Aflicciones y trabajos

Como decía Isaac de Nínive- «cuánta amargura hay escondida en la dulzura del mundo» (Cent. I,35)

"Cuando en este mundo sobrevienen males, son, por lo común, efectos de la divina indignación para castigo de los hombres, con el fin de darse a conocer con los castigos a los que no quieren conocerle por sus beneficios. (S. Cipriano, lib. contra Demetr. sent. 27, Tric. T. 1, p. 303.)"

"Quiso Dios probar su familia, y porque una larga paz había corrompido la doctrina que nos vino del cielo por tradición, la corrección celestial avivó la fe postrada, y aun diré, casi dormida: y cuando merecíamos padecer más por nuestras culpas, el clementísimo Señor todo lo ha moderado: de modo, que cuanto nos ha sucedido, más parece visita de Dios que persecución. (S. Cipriano, lib. de Lapsis, sent. IX, Tric. T. 1, p. 380 y 38 1.)"

"El que se confundiere de mí, se avergonzará de él el Hijo de Hombre. ¡Y pensará que es cristiano el que se avergüenza de serlo! ¡Cómo puede estar con Cristo el que teme y se avergüenza de pertenecer a Jesucristo! (S. Cipriano, lib. de Lapsis, sent. XI, adic. T. 1, p. 381.)"

"El justo dará su fruto en su tiempo. El tiempo del justo es el siglo venidero, porque no es esta vida el tiempo propio del justo: antes bien, es para él un tiempo extraño; y así en la vida futura dará Dios el fruto del cultivo que da Dios a las almas en el presente siglo. (Eusebio de Cesarea, sent. 1, Tric. T. 2, p. 83.)"

"Vuestra vara y vuestro cayado me han dado consuelo. A la verdad, el que recibe el castigo persuadido de que Dios castiga a los que admite por hijos adoptivos, se consuela con los mismos trabajos. (Eusebio, sent. 2, Tric. T. 2, p. 83.)"

"Bienaventurados los que lloran, porque ellos serán consolados. Promete Jesucristo consuelos eternos a los que lloran en este mundo, no por la pérdida de las personas amadas, ni por las injurias que reciben, o por los menoscabos que ven en sus bienes: sino a los, que lloran sus culpas pasadas, y los delitos que manchan su conciencia: para estos está reservado el consuelo de la gloria. (S. Hilario in Matth. cap. 4, sent. 6, Tric. T. 2., p. 258.)"

"¡Dichoso aquel que sufre a su prójimo! Pero, ¡ay de aquel, que sin reposo alguno pone a su prójimo en la precisión de que le sufra! (S. Efrén, (De Vit. spir.) sent. 7, Tric. T. 3, p. 78.)"

"Para dolerse y llorar, bastará conocerse bien a sí mismo: pero este dolor debe ser según Dios, y no ha de provenir de un motivo puramente humano: por lo cual es necesario manifestar un exterior alegre y agradable, gloriándonos en el Espíritu Santo de los dones que nos comunica; pero al mismo tiempo debemos dirigirle oraciones que salgan de un alma penetrada de un secreto dolor. (S. Efrén, (De morb. ling.) sent. 12., Tric. T. 3, p. 79.)"

"Déjate penetrar, alma cristiana, de la compunción por todas las gracias que has recibido de tu Dios y no has conservado bien. Compúngete a vista de los males que has cometido contra él, y particularmente por todos aquellos pecados en que te ha esperado a penitencia con tanto sufrimiento. (S. Efrén. (Serm. 2, de Comp.) sent. 14, Tric. T. 3, p. 79.)"

"Las tribulaciones del mundo están llenas de pena, y vacías de premio; pero las que se padecen por Dios se suavizan con la esperanza de un premio eterno. (S. Efrén, (In illa verb. "attende tibi") sent. 18, Tric. T. 3., p. 80.)"

"Habéis mudado mi tristeza en gozo. Dios no llena de su gozos a todas las almas, sino sólo a las que han llorado sus pecados con lágrimas abundantes y continuas, como si lloraran su propia muerte: porque estos llantos se convierten por último en extremadas alegrías. (S. Basilio, in Psalm. 29, sent. 5, Tric. T. 3, p. 191.)"

"No todas las enfermedades vienen de nuestra constitución natural, o del desarreglo de la vida, o de otra causa corporal que la medicina puede corregir: muchas veces son las enfermedades como varas con que Dios castiga nuestros pecados, o como estímulos con que nos excita a una sincera mudanza de vida. (S. Basilio, sent. 65, Tric. T. 3, p. 201.)"

"Es preciso reconocer, que las calamidades que en este mundo nos sobrevienen tienen diversas causas: porque suceden por orden o permisión de Dios, y siempre para nuestra mayor utilidad: pues siempre es menos ventajoso no padecerlos. (S. Basilio, Interrog. 261, sent. 74, Tric. T. 3, p. 203.)"

"No miremos como reales y verdaderos bienes o males el gozo ni la aflicción; considerémonos como extranjeros en la tierra, y pongamos en el cielo toda la atención del alma. Sola una cosa hemos de tener por mal, y esta es el pecado; y sola una hemos de estimar como bien, y esta es la virtud, porque nos une con Dios, (S. Gregorio Nacian., Epist. 189, sent. 54, Tric. T. 3., p. 361.)"

"El Verbo divino llama bienaventurados a los que lloran; no porque la aflicción por sí misma sea felicidad, sino por la felicidad que nos procura. (S. Gregorio de Nisa, Orat. 3., sent. 14, Tric. T. 4, p. 115.)"

"Sirve de tentación para conservar y dar fuerza y aumento a la virtud del alma fiel: porque si el justo no fuera atribulado y atormentado algunas veces con estas pruebas, no viviera con el cuidado suficiente para mantener la virtud, antes bien, correría riesgo de relajación en la afluencia de las gracias que pudiera recibir de la liberalidad divina. (S. Ambrosio, sent. 27, Tric. T. 4, p. 318.)"

"Nos envía Dios males a este mundo, para obligarnos a recurrir a su bondad, supuesto que los bienes que nos ha dado no han servido para reconocerle, y que las adversidades nos excitan a suplicarle después de haberle ofendido durante la prosperidad y a darle gracias por la comunicación de sus dones. (S. Ambrosio, lib. 1, in c. 7, sent. 38, Tric. T. 4, p. 321.)"

"Alegrémonos en los trabajos, como Jesucristo en los suyos. El Señor los padeció por sus siervos, suframos por nuestro dueño. (S. Ambrosio, in Psalm. 37, sena. 46, Tric. T. 4, p. 322.)"

"El consuelo que se da al afligido debe ir acompañado de suavidad, no de sequedad y aspereza: debe ser propio para aliviar el dolor, y no para excitar nuevas confusiones en el alma. (S. Ambrosio, in Psalm. 37, sent. 47, Tric. T. 4, p. 322.)"

"Los trabajos de esta vida, no son dignos de la gloria futura que nos está preparada: cualquiera, pues, que espera grandes bienes, no se ha de abatir por pequeños males. (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. 58, Tric. T. 4, p. 324.)"

"Está la vida tan llena de males, que en esta consideración podemos mirar la muerte como remedio, más bien que como trabajo. (S. Ambrosio, Serm. 42, sent. 149, Tric. T. 4, p. 344.)"

"Ya el pueblo cristiano no necesita un leve dolor de la circuncisión: porque llevando consigo la muerte del Señor en cada momento, señala en su frente el desprecio de la muerte, como quien sabe que no puede llegar a la salud eterna sin la cruz del Señor. (S. Ambrosio, sent. XX,. adic. Tric. T. 4, p. 399.)"

"En más estimó Moisés el oprobio de Cristo, que los tesoros de Egipto: Si tu oprobio Jesús y Señor mío, es gloria: ¿cuánta es tu gloria? (S. Ambrosio, in Psalm. 118, sent. XXXII, adic. Tric. T. 4, p. 403.)"

"Nosotros merecemos más lástima que los que mueren, porque todos los días nos vemos expuestos a los combates y a las manchas del pecado, y muchas veces recibimos heridas los que algún día hemos de dar cuenta de la menor palabra ociosa. (S. Jerónimo, Epist.. 75, ad Theod, de morte conj., sent. 28, Tric. T. 5, p. 243.)"

"Cuando Dios no manifiesta su ira contra el pecado, es señal de su mayor indignación: esto lo hizo decir a Jerusalén por Ezequiel: Yo no me enojaré contra ti, ni te celaré. Un padre reprende al hijo que ama: y cuando el médico no nos da remedio es señal de que desespera de nuestro mal. (S. Jerón., sent. 31, Tric. T, 5, p. 244.)"

"Cuando nos vemos en la aflicción y en la miseria es porque quiere Dios probarnos, para que el fuego de las tribulaciones de este mundo purifique toda mezcla de iniquidad que haya en nosotros. Porque la plata del Señor, pasa por el fuego para ser en él probada y purificada hasta el séptimo grado. (S. Jerón., in Jerem. c. 1., sent. 63, Tric. T. 5, p. 249.)"

"¿Por qué nos admiramos de los males que sufrimos en esta vida? Pues si pretendemos con sinceridad los eternos gozos, conoceremos que solamente hemos venido aquí para padecer. (S. Jerón., in Lament. Jerem. sent. 68, Tric. T. 5, p. 250.)"

"Clamé al Señor cuando yo estaba atribulado, y me oyó. No dice cuando estaba nadando en el gozo y en las delicias. ¿Queréis que el Señor os oiga? Clamad a él afligidos y atribulados. (S. Jerón. in Psalm. 12, sent. 112. Tric. T. 5, p. 258.)"

Bienaventurado es aquel a quien Dios castiga; porque el Señor no toma dos veces satisfacción de una misma culpa. El efecto de la mayor ira de Dios sobre nosotros, es no indignarse contra nosotros: entonces nos reserva, como terneros cebados, para la carnicería. (S. Jerón, in Psalm. 140, sent. 117, Tric. T. 5, p. 260.)"

"No es razón que los siervos rehusemos padecer lo que antes sufrió el Señor por nosotros, siendo siervos. (S. Paulino, Epist.. 38, sent. XII, adic. Tric. T. 5, p. 362.)"

"Dos cosas nos anunció Jesucristo: la tribulación y el consuelo, los trabajos y las coronas, la tristeza y la alegría. Y para que los hombres vean que no pretendió engañarnos, envía primero los trabajos, y deja para el otro mundo lo agradable; bien que disminuyendo el peso de los males que primero sentimos con la esperanza de los bienes que les han de suceder. (S. Juan Crisóstomo. Homil. 16, sent. 15, Tric. T. 6, p. 302.)"

"Si es fuerte la calentura que padecéis, representaos la imagen del fuego del infierno, y pensad que, si sufriéreis con paciencia el mal de la calentura, evitaréis algún día el del infierno. Representaos también cuantos trabajos padecieron los Santos Apóstoles, y que siempre los justos pasaron por la prueba de las aflicciones. (S. Juan Crisóstomo, Homil. 38, Orat, 6, sent. 30. Tric. T. 6, p. 306.)"

"No quiere Dios disminuir el fruto de vuestros trabajos, ante viéndolos, dispone que todo se convierta en vuestro bien y que todo os aproveche. Aun cuando solo arrojaréis un suspiro, o dejaréis caer una sola lágrima, inmediatamente la recoge, y la hace servir para vuestra salvación. (S. Juan Crisósto. Homil. 3, in c. 1. Math., sent. 37, Tric. T. 6, p. 307.)"

"El ver comúnmente que los malos nada padecen en este mundo, es una señal indubitable de que Dios dilata para otro tiempo su castigo. (S. Juan Crisóst. Homl. 77, sent. 69, Tric. T. 6, p. 312.)"

"Ninguna cosa es tan útil para disponer nuestra alma a conseguir la perfecta sabiduría, como las calamidades, tentaciones y disgustos. (S. Juan Crisósto. Ilonil. 60, Joann, sent. 84, Tric. T. 6, p. 315.)"

"No debemos llorar por aquellos que Dios aflige, sino por los que no obstante sus pecados, nada padecen en este mundo. Su primer mal es el pecado, y su segundo mal es el de no recibir de Dios remedio alguno para sanar de sus pecados. (S. Juan Crisóst. Homil, in Psalm. 7, sent. 122, Tric. T. 6, p. 323.)"

"Sufrid con valor los males que os sobrevienen, y esto os servirá de martirio. Porque la resolución con que el cristiano permite que le despedacen antes que sacrificar a los ídolos, no es la única cosa que hace mártires: también lo podemos ser, si cuando nos atormenta un violento dolor nos abstenemos de quejarnos de Dios, y si sufrimos con paciencia, sin decir palabra que merezca ser reprendida. (S. Juan Crisóst. , in Psalm. 129, sent. 140, Tric. T. 6, p. 326.)"

"Por dos razones son útiles los trabajos: la una porque nos hacen más atentos a nuestra obligación; la otra, porque nos ponen en estado de que Dios nos oiga más favorablemente. (S. Juan Crisósto., in Psalm. 144, sent. 144, Tric. T. 6, p. 326.)"

"Debemos persuadirnos a que todo lo que Dios nos envía es para nuestro bien, y no examinar particularmente las razones, ni inquietarnos por lo que ignoramos. (S. Juan Crisósto. de Prodit., lib. 1, c. 7, sent. 172. Tric. T. 6, p. 333.)"

"Es preciso pasar toda la vida en trabajos y continuos combates si queremos gozar del descanso y de los bienes de la eternidad. Si alguno fuese tan delicado y tan aficionado a los gustos de esta vida, que imagine poder gozar aquí de los placeres del mundo, y, en el cielo de los que están preparados para premio de los buenos, le declaro que se engaña mucho, y que se engaña a si mismo. Escucha, pues, aquellas palabras del Santo Job: Toda la vida del hombre sobre la tierra es una continua tentación. (S. Juan Crisósto, lib. 2, c. 4 sent. 174., Tric. T. 6, p. 334.)"

"Los trabajos del espíritu cuando los sufrimos con paciencia y acción de gracias, pueden hacer que merezcamos más excelente premio que padeciendo trabajos corporales. (S. Juan Crisóst., Epist.. 2, ad Olimp. Diac., sent. 183. Tric. T. 6, p. 336.)"

"Cuando en las molestias que tenéis que sufrir, se levanta en vuestro corazón algún movimiento de ira o de impaciencia, representaos la extremada mansedumbre de Jesucristo, y sólo este pensamiento os inspirará al instante esta virtud en el corazón. (S. Juan Crisósto., Serm. 46, de mansuet, sent., 220. Tric. T. 6, p. 344.)"

"Cuando os halléis en algún trabajo o angustia, así en el matrimonio, como en cualquier estado que sea, volveos a Dios, y suplicadle que os libre de él; porque este es el único medio de salir bien de todos los males que nos afligen, porque nada hay comparable a la virtud de la oración. (S. Juan Crisóst., Serm. non esse desper. n. 7, sent. 223, Tric. T. 6, p. 345.)"

"¿No es una cosa injusta y sin razón que al mismo tiempo que se aprueba la acción de un padre que arroja de su casa a un hijo perverso para corregirle; de un médico que atormenta a un enfermo con remedios violentos para sanarle; de un juez que por el bien público castiga al delincuente; de un labrador que poda su viña para que lleve fruto, murmuremos contra Dios, y le acusemos de cruel, cuando para despertarnos de nuestra pereza y somnolencia, nos excita a corregirnos con sus castigos? (S. Juan Crisósto., sent. 225, Tric. lbid. Ibid.)"

"Si damos gracias a los hombres porque nos prestan dinero por un poco tiempo, sin enojarnos porque nos lo piden, ¿por qué nos ha de parecer mal que Dios nos quite los bienes de este mundo, porque son suyos, y nos los había dado prestado? (S. Juan Crisóst., Ibid., sent. 226, Tric. Ibid. Ibid.)"

"Ya no me diréis que la enfermedad es verdadero mal, pues fue la causa de la recompensa de Lázaro. No me diréis que la pobreza es mal, porque fue la ocasión de la grande gloria del Santo Job. ¿Qué diremos de las aflicciones, sino que estas fueron las que hicieron tan ilustres y famosos a los Apóstoles, porque el camino que lleva a la vida es estrecho y áspero? No me digáis para qué es esto, de qué sirve aquello, observad ese punto de la conducta del Criador con sus criaturas, el silencio y sumisión que observa el barro con el alfarero que le da la figura que quiere. (S. Juan Crisóst., lib. 1, in eos qui scandalizati sunt., c. 2, sent. 234. Tric. T. 6, p. 347.)"

"Las aflicciones nos desprenden de las cosas del mundo, nos hacen deseable la muerte, y nos curan la afición excesiva que tenemos a nuestro cuerpo. Y no hay duda que el blanco principal a que tira la virtud y la filosofía cristiana, esa quitarnos la afición a la vida presente. (S. Juan Crisóst., Homl. 42, c. 19, sent. 277, Tric. T. 6, p. 357.)"

"El Hijo del hombre no tiene en donde reclinar su cabeza. Todos los que se abandonan a los placeres del mundo, y descansan en las delicias y el regalo, no tienen sociedad alguna con Jesucristo. Solamente los que viven en las aflicciones y trabajos, y siguen la estrecha senda del Evangelio, están verdaderamente unidos con Jesucristo, porque siguen el mismo camino que siguió el Señor. (S. Juan Crisóst., Homl. 1, ad Coritn., sent. 326, Tric. T. /, p. 371.)"

"Decía Jesucristo a sus discípulos: Vosotros os veréis afligidos en este mundo. Luego si queréis ser del número de los discípulos de Jesucristo, debéis entrar con valor en el camino estrecho. Porque si no padecéis aflicciones por este noble motivo, sucederá que inútilmente las tendréis que sufrir por otros que no podéis evitar. Un envidioso, por ejemplo, un avariento, un lascivo, un impúdico y un ambicioso, y todo el que se ve agitado de una pasión desordenada, sufre muchas más pesadumbres y trabajos que el que llora en gracia de Dios por alguna aflicción. (S. Juan Crisóst., Homl. 26, c. 12, ad corin., sent. 338, Tric. T. 6, p. 374.)"

"¿No es una cosa la más absurda e indigna, que Cristo haya padecido por ti tantas indignidades, y que tu muchas veces no puedas sufrir por el ni aun las palabras? El Señor fue escupido, y tú te adornas con trajes y anillos; y si los hombres no te aplauden, te parece miserable tu vida: a Cristo le afligieron con maldiciones y oprobios, y por burla le dieron bofetadas; tú de todos pretendes alabanzas y no sufres las afrentas de Cristo. (S. Juan Crisóst., Homl. 532, sen. VIII, adic. Tric. T. 6, p. 453.)"

"Cuando las cosas hayan llegado a la mayor escasez, entonces es cuando hemos de esperar más. Porque entonces principalmente manifestará Dios su poder: no desde el principio, sino cuando no se espera remedio humano, pues esto es el tiempo del auxilio divino. Por esto no sacó del peligro a los tres jóvenes desde luego, sino cuando ya los habían arrojado al horno encendido: ni a Daniel antes de entrar en el lago de los leones, sino siete días después. Esto lo hace Dios para que ninguno se atribuya la gloria que es propia de Dios. (S. Juan Crisóst., in Psalm. 117, sent- XII, adic. Tric. T. 6, p. 454.)"

"Nunca está Dios más enojado, que cuando no castiga las culpas, y parece que se ha olvidado o que no atiende. (S. Agustín, Psalm. 9, sent. 5, Tric. T. 7, p, 454.)"

"Si seguís el camino de Jesucristo, no os prometáis en este mundo prosperidad. El Señor caminó por lugares ásperos, pero nos prometió cosas grandes si le seguimos. Seguidle, y no miréis tanto a los caminos que habéis de pasar, cuanto al lugar a donde algún día habéis de llegar. (S. Agust., Psalm. 32, sent. 37, Tric. T. 7, p. 457.)"

"Es preciso que sean afligidos en este mundo aquellos a quienes Dios ha preparado la vida eterna. (S. Agust., Psalm. 37, sent. 43, Tric. T. 7, p. 458.)"

"Dios os consuela cuando os comunica sus dones, para que permanezcáis siempre firmes en el bien; y os castiga cuando os quita los bienes para que no caigáis: vivid, pues, seguros, cuando el Señor cuida de vosotros. (S. Agustín. Psalm. 39, sent. 55, Tric. T. 7, p. 450.)"

"Los trabajos os parecen insoportables porque no reflexionaréis cuánto ha padecido Jesucristo por vosotros; porque si mirárais con los ojos del corazón los trabajos de vuestro Maestro, sufriríais sin duda los vuestros con más valor; y acaso pudiera ser que llegáseis a alegraros de pareceros en algo a la pasión de vuestro Rey. (S. Agust., Salm. 54, sent. 75, Tric. T. 7, p. 461.)"

"El que no padezca sed en el desierto de este mundo o entre los males que le rodean, jamás llegará al verdadero bien, que es el mismo Dios. (S. Agust. Salm 62, sent. 94, Tric. T. 7, p. 463.)"

"Cuando Dios no os envía los castigos viviendo mal, es la señal de su mayor indignación contra vosotros. (S. Agust., Salm. 65, sent. 102, Tric. T. 7, p. 464.)"

"Vuestro corazón es recto cuando en lo bueno que hacéis, Dios es lo que os agrada, y cuando en los males que padecéis no os desagrada Dios. (S. Agustín. Salm. 70, sent. 115, Tric. T. 7, p. 465.)"

"Nos pone Dios en el horno de las tribulaciones como a los vasos, no para que se rompan, sino para que se cuezan y purifiquen. (S. Agust., Salm. 91, sent. 141, Tric. T. 7, p. 467.)"

"En vano queréis y deseáis la bienaventuranza que Jesucristo posee, si teméis sufrir lo que él padeció. (S. Agust. Salm. 96, sent. 144, Tric. T. 7, p. 467.)"

"Es mucha razón que los hijos adoptivos cumplan la voluntad declarada en el Testamento de su Padre; pues dice el Apóstol: Si padecemos con El, seremos glorificados con El. Son compañeros de la humildad de Jesucristo los que son coherederos de la gloria prometida. (S. León Papa, Serm. 29, c. 13, sent. 20, Tric. T. 8, p. 385.)'

"No se merece el Reino de los Cielos durmiendo. No se dará la felicidad eterna a los que pasan la vida en la pereza y torpe ociosidad. Es preciso padecer con Jesucristo para reinar con El; es necesario andar por aquella senda, de la que dijo el Señor: Yo soy el camino. El mismo Señor, sin tener a nuestro favor algunas buenas obras, nos asistió con sus gracias y con sus ejemplos; para que, escogidos para hijos adoptivos, con las unas, nos elevan a merecer, y con los otros, nos animase al trabajo. (S. León Papa, Serm. 34, sent. 26, Tric. T. 8, p. 387.)"

"Predica el Apóstol y dice: Todos los que quieren vivir con piedad en Cristo, padecerán persecución. Por esto nunca falta la tribulación de la persecución, si nunca falta la piedad, observancia de la piedad. Exhortaba el Salvador del mundo a sus Discípulos, y les decía: El que no toma su cruz y me sigue, no es digno de mí. Esto no lo dijo a sólo los Apóstoles, sino a todos los fieles y a la iglesia en general, representada en aquellos a quienes Jesucristo hablaba. Así como en todo tiempo debemos vivir con piedad, así también en todo tiempo debemos llevar nuestra cruz. Cada uno la tiene proporcionada a sus fuerzas, y por este nombre de persecución se entiende toda especie de trabajos. (S. León Papa, Serm. 47, sent. 41, Tric. T. 8, p. 392.)"

"Si padecemos con Jesucristo, reinaremos con él. Los mártires que derramaron la sangre por su gloria, no son los únicos que aspiraron al premio; porque todos los fieles que sirven a Dios, y observan sus Mandamientos, están crucificados con Jesucristo, y así, se verán coronados con El. (S. León Papa, Serm. 67, sent. 54, Tric. T. 8, p. 395.)"

"¿Quién es el que honra dignamente los misterios de la pasión, muerte y resurrección del Hijo de Dios, sino aquel que padece, muere y resucita con El? (S. León Papa, Serm. 68, sent. 55, Tric. T. 8, Ibid.)"

"Aunque la fe está ya esparcida por todo el mundo, y son menos los perseguidores, no por eso se han acabado las persecuciones. Aún duran los combates que presentaban a los Santos Mártires de Jesucristo: la necesidad de llevar la cruz no sólo estuvo en los que con tan horribles suplicios eran atormentados, para extinguir en ellos el fuego de la caridad. Todavía tienen los siervos de Dios otra especie de martirio que sufrir; así lo dice el Apóstol. Todos los que quieren vivir con piedad en Jesucristo, padecerán persecución. Es ser muy tibio y cobarde el no querer padecer persecución alguna. (S. León Papa, Serm. 68, sent. 56, Tric. T. 8, p. 395 y 396.)"

"Como yo sé que Dios castiga a los que recibe por hijos suyos, me consuela una esperanza de los bienes eternos, que es tanto más cierta, cuanto más duramente me oprime el trabajo de los presentes males. (S. Gregorio el Grande, Epist.. ad Leand. Episc., sent: 1, Tric. T. 9, p. 231.)"

"Todo el que murmura en las persecuciones y males que padece, acuas la justicia del que se los envía. Es preciso pues, que el hombre se tenga por más puro que el Señor, para quejarse de los azotes con que le castiga, y de algún modo es preferirse al mismo Dios reprender la conducta del Señor cuando le aflige. De este modo, cuando se considera como se debe la grandeza de Dios, aprendemos a temerle con profunda humildad siempre_que nos castiga. Por lo cual, el que sabe gustar bien de las cosas celestiales, sufre con paciencia las interiores, porque conoce en sí mismo la poca estimación que merece todo cuanto se hace en lo exterior. Sin razón juzga que tiene el corazón recto, y que es justo el que ignora la regla de la suprema equidad y la justicia Divina. (S. Greg. el Grande, (lib. 5, c. 37, p, 170) sent. 12, Trie. T. 9, p. 233 y 234.)"

"Y ninguno habrá que los libre. Porque la Divina Verdad no libra de los eternos males sino a los que ejercita con algún castigo, interrumpiendo su prosperidad temporal. De suerte, que el que no quiere que ahora le aflija Dios, no merecerá algún día que le libre y le salve; y no hay duda que los injustos que huyen de Dios cuando los castiga como buen padre, no le hallarán algún día para socorrerlos cuando se vean en la aflicción y dolor. (S. Gregorio el Grande; lib. 6, c. 7, p. 185, sent. 18, Tric. T. 9, p. 235.)"

"Cuando más afligida es la carne con las calamidades y azotes que Dios la envía, más capaz está el alma de elevarse con santos deseos a las cosas celestiales. (S. Grego. el Grande, Ibid. c. 13, p. 178, sent. 19, Tric. Ibid. Ibid.)"

"Un alma dormida en el vicio necesita que la despierte algún castigo o alguna desgracia: para que, pues durante la prosperidad cayó del estado de la inocencia y la justicia en que descansaba con excesivo sosiego, la haga la aflicción conocer la profundidad de su caída. De este modo será para ella el rigor de la divina corrección una favorable fuente de luz. (S. Greg. el Grande, lib. 5, c. 23, p. 100, sent. 22, Tric. T. 9, p. 236.)"

"Cuando los escogidos se ven en la aflicción de los males del mundo: cuando padecen ignominias, injurias, pérdida de bienes y enfermedades, todo esto les parece bien duro: pero así que levantan los ojos de su alma a la consideración del premio eterno, les parece muy poco lo que sufren en comparación de la recompensa infinita que les espera. De este modo los trabajos que serían insoportables, si en ellos sólo se atendiera al dolor que causan, se hacen ligeros poniendo la mira en el premio. (S. Greg. el Grande, lib. 8, p. 248, sent. 32, Tric. T. 9, p. 240.)"

"Mezcla Dios los trabajos con sus dones, para que se nos haga amargo todo cuanto nos deleitaba en el mundo, y para que se levante en nuestro corazón tal incendio, que nos esté siempre excitando deseos celestiales, y por decirlo así, nos muerdan con deleite, nos atormenten suavemente, y nos contristen alegremente. (S. Greg. el Grande, Homl. 16, sent. XXIV, adic. Tric. T. 9, p. 387.)"

"Las enfermedades del cuerpo no os entreguen a la triste pesadumbre: dad en vuestros males gracias a Dios porque se digna de visitaros: preferid a la salud del cuerpo la del alma: poned más cuidado en que el espíritu se conserve bueno, que en que el cuerpo se libre de los trabajos. La enfermedad purifica y corrige el alma, al mismo tiempo que abate la insolvencia de la carne, y amortigua su delicadeza. (S. Anselmo, Exhort, ad contemptum temporal, sent. 12, Tric. T. 9, p. 341 y 342.)"

"La voz de la tortolilla no resuena dulce, pero enseña cosas dulces, (quiero decir el amor de su igual). (S. Bernardo, Serm. 65, in Cant., sent. 24, Tric. T. 10, p. 323.)"

"Al que espera cosas grandes, suelen parecerle menos agradables las pequeñas. (S. Bern., Epist.. 153, sent. 77, Tric. T. 10, p. 326.)"

"La persecución distingue los verdaderos Pastores, de los mercenarios. (S. Bern. de Convers. ad Cler. n. 22, sent. 84. Tric. T. 10, p. 327.)"

"El hombre que huye del trabajo, no se emplea en aquello para que ha nacido. (S. Bern. de Cont., ad Cler. n. 39, sent. 112, Tric. T. 10, p. 328.)"

"Si siempre nos sucedieran desgracias, ¿quién las podría sostener? Si siempre prosperidades, ¿quién no confiaría demasiado? Pero aquella sabiduría tan próbida que todo lo gobierna, con tal templanza va alterando el curso de la vida temporal de sus escogidos con lo uno y con lo otro, que ni las adversidades los quebranten, más agradables después de aquellas, y aquellas se hacen con estas más tolerables. (S. Bern., Epist.. 136, ad Patr. Pap. Episc. sent.XXV, adic. Tric. T. 10, p. 354 y 355.)"