Pecado
"Así como el médico
procura con medicamentos atraer a la parte exterior del cuerpo ciertas
enfermedades o daños interiores, aunque ocasione en esta operación al paciente
más crueles dolores de los que padecía, del mismo modo Dios, cuando ve que
nuestros males espirituales penetran hasta lo íntimo, saca al público la
iniquidad que estaba oculta, para que nos reconozcamos y apliquemos los remedios
oportunos. (Orígenes,
Comment, in Exod., sent. 1, Tric. T. 1, p. 247.)"
"Ya no
me indignaré más contigo, ni te celaré, pues no te has enmendado cuanto te
corregía, dice el Señor: ya no se explicará para contigo mi afecto celoso.
Cuando Dios no explica su enojo contra el que peca, es señal de su mayor
indignación. (Orígenes,
ibid sent 2 Tric.T. 1,p.247.)"
"Yo te
constituí, dijo Dios a un Profeta, para que arranques, disipes, edifiques y
plantes; lo primero, es arrancar de nosotros las raíces del mal, porque Dios no
edifica lo que es bueno en un lugar que halla ocupado con algún edificio malo. (Orígenes, Homl. 1, in Jerem.,
sent. 4, Tric.T. 1,p.247.)"
"Todo
hombre que peca, es hijo del demonio. Nos hacemos hijos suyos cuantas veces
pecamos; por el contrario, renace en Dios el justo cuantas veces practica las
acciones de virtud; pues así como Jesucristo es engendrado continuamente de su
Padre, siendo nosotros hijos suyos adoptivos, en todas nuestras obras nos
reengendramos en El, esto es, con cada pensamiento bueno y cada acción santa,
renovamos la dignidad de hijos de Dios. (Orígenes, Homl. 9, in Jerm.,
sent, 6, Tric.T. 1,p.248.)"
"No se
han de despreciar las faltas, aunque parezcan leves: porque vemos que un
pajarito que cayó en la red, aunque esté preso por una uña, todo el vigor y
ligereza de sus alas no le podnTsacar del peligro: de este modo, aunque el resto
de su cuerpo esté libre y fuera de la red, todo el permanece preso. (S. Efrén, -De mort. ling.,-
sent. 11 Trie T 3,^79.)"
"Es naturaleza del
pecado dar poco placer y mucho dolor; agradar por poco tiempo y atormentar para
siempre. (S.
Efrén, -V Cont. neg. resurrect.,- sent. 17, Tric. T. 3, p. 80.)" "Sabed que sólo
el pecado es el verdadero mal y la causa de nuestra perdición; y que las
calamidades del mundo que afligen nuestros sentidos, son un mal aparente, porque
son un mal, que tiene en sí la virtud y el efecto del verdadero bien, pues es
la causa de la salud eterna de nuestras almas. (S. Basilio, sent. 17, Tric. T.
3, p. 193.)"
"En
este mundo no hay propiamente mal, como no sea el pecado que hiere el alma; pues
todo lo demás, como es, la pobreza, la ignominia, las enfermedades y la muerte,
ningún sabio las llamará males; porque los bienes contrarios que nos vienen
por el nacimiento o por otras diversas casualidades que se ofrecen en la vida,
tampoco deben considerarse como grandes bienes. (S. Ambrosio, sent. 1, Tric. T. 4, p.312.)"
"Muchos
se alegran de recibir la absolución de sus pecados, y tiene razón, si se
enmiendan: peor si han de perseverar en las culpas, es locura su alegría;
porque en este caso, menos mal sería ser condenados para no acumular más
delitos. (S. Ambrosio, de bono mort., c. 7, sent. 17, Tric. T. 4, p. 316.)"
"Nuestro
pecado, es nuestro mayor enemigo; este nos turba en el reposo, nos aflige en la
salud, nos entristece en el gozo, nos inquieta en la tranquilidad, mezcla su
amargura en nuestra misma dulzura, y nos despierte en el descanso del sueño.
Por el pecado, nos vemos convencidos sin acusador; atormentados sin verdugo;
atados sin cadenas, y vendidos sin que nadie nos haya puesto en venta. (S. Ambrosio, in Psalm. 37, sent.
45, Tric. T. 4, p. 322.)"
"Por
un solo pecado imploraba David la multidud de las misericordias de Dios: y
nosotros apenas queremos pedir una vez sola la misericordia de Dios para una
grande multitud de culpa. (S. Ambrosio, Apolo., David., c. 8, sent. 52, Tric. T. 4, p. 323.)"
"Dios
destruye las ciudades en castigo de los pecados de sus habitantes; si éstos,
pues, cesaren de pecar, se conservarían sus ciudades. ¿De qué sirve huir de
vuestra patria? Lo mejor será si queréis, huir de las culpas. (S. Ambrosio, in Joann, sent. 74,
Tric. T. 4, p. 328.)"
"Ninguno
es capaz de apartar a Jesucristo de vosotros, si vosotros mismos no os alejáis
de el. (S. Ambrosio,
lib. 5, in c. 5, sent. 80, Tric. T. 4, p. 329.)"
"Todavía
no han llegado a su completo los pecados de los Amo-rreos. Estas palabras
denotan que hay cierta medida de iniquidad, y que cuando los pecadores la han
llenado, los tiene Dios por indignos de vivir. (S. Ambrosio, in Epist. ad Rom.,
c. 7, sent. 95, Tric. T. 4, p. 332.)"
"No os
consoléis con el gran número de pecadores que se parecen a vosotros, ni digáis,
no soy yo sólo el que ha cometido este pecado. muchos compañeros tengo en él:
sabe que la multitud de los cómplices no dará la impunidad a los delicuentes.
En aquellas cinco ciudades tan señaladas en las Escrituras, había una
infinidad de habitadores, y no obstante, todos fueron abrasados en la lluvia de
fuego que cayó del cielo: porque todos se habían abandonado a las infames
impurezas. (S. Ambrosio, de Virg. lap.. c. 9. sent. 140. Tric. T. 4. p.
342.)"
"Debemos
condenar el pecado, y avergonzarnos de haberle cometido: mas no le hemos de
defender: porque con la vergüenza, se disminuye: con la defensa, se agrava. (S.
Ambrosio, lib. 2. c. 3. sent. 7. Tric. T. 4, p. 395.)"
"Cuando
se escribe contra los vicios sin nombrar personas, todo .iquel que se enoja, se
acusa a sí mismo. (S. Jerón.. Apol. adv. Ruf.. sent. 50. Tric. T. 5, p.
247.)"
"Jamás
la enormidad de vuestros delitos os precipite a desesperar del perdón, porque
una misericordia grande es capaz de borrar las mayores culpas. (S. Jerón.. In Isa.. c. 2. sent.
84. Tric. T. 5. p. 253.)"
"El
pensamiento del hombre le acusará delante de Dios. Hay muchos que no han pecado
con acciones: otros hay que no han pecado con palabras: pero ninguno hay, que al
menos, no haya pecado de pensamiento. (.S. Jerón.. in Psalm. 75. sent.
107. Tric. T. 5. p. 257.)"
"No
tendréis ante vosotros Dios nuevo. Cuantos vicios y pecados tenemos, son otros
tantos dioses nuevos que seguimos. Si yo miré a una mujer, y fomenté malos
deseos, ya me hice un dios de la impureza. Todo
cuanto deseamos y cuanto es objeto de nuestra veneración. viene a ser otro dios
nuevo: el avaro se hace un dios de las riquezas. (S. Jerón..
in Psalm.. 80. sent. 109. Tric. T. 5. p. 258.)"
"No se
propasa a los delitos mayores, el que teme los leves. (S. Paulino. Ep.
ad Celantiam, sent. 17, adic..
Tric. T. 5. p. 363.)"
"No sé
si podremos llamar leve el pecado que se comete con desprecio de Dios y es muy
prudente el que no tanto considera lo que es justo, cuanto quiera es el que lo
mandó, ni atiende a la cantidad del precepto,
sino a la dignidad del que manda. (S. Paulino, ibid..
sent. 18, adic..
Tric. ibid.. ibid.)"
"Los niños temen
las máscaras y no temen el fuego. Lo mismo sucede a la mayor parte de los
hombres: temen la muerte, que es una máscara
digna de desprecio, y no temen el pecado,
que es la única cosa que debiera temerse. (S.
Juan Crisóst., Homl. 5, sent. 11, Tric. T. 6, p. 302.)"
"¿Queréis
saber otra razón que nos causa miedo al considerar la muerte? Pues es que no
vivimos con la exactitud y piedad debida; es que no tenemos el suficiente
cuidado de purificar nuestra conciencia; porque de lo contrario, no nos espantaría
la muerte. (S. Juan Crisósto-mo, Homl. 5, sent. 12, Tric. T. 6, p. 302.)"
"No
acusemos de nuestros desórdenes, ni a las artes, ni a la agricultura, ni al
ejercicio de las armas, ni a otras profesiones de la vida: acusémonos a
nosotros mismos. Comelio fue capitán; San Pablo, fabricó tienda de campaña;
David, era rey; y Job, un hombre muy rico. (S. Juan Crisóst., Homl. 62,
sent. 66, Tric. T. 6, p. 312.)"
"Una
cosa os quiero decir que os ha de sorprender. Me parece que no estamos tan
obligados a vigilar con tanto cuidado contra los grandes delitos, como contra
las faltas que nos parecen ligeras y de poca consideración. Sólo el horror que
nos dan los grandes pecados, podrá ser suficiente para no cometerlos: pero la
levedad de los otros, nos hace más negligentes en evitarlos, y el desprecio con
que los miramos, nos hace como insensibles e incapaces de vencerlos. (S. Juan Crisóstomo, Homl. 87,
c. 27, sent. 75, Tric. T. 6, p. 313.)"
"El
placer que acompaña al pecado es muy corto; el dolor que se le sigue, es
continuo: la virtud, por el contrario, aunque la acompaña un trabajo de poca
duración, no tiene fin el gozo que la sigue. (S. Juan Crisóst., Homl. 36,
Joann., sent. 80, Tric. T. 6, p. 315.)"
"Pongamos
todos los días delante de nuestros ojos los pecados que hemos cometido después
del bautismo, para que esta memoria nos sirva como de freno que nos tenga
continuamente en la humildad y la modestia. (S. Juan Crisóst., Homl. 31, c.
9, sent. 100, Tric. T. 6, p. 318.)"
"El
placer que acompaña al vicio es pasajero: el dolor que se le sigue es eterno;
por el contrario, el trabajo que pide la virtud, es muy corto, y el fruto y
alegría que se casa de ella no tendrá fin. (S. Juan Crisóst., Homl. 3, de
Anna, sent. 115, Tric. T. 6, p. 321.)"
"Suspirad
con amargura: traed a la memoria vuestros pecados; levantad al cielo el corazón,
y decid: Dios mío, tened misericordia de mí, y con esto habréis cumplido con
la oración. Porque diciendo: tened misericordia, ofrecéis a Dios la confesión
de vuestras culpas, recibís el perdón y alcanzáis la posesión de su reino:
porque cuando Dios tiene misericordia de alguno, no solamente le libra de la
pena que merece, sino que también le da la posesión de los bienes eternos. (S.
Juan Crisóst., ibid., sent. 116, Tric. ibid., ibid.)"
"No
hay duda que los pecados son las primeras causas de las enfermedades corporales:
Jesucristo lo dio bien a entender, cuando dijo al paralítico que estaba en la
piscina: Ya estás sano: cuidado con no pecar en adelante. También la nota de
San Pablo cuando dice: Por esto hay tantos que caen enfermos: esto es, porque
pecaban acercándose a los santos misterios con una conciencia que no estaba
enteramente pura. (S. Juan Crisóstomo, in Isaiam, in c. 3, sent. 154, Tric.
T. 6, p. 329.)"
"Todos
los días están cayendo almas heridas del pecado, y ninguno las llora: mas
cuando vemos sufrir en el cuerpo algún dolor, todos dicen que es cosa dura e
insoportable. ¿No es preciso estar poseídos del espíritu del demonio para
juzgar tan terrenalmente de las cosas? (S. Juan Crisóst., lib. 2, c. 2,
sent. 173, Tric. T. 6, p. 334.)"
"El
pecado tiene esta propiedad: que antes de cometerle, embriaga en cierto modo al
pecador, y después de haberla cometido, le quita el gusto de que se había
valido para engañarle, de suerte, que se queda el pecador sólo con su pecado,
el cual le sirve de acusador, y con su conciencia que le sirve de verdugo que le
despedaza, le atormenta y le oprime; pero estás sólo son penas en esta vida,
porque en la otra, bien sabéis cuan grandes están preparadas para los que
hayan caído en pecados. (S.
Juan Crisóst., Ep. 7, ad Olimp., Dioec., sent. 184, Tric. T. 6, p. 336.)"
"Persuadios
a que sólo hay una verdadera calamidad, que es el pecado, y todo cuanto
sobresale en este mundo, es una fábula, así su grandeza como su autoridad,
alabanza y honra: por último, a que no hay para ir al cielo otro camino que el
de las tribulaciones, según aquellas palabras del Apóstol: Es necesario que
pasemos por muchas tribulaciones, para entrar en el reino de Dios. (S. Juan Crisóst., Ep. 237, ad
Con., Presbyt., sent. 185, Tric. T. 6, p. 336.)"
"Si de
alguna cosa habéis de avergonzaros, es del pecado: porque del trabajo os debéis
gloriar, pues es muy propia la ocupación para quitar los malos pensamientos: es
medio para tener con que socorrer a los necesitados, para no servir de carga a
nuestros hermanos y para cumplir con más perfección la ley de Jesucristo, que
nos dice que es mejor dar que recibir. (S. Juan Crisóstomo, sent. 206,
Tric. T. 6, p. 341.)"
“El que
alaba el pecado, es peor que el que lo comete. (S. Juan Crisóst., Homl. 5,
sent. 284, Tric. T. 6, p. 359.)"
"Si
aquel rico. sensual y avariento que vosotros tenéis por tan feliz tuviera el
cuerpo cubierto de úlceras, pensaréis que no se podría llorar dignamente su
miseria: y siendo así que debéis estar persuadidos a que su alma está llena
de corrupción, ¡le tenéis por muy dichoso! Me diréis que él no siente ese
mal. mas yo os respondo, que por la misma razón
es más miserable, pues está fuera de si: porque el que conoce su mal. recurre
al médico y está en estado de aplicar el remedio: pero el que no lo conoce, ¡cómo
ha de sanar! (S. Juan Crisóst.. Homl. 29. sent. 314. Tric. T. 6. p. 367.)"
"No
desesperen los que todavía se hallen en el vicio, ni presuman los que viven en
la piedad: procure el justo conservarse con el temor y reserva, y anímese
el pecador a la vigilancia y trabajo, porque como aquel que está encenagado en
la pereza y ociosidad, jamás podrá adelantar en el camino de la virtud: así
el que fuera diligente y cuidadoso. tendrá grande facilidad en vencer el vicio.
En David tenemos buen ejemplo de estas dos cosas. Cuando se entregó a la
relajación de una vida regalada, inmediatamente cayó en el pecado,
y cuando se animó con nuevo espíritu de compunción y penitencia, al instante
volvió a tomar el camino de su primera virtud. (S. Juan Crisóst.. Homl. 38. c. 15. sent. 319. Tric. T. 6. p. 369.)"
"Tanto
es mayor un mal cuanto parece más pequeño. Porque lo que parece de poca
consideración, fácilmente se desprecia. Los males, pues, de que no hacemos
caso, siempre crecen: y los males que siempre van creciendo, vienen por último
a ser incurables. (S.Juan Crisóst.. Homl. 14. cap'. 4. ad Ephes..
sent. 342. Tric. T. 6. p. 375.)"
"Todos
los demás han temido a vista del terremoto: mas yo por la causa del terremoto.
Otros temían que se arruinase la ciudad, mas yo.
que Dios estuviese enojado con nosotros: porque no es grande mal el morir, sino
el haber irritado al Señor. De este modo no temía yo por el terremoto, sino
por la causa de éste. La causa del terremoto, es la ira de Dios. y la causa de
la divina ira. son nuestros pecados. No temamos. vuelvo a decir,
el castigo, sino el pecado, que es padre del castigo. (S.
Juan Crisóst.. in terremot.. de Lazar.. Serm. 6. sent. 15. adic.. Tric. T. 6. p. 456.)"
"Entretanto
que alguno vive nadie desespere de su salvación. (S. Agust.. ibid.. sent. 36. Tric. ibid.
ibid.)"
"Evitáis
los grandes pecados, más ¿cómo no teméis los leves? Os habéis descargado de
un grande peso: procurad de que no os opriman muchos granos de arena. (S. Agust..
Psalm. 39. sent. 54. Tric. T. 7. p. 459.)"
"La
culpa ha de ser castigada: procurad, pues,
prevenir a Dios. Castigadla en vosotros, si no queréis que Dios la castigue.
Reconoced su enormidad para que Dios la desconozca y la perdone. (S. Agust., Psalm. 44, sent. 61,
Tric. T. 7, p. 459.)"
"Hay
muchos que no se avergüenzan de pecar, y se avergüenzan de hacer penitencia. ¡Oh
increíbles locura, que nos causen rubor las heridas, y no le causen los
remedios que nos aplican para curarlas. (S. Agustín, Psalm. 50, sent. 69, Tric.a T. 7, p.
460.)"
"Todo
pecado, sea grave o leve, ha de tener su pena: o el mismo pecador le castiga con
la penitencia, o Dios con su justicia. (S. Agust., Psalm. 58, sent. 83,
Tric. T. 7, p. 462.)"
"Todos
los vicios son temibles en los que viven bien. (S. Agust., ibid., sent. 84, Tric.
ibid. ibid.)"
"No
hay enfermedad incurable para un Médico omnipotente. (S. Agust.,
Psalm. 58, sent. 86, Tric. T. 7, p. 462.)"
"Ninguno
os puede quitar de Dios; vosotros mismos os le quitáis cuando os alejáis del
Señor. (S. Agustín, Psalm. 96, sent. 143, Tric. T. 7, p.
467.)"
"Dios
no abandonará su obra, si su obra no le abandona primero. (s. Agust., Psalm. 145, sent.
167, Tric. T. 7, p. 469.)"
"¿Quién
es más infeliz que el miserable que no tiene lástima de i' (S. Agust., Conf., c. 13, lib. 1, sent. 1, adic.,
Tric. T. p. 480.)"
"Vos
habéis mandado, y sucede así, que el mismo corazón
desordenado sea su propio castigo. (S. Agustín, ibid., c. 12,
sent. 2, adic., Tric. ibid.,
ibid.)"
"Ninguno,
Señor, os pierde, sino el que, os deja: y ¿a dónde va el que os deja? ¿A dónde
huye, sino de Vos agradable a Vos airado? (S. Agust.,
lib. 4, c. 9, sent. 4, adic., Tric. T. 7, p. 480.)"
"¿Por cuántos peligros
se llega al mayor peligro? (S. Agust., lib. 7. c. 6,
sent. 5, adic., Tric. T. 7, p. 481.)"
"El
que apetece lo que no puede conseguir, tiene tormentos; el que llegó a
conseguirlo lo que no debía desear, padece engaño, y el que no apetece lo que
debiera adquirir, está enfermo. (S. Agust., de morib.
Ecci., c. 3, sent. 7, adic..
Tric. T. 7, p. 482.)"
"Siempre que el
agua helada con el grande frío recibe la mayor impresión del calor del sol,
vuelve a su primera fluidez, pero inmediatamente que el sol desaparece, se
vuelve a helar y a endurecer; así también la caridad de muchos, se resfría y
hiela con el frío de las culpas: mas cuando sobreviene el calor de la divina
misericordia, se deshace este hielo que causaron los pecados. De este calor se
dice en la Escritura: Ninguno hay que se esconda de su calor. (S. Cesáreo de
Arles, Serm. 13, sent. 3, Tric. T. 9, p. 44.)"
"Uno
de los principales medios de conservar en nosotros el espíritu de mansedumbre a
vista de los excesos de nuestros prójimo, es traer a la memoria las faltas que
en semejantes ocasiones hemos cometido: porque la consideración de nuestras
propias flaquezas es un remedio excelente que excusa para con nosotros las
ajenas; pues es cierto que sufrimos con más seguridad las injurias que nos
hacen cuando reconocemos con humildad la necesidad que tenemos en muchas
ocasiones de que los otros nos toleren. (S. Greg. el Grande, lib. 5, c. 48, p. 177, sent. 16m, Tric. T. 9, p. 234 y 235.)"
"Cuando
Dios nos desampara, no sentimos el mal de aquel abandono; porque cuanto más
distante de Dios está el alma, está más obstinada. En este infeliz estado, ya
no ama las cosas de Dios, ni desea los bienes celestiales; y como no lo abrasan
los ardores del amor divino, se halla frío y se va consumiendo en la torpe
aficción a las cosas terrenas, y por una espantosa desgracia, sucede qu cuanto
más se pervierte, vive con más falsa seguridad. Por haberse fácilmente
olvidado de aquel estado dichoso de donde ha caído, no sabe ya cuánto debiera
llorar su funesta pérdida, ni hasta que punto debe temer los castigos que la
amenazan para la eternidad. Mas si la toca un soplo del Espíritu Santo,
inmediatamente pone con vigilancia los ojos en el estado infeliz en que se
halla; se abrasa con el fuego del divino amor: reflexiona la miseria que padece,
y cuanto más adelante en el amor de Dios, más amargamente llora: siendo así,
que antes cuando se consumía en el pecado, estaba enteramente abandonada en los
falsos placeres y alegrías. (S. Greg. el Grande, lib. 9, c. 58, p., 328, sent. 46, Tric. t. 9, p. 248.)"
"Adviértase
a los que se exceden con frecuencia en las cosas mínimas, que consideren con
atención que tal vez se peca con mayor peligro en la culpa pequeña, que en las
más graves; porque éstas, cuanto más fácilmente se conoce que son pecados, más
prontamente se enmiendan: pero las menores, como se cree que no lo son, se
cometen con tanto mayor riesgo, cuanto nos representan más seguridad. Por lo
que sucede frecuentemente, que acostumbrado el corazón a las culpas leves,
pierde el horror a las otras más graves, y cebado con las mismas culpas, llega
a cierta autoridad la injusticia: y a proporción que aprende a pecar sin recelo
en lo que es menos, viene a despreciar el miedo en lo que es más. (S. Greg. el Grande, Adm. 34,
sent. 17, adic.. Tric. T. 9, p. 384.)"
"Cúlpate
a ti mismo cuando te hace mal un enemigo que no te puede dañar sin ti. (S. Bern., 4, de Consid., n. 9,
sent. 5, Tric. T. 10, p. 332.)"
"Es
necesario condescender con los amigos, mas no para contribuir a su perdición. (S. Bern., Ep. 215, sent. 19.,
Tric. t. 10, p. 323.)"
"El
que come lo que no puede digerir, le hace daño. (S. Bern., Serm., 36, in Cant.,
n. 4, sent. 57, Tric. T. 10, p. 3254.)"
"Así
como no es licito todo lo que gusta, así tampoco es conveniente todo lo que es
lícito. (S.
Bern., Ep. 25, sent. 99, Tric. T. 10, p. 328.)"
"¡Ay
de aquellos que viviendo en la sensualidad, no pueden agradar a Dios, y presumen
aplacar su ira cuando amenaza al pueblo! (S. Bern., de Conver. ad Cler.,
sent. 107, Tric. T. 10, p. 328.)"
"El
enfermo que no conoce su mal, está en el mayor peligro. (S. Bern., 1, de Considerat, 21,
sent. 111, Tric. T. 10, p. 328.)"
"En
donde todos están infestados, no se advierte el mal olor de uno. (S. Bern. 1, Considerat., c. 10,
sent. 127, Tric. T. 10, p. 329.)"
"No menos pecarás por enojarle demasiado, que por dejarte del todo de enojar. Pues no indignarse cuando nos debemos indignar, y no querer corregir, es pecado. Pero indignarse más de lo que es razón, es añadir culpa a culpa. Pero si es malo no enmendar el pecado, ¿cómo podrá no ser malo el aumentarle? (S. Bern., Ep. 69, ad Guid., Abb., trib. font., sent. 13, adic., Tric. T. 10, p. 349.)"