Obediencia

 

"De nadie es enemigo el cristiano: ¿cuánto menos lo será del Emperador, a quien es preciso que ame, reverencie, honre y le desee la salud, sabiendo que está puesto por su Dios? Veneremos, pues, al Emperador, como nos es permitido y como a él le conviene; como a un hombre segundo después de Dios, y en lo que suele dar a Dios en esta vida, a Dios solamente inferior, esto es todo lo que él puede desear, pues ya de este modo es mayor que todos, cuando sólo es menor que el Dios verdadero. (Tertuliano, ad Scapulam, c. 1, sent. 4, adic.. Tric. T. 1, p. 359 y 360.)"

"Dice el Apóstol: Yo procuro agradar a todos en todas las cosas, no pretendiendo lo que me es ventajoso en particular, sino lo que es útil a muchos para salvarse. Es agradar a Dios y no a los hombres, cuando se les da gusto en lo que no desagrada a Dios; pero cuando únicamente se estudia el medio de agradar a los hombres, es un cuidado que no se puede referir al de agradar a Dios, pues tiene por término aquellos a quien se quiere complacer. (S. Hilario, in Psalm. 52, sent. 28, Tric. T. 2, p. 264 y 265.)"

"Los criados deben obedecer a sus amos con afecto, y a gloria de Dios, generalmente, y en todo cuanto puedan, sin faltar a la ley divina. (S. Basilio, Reg. 75, sent. 51, Tric. T. 3, p. 198.)"

"Los hijos deben honrar a sus padres y obedecerles en todo lo posible, sin faltar a los Mandamientos de Dios. (S. Basilio, Reg. 76, c. 1, sent. 53, Tric. T. 3, p. 199.)"

"Los cristianos deben estar sujetos a las potestades establecidas para gobernarlos, en todas las cosas que no se oponen a la ley de Dios. (S. Basilio, Reg. 79, c. 2, sent. 55, Tric. T. 3, p. 199.)"

"Siempre es útil el silencio cuando os reprenden. Si os reconocéis culpados, callad por no agravar el pecado negándole; cuando no os conocéis reos, callad también y sírvaos de consuelo vuestra misma inocencia: no pueden las palabras de otro hacer culpada una conciencia que sabe que está inocente. (S. Ambrosio, in Psalm. 38, sent. 50, Tric. T. 4, p. 323.)"

"Para que no piense el pueblo que carece de culpa cuando sigue los errores de los falsos doctores que le engañan, dice Dios: No escuchéis los discursos de los profetas que os predican la mentira y os seducen, porque entonces será igual el castigo en el discípulo y en el maestro. (S. Jerón., lib. 4, in c. 24, sent. 65, Tric. T. 5, p. 294.)"

"A todos los hombres, no sólo a los seculares, sino también a los Monjes y Sacerdotes, dice el Apóstol: Todas las personas estén sujetas a las potestades superiores. Aun cuando fueseis Apóstoles, Evangelistas o Profetas, tendréis obligación de sujetaros, porque la religión y la piedad no eximen de esta sujeción. (S. Juan Crisóst., Homil. 22, sent. 292, Tric. T. 6, p. 361.)"

"Desde la más remota antigüedad han juzgado los pueblos de común acuerdo que debían proveer lo necesario a la subsistencia de sus Príncipes, persuadiéndose a que estaba a su cargo asistir a las necesidades de aquellos que dejaban sus propios asuntos para cuidar de los negocios del público, y tienen empleado su tiempo y su aplicación en el reposo y salud de los pueblos entregados a su conducta. (S. Juan Crisóst., Homil. 22, sent. 293, Tric. T. 6, p. 361.)"

"Obedeced a los que están puestos por Superiores y estadios sujetos. Me diréis: Si son malos, no les obedeceremos. ¿Qué llamáis malos? Si son tales en punto de fe, huid de ellos aunque sean Angeles del cielo; pero si solamente son malos en punto de las costumbres y conducta de la vida, eso no lo examinéis curiosamente. Esto no os lo digo de mí mismo, sino que lo aprendo de la Escritura, en la que hallaréis estas palabras de Jesucristo: Los escribas y fariseos se han sentado en la cátedra de Moisés. Y aunque antes había dicho de cuantos males eran reos, añade: No obstante, haced todo cuanto os dijeren, mas no hagáis según sus obras. (S. Juan Crisóst., Homil. 34, c. 13, ad Hebr., sent. 392, Tric. T. 6, p. 385.)"

"Hacer el mal, sea quien fuere el que lo mande, no tanto será obediencia, cuanto desobediencia -porque se falta a lo que debemos a Dios- (S. Bem., Ep. 7, n. 3, sent. 37, Tric. T. 10, p. 324.)"

"Vana es la excusa de haberlo hecho por obedecer al hombre, cuando se comete contra Dios. (S. Bern., Ep. 7, n. 8, sent. 92, Tric. T. 10, p. 327.)"

"Si alguno piensa ejecutar no teniendo precepto cierto, si tuviese suspensa su voluntad hasta preguntar al Prelado buscando la voluntad de Dios por medio de aquel a quien en su lugar obecede, por nada de cuanto le manden se turbará: porque es mucha la paz de los que aman tu ley y no hay para ellos escándalo. (S. Bem., Serm. 12, ad quosdam novit. convers., sent. 50, adic. Tric. T. 10, p. 366.)"

"Mi alimento, dice Jesucristo a los judíos, es hacer la voluntad del que me ha enviado y dar cumplimiento a su obra: Meus cibus est ut faciam voluntatem ejus qui missit me, etc. (Joann., IV, 34). He bajado del cielo, no para hacer mi voluntad, sino la del que me ha enviado. (Joann., VI, 38). No busco mi voluntad, sino la voluntad del que me ha enviado. (Joann., V, 30). Hágase, Padre mío, tu voluntad, y no la mía, dijo en el Huerto de las Olivas. (Lúe., XXII, 42). San Pablo nos dice que Jesucristo fue obediente hasta la muerte, y muerte de cruz; factus est obediens usque ad mortem, etc. Mas todo está compendiado en las pocas palabras que nos dice el Santo Evangelio, que estaba sumiso a José y María: Erat subditus illis. (Barbier., T. 3, p. 463.)"

"La obediencia es una virtud excelente a las demás; nos lo dicen también San Gregorio, San Buenaventura, San Juan Clímaco, el que dice, es una perfecta negación del alma y del cuerpo, una muerte voluntaria, una vida sin inquietud, una navegación sin peligros, el sepulcro de la voluntad y una vida de humildad. Nos asemeja a un hombre que anda durmiendo y avanza al término de su viaje. Vivir en la obediencia no es nada más que poner nuestra carga sobre las espaldas de otro, nadar con el sostén de una mano extraña, ser llevado sobre las aguas para no ahogarse, y atravesar sin peligro el camino más corto y cómodo, el grande y peligroso océano de la vida. (Grad. IV, Barbier., T. 3, p. 467.)"

"La obediencia es preferible a los sacrificios: 1.°, porque la obediencia es la inmolación de la voluntad. El hombre, dice San Bernardo, es tanto más agradable a Dios cuanto más presto se sacrifica con la espada del precepto, después de haber reprimido el orgullo de su libertad; 2.°, porque la obediencia hace que nuestra voluntad se conforme a la voluntad de Dios, que es santísimo y es la forma y la regla de toda virtud y santidad; 3.°, porque la obediencia hace de la voluntad un sacrificio vivo y continuo, en tanto que los antiguos sacrificios se componían solamente de la carne de los animales sacrificados, y duraban pocos instantes. En este sacrificio místico, pero muy noble, la voluntad muere, y sin embargo, vive: muere para sí mismo y vive en Dios y en la voluntad divina." "Hay un mérito mucho mayor, dice San Gregorio, en someter la propia voluntad a la voluntad ajena, que en macerar nuestro cuerpo con largos ayunos, o que en atormentamos con sacrificio secreto por compunción. El que ha aprendido a subordinarse completamente a la voluntad de sus superiores tendrá en el cielo mayores méritos y mayor gloria que los que ayunan y lloran. (Moral, Barbier., T. 3, p. 467 y 468.)"

"El Abate Juan, en el lecho de la muerte, contestó a sus religiosos que le preguntaban cómo había llegado a tan alta perfección: Jamás he hecho mi propia voluntad, y jamás he mandado tampoco nada a los otros que no lo haya hecho yo el primero. (Cassian., de Instit. mo-nach., lib. 5, c. 38, Barbier., ibid., p. 468.)"