojar las perlas a los cerdos, así tampoco sería justo y razonable privar de esta preciosa perla al que apartándose del vicio y de toda impureza, dejó ya de ser un animal inmundo. El adulterio y las demás especies de impurezas, estarán sujetos a las mismas penas que la fornicación, a no ser que se doble el tiempo de la penitencia por esta especie de culpas. (S. Greg. de Nisa, Orat. 5, sent. 17, Tric. T. 4, p. 115 y 116.)"

 

"De palabra prometemos muy bien hacer penitencia; pero en nuestras acciones no manifestamos ejercicio alguno penoso y laborioso; vivimos del mismo modo que antes, siguiendo nuestra costumbre: manifestamos la misma alegría que antes; nuestro traje es el mismo; nuestra mesa es tan espléndida como antes; dormimos sin cuidado alguno cuanto nos place; las ocupaciones y negocios se alcanzan unos a otros, y hacen que se olvide el alma de su salud: de suerte, que sólo tenemos el nombre de penitentes, sin producir fruto alguno. (S. Greg. de Nisa, sent. 20, Tric. T. 4, p. 116 y 117.)"

 

"Pecó David, como suelen los reyes; pero hizo penitencia; lloró y gimió, lo que los monarcas no suelen practicar. Confesó su pecado y pidió perdón; se postró llorando su pecado, ayunó, oró, hizo que pasasen a todos los futuros siglos los públicos testimonios de su confesión y su dolor. (S. Ambrosio, Apolog. David, c. 4, sent. 30, Tric. T. 4,p.319.)"

 

"Negó San Pedro a Jesucristo, mas todavía no llora, porque no le había mirado el Salvador. Le negó segunda vez: todavía no llora, porque aún no le había mirado Jesucristo. Por último, le negó tercera vez, y mirándole Jesucristo. Por último, le negó tercera vez, y mirándole Jesucristo, inmediatamente lloró, y lloró amargamente. (S. Ambrosio, ibid., c. 6, sent. 31, Tric. T. 4, p. 319.)"

 

"El que hace penitencia, debe ofrecerse a la pena para que Dios le castigue aquí y no le reserve para los eternos suplicios: por lo cual, no debe diferir para otro tiempo el sufrir, sino apresurarse por prevenir el castigo y anticiparse a la indignación divina. (S. Ambrosio, in Psalm. 37, sent. 41, Tric. T. 4, p. 321.)"

 

"Aunque el Señor tenga voluntad de perdonarnos, quiere, no obstante, que le reguemos. (S. Ambrosio, ibid.. n. 15, sent. 42, Tric. T. 4, p. 322.)

 

"Ninguno debe desconfiar de la misericordia de Dios; ninguno debe desesperar de su salvación con la vista de los pecados de la vida pasada: porque Dios sabrá mudar la sentencia de vuestra condenación, si vosotros sabéis corregir la iniquidad de vuestra vida. (S. Ambrosio, lib. 2. in c. I Lúe.. sent. 77. Tric. T. 4, p. 329.)"

 

"¿Cuál es el remedio de la penitencia y de qué se compone? Lo primero, de la confesión y detestación de los pecados; lo segundo, de una grande humildad para llorarlos y llevar frutos dignos de penitencia, de modo que no vuelva el pecador a los mismos delitos; lo tercero, de una grande profusión de limosnas, en cuando se pueda, para empezar a rescatarse de la muerte, según aquellas palabras de la Escritura: Las riquezas sirven para el rescate del alma: por último, de una grande mansedumbre para no enojarse con nadie, no volver mal por mal. y perdonar a todos los que nos ofendan, según aquel precepto de la misma verdad: Perdonad, y seréis perdonados. (S. Ambrosio. in Epist., ad Hebr.. c. 6. sent. 104. Tric. T. 4. p. 334.)"

 

"Muchas veces pide el acreedor el dinero prestado, cuando el deudor no se lo puede volver: mas Dios sólo os pide el afecto que siempre está en vuestro poder el que debe a Dios. nunca es tan pobre. que no pueda pagar, si él no se empobrece a sí mismo: pues aunque no tenga que vender, siempre halla en sí con que pagar: las oraciones. las lágrimas y los ayunos, son la moneda que sirve al buen deudor para con este acreedor divino: lo cual es muchísimo mejor que si tomara dinero de sus bienes y heredades para presentarle a Dios, sino añadía el precio de su fe. <S. Ambrosio, de Poenit., lib. 2. c. 8. sent. 112,Tric.T.4,p.336.y

 

"Hay algunos que sólo piden la penitencia para que se les conceda inmediatamente el uso de la comunión. Estos, no tanto pretenden ser desatados, cuando enlazar al Sacerdote, pues en esto no descargan su conciencia y cargan la del presbítero a quien manda Dios no dar el santo a los perros. (S. Ambrosio, ibid.. c. 9. sent. 113. Tric. ibid.. p. 337.)"

 

"Algunos creen que la penitencia consiste simplemente en abstenerse de comulgar. Estos ejercen contra sí mismo un juicio severísi-mo: pues cuando se condenan a esta pena. se privan al mismo tiempo del remedio de sus males, siendo así. que sola la pena de verse privados, separados de esta gracia celestial, debiera causar en ellos el más sensible dolor. (S. Ambrosio, ibid., ibid., sent. 114, Tric. ibic., ibid.)"

 

"Más personas he hallado que hayan vivido en la inocencia del bautismo, que de las que han hecho verdadera penitencia después de haberla perdido. (S. Ambrosio, ibid., c. 10, sent. 115, Tric. ibid., ibid.)"

 

"Para curara una llaga profunda, se necesita un largo y poderoso remedio, y el delito grande tiene necesidad de una grande satisfacción para ser expiado. (S. Ambrosio, ad Virg., laps, c. 8, sent. 139, Tric. T. 4,p.312.)"

 

"No pecar nada, es propio de solo Dios: enmendar el yerro, y hacer penitencia de la culpa, es propio del sabio... Pero rara es la clara confesión del pecado, y rara es la penitencia; porque repugna por una parte la naturaleza y por otra la vergüenza. (S. Ambrosio, in Lev., c. 11, sent. 10, adiic.. Tric. T. 4, p. 399.)"

 

"E.s tan grande el remedio de la penitencia, que parece que mide Dios su sentencia. En tu mano está salir bien: quiere Dios que le pidan, que esperen en el, que le supliquen: eres tú hombre y quieres que te rueguen que perdones: ¿y piensas que Dios te ha de perdonar sin que ores? (s. Ambrosio, de Poenit., lib. 2, c. 6, sent. 44, adic.. Tric. T. 4, p. 406.)"

 

"Cuando os convirtáis a Dios y gimáis en su presencia os salvaréis y conoceréis entonces el estado en que os hallabais: porque no podremos conocer bien el miserable estado de nuestros males hasta después de haber recobrado la salud. (S. Jcrón., ad Rusl., Ep. 125, sent. 34, Tric. T. 5, p. 244.)"

 

"La verdadera penitencia consiste en llorar los pecados cometidos, y en volver a llorar los que se han cometido. (S. Jerón., in Psalm. 118, sent. 114, Tric. T. 5, p. 259.)"

 

"Cinco medios hay para expiar sus culpas: el I.", es la detestación de los pecados; el 2.°, el perdón de las ofensas; el 3.", la oración; el 4.'-', la limosna; el 5.°, la humildad. No os debilitéis con la ociosidad y la pereza; adelantad todos los días en los caminos propuestos, porque no son muy difíciles, no os podéis excusar con la pobreza de no reprimir la ira, de no abrazar la humildad, de no orar con frecuencia y de no detestar los pecados. (S. Juan Crisóst., Homl. 4, de bapt. Christ., sent. 23, Tric. T. 6, p. 301.)"

 

"¿Os parece que lo que Dios pide de nosotros es una cosa de grande molestia y pena? Lo que nos pide es la contrición del corazón, la compunción del alma, la confesión de los pecados, y una continua vigilancia sobre nosotros mismos. De este modo no solamente cura nuestras heridas, sino que convierte en justos a los que antes estaban cargados de culpas. Considerad bien cuánta debe ser para esto la grandeza de su misericordia, y el exceso de su divina bondad. (S. Juan Crisóstomo, HomL 20, ibid., sent. 94, Tric. T. 6, p. 317.)"

 

"Compungios en vuestro lecho de lo que habéis pensado en vuestro corazón. Si durante el día no habéis tenido lugar de pensar en vosotros mismos, si vuestros negocios, si las visitas de vuestros amigos, y otras mil ocupaciones os lo han impedido, sea para vosotros la cama un puerto tranquilo, en donde recogidos, os digáis: Alma mía, ya este día se ha pasado: veamos el bien o el mal que has hecho, si en vuestro examen reconocieseis que habéis hecho algún bien, dad gracias a Dios; si por e! contrario, hubieseis cometido algún mal, formad propósito de no volver a el; si la memoria de vuestros pecados os hace derramar lágrimas, este es el medio de borrar vuestros pecados antes de dejar la cama. Suplicad, pues, al Señor antes de entregaros al sueño, y pedidle su misericordia para que os deje descansar. (S. Juan Crisóst., in Psalm. 50, sent. 130, Tric. T. 6, p. 324.)"

 

"Mayor mal es no procurar satisfacer a Dios después de haberle ofendido, que el ofenderle. (S. Juan Crisóstomo, in Psalm. 109, sent. 133, Tric. T. 6, p. 124.)"

 

"El que no quisiere experimentar la bondad de Dios confensando sus culpas, experimentará su justicia por haberlas callado: solamente el rigor del Juez severo podrá castigar la tenacidad de aquel que pudo borrar sus pecados en la confesión y penitencia. (S. Juan Crisósto., ibid., sent. 134, Tric. ibid., ibid.)"

 

"Tenemos necesidad de grande penitencia, de inexpugnable constancia, de oración frecuente y de una larga perseverancia para conseguir los bienes que Dios nos tiene prometidos. Digámosle, pues, muchas veces: Señor, favoreced a este pobre pecador; pero cuanto explicamos estos sentimientos con nuestras palabras, debemos estar penetrados de este deseo en lo interior de nuestro corazón. (S. Juan Cri-sóst., HomL 17, ad Hebr., sent. 150, Tric. T. 6, p. 328.)"

 

"En los tribunales de la justicia humana, siempre se sigue la muerte después de la acusación y confesión de los delitos: pero en el Tribunal del Supremo Juez, a la confesión y acusación de los pecados sigue la recompensa. (S. Juan Crisóst., Homl. 3, in Isaiam, sent. 159, Tric. T. 6, p. 330.)"

 

"Señor, si examináis las iniquidades, ¿quién podrá sufrir vuestro juicio? Cuando David hablaba de este modo, conocía muy bien que delante de Dios somos reos de una infinidad de pecados, y que los que parecen más leves, y tal vez no los vemos, se nos representarían algún día en el juicio para ser castigados con mucho rigor. (S. Juan Crisóst., lib. 2, c. 5, sent. 170, Tric. T. 6, p. 333.)"

 

"Es muy bueno traer a la memoria los pecados pasados, aun aquellos que Dios nos ha perdonado; esto mismo debe movemos a amarle más, a confundimos de haberle ofendido tanto, y a concebir más vivos sentimientos de compunción: considerando que si su misericordia no nos hubiese socorrido, el enorme peso de tantas culpas nos hubiera abismado en lo profundo del abismo. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 171, Tric. ibid., ibid.)"

 

"No juzga Dios de la penitencia por lo largo del tiempo, sino por el afecto del corazón. Los Ninivitas no necesitaron largo espacio de tiempo para conseguir el perdón de sus pecados, y el buen ladrón, casi en un instante, mereció la entrada en el paraíso. (S. Juan Crisóst., ad Theod., lapsis, sent. 179, Tric. T. 6, p. 335.)"

 

"Lo que muchos hacen con trabajo en sus ayunos, gemidos, oraciones, saco y ceniza, y todas las demás austeridades de la penitencia para borrar sus culpas, lo podemos ejecutar nosotros sin tanta pena, si queremos esforzamos a reprimir la ira y a perdonar de corazón las injurias. (S. Juan Crisóst., Serm. in illud si esurierit inimicus, n. 3, sent. 205, Tric. T. 6, p. 341.)"

 

"El verdadero baño del alma, son los arroyos de lágrimas, los gemidos que salen de lo íntimo del corazón, la compunción continua, las oraciones frecuentes, las limosnas abundantes, llorar el pecado y condenar la vida pasada: de este modo se lava y purifica la iniquidad de las culpas y se borran las manchas del alma. (S. Juan Crisóst., Serm. 19, de libello repuddii, n. 4, sent. 210, Tric. t. 6, p. 342.)"

 

"Se debe arreglar la penitencia, no solamente según la naturaleza de los delitos, sino también según la disposición del corazón de los pecadores, como vemos que lo hizo San Pablo con el incestuoso de Corinto, cuya flaqueza advirtió, según aquellas palabras: porque no le oprima el exceso de la tristeza. (S. Juan Crisóst., Homl. 1 ad Corint., sent. 328, Tric. T. 6, p. 371.)"

 

"Habiendo visto Dios que todos los habitantes de Nínive se habían convertido de su mala vida, se arrepintió de los males que había dicho que les haría. No dice el Profeta, que habiendo visto Dios que había ayunado, y que estaban cubiertos de cilicio y ceniza; no lo digo para arruinar el ayuno, ni Dios lo ermita, sino solamente para exhortaros a que hagáis alguna cosa más excelente, eso es, a abstenerse de toda suerte de vicios. (S. Juan Crisóst., Homl. ibid., sent. 329, Tric. ibid. ibid.)"

 

"Cuando habéis pecado, llorar, no sólo por la apresión de las penas que merecéis, porque esto aún es poco, sino porque habéis ofendido a vuestro Señor, que es tan bueno, que os ama tan tiernamente, que desea vuestra salvación, que dio a su propio Hijo por libraros de la muerte. Por estos motivos, debéis verdaderamente gemir y gemir sin cesar: porque la verdadera confesión de nuestras faltas no se conforma con la disposición de estar hoy alegre y mañana triste y al día siguiente volver a las alegrías: es necesario permanecer constante en la contrición del corazón. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 330, Tric. ibid., p. 372.)"

 

"Examinad todos los remedios que pueden servir para curar vuestras llagas, y empleadlos todos sin tardanza: estos son la humildad, la confesión de los pecados, el perdón de las injurias, la acción de gracias en las adversidades, la misericordia para asistir al prójimo, así con el dinero, como con los buenos oficios: por último, la fervorosa oración. (S. Juan Crisóst., ibid., sent. 331, Tric. ibid., ibid.)"

 

"Hay más conversiones falsas que verdaderas. (S. Agust., Psalm. 39, sent. 53, Tric. T. 7, p. 349.)"

 

"En la muerte será inútil la penitencia, porque llegará tarde. ¿Queréis que os aproveche? No esperéis a hacerla tan tarde. (S. Agust., Psalm. 52, sent. 70, Tric. T. 7, p. 461.)"

 

"La penitencia de esta vida es un dolor saludable que nos sana; y la penitencia de.<la otra es un dolor penal que sólo sirve de tormento. (S. Agust., Psalm. 57, sent. 82, Tric. T. 7, p. 462.)"

 

"El verdadero penitente sólo pretende en este mundo la misericordia de Dios. (S. Agust., Psalm. 61, sent. 93, Tric. T. 7, p. 463.)"

 

"La contrición del corazón es la piedad y la humildad: el que tiene el corazón contrito, se irrita contra sí mismo para que Dios le sea favorable; él se hace su propio juez, para que Dios sea su defensor. (S. Agust., Psalm. 74, sent. 120, Tric. T. 7, p. 465.)"

 

"La penitencia causa tormento; la justicia produce más tranquilidad: y la vida eterna glorifica. (S. Agust., Psalm. 150, sent. 180, Tric. T. 7, p. 470.)" "Los pecados cometidos después del bautismo no se verán del mismo modo que los que antes se habían cometido: de los primeros se consigue el perdón con sola la virtud del bautismo, pero los otros solamente se perdonan con muchas lágrimas, llantos, gemidos, ayunos, oraciones y trabajos proporcionados a la gravedad del pecado cometido. En cuanto a los que no se hallan en esta disposición, así como no se debe desesperar de su salud, así tampoco se les debe conceder fácilmente los santos misterios para no dar las cosas santas a los perros, ni arrojar a los cerdos las perlas. (Teodoreto, Hist., Her. Act. 28, sent. 5, Tric. T. 8, p. 262 y 263.)"

 

"Es saludable observancia aprobada por uno y otro testamento, procurar la divina misericordia con la mortificación del cuerpo y del espíritu: pues nada mueve a Dios con mayor eficacia, que el hombre que se juzga a sí mismo y continuamente se humilla pidiendo perdón, sabiendo que nunca está sin culpa. (S. León, Papa, Sermr. 90, c. 1, sent. 68, Tric. T. 8. p. 399.)"

 

"Por la experiencia habéis aprendido la utilidad de la mortificación para purificar a los hombres interior y exteriormente. El que se abstiene de lo lícito, resiste con más facilidad a lo que no es permitido. La verdadera abstinencia, hermanos míos, no consiste en sola la mortificación del cuerpo, ni en cercenar el alimento. La perfección de esta virtud consiste principalmente en la pureza del alma, que no solamente pisa la concupiscencia de la carne, sino que también desprecia las vanidades de la sabiduría mundana. (S. León, Papa, Serm., 51, c. 1, p. 355, sent. 72, Tric. T. 8, p. 301.)"

 

"Rendimiendo el tiempo, porque los días son malos. Redimimos el tiempo cuando reparamos con las lágrimas de la penitencia la vida pasada que hemos perdido en los extravies y desórdenes. (S. Greg. el Grande, lib. 5, c. 39, p. 172, sent. 14, Tric. T. 9, p. 234.)"

 

"El pecador que con llanto se convierte, ya empieza a ser justo: pues da principio a la acusación de lo que hizo. ¿Cómo no ha de ser justo el que por medio de sus lágrimas está castigando en sí mismo la injusticia? Nuestro Abogado que es justo, nos defenderá en el juicio como justos, porque nosotros nos conocemos y acusamos como injustos. No confiemos, pues, en nuestras acciones, sino en lo que alegrará nuestro Abogado. (S. Greg. el Grande, Homl. 7, sent. 23, adic.. Tric. T. 9, p. 386 y 387.)"

 

"¿Por qué, pecador, es tu vida tan odiosa a tus mismos ojos? ¿Qué buscas, hombre sin fe, que sea más precioso que tu alma? Date prisa a llegar a las fuentes de la salud, antes que se cierre para ti sin recurso la puerta de la misericordia. La penitencia te abre un asilo seguro; determínate a alegrar a los espíritus celestiales que hacen fiesta en la conversión del pecador; sólo espera el Médico que te ha de sanar, ver correr las lágrimas. Llega sin miedo, descubre la llaga de tu alma, ofrece tu llanto en sacrificio para que esas lágrimas preciosas sirvan para curarte. La penitencia te abre las puertas de la salud, apresúrate por entrar antes que te las cierren. (S. Anselmo, Exhort. ad contemp-tum temporalium, sent. 3, Tric. T. 9, p. 338.)"

 

"Derrama en esta vida lágrimas para no verterlas inútilmente en la otra. Aquí reina la misericordia, allá la justicia; aquí la sensualidad, allá los tormentos sin fin; aquí la loca alegría, allá las lágrimas sin consuelo; aquí los cánticos de regocijo, allá el eterno fuego; aquí los cánticos de regocijo; allá las moderduras de las serpientes; aquí la pompa y la soberbia, allá una vergüenza insoportable y una amarga confusión. Humíllate, pues, en este valle de miserias, para que no te condenes a ser arrojado en las tinieblas exteriores: no pongas tu felicidad en los placeres momentáneos del mundo, no sea que en la eternidad te toque una desolación que para siempre te abrume. (S. Anselmo, ibid., sent. 4, Tric. T. 9, p. 339.)"

 

"Entre tanto que resplandece la gracia y te concede tiempo para hacer penitencia, date prisa a robar el cielo con el fervor y con la frecuencia de las más humildes súplicas; ama con todo tu corazón a Dios, así como El te ha amado; teme el día en que has de dar la cuenta y sufrir el rigor de su juicio. Renuncia por amor del Salvador todas las cosas, y hazte, por decirlo así, extraño a ti mismo. Vela todos los instantes sobre las acciones de tu vida con la más sincera y santa exactitud; aléjate del comercio de este siglo impuro para merecer la herencia del reino de Dios. (S. Anselmo, ibid., sent. 5, Tric. ibid., ibid.)"

 

"Llevad sin cesar en la frente la confusión que debe imprimir en ella la memoria de vuestros pecados. La triste memoria de vuestras iniquidades os tenga siempre avergonzados en la presencia de Dios, y esta saludable vergüenza os haga temer y teneros por indignos de levantar los ojos al cielo. Caminad con rostro humillado, con los ojos en tierra, con un porte modesto, y con un aire triste y afligido, con un modo que de a entender el dolor de un corazón contrito, con vestido sencillo y no afectado, o que esté denotando el lujo de vuestras almas; revestios de saco y de ceniza; llevad sobre la carne el cilicio, siempre prontos a llorar, a confundiros, a gemir y suspirar; fomentad en el fondo de vuestros corazones el espíritu de la santa compunción: salgan frecuentes de vuestros pechos los sollozos: no tengáis otro placer que la aflicción, los gemidos y las lágrimas de un corazón contrito y humillado. (S. Anselmo, ibid., sent. 11, Tric. T. 9, p. 341.)"

 

"Vos, Señor, me habéis amado, y os entregasteis por mí. Estén siempre mis intenciones con Vos en el cielo, y vuestra protección y gracia estén siempre conmigo en la tierra. Vos que me amasteis cuando yo os despreciaba, socorredme ahora que me abraso en el deseo de ser vuestro, y de no amar sino a Vos. Daos a un corazón que os busca, pues os disteis a quien no os conocía. Recibid a un pecador que vuelve a Vos, pues le redujisteis cuando iba huyendo de Vos. Yo os amo para que améis, o por mejor decir, porque me amáis. Ameos yo, para que todavía me améis más. Haced que mis pensamientos, mis intenciones, deseos y afectos, me tengan siempre unido con Vos en la unidad, y en el secreto de mi interior, y que todos se dirijan a aquella feliz habitación en donde nuestra naturaleza, de la que por un exceso de misericordia os revestísteis, reina ya en el colmo de la gloria y en el centro de la felicidad. Viva yo inseparablemente unido con Vos; no me canse jamás de adoraros ni de serviros, sino que persevere hasta el fin, os busque con fidelidad, logre la dicha de hallaros en el lugar de la suprema bienaventuranza., y os posea por toda la eternidad. (S. Anselmo, 1 Meditat., sent. 41, Tric. T. 9, p. 350.)"

 

"Es poco haber podado una vez: es preciso podar muchas veces, o siempre, por mejor decir, porque los vicios a cada instante retoñan. (S. Bem., Serm. 57, in Cant., n. 10, sent. 26, Tric. T. 9, p. 323.^

 

"Lo que hace la buena conciencia, es hacer penitencia de los pecados y abstenerse de cometerlos. (S. Bem., Tract. de Offic., c. 2, sent. 45, Tric. T. 10, p. 325.)"

 

"La señal de la verdadera compunción, es quitar la ocasión. (S. Bem., Serm., 1, sent. 102, Tric. T. 10, p. 328.)"

 

"El orden más bello y saludable consiste en que lleves tú primero la carga que a otros impones. (S. Bem., Epist. 221, n. 3, sent. 115, Tric. T. 10, p. 329.)"

 

"La religiosa tristeza o está llorando los pecados ajenos, o los propios. (S. Bem., Serm. de S.eta Magda!, n. 1, sent. 154, Tric. T. 10, p.331.)"

 

"Extramada locura es que seamos Urti descarados para las torpezas, y que nos de rubor la penitencia, siendo tan precipitados a recibir las heridas, y muy vergonzosos para aplicar los remedios. (S. Bern., Serm. in Circunc., sent. 156, Tric. T. 10, p. 331.)"