3. TIEMPO ORDINARIO


SEMANA
I DEL TIEMPO ORDINARIO

En lugar del domingo 1 del tiempo ordinario se celebra la fiesta del Bautismo del Señor.


LUNES


PRIMERA LECTURA

Comienza la carta del apóstol san Pablo a los

Romanos 1, 1-17

Saludo y acción de gracias

Pablo, siervo de Cristo Jesús, llamado a ser apóstol, escogido para anunciar el evangelio de Dios. Este evangelio, prometido ya por sus profetas en las Escrituras santas, se refiere a su Hijo, nacido, según lo humano, de la estirpe de David; constituido, según el Espíritu Santo, Hijo de Dios, con pleno poder por su resurrección de la muerte: Jesucristo nuestro Señor.

Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús.

A todos los de Roma, a quienes Dios ama y ha llamado a formar parte de los santos, os deseo la gracia y la paz de Dios, nuestro Padre y del Señor Jesucristo.

Antes de nada doy gracias a mi Dios, por medio de Jesucristo, por todos vosotros, porque en el mundo entero se pondera vuestra fe. Bien sabe Dios, a quien doy culto con toda mi alma, proclamando el evangelio de su Hijo, que no se me cae vuestro nombre de la boca cada vez que rezo, y le pido a Dios que, si es su voluntad, alguna vez por fin consiga ir a visitaros como sea. Tengo muchas ganas de veros, para comunicaros algún don del Espíritu que os afiance, es decir, para animarnos mutuamente con la fe de unos y otros, la vuestra y la mía.

Por otra parte, quiero que sepáis, hermanos que muchas veces he tenido en proyecto haceros una visita, pero que hasta el presente siempre he encontrado obstáculos; esperaba recoger entre vosotros algún fruto, como entre los demás pueblos. Estoy en deuda con griegos y extranjeros, con instruidos e ignorantes; de ahí mi afán por exponeros el evangelio también a vosotros los de Roma.

Porque yo no me avergüenzo del evangelio: es la fuerza de la salvación de Dios para con todo el que cree, primero para el judío, pero también para el griego. Porque en él se revela la Justicia salvadora de Dios para los que creen, en virtud de su fe, como dice la Escritura: «El justo vivirá por su fe».

 

RESPONSORIO                    Rom 3, 24.25; 5,1
 
R./ Hemos sido justificados gratuitamente en virtud de la redención realizada por Jesucristo. * Dios lo ha predestinado para que sirviera como instrumento de expiación por medio de la fe, en su sangre.
V./ Justificados entonces por la fe, nosotros estamos en paz con Dios por medio de Nuestro Señor Jesucristo.
R./ Dios lo ha predestinado para que sirviera como instrumento de expiación por medio de la fe, en su sangre.
 


SEGUNDA LECTURA

Orígenes, Comentario sobre la carta a los Romanos (1, 7-9: PG 14, 852-855)

Esta fe que profesan los romanos es la misma
que se anuncia y crece en todo el mundo

Por él hemos recibido este don y esta misión: hacer que todos los gentiles respondan a la fe, para gloria de su nombre. Pablo dice haber recibido de Cristo este don y esta misión, en cuanto mediador entre Dios y los hombres. El don hemos de relacionarlo con la resistencia a las fatigas; la misión, a la autoridad de la predicación, porque el mismo Cristo es llamado apóstol, o sea, enviado del Padre, pues él se dice enviado a evangelizar a los pobres. Así pues, todo' lo que tiene. se lo transmite a sus discípulos. En sus labios –se ha dicho– se derrama la gracia.

Da también la gracia a sus apóstoles, trabajando con la cual puedan decir: He trabajado más que todos ellos: aunque no he sido yo, sino la gracia de Dios conmigo. Y porque de él se ha dicho: Tenemos en Cristo al apóstol y sumo sacerdote de la fe que profesamos, quien confiere a sus discípulos la dignidad del apostolado, para que también ellos sean constituidos apóstoles de Dios.

Pues los paganos, que estaban excluidos de la ciudadanía de Israel y eran ajenos a las alianzas, no podían creer en el evangelio sino por la gracia conferida a los apóstoles. En virtud de esta gracia se dice que los paganos obedecían por la fe a la predicación de los apóstoles, y se nos recuerda que el pregón de la gracia apostólica que anunciaba el nombre de Cristo, alcanzó a toda la tierra, hasta el punto de llegar hasta Roma. A ellos, a los de Roma, les dice el Apóstol: Entre ellos estáis también vosotros, llamados por Cristo Jesús. Pablo se dice llamado a ser apóstol; los romanos también son llamados, pero no a ser apóstoles, sino a formar parte de los santos en respuesta a la fe.

Antes de nada doy gracias a mi Dios, por medio de Jesucristo, por todos vosotros, porque en el mundo entero se pondera vuestra fe. Lo mismo que escribiendo a otras comunidades Pablo dice que da gracias a Dios por todos, lo dice ahora escribiendo a los romanos. La primera palabra, es una palabra de acción de gracias. Ahora bien: dar gracias a Dios es lo mismo que ofrecerle un sacrificio de alabanza; por eso añade: por medio de Jesucristo, es decir, por medio del gran Pontífice. Conviene saber que todo el que desea ofrecer a Dios un sacrificio, debe hacerlo por mediación de un pontífice.

Pero veamos por qué el Apóstol da gracias a su Dios: Porque —dice— en el mundo entero se pondera vuestra fe. Puede entenderse de esta manera: esta fe que profesan los romanos es la misma que se predica no sólo en la tierra, sino también en el cielo. Pues Jesús reconcilió en su sangre, no sólo a los que hay en la tierra, sino también a los que hay en el cielo, y al nombre de Jesús se dobla toda rodilla en la tierra, en el cielo y en el abismo. Esto es predicar la fe en todo el mundo: por ella todo el universo se someterá a Dios.

 

RESPONSORIO                    Rom 15, 16;11, 13
 
R./ Me ha sido concedida por Dios la gracia de ser ministro de Jesucristo entre los paganos, ejerciendo el sagrado oficio del evangelio de Dios; * para qué los paganos se conviertan en oblación agradable, santificada por el Espíritu.
V./ Como apóstol de los gentiles, hago honor a mi ministerio.
R./ Para qué los paganos se conviertan en oblación agradable, santificada por el Espíritu.


 
ORACIÓN
 
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



MARTES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 1, 18-32

Reprobación de la impiedad

Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia.

Es decir, lo que puede conocerse de Dios lo tienen a la vista: Dios mismo se lo ha puesto delante. Desde la creación del mundo, sus perfecciones invisibles, su poder eterno y su divinidad, son visibles para toda la mente que penetra en sus obras. Realmente no tienen defensa, porque conociendo a Dios no le han dado la gloria y las gracias que Dios se merecía. Al contrario, su razonar acabó en vaciedades y su mente insensata se sumergió en tinieblas. Alardeando de sabios, resultaron unos necios que cambiaron la gloria del Dios inmortal por imágenes del hombre mortal, de pájaros, cuadrúpedos y reptiles.

Por esta razón los ha entregado Dios a la bajeza de sus deseos, con la consiguiente degradación de sus propios cuerpos; por haber cambiado al Dios verdadero por uno falso, adorando y dando culto a la criatura en vez de al Creador. ¡Bendito él por siempre! Amén.

Por esta razón los entregó Dios a sus pasiones degradantes: sus mujeres cambiaron las relaciones naturales por otras innaturales, y los hombres lo mismo: dejando las relaciones naturales con la mujer, se consumieron de deseos unos por otros; cometen infamias con otros hombres, recibiendo en su persona el pago inevitable de su extravío.

Como además juzgaron inadmisible seguir reconociendo a Dios, los entregó Dios a la inadmisible mentalidad de romper toda regla de conducta, llenos como están de toda clase de injusticia, perversidad, codicia y maldad; plagados de envidias, homicidios, discordias, fraudes, depravación; son difamadores, hostiles a Dios, insolentes, arrogantes, fanfarrones, con inventiva para lo malo, rebeldes a sus padres, sin conciencia, sin palabra, sin entrañas, sin compasión.

Conocían bien el veredicto de Dios: que los que se portan así son reos de muerte, y sin embargo, no sólo hacen esas cosas, sino además aplauden a los que las hacen.

 

RESPONSORIO                    Rom 1,20; Sab 13,5.1
 
R./ Las perfecciones invisibles de Dios pueden ser contempladas con la inteligencia en las obras que Él ha realizado. * De hecho, por la grandeza y belleza de las criaturas, se reconoce por analogía al autor.
V./ Son estúpidos por naturaleza todos los hombres que viven en la ignorancia de Dios.
R./ De hecho, por la grandeza y belleza de las criaturas, se reconoce por analogía al autor.
 


SEGUNDA LECTURA

San Juan Crisóstomo, Homilía 3 sobre la carta a los Romanos (1: PG 60, 411-412)

El error es múltiple; la virtud, una

Desde el cielo Dios revela su reprobación de toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Observa la prudencia de Pablo, cómo del tono persuasivo de la exhortación, pasa al más vehemente de la amenaza. Después de haber dicho que el evangelio es fuente de salvación y de vida, y que ha sido la potencia de Dios la que ha operado la salvación y la justicia, pasa seguidamente a las amenazas para infundir temor en los que no le hacen caso. Y comoquiera que son muchos los hombres que se dejan arrastrar a la virtud no tanto por la promesa del premio, cuanto por el temor al castigo, los atrae alternando exhortaciones y amenazas.

De hecho, Dios no sólo prometió el reino, sino que conminó con la gehena; y los profetas hablaban a los judíos alternando siempre premios y castigos. Por eso también Pablo varía el tono del discurso, pero no de cualquier manera, sino pasando de la suavidad a la severidad, demostrando que aquélla nacía de los designios de Dios, ésta, de la maldad e indiferencia de los hombres. Igualmente el profeta primero presenta el lado positivo cuando dice: Si sabéis obedecer, comeréis lo sabroso de la tierra; si rehusáis y os rebeláis, la espada os comerá. Idéntica pedagogía usa aquí Pablo: Vino Cristo —dice— trayéndonos el perdón, la justicia, la vida: y no de balde, sino al precio de la cruz. Y lo que mayormente suscita nuestra admiración no es sólo la munificencia de los dones, sino la acerbidad de lo que padeció. Si pues despreciarais estos dones, ellos mismos se convertirán en vuestra tristeza permanente.

Observa cómo eleva el tono diciendo: Desde el cielo Dios revela su reprobación. Esto se manifiesta con frecuencia en la vida presente: hambre, peste, guerras, pues o bien en privado o bien colectivamente todos reciben el castigo. ¿Qué de nuevo habrá entonces? Pues que el suplicio será mayor, que este suplicio será colectivo y no obedecerá a unas mismas causas: ahora tienen una finalidad pedagógica; entonces vindicativa. Esto lo da a entender Pablo cuando dice: Si el Señor nos corrige es para que no salgamos condenados con el mundo.

De momento hay muchos que piensan que nuestras calamidades no provienen de la ira de Dios, sino de la perfidia de los hombres; pero entonces se manifestará la justicia de Dios, cuando sentado el Juez en el tremendo solio, mande a unos al fuego, a otros a las tinieblas exteriores, a otros finalmente a suplicios de diverso género, eternos e intolerables.

¿Y por qué no dice abiertamente: El Hijo del hombre vendrá y con él innumerables ángeles, a pedir cuentas a cada uno, sino que dice: Revelará Dios su reprobación? Porque los oyentes eran neófitos aún. Por eso Pablo los instruye a partir de lo que en su fe era firme. Además, me parece que se dirige a los paganos. Por eso habla primero del modo que hemos visto, y luego pasa a hablar del juicio de Cristo contra toda impiedad e injusticia de los hombres que tienen la verdad prisionera de la injusticia. Donde demuestra que son muchos los caminos que conducen a la impiedad, a la verdad sólo uno. Y en efecto el error es algo vario, multiforme y desconcertante; la verdad es una.

 

RESPONSORIO           Sab 13, 1; Rom 1, 21
 
R./ Son estúpidos por naturaleza todos los hombres que viven en la ignorancia de Dios, * y a través de los bienes visibles no reconocen a Aquel que es.
V./ Se engríen en sus razonamientos y se ofuscan en su mente obtusa.
R./ Y a través de los bienes visibles no reconocen a Aquel que es.
 
 
ORACIÓN
 
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
 



MIÉRCOLES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 2, 1-16
El justo juicio de Dios

Tú, el que seas, que te eriges en juez, no tienes defensa; al dar sentencia contra el otro te condenas tú mismo, porque tú, el juez, te portas igual.

–Todos admitimos que Dios condena con derecho a los que obran mal, a los que obran de esa manera.

–Y tú, que juzgas a los que hacen eso, mientras tú haces lo mismo, ¿te figuras que vas a escapar de la sentencia de Dios? ¿O es que desprecias el tesoro de su bondad, tolerancia y paciencia, al no reconocer que esa bondad es para empujarte a la conversión?

Con la dureza de tu corazón impenitente te estás almacenando castigos para el día del castigo, cuando se revelará el justo juicio de Dios pagando a cada uno según sus obras. A los que han perseverado en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará vida eterna; a los porfiados que se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia, les dará un castigo implacable.

Pena y angustia tocarán a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego; gloria, honor y paz a todo el que practica el bien, en primer lugar al judío, pero también al griego: porque Dios no es parcial con nadie: los que pecaban sin estar bajo la ley perecerán sin que intervenga la ley; los que pecaban bajo la ley, por la ley serán juzgados. Porque no basta escuchar la ley para estar a bien con Dios, hay que practicar la ley para recibir su aprobación.

Me explico: cuando los paganos, que no tienen ley, hacen espontáneamente lo que ella manda, aunque la ley les falte, son ellos su propia ley; y muestran que llevan escrito dentro el contenido de la ley cuando la conciencia aporta su testimonio y dialogan sus pensamientos condenando o aprobando.

Así será el día en que Dios juzgue lo escondido en el hombre; y, según el evangelio que predico, lo hará por medio de Jesucristo.

 

RESPONSORIO                    Rom 2, 4.5; Sir 16, 15
 
R./ ¿Desprecia el tesoro de la bondad de Dios, su tolerancia y paciencia, al no reconocer que la bondad de Dios te lleva a la conversión? Con tu corazón duro e impenitente te estás acumulando cólera * para el día de la ira, en que se revelará el justo juicio de Dios.
V./ Él dará lugar a toda su generosidad; cada uno será tratado según sus obras.
R./ El día de la ira, en que se revelará el justo juicio de Dios.
 


SEGUNDA LECTURA

Orígenes, Comentario sobre la carta a los Romanos (Lib 2, 7: PG 14, 887-889)

Dios no es parcial con nadie

¿Cómo es que el Apóstol hace aquí a los paganos, inmediatamente después de los judíos, partícipes de la gloria del honor y de la paz? A mí me parece que, en este texto, establece una triple jerarquía. Primero se refiere a los que perseveran en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte; a éstos Dios les dará la vida eterna.

La perseverancia en hacer el bien es evidente en quienes afrontaron luchas y combates por la fe: claramente se alude aquí a los cristianos, entre los que los mártires abundan. Lo demuestra asimismo lo que el Señor dice a los apóstoles: En el mundo tendréis luchas; el mundo estará alegre, vosotros lloraréis. Y poco después añade: Con vuestra perseverancia salvaréis vuestras almas. Es propio de los cristianos padecer tribulaciones en este mundo y llorar, pero suya es la vida eterna.

¿Y quieres saber que la vida eterna está reservada para sólo el que cree en Cristo? Escucha la voz del mismo Señor que lo declara expresamente en el evangelio: Esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, único Dios verdadero, y a tu enviado, Jesucristo. Así pues, quien no reconozca al Padre, único Dios verdadero, y a su Hijo, Jesucristo, está excluido de la eternidad de la vida. Este mismo conocimiento y esta fe son reconocidos como vida eterna. Tenemos pues, aquí el primer grado jerárquico de los cristianos, a quienes por la perseverancia en hacer el bien, porque buscaban contemplar su gloria y superar la muerte, les dará la vida eterna indudablemente aquel que dijo: Yo soy el camino, y la verdad, y la vida. Y en Cristo, que es la vida eterna, está la plenitud de todos los bienes.

Una segunda categoría comprende a los que, porfiados, se rebelan contra la verdad y se rinden a la injusticia. A éstos les amenaza un castigo implacable, es decir, a todo malhechor, primero al judío, pero también al griego. A estos mismos, sin embargo –pero situados en una tercera categoría–, se les promete una retribución de bienes, cuando dice: Gloria, honor y paz a todo el que practica el bien, en primer lugar al judío, pero también al griego. Esto se refiere, a mi modo de ver, a los judíos y a los griegos que todavía no han abrazado la fe.

Ahora bien: si, a lo que parece, el Apóstol condena a los paganos porque, habiendo llegado al conocimiento de Dios mediante sus luces naturales, no le dieron la gloria que como Dios se merecía, ¿cómo no pensar que hubiera podido, mejor, debido, alabarlos, caso de que entre ellos hubiera quienes, conociendo a Dios, como a Dios le hubieran glorificado? Me parece fuera de toda duda que si alguien mereciera ser condenado por sus malas obras, éste mismo sería acreedor a una remuneración por sus buenas obras caso de que hubiera obrado el bien. Atiende a lo que dice el Apóstol: Todos tendremos que comparecer ante el tribunal de Cristo para recibir premio o castigo por lo que hayamos hecho mientras teníamos nuestro cuerpo. Que viene a ser lo que dice en este mismo texto: Porque Dios no es parcial con nadie.

 

RESPONSORIO                    Rom 14, 11; Zac 8, 22
 
R./ Como está escrito: ¡Por mi vida! dice el Señor, ante mí se doblará toda rodilla, * y toda lengua alabará a Dios.
V./ Vendrán pueblos numerosos, llegarán poderosas naciones buscando al Señor del universo en Jerusalén y queriendo aplacar al Señor.
R./ Y toda lengua alabará a Dios.
 
 
ORACIÓN
 
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
 



JUEVES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 2, 17-29

La desobediencia de Israel

Supongamos ahora que tú te llamas judío, que te respaldas en la ley, te glorías de Dios, conoces su voluntad y, adoctrinado por la ley, aciertas con lo mejor; con eso estás convencido de ser guía de ciegos, luz de los que viven en tinieblas, educador de ignorantes, maestro de simples, por tener el saber y la verdad plasmados en la ley.

Bueno, y enseñando a otros, ¿no te enseñas nunca a ti mismo? Predicando no se robe, ¿robas tú? Teniendo horror a los ídolos, ¿te aprovechas de sus templos? Mientras te glorías de la ley, ¿afrentas a Dios violando la ley? Claro, «por vuestra culpa maldicen los paganos el nombre de Dios», como dice la Escritura.

La circuncisión sirve ciertamente para algo si practicas la ley, pero si la violas, tu circuncisión es como si no existiera. Esto supuesto, si un pagano no circunciso cumple las exigencias de la ley, ¿no se le considerará circunciso aunque no lo esté? Físicamente no estará circuncidado, pero si observa la ley te juzgará a ti, que con todo tu código escrito y tu circuncisión violas la ley. Porque ser judío no está en lo exterior, ni circuncisión es tampoco la exterior en el cuerpo; no, judío se es por dentro, y circuncisión es la interior, hecha por el Espíritu, no por fuerza de un código; lo es el que está bien conceptuado, no por los hombres, sino por Dios.

 

RESPONSORIO                    Rom 2,28.29
 
R./ La circuncisión no es la que se hace externamente, es decir, en la carne, en el espíritu y no en la letra; * recibe la alabanza, no de los hombres sino de Dios.
V./ No es judío, el que lo es externamente sino el que lo es en lo oculto.
R./ Recibe la alabanza, no de los hombres sino de Dios.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ambrosio de Milán, Comentario sobre el salmo 36 (16: PL 14, 973-974)

Sé hombre sujeto a Cristo, súbdito de la sabiduría de Dios

Sé súbdito del Señor e invócale. No sólo se te aconseja que estés sujeto a Dios, sino que invoques al Señor y así puedas llevar a feliz término tu deseo de sujeción a Dios. Pues añade: Encomienda tu camino al Señor, confía en él. No sólo te conviene encomendar a Dios tu camino sino también confiar en él. La verdadera sumisión no es ni abyecta ni vil, sino gloriosa y sublime, pues está sujeto a Dios, quien hace la voluntad del Señor.

Además, ¿hay alguien que ignore que la sabiduría del espíritu es superior a la sabiduría de la carne? La sabiduría del espíritu está sujeta a la ley de Dios; la sabiduría de la carne no le está sometida. Sé, pues, súbdito, es decir, próximo a Cristo: así podrás cumplir la ley. Pues Cristo, cumplió la ley haciendo la voluntad del Padre. Por eso Cristo es el fin de la ley, como es la plenitud de la caridad: pues amando al Padre, centró todo su afecto en hacer su voluntad. Por eso escribió el Apóstol en elogio suyo: Y, cuando todo esté sometido, entonces también el Hijo se someterá a Dios, al que se lo había sometido todo. Y así Dios lo será todo para todos. Y Cristo mismo dice de sí: Sólo en Dios descansa mi alma, porque de él viene mi salvación.

Finalmente, estaba sujeto a sus padres, José y María, no por debilidad, sino por devoción filial. La máxima gloria de Cristo radica en insinuarse en el corazón de todos los hombres, apartándolos de la impiedad de la perfidia y de afición al paganismo, y sometérselos a sí.

Y cuando se lo hubiere sometido todo, entrare el conjunto de los pueblos y se salvare Israel, y en todo el orbe no hubiere más que un solo cuerpo en Cristo, entonces también él se someterá al Padre, ofreciéndole en don, como príncipe de todos los sacerdotes, su propio cuerpo sobre el altar celestial. La fe de todos será el sacrificio. Por tanto, esta sumisión és una sumisión de piedad filial, pues el Señor Jesús será sometido a Dios en el cuerpo. Y nosotros somos su cuerpo y miembros de su cuerpo. Sé, pues, un hombre sujeto a Cristo, esto es, súbdito de la sabiduría de Dios, súbdito del Verbo, súbdito de la justicia, súbdito de la virtud, pues todo esto es Cristo. Que todo hombre se someta a Dios. Pues no sólo a uno, sino a todos les aconseja que sometan su corazón, su alma, su carne, para que Dios lo sea todo en todos. Sujeto es, pues, quien está lleno de gracia, quien acepta el yugo de Cristo, quien animosa y decididamente observa los mandamientos del Señor.

 

RESPONSORIO                    Heb 13, 21; 2Mac 1, 4
 
R./ Dios os confirme en todo bien para que cumpláis su voluntad, * realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo.
V./ Que abra vuestro corazón a su Ley y a sus preceptos, y os conceda la paz.
R./ Realizando en nosotros lo que es de su agrado por medio de Jesucristo.
 
 
ORACIÓN
 
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos.
Amén.
 



VIERNES


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 3, 1-20
Todos los hombres bajo el dominio del pecado

–Entonces, ¿en qué es superior el judío?, ¿de qué sirve la circuncisión?

—De mucho, bajo cualquier aspecto. Ante todo, porque a ellos se les confiaron los oráculos de Dios. ¿Qué importa que algunos hayan sido infieles? ¿Es que la infidelidad de éstos va a anular la fidelidad de Dios? De ninguna manera; hay que dar por descontado que Dios es leal y que los hombres por su parte son todos desleales, como dice la Escritura: «En la sentencia tendrás razón, en el juicio resultarás inocente».

—Pero entonces, si nuestra iniquidad hace resaltar la rectitud de Dios, ¿qué se deduce? ¿No es Dios inicuo al descargar la cólera? Hablo en términos humanos.

—¡De ninguna manera! En ese caso, ¿cómo podría Dios juzgar al mundo?

—Pero si, por causa de mi deslealtad, la lealtad de Dios redunda en gloria suya, ¿por qué encima se me condena a mí como pecador?

—Y ¿por qué no decir ya «hagamos el mal para que resulte el bien»? Esa calumnia nos levantan y algunos van diciendo que eso enseñamos; razón hay para condenarlos.

—En resumidas cuentas, ¿llevamos alguna ventaja?

—Todo considerado, ninguna, porque acabamos de probar que todos, judíos y paganos, están bajo el dominio del pecado; así lo dice la Escritura: «Ninguno es inocente, ni uno solo; no hay ningún sensato que busque a Dios. Todos se extravían igualmente obstinados, no hay uno que obre bien, ni uno solo. Su garganta es un sepulcro abierto, mientras halagan con la lengua con veneno de víboras en sus labios. Su boca está llena de maldiciones y fraudes, sus pies tienen prisa para derramar sangre; destrozos y ruinas jalonan sus caminos, no han descubierto el camino de la paz. El respeto a Dios no existe para ellos».

Como sabemos, siempre que la ley habla, se dirige a sus súbditos; con esto se les tapa la boca y el mundo entero queda convicto ante Dios. Porque «ningún hombre vivo es inocente frente a ti» aduciendo que ha observado la ley, pues la función de la ley es dar conciencia del pecado.

 

RESPONSORIO                    Sal 53, 3.4; Rom 3,23.10
 
R./ Dios observa desde el cielo a los hijos de Adán, para ver si hay alguno sensato que busque a Dios. * Todos se extravían igualmente obstinados; no hay uno que obre bien, ni uno solo.
V./ Ya que todos pecaron y están privados de la gloria de Dios, como está escrito: No hay nadie justo, ni siquiera uno.
R./ Todos se extravían igualmente obstinados; no hay uno que obre bien, ni uno solo.

 

SEGUNDA LECTURA

San Ambrosio de Milán, Comentario sobre el salmo 43 (75-77: PL 14,1125-1126)

Esta carne que era sombra de muerte,
comenzó a resplandecer gracias al Señor

No podemos negar que la carne puede ser humillada de muchas maneras: circunstancias de lugar, de intensidad seductora, de la misma fragilidad que da paso a la culpa. Y aun cuando fue engañado por un adversario nada despreciable, la serpiente, gozaba no obstante de una gracia singular antes de caer en el pecado: Adán vivía en presencia de Dios, en el paraíso habitaba en plena lozanía, estaba iluminado por una gracia celestial, hablaba con Dios. ¿Has leído que fuera humillado antes de que los humillara su propia prevaricación? La herencia de este vicio ha pasado hasta nosotros, de modo que mientras vivimos en esta envoltura corporal, no queremos desterrarnos del cuerpo y vivir junto al Señor. Y obrando así, humillamos nuestra alma que pugna por elevarse hacia Dios. Pero este nuestro cuerpo corruptible grava el alma y predomina el apego a la morada terrestre, hasta el punto de que el alma consagrada a Dios se inclina una y otra vez a las cosas del siglo sin lograr vivir sumisa a Dios, pues la sabiduría de la carne no sabe de sumisión, sabiduría que condiciona toda nuestra afectividad.

Si esto decimos de nosotros, ¿qué diremos de la carne de nuestro Señor Jesucristo? El, es verdad, asumió toda la realidad de esta carne, por lo cual se rebajó hasta someterse a la muerte, y a una muerte de cruz. Presta atención y sopesa cada palabra. Observa que asumió voluntariamente esta nuestra condición humana, con las obligaciones inherentes a tu condición de esclavo, y hecho semejante a cualquier hombre; no semejante a la carne, sino semejante al hombre pecador, ya que todo hombre nace bajo el dominio del pecado. Y así pasó por uno de tantos. Por eso se escribió de él: Es hombre: ¿Quién lo entenderá? (Cf. Jr 17, 9).

Hombre según la carne; superhombre según su situación. Como hombre -dice— se humilló a sí mismo, pues Dios vino a liberar a los que habían caído en la abyección. Así que él mismo se humilló por nosotros.

Por tanto, su cuerpo no es un cuerpo de muerte. ¡Todo lo contrario! Es un cuerpo de vida. Y su carne no es sombra de muerte; al revés, era fulgor de la gloria. Ni en él hay lugar para la aflicción, ya que en su cuerpo reside la gracia de la consolación para todos. Escúchale si no cuando dice: Aprended de mí que soy manso y humilde de corazón. El se humilló, para que tú fueras exaltado porque el que se humilla será enaltecido. Pero no todos los que son humillados serán enaltecidos, pues a muchos el crimen los humilla para la ruina. El Señor se humilló hasta someterse a la muerte, para ser enaltecido en el mismo umbral de la muerte.

Contempla la gracia de Cristo, reflexiona sobre sus beneficios. Después de la venida de Cristo, esta carne que era sombra de muerte, comenzó a resplandecer y a tener luz propia gracias al Señor. Por eso se ha dicho: La lámpara del cuerpo es el ojo.

 

RESPONSORIO                    Col 1,21-22; Rom 3,25
 
R./ Vosotros, en otro tiempo, estabais también alejados y erais enemigos por vuestros pensamientos y malas acciones; ahora en cambio, por la muerte que Cristo sufrió en su cuerpo de carne, habéis sido reconciliados * para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche.
V./ Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre.
R./ Para ser admitidos a su presencia santos, sin mancha y sin reproche.


 
ORACIÓN
 
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.
 



SÁBADO


PRIMERA LECTURA

De la carta a los Romanos 3, 21-31

Justicia de Dios por la fe

Ahora, la justicia de Dios, atestiguada por la ley y los profetas, se ha manifestado independientemente de la ley. Por la fe en Jesucristo viene la justicia de Dios a todos los que creen, sin distinción alguna. Pues todos pecaron y todos están privados de la gloria de Dios, y son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención de Cristo Jesús, a quien Dios constituyó sacrificio de propiciación mediante la fe en su sangre.

Así quería Dios demostrar que no fue injusto si dejó impunes con su tolerancia los pecados del pasado, con esa demostración de su rectitud en nuestros días: resulta así que él es justo y que justifica al que alega la fe en Jesús.

Y ahora, ¿dónde queda el orgullo? Eliminado. ¿Por qué régimen?, ¿por el de las obras? No, al contrario, por el régimen de la fe. Sostenemos, pues, que el. hombre es justificado por la fe, sin las obras de la ley.

¿Acaso Dios lo es solamente de los judíos? ¿No lo es también de los demás pueblos? Evidentemente que también de los demás pueblos, dado que hay un solo Dios.

Pues él justificará a los circuncisos en virtud de la fe y a los no circuncisos también por la fe.

—Entonces, con la fe, ¿derogaremos la ley?

—Nada de eso; al revés, la ley la convalidamos.

 

RESPONSORIO                    Rom 3,24.25; 5,10
 
R./ Son justificados gratuitamente por su gracia, mediante la redención realizada en Cristo Jesús. * Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre.
V./ Cuando éramos enemigos, fuimos reconciliados con Dios por la muerte de su Hijo.
R./ Dios lo constituyó medio de propiciación mediante la fe en su sangre.
 


SEGUNDA LECTURA

San Ambrosio de Milán, Comentario sobre el salmo 118 (Sermón 1, 14-15: PL 15, 1270)

Dios nos amonestó por medio de la ley, los profetas,
el evangelio y los apóstoles

Tú promulgas tus decretos, para que se observen exactamente; ojalá esté firme mi camino, para cumplir tus designios, entonces no sentiré vergüenza al mirar tus mandatos. No promulgas –dice– tus mandatos, para que se observen, sino para que se observen exactamente. ¿Cuándo los promulgó? En el paraíso ya le mandó a Adán que observase sus mandatos, pero quizá no añadió que los observase exactamente: por eso pecó, por eso cedió a la propuesta de su mujer, por eso fue engañado por la serpiente, pensando que si derogaba sólo en parte el mandato, el error no sería tan notable. Pero una vez desviado de la senda de los mandatos, abandonó totalmente el camino. Por eso Dios le despojó de todos los dones, dejándolo desnudo.

Por lo cual el Señor, al caer el que estaba en el paraíso, te amonestó después por medio de la ley, los profetas, el evangelio y los apóstoles, que observases exactamente los mandatos del Señor tu Dios. De toda palabra falsa –dice– que hayas pronunciado darás cuenta. No te engañes: no dejará de cumplirse hasta la última letra o tilde de un mandato. No te apartes del camino. Si andando por el camino no siempre estás a resguardo de ladrones, ¿qué ocurrirá si andas vagando fuera de la senda? Que tus pies estén firmes en el camino recto y, para que puedas conservar seguro la orientación, pídele al Señor que él mismo te indique sus senderos.

Yo esperaba con ansia al Señor: él se inclinó y escuchó mi grito; afianzó mis pies sobre roca y aseguró mis pasos. Pídele tú también que asegure los pasos de tu alma, para que puedas cumplir las consignas del Señor. No sentirás vergüenza al mirar sus mandatos. Antes te avergonzaste en Adán y Eva: quedaste desnudo, te cubriste con hojas, porque estabas avergonzado. Te ocultaste a la presencia de Dios, porque estabas corrido de vergüenza, hasta el punto de que Dios hubo de preguntarte: Adán, ¿dónde estás?

Al preguntarle a él, te está preguntando a ti, pues Adán significa «hombre». De modo que cabría decir: Hombre, ¿dónde estás? Temeroso por estar desnudo y lleno de confusión, no me atreví a comparecer en tu presencia. Así pues, para no sentir vergüenza, observemos los mandatos del Señor y observémoslos enteramente. Pues de nada sirve guardar un mandato, si se conculca otro.

 

RESPONSORIO                    Cf. Tob. 4,19;14,8 - Vulgata 4,20.21;14,10.11
 
R./ En toda circunstancia bendice al Señor y suplícale que sea tu guía en todos tus caminos * y en Él se fundamenten todos tus designios.
V./ Cuida de practicar lo que a Él le agrada, en la verdad y con todas tus fuerzas.
R./ Y en Él se fundamenten todos tus designios.
 
 
ORACIÓN
 
Muéstrate propicio, Señor, a los deseos y plegarias de tu pueblo; danos luz para conocer tu voluntad y la fuerza necesaria para cumplirla. Por nuestro Señor Jesucristo, tu Hijo, que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo y es Dios por los siglos de los siglos. Amén.