CAPITULO IV
La
potencia activa de Dios
ARTICULO I
REALIDAD, PERFECCIÓN Y NATURALEZA DE LA POTENCIA DE
DIOS
541.Nexo.
Entre los atributos positivos, hemos examinado hasta aquí aquellos que
comportan una operación inmanente. Ahora vamos a examinar el atributo que tiene
una operación o un efecto transeúnte fuera de sí, y es la Potencia activa.
Trataremos, pues, brevemente en el presente capítulo de su realidad,
perfección y naturaleza.
542. 1. DIOS TIENE POTENCIA
ACTIVA. Esto aparece claro a partir de la prueba de la existencia de Dios. Pues
Dios tiene potencia activa, si es que ha hecho las cosas del mundo; es
así que las ha hecho, luego Dios
tiene potencia activa. La menor es
clara, pues las cosas del mundo son contingentes y producidas; ahora bien, las
cosas contingentes y producidas están reclamando una causa primera por cuya
potencia activa hayan sido producidas.
543. 2. LA POTENCIA DE DIOS
ES «SIMPLICITER» INFINITA, no solamente en la razón misma de ser, sino
también en la razón de potencia. En la razón de ser, en cuanto que realmente
es la misma esencia divina, y ésta es infinita. En la razón de potencia
productiva, puesto que la potencia de Dios, formalmente en cuanto potencia,
queda definida «in recto», de manera formal e implícita, por la esencia de
Dios; es así que la esencia es
infinita, luego también la potencia,
formalmente en cuanto potencia productiva, es «simpliciter» infinita.
544. 3. DE DONDE SE SIGUE QUE
Dios Es OMNIPOTENTE. Pues omnipotente es aquel que tiene una potencia activa
infinita; es así que Dios tiene esta
potencia activa infinita, luego Dios
es omnipotente.
Lo mismo, de otra forma: omnipotente es aquel que
tiene potencia para producir todos los posibles que no supongan contradicción
intrínseca; es así que Dios tiene
potencia para esto, luego Dios es
omnipotente. La menor: si Dios no
pudiera producir alguna de las cosas que no suponen contradicción, estaría
limitado por sí mismo, y no por parte de las cosas, puesto que, por hipótesis,
las cosas pueden estar en la existencia sin contradicción alguna.
Cabe objetar: Dios no tiene potencia infinita si los posibles no son
infinitos; es así que todavía no
está probado que los posibles sean infinitos, luego
no está probado que Dios tenga potencia infinita ni que sea omnipotente.
Concedo la mayor y niego la menor. Pues, en primer lugar, si la potencia de Dios es «impliciter» infinita,
según consta a «priori», las cosas que pueden ser hechas por El son
infinitas, al menos en número y en especie, si bien Dios no puede algo que sea
«simpliciter» infinito, lo cual sería contradictorio; pues lo que ha sido
creado, por el mero hecho de serio, ya es finito y limitado.
En segundo lugar, los posibles son tales en razón de su imitación de la
esencia divina; es así que la esencia
divina no puede agotarse por ningún número determinado, ni por ningún grado
determinado de perfección, luego los posibles
son infinitos tanto en número como en especie.
En tercer lugar, en el número aparece finalmente la posibilidad de
una multitud infinita, al menos en el estado de pura posibilidad; pues, una vez
puesto un hombre, vemos que puede darse otro hombre, luego es señal de que, puesto cualquier hombre, puede ponerse
cualquier otro, sin negación del precedente y, por consiguiente, sin ninguna
contradicción.
545. 4. EL CONSTITUTIVO
ESENCIAL DE LA OMNIPOTENCIA DIVINA. Entorno al constitutivo esencial de la
omnipotencia divina, en cuanto a lo explícito, existe una gran división de
opiniones.
La primera opinión es la de los tomistas, quienes afirman que la
omnipotencia consiste, explícita y formalmente, en el entendimiento y en la
operación especial del mismo llamada imperio intelectual. " traducción de
dicho imperio es la siguiente fórmula: haz esto, o que exista tal cosa, y no
supone ninguna enunciación de la verdad.
La segunda opinión sostiene que la omnipotencia consiste en la voluntad
y en el acto particular de la misma, que se llama imperio volitivo, en cuanto
que manda que la cosa sea. Este es el parecer de URRÁBURU y de otros.
La tercera opinión defiende que consiste en el conjunto que forman el
entendimiento y la voluntad.
La cuarta opinión distingue entre el entendimiento, la voluntad y la
potencia, y afirma que, en las obras «ad extra», el entendimiento divino
dirige dichas obras, mientras que la voluntad decreta su existencia, y la
potencia activa lleva a cabo lo que ha sido mandado por parte de la voluntad La
potencia activa, en cuanto a lo que está explícito, ha de ser concebida como
distinta del entendimiento y de la voluntad; es decir, como la misma esencia
divina, en cuanto que es el mismo ser «per se» subsistente; en cuanto que
contiene en acto toda la perfección posible, y en cuanto que es comunicativa
«ad extra». La razón es porque el principio del actuar debe contener toda la
perfección del efecto, no sólo en la representación, ni sólo en el amor,
sino también en acto, por lo menos eminencial; es
así que ni el entendimiento ni la voluntad, sino la sola esencia contiene
en acto la perfección de todos los efectos, luego
sólo la esencia es el principio del actuar. Esta es la opinión de SUÁREZ,
de DURANDO y, según parece, también de Santo Tomás. Podemos calificarla de
bastante probable (OM nn.936-946).
546. 5. EL ACTO
SEGUNDO, OLA ACTUACIÓN DE LA POTENCIA ACTIVA DIVINA. El acto segundo de la
potencia activa siempre es una acción formalmente productiva de su efecto. Y se
pregunta precisamente en qué consiste tal acción productiva mediante la cual
la omnipotencia de Dios produce las cosas. Sobre ello existen dos opiniones.
La primera opinión es la de los tomistas. Según ellos, tal acción no
es un modo distinto de Dios y del término de la misma acción, sino que, de
parte de Dios, es la intelección (o acto del entendimiento) y la volición (o
acto de la voluntad) de crear, que es «formaliter» inmanente, virtualmente
transeúnte, y además desde toda la eternidad. La razón es porque toda acción
es perfección del agente; es así que en
Dios no existe ninguna perfección del agente que se pueda llamar acción más
que la intelección y la volición, luego en
ellas consiste formalmente la acción de parte de Dios. De parte de la criatura,
la acción es la relación de dependencia que resulta como consecuencia en la
criatura ya existente; relación que, en cuanto acción, es anterior a la
criatura con prioridad de naturaleza), y posterior a la misma formalmente en
cuanto tal relación.
La segunda opinión es la
de SUÁREZ, el cual sostiene que la acción transeúnte divina en un modo
distinto, con distinción real, de Dios y de la criatura, como quiera que es un
modo toda acción productiva. Esta opinión admite que en Dios se den la
intelección y la volición de la cosa que se va a crear, y ello desde toda la
eternidad; pero éstas no son acciones formalmente creativas, sino acciones
inmanentes que son principios de la acción creativa transeúnte. En cuanto al
fundamento de la doctrina opuesta, se niega, sin más, ya que no es cierto que
una acción transeúnte sea una perfección del agente.
ARTICULO II
REALIDAD DE LA CREACIÓN
Tesis 44. El mundo, en su
primera conformación, ha sido producido por Dios mediante creación.
548. Nociones. MUNDO:
Entendemos por tal todo aquello que es distinto de Dios y del único ser
necesario. Cuando hablamos del mundo material, afirmamos que es creado, al menos
en cuanto a su substrato o materia; pues las formas materiales son educidas de
la potencia de la materia o al mismo tiempo que ésta si se trata de las formas
creadas junto con la materia, o posteriormente, mediante la evolución y el
influjo de las causas segundas, si se trata de las demás formas materiales con
posterioridad a la creación.
HA
SIDO PRODUCIDO: sobre este punto no hay discusión, pues es claro que` todo lo
que es contingente ha tenido que ser producido; pero nuestra pregunta va al modo
de producción, y afirmamos que es mediante creación «ex nihilo» (a partir de
la nada).
549. MEDIANTE CREACIÓN:
Acerca de la creación podemos dar tres definiciones. Primera
definición: creación es la producción de una cosa a partir de su propia
nada y a partir de la nada del sujeto. Producción
es la acción de la causa eficiente. A partir
de su propia nada no significa que la cosa creada proceda de la nada, como
de la materia de que consta, o que la nada hubiera precedido con prioridad de
tiempo y después se hubiera producido el ser de la cosa, ni tampoco significa
la exclusión absoluta de cualquier otro ser -como la causa eficiente-, sino que
significa que la cosa en cuestión no es nada sin la producción, ya sea que
haya sido hecha en el tiempo o «ab aeterno» (desde toda la eternidad). A partir
de la nada del sujeto, no significa sino que no se presupone ningún sujeto
hacia el cual haya de ir dirigida la acción -al contrario de lo que ocurre con
las acciones eductivas, en las que el sujeto se presupone-, sino que la entidad
toda de la cosa, que se encuentra en la misma, es producida sin más.
Segunda definición: creación es la producción de una cosa según toda
la substancia y entidad de la misma, de forma que no se dé por supuesto nada de
su entidad en su producción; como, por el contrario, algo se presupone de la
cosa producida en las acciones eductivas: en ellas se presupone un sujeto que va
a ser transmutado mediante la acción.
Tercera definición: creación es la producción de la cosa o del ser, en
cuanto que es ser; no en cuanto ser «simpliciter», de lo contrario el mismo
Dios podría ser creado, sino en cuanto que es contingente, o según se da en la
criatura.
Tras todas estas
nociones, resulta claro en qué forma difiere
la creación de la educción, pues en la educción se presupone siempre
algún sujeto, a partir de cuya potencia se educe la forma; por ello, no se
produce toda la cosa según toda su substancia, ni tampoco se produce el ser en
cuanto ser, sino únicamente según que es tal ser o tal otro.
550. Estado de la cuestión. Preguntamos, pues, si el mundo, tanto el
corpóreo como el de los espíritus, que son distintos de Dios, ha sido
producido mediante creación «ex nihilo» (a partir de la nada) o de otro modo.
Hay que advertir que no
nos preocupamos aquí de si el mundo fue creado en el tiempo o ««ab aeterno»»
(desde toda la eternidad); tampoco nos preocupamos sobre si el estado que tiene
el mundo en la actualidad puede explicarse o no mediante un proceso evolutivo.
Sea lo que fuere de estas cuestiones, sólo preguntamos si el mundo ha tenido su
origen mediante creación «ex nihilo» (a partir de la nada).
551. Opiniones. La primera niega
sencillamente la creación «ex nihilo». En este sentido, PLATÓN y
ARISTÓTELES afirman que la materia es increada, y de ella han sido educidas
todas las formas materiales, tanto las substanciales como las accidentales. Los
panteístas evolucionistas dicen que el mundo no es otra cosa más que los
diversos modos de Dios, y que tiene su origen mediante la evolución de la misma
substancia divina.
La segunda opinión es de ROSMINI, según el cual la producción de las
cosas ha sido hecha por Dios mediante abstracción, con la cual Dios concibe el
ser abstrayéndolo del Verbo Divino; mediante la imaginación, con la que
concibe los diversos términos limitados de aquel ser, y mediante la síntesis
por la cual concibe, de manera conjunta, aquel ser abstracto y los términos
limitados que se ponen fuera de la nada.
Nuestra opinión es la de todos los escolásticos, que defienden que
el mundo ha sido hecho mediante creación partir de la nada («ex nihilo»). Y
mantenemos esta doctrina como certísima en filosofía; en cuanto al campo
teológico, es de fe.
552. Prueba de la tesis. Prueba 1.
(A partir del hecho de que todas las cosas, fuera de Dios, han sido hechas). Dios
produjo, mediante una acción verdaderamente efectiva, todas las cosas
contingentes que existen en el mundo; es
así que no pudo producirlas a partir de ningún sujeto increado
preexistente, luego Dios ha tenido que
producirlas mediante una acción efectiva desarrollada sin sujeto alguno
preexistente (esta acción efectiva no es otra cosa más que la creación «ex
nihilo»).
La mayor es clara, a partir de la prueba de la existencia de
Dios; pues las cosas contingentes reclaman un ser necesario y una causa primera
por la que son producidos.
La menor: en efecto, no pudo hacer estas cosas a partir de un
sujeto increado preexistente. En primer
lugar, porque muchas cosas no tienen substrato alguno o sujeto a partir del
que se hacen, o del que constan, tal como el alma racional. Y en
segundo lugar, porque si se diese un substrato increado de las cosas,
existirían varios seres increados; es decir, Dios y el substrato en cuestión.
553. Prueba 2 (Un tanto diversa, a partir de la unicidad
de Dios). El ser increado es absolutamente único; luego todas las demás
cosas al margen de este ser increado han tenido que ser hechas mediante
creación «ex nihilo» por el único ser increado. Declaración de la
consecuencia: si presuponemos algún substrato que no ha sido hecho, existirían
varios seres increados: Dios simplicísimo y distinto de este mundo, y el
referido substrato del mundo.
Escolio. Y hay que notar que este argumento conserva todo su
valor, tanto si se dice que todas las cosas han sido hechas en el tiempo, como
que lo han sido desde toda la eternidad («ab aeterno»); pues en cualquier
hipótesis, el ser increado es esencialmente único, por lo cual todas las
cosas, con excepción del propio ser increado, han tenido que ser hechas por
él, según toda su entidad.
554. Objeciones. 1. De la nada, nada se hace; es así que la creación es de la nada, luego la creación repugna en su mismo concepto.
Distingo la mayor: de la nada no se hace nada, considerada como materia
«a qua» (partir de la cual), concedo; considerada
como término «a quo» (partir del cual) niego;
y contradistingo la menor.
2. Antes de la creación
del mundo existió un caos inmenso, según aparece por los escritores
eclesiásticos; es así que el caos no
es la nada, luego el mundo no ha sido
hecho de la nada.
Distingo la mayor: antes de la obra de distinción y ornato del mundo, concedo;
antes de la obra propiamente dicha de creación, niego;
y concedida la menor, distingo el consecuente: si el caos precedió
simplemente a la obra de ornato, niego; si
precedió verdaderamente a la obra de creación, concedo.
3. No hay más remedio
que afirmar la repugnancia de todo aquello acerca de lo cual no podemos tener
ninguna idea; es así que no podemos
formarnos ninguna idea de la creación, luego
la creación repugna. La menor: puesto
que no podemos concebir mentalmente sino aquello que experimentamos; es
así que sólo experimentamos educciones, luego
no podemos tener idea de la creación.
Distingo la mayor.- si no podemos tener ninguna idea, ni siquiera
analógica, debido a que los términos son incompatibles, concedo; si no tenemos una idea propia «ex proprü» (a partir de
los propios) o «quidditativa», niego; y
contradistingo la menor: Tenemos idea de acción, de totalidad del ser y de
sujeto, y mediante tales ideas llegamos a formar esta otra: la acción
productiva de todo el ser, sin ningún sujeto previamente supuesto. Y, una vez
formada tal idea, quedaba el probar la realidad de la misma. Pero ha quedado
eficazmente probada.
4. El devenir («fieri»)
de una cosa es anterior a la constitución del término; es así que, si el devenir es anterior a la constitución del
término, supone previamente un sujeto en que se encuentre recibido, luego
el devenir, y en resumidas cuentas toda acción, requiere un sujeto en el
que se recibe; por lo tanto, no puede ser creación. La
menor: pues, de lo contrario la acción no se hallaría ni en el término ni
tampoco en el sujeto distinto del término formal, sino en sí misma.
Distingo la mayor: el devenir de una cosa sucesiva, concedo;
el de una cosa instantánea, subdistingo:
es anterior en cuanto a la duración, niego;
es anterior en cuanto a la naturaleza, concedo;
y contradistingo la menor. si precede al término en cuanto a la duración, concedo;
si únicamente le precede en cuanto a la naturaleza, niego.
En cuanto a la prueba aducida, niego el supuesto que con dicha prioridad se
signifique algún instante en que la acción no estuviese con el término.
Efectivamente, la acción siempre a estado con el término, pero como adherida a
él en la forma más íntima que cabe concebir, y además impulsándolo a ser,
si bien no como causa o principio «quod», sino únicamente «quo».
Cabe también decir que,
«en tal prioridad», la acción estuviese como en sí, tan sólo para
significar con ello que no precisaba de ningún sujeto de inhesión que hubiera
de preceder necesariamente a la acción, sino únicamente de término al que
adherirse.
5. Toda acción implica
mutación; es así que la mutación
supone un sujeto, luego toda acción
presupone un sujeto a partir del cual la cosa se haga. La
mayor: porque la acción es un tránsito formal de un estado a otro; es
así que todo tránsito de un estado a otro implica mutación, luego
toda acción implica mutación.
Distingo la mayor: la acción eductiva, concedo; la acción creativa, subdistingo:
implica una mutación propiamente dicha, concedo;
propiamente dicha, niego; y
contradistingo la menor. En cuanto a la prueba aducida, distingo la mayor. si es
eductiva, concedo; si es creativa niego;
pues la creación supone el tránsito, no ya de un estado a otro sino del no‑ser
al ser.
6. Toda acción supone
tránsito de la potencia al acto; es así
que la potencia es un auténtico sujeto de carácter real, luego toda acción presupone un sujeto real.
Distingo la mayor: es tránsito al menos de la potencia objetiva al
acto, concedo; es tránsito de la
potencia subjetiva, subdistingo: si se
trata de una acción simplemente eductiva, concedo;
si se trata de la acción propiamente creativa, niego; y contradistingo la menor: la potencia objetiva es, en
verdad, algo real o actual, niego; lo es
la potencia subjetiva, concedo.
7. Una distancia infinita
no puede recorrerse; es así que, entre
la nada y el ser se interpone una distancia infinita, luego no puede darse tránsito alguno de la nada al ser mediante
ninguna acción.
Transmito la mayor; y niego la menor; en efecto, entre la nada
y el ser no existe, en realidad, distancia alguna que deba recorrerse, sino la
realidad del ser que tiene que ser hecho, y éste es, sin duda, finito.
ARTICULO III
EL AUTOR CONNATURAL DE LA CREACIÓN
Tesis
45. Sólo Dios puede crear como causa principal.
555.-
Estado de la cuestión. Ya sabemos
que Dios lo ha creado todo de la nada, al menos de forma mediata, puesto que El
es la causa de todas las causas. Consta además por la fe que Dios ha creado
todas las cosas y de forma inmediata, de suerte que ninguna criatura ha creado,
de hecho, cosa alguna, por insignificante que sea. Nos preguntamos, pues, si por
la sola razón se puede probar que sólo Dios ha creado todas las cosas; lo
cual, a su vez, no puede constar, si no es demostrando que ninguna criatura
-como causa principal; es decir, proporcionada a su efecto puede crear cosa
alguna.
Es evidente que ninguna
criatura puede crear todas las cosas que existen, o pueden llegar a existir,
mediante la creación; pues en tal caso se crearía a sí misma, lo cual es
absurdo. Pero cabe preguntar si alguna criatura puede crear alguna cosa, aunque
sea insignificante.
556. Opiniones. La primera opinión
expone la teoría de los intermediarios, conforme a la cual Dios creó la
mente, la mente a su vez creó el alma del mundo, y el alma del mundo creó, en
fin, la materia y todas las formas inferiores. Así, PLOTINO y AVICENA. Es
evidente que esta opinión va contra la fe.
La segunda opinión es sostenida por algunos católicos, que dicen que la
criatura, como causa principal, puede crear algo. ARRIAGA afirma que tal causa
puede ser natural; mientras que DURANDO dice que puede ser, al menos,
sobrenatural, así como el hábito de la gracia es un hábito connaturalmente
productivo de actos sobrenaturales.
La tercera opinión es la de SUÁREZ según el cual ninguna criatura
puede crear absolutamente nada; sin embargo esta afirmación sólo nos puede
constar mediante un argumento tomado de un hecho que la fe nos facilita; es
decir, que ninguna criatura, de hecho, ha creado nada.
Nuestra opinión defiende que ninguna criatura puede crear nada como
causa principal, y esto nos consta con certeza por la sola razón. Esta es la
opinión común de todos los escolásticos.
557. Prueba de la tesis. Prueba 1.
(A partir del objeto formal de la creación). El objeto formal de cualquier
acto creativo, aunque sea insignificante, es el ser creable o contingente en
cuanto tal; es así que ninguna
criatura puede tener por objeto formal de su actividad el ser curable o
contingente en cuanto tal, luego ninguna
criatura puede crear.
La mayor. pues el objeto formal de una actividad es aquello
nuevo que se hace y que, como tal, se contrapone al término «a quo»; es
así que el término «a quo» en la creación es la nada actual del ser
creable o contingente en cuanto tal; no ya la nada actual del ser creable de tal
género o especie, luego el objeto formal de la potencia creativa y de la creación, es
el ser creable o contingente en cuanto tal, y no el ser creable o contingente de
un grado o de una especie determinados. Explicación de esta menor: pues si el término «a quo» en la creación pudiera
ser el ser creable o contingente de determinado género o especie; por ejemplo,
la nada de una paloma en la creación de tal paloma, entonces la nada actual de
dicha paloma podría ser una porción de barro, un león o un asno; pero, en tal
caso, la paloma ya no se crearía, sino que se educiría del barro o del león,
en contra de la hipótesis formulada de que es producida mediante creación.
La menor principal: porque aquella fuerza o potencia que tiene por objeto
formal de su actividad alguna razón común, puede extenderse a todo lo que
está contenido dentro de dicha razón común; es así que dentro de la razón común de ser creable o existente
mediante la creación se contienen, tanto la causa a la vez creada y creadora,
como todas las cosas que le son superiores, luego
la causa en cuestión, a la vez creada y creadora, podría crearse a sí
misma y podría crear las cosas todas que le son superiores.
558. Cabe argüir. Una criatura que, a la
vez, crease, llegaría en su acción hasta el ser contingente en cuanto tal, de
forma meramente especificativa y sólo hasta un género determinado, de forma
reduplicativa, de la misma manera que un caballo, al engendrar otro caballo,
llega hasta la razón de viviente sólo de forma especificativa; y hasta la
razón de propagar la especie del caballo, de forma reduplicativa. Pero ya en
este caso no se seguiría que el caballo pudiese crearse a sí mismo, ni tampoco
las cosas que le son superiores, sino únicamente aquella especie ‑la del
caballo‑ a la que tiende de forma reduplicativa.
Respuesta. Niego el antecedente. En la creación es
necesario que siempre se alcance de forma reduplicativa la razón del ser
contingente en cuanto tal; porque si se trata de creación ha de tener
formalmente por término «a quo» la nada; pero no la nada de esta o de aquella
especie, sino la nada total, luego el
término «ad quem» (hacia el cual) se tiende formalmente es el ser contingente
en cuanto tal.
En cuanto a la prueba aducida niego la paridad con
la generación. En efecto, cuando un caballo engendra a otro, la acción
correspondiente no deja de ser generación, o si se quiere educción, aunque
llegue hasta la razón de viviente sólo de forma especificativa y hasta la
razón de propagar la especie del caballo de forma reduplicativa. Ahora bien, en
la creación, por ejemplo, de una paloma, la acción creativa deja de ser
creativa si llega de forma reduplicativa sólo hasta la paloma; pero para ser no
paloma hasta que sea barro o león y así tal producción ya no sería creación
de la nada, sino sencillamente educción a partir de un sujeto previo.
559. Prueba 2. (A partir de la nulidad de la potencia
«ex qua»). La virtud creativa es «simpliciter» infinita y, por tanto, sólo
puede ser propia de Dios. Prueba del
antecedente: pues para que se produzca algo procedente de alguna potencia,
hace falta una virtud proporcionalmente mayor, y para que se produzca de una
potencia nula (en sentido absoluto), como ocurre en la creación, se requiere
una virtud infinita sin más.
560. Prueba 3. (A
partir de la distancia infinita que media entre el ser y el no-ser).
En la creación es
menester suponer la distancia infinita que existe entre el ser y el no-ser; es así que ninguna virtud finita puede superar una distancia
infinita, luego ninguna virtud finita
puede crear.
561. Prueba 4. (A partir del hecho admitido por la fe de
que ninguna criatura ha creado cosa alguna). De hecho ninguna criatura
ha creado cosa alguna, por insignificante que sea, según la fe; luego ninguna
criatura hecha puede crear. En efecto, si pudiera crear, resultaría
inverosímil que se encontrara impedida por el mismo Dios de llevar a cabo lo
que no sería para ella más que una operación natural. Ahora bien, la razón
por la que no puede crear no es el grado inferior de la entidad de tales
criaturas: pues existen hechas por Dios substancias de todo orden y grado de
perfección, luego la razón por la
que no puede crear es porque pertenece a la razón misma de criatura el que no
pueda crear.
N B. En cuanto a los argumentos 2, 3 y 4 hay algunos que dudan. Pueden
verse las discusiones así como las objeciones en OM, nn.964‑965.
ARTICULO IV
PROBLEMAS RESTANTES ACERCA DE LA CREACIÓN
562. Nexo. Una vez que han sido tratados los problemas principales que
plantea la creación, quedan por examinar algunas cuestiones secundarias
respecto a la causa creativa, la duración del término creado y la índole o
naturaleza de la cosa creada, todo lo cual vamos a procurar exponerlo con la
mayor brevedad en los párrafos que siguen.
563. 1. POSIBILIDAD DE UN
INSTRUMENTO SOBRENATURAL DE LA CREACIÓN. Es cosa clara que no puede darse un
instrumento connatural de la creación, ya que tal instrumento dice proporción
únicamente con algún aspecto propio del efecto; lo cual aquí no puede
ocurrir, como ya se ha demostrado anteriormente. Pero preguntamos ahora si será
posible, al menos sobrenaturalmente, que alguna criatura sea instrumento de la
creación.
En torno a esta materia
existen dos opiniones. La primera es
la de los tomistas que afirman la imposibilidad de un instrumento sobrenatural
de la creación, y la razón que aducen es que una causa que creara, aunque
fuera de modo instrumental, tendría al ser contingente en cuanto contingente;
luego podría ser instrumento para crear cualquier ser contingente, incluso ella
misma; lo cual es absurdo.
La segunda opinión es la de Suárez, que afirma la posibilidad de tal
instrumento sobrenatural de la creación. Pues la única contradicción sería
que el instrumento tendiera al ser contingente en cuanto tal y, por tanto,
pudiera crear cualquier ser contingente, incluso él mismo. A lo que responde
Suárez diciendo que el instrumento de la creación no tiende al ser contingente
en cuanto tal de forma reduplicativa, sino sólo de forma especificativa,
comoquiera que un instrumento sobrenatural no puede verse especificado por
objeto formal alguno, sino que únicamente crea aquello a lo que lo aplica la
causa principal.
Este argumento se
vigoriza con la doctrina de los tomistas al probar la predeterminación física.
Pues razonan de la siguiente manera: toda causa tiende al ser existente; es así que ninguna causa creada puede tender al ser existente en
cuanto tal, como causa principal, puesto que de lo contrario podría producirse
a sí misma, luego la causa natural sólo puede tender al ser como causa
instrumental, y bajo una razón menos universal que la causa principal. Por
tanto, nosotros, de modo semejante, podemos decir que, aunque la causa principal
en la creación llegue hasta el efecto bajo la razón de contingente en cuanto
tal, el instrumento sobrenatural puede Negar hasta la misma razón de
contingencia, pero no de forma reduplicativa, a modo de objeto por el que queda
especificado, sino bajo una razón más universal, según que es aplicado
libremente por la causa principal.
Esta doctrina de los
tomistas ofrece un evidentísimo argumento «ad hominem» de que no existe
contradicción alguna en el instrumento supernatural de la creación y, por
tanto, no es preciso negar a Dios la potencia de crear valiéndose de un
instrumento sobrenatural.
564. 2. NECESIDAD DE LA
CREACIÓN «AB AETERNO». Dos son las opiniones existentes en torno a esta
materia: la primera es de AVICENA y de
PLOTINO, quienes afirman que la creación es necesariamente «ab aeterno»
(desde toda la eternidad) por la razón de que Dios necesariamente ha de crear. La
segunda opinión es la de los escolásticos, para quienes la creación no es
necesariamente «ab aeterno». Nosotros defendemos esta misma tesis,
considerándola como certísima en filosofía y de fe en teología (la
teología, por su parte, enseña el hecho de que la creación aconteció en el
tiempo y no «ab aeterno».
Prueba: La necesidad de la creación «ab aeterno» vendría
reclamada, bien por parte de Dios ‑que no tendría libertad para
retrasarla hasta llegar el tiempo‑ bien por parte de la criatura ‑que
tuviese necesariamente que existir «ab aeterno»; es
así que la necesidad no puede proceder de ninguno de los dos capítulos, luego
no existe necesidad alguna de que la creación sea «ab aeterno». La
menor es evidente pues, por una parte, Dios es libre en relación con sus
obras «ad extra» y, por otra, la criatura es contingente y no tiene ninguna
necesidad de existir, ni «ab aeterno» ni en el tiempo.
565. 3. POSIBILIDAD DE LA
CREACIÓN «AB AETERNO». Acerca de este problema, tres son las principales
opiniones: la primera es la de S.
TOMÁS, VAZQUEZ y otros más. Sostienen éstos que la creación es posible «ab
aeterno», ya se trate de las cosas en movimiento, ya de las cosas en reposo. Y
en verdad, no repugna por parte de Dios, toda vez que tiene potencia «ab
aeterno»; ni por parte de la cosa creada, puesto que seguirá siendo causada,
aunque lo fuera «ab aeterno»; ni tampoco por parte de la misma acción, que no
dejaría de ser «ex nihilo» (a partir de la nada), por más que la nada no
precedería con prioridad temporal o de duración, sino sólo con prioridad de
naturaleza, en el sentido de que la criatura sería nada dejada a sí misma.
La segunda opinión sostiene la posibilidad de la creación «ab aeterno»,
siempre y cuando se trate de cosas permanentes, que deben conservarse
inmóviles, pero no si se trata de cosas sucesivas o que se hallen en
movimiento. Así DURANDO, SUÁREZ, JUAN DE S.TOMAS, y otros más.
La tercera opinión afirma que es imposible el que toda la creación sea
«ab aeterno». Así S.BUENAVENTUA, la mayoría de los Padres - según PETAVIO‑,
TOLEDO, VALENCIA, TANNER, PALMIERI, BILLOT, y otros. Esta opinión a muchos les
parece cierta.
566. 4. POSIBILIDAD DE QUE
Dios PRODUZCA ALGÚN SER «SIMPLICITER» INFINITO. La respuesta unánime de los
escolásticos a esta cuestión es que es algo imposible (n.366).
5. POSIBILIDAD DE QUE
DIOS PRODUZCA ALGO QUE SEA INFINITO EN UNA U OTRA PERFECCIÓN «SIMPLICITER»
SIMPLE, p. ej., en la sabiduría. La respuesta es también negativa, toda vez
que en dicha perfección ese algo sería superado por Dios; puesto que no
podría convenir con la perfección divina más que de forma análoga, y por
ello tal perfección ya no sería infinita.
567. 6. POSIBILIDAD DE QUE
Dios PRODUZCA ALGO QUE SEA INFINITO «SECUNDUM QUID», en línea «quidditativa»,
ya sea genérica ya sea específica; por ejemplo; un ángel infinitamente perfecto sólo en
la razón de «angeleidad». Existen dos opiniones. Los tomistas, por una parte, afirman, de hecho, que los ángeles -cada
uno en su especie- son infinitos de modo «quidditativo», ya que, al ser
únicos en la propia especie, cada uno de ellos contiene toda la perfección de
su especie correspondiente. SUÁREZ, por otra parte, dice que esto es imposible.
En primer lugar, porque no es cierto
que los ángeles sean inmultiplicables en la propia especie; en segundo lugar, porque el ángel, al igual que cualquier otra
criatura, es potencial; luego no tiene
una esencia actual en toda su plenitud, sino que en el tiempo sigue siendo
actuable; luego no tiene en su orden
toda la realidad que es posible y, por tanto, no es, en su orden, infinito de
modo «quidditativo».
568. 7. POSIBILIDAD DE QUE
DIOS HAGA ALGO QUE SEA INFINITO DE MODO CATEGOREMATICO, YA SEA EN LA MULTITUD,
YA EN LA EXTENSIÓN. Son dos también las opiniones. Lo afirman TOLEDO y VAZQUEZ,
mientras que lo niegan SUÁREZ y MOLINA. S.TOMAS, al final del tratado Sobre
la Eternidad del Mundo, afirma que no puede probarse su repugnancia, si bien
en otros lugares no pocas veces diga lo contrario (OM n.930).
569. 8. POSIBILIDAD DE QUE
DIOS HAGA «LO MEJOR» QUE ES POSIBLE. La respuesta que se da más comúnmente
es negativa, en contra de LEIBNITZ, RUIZ DE MONTOYA y otros optimistas. La
razón por la cual se niega es porque todo posible lo es en tanto en cuanto que
es imitación de la esencia divina; es
así que la esencia divina no puede agotarse por ningún grado finito de
perfección, luego siempre sigue
siendo imitable por términos indefinidamente mejores; luego es imposible que
exista algo que sea, sin más, lo mejor, de suerte que no se pueda ir más
allá.
570. 9. ÍNDOLE 0 NATURALEZA
DE LA COSA CREABLE Y ANIQUILABLE. Las
cosas subsistentes ‑el ángel, la materia prima y el alma humana‑
son creadas de la nada, puesto que están producidas «ex nihilo sui» (a partir
de la nada de sí mismas) y «ex nihilo subiecti» (de la nada del propio
sujeto), pues no dependen de ningún sujeto. Las
cosas no subsistentes, como son las formas
accidentales y las formas substanciales materiales, son producidas de modo
connatural, mediante educción de un sujeto que se presupone y, por tanto, no
mediante creación. Sin embargo, tales formas y accidentes pueden crearse por la
vía del milagro, puesto que pueden producirse por una acción que sería
producción de la cosa ‑el accidente en cuestión«ex nihilo sui» (a
partir de la propia nada) y «ex nihilo subiecti» (a partir de la nada del
sujeto), como es evidente; y, de hecho, esto acontece con la cantidad
eucarística, que primeramente ha sido producida por educción a partir de la
materia y después de la consagración se conserva por una acción creativa, es
decir, independiente del sujeto.
Algo semejante hay que
decir a propósito de aquellas cosas que pueden ser aniquiladas. Es evidente que Dios puede aniquilar las cosas, de la misma manera
que ha podido producirlas de la nada; por más que, de hecho, no las aniquile.
Y, ante todo, pueden ser aniquiladas las cosas
subsistentes, como son la materia prima, los puros espíritus y el alma
racional. Todas estas cosas perecerían sin más y sin que quedase ninguna
partícula de ellas mismas, ni tampoco el sujeto en cuya potencia pasiva
estuvieran contenidas. En cuanto a las cosas
no subsistentes, como las formas accidentales y las formas substanciales
materiales, no pueden ser aniquiladas, en rigor, de una manera connatural,
directa; pues, al parecer, permanece el sujeto a partir de cuya potencia pueden
ser educidas. Sin embargo, pueden aniquilarse indirectamente una vez aniquilado
el sujeto. Por vía sobrenatural la aniquilación puede ocurrir si, por ejemplo,
la cantidad eucarística se conserva separada de la substancia del pan y del
vino, e inmediatamente después retira su concurso conservativo; entonces, de la
misma manera que antes se conservaba sobrenaturalmente, así ahora se aniquila
por la misma vía sobrenatural.
ARTICULO V
LA CONSERVACIÓN O ACCIÓN SEGUNDA DE DIOS «AD
EXTRA»
Tesis 46. Dios conserva todas las cosas que existen fuera de El mismo
de modo positivo, directo e inmediato.
572. Nociones. La CONSERVACIÓN puede tomarse en sentido pasivo y en
sentido activo. En sentido pasivo es
la permanencia de la cosa en el ser, con dependencia de alguna causa; en sentido
activo, es aquélla mediante la cual
una cosa permanece en su propio ser.
La conservación activa
puede ser negativa y positiva. La
negativa consiste sencillamente en no destruir una cosa que uno podría, sin
más, destruir. La positiva es aquella acción que hace que la cosa permanezca
en su propio ser.
A su vez, la
conservación activa positiva puede ser directa
o indirecta. La directa es la que va a parar al mismo ser de la cosa que
permanece en el ser; la indirecta es la que aparta los impedimentos que pueden
determinar que las cosas perezcan, a la manera que la sal conserva la carne
apartando los gusanos.
Finalmente, la
conservación activa, positiva, directa puede ser mediata
e inmediata. La mediata termina en
el ser de la causa que conserva la cosa. La inmediata termina en la misma cosa
que permanece en el ser.
Estado de la cuestión. Preguntemos si Dios conserva todas las cosas que
existen fuera de El mismo de modo positivo, directo e inmediato.
Opiniones. La
primera opinión sostiene que todas las cosas subsistentes que han
sido producidas mediante la creación, son conservadas por Dios, de modo
positivo, directo e inmediato; sin embargo, las formas accidentales y las formas
substanciales materiales son conservadas por las causas segundas o por sus
mismos sujetos. Así se expresa Iglesias.
Nuestra opinión mantiene que Dios conserva todas las cosas
de modo positivo, directo e inmediato, aun cuando a veces puedan concurrir con
Dios las causas segundas; por ejemplo, en la conservación de los actos
inmanentes del entendimiento, de la voluntad y del sentimiento; los cuales,
mientras duran, son conservados a la vez por Dios y por la causa inmanente. Esta
tesis es cierta en filosofía; en teología es de fe que por lo menos las cosas
subsistentes que han sido producidas mediante la creación, son conservadas por
Dios de modo inmediato.
573. Prueba de la tesis. Prueba 1.
(Vale, en general, para todas las cosas; a partir de la noción de contingente).
Todo ser contingente necesita ser conservado por otro de modo positivo,
directo e inmediato; es así que ese
otro ser tiene que ser Dios, o al menos tiene que serlo también, luego
todo ser contingente es conservado por Dios de modo positivo, directo o
inmediato.
La mayor:. porque el ser contingente es contingente en todos y
cada uno de sus instantes, por tanto, por parte de su propia esencia, es
indiferente para existir o no; luego por
parte de su esencia no tiene la existencia; así pues, no es algo de por sí y,
abandonado a sí mismo, no sería nada; luego,
si pesar de todo es algo en cada uno de sus instantes, ello se debe a que no
ha sido abandonado a sí mismo, sino que, en cada uno de sus instantes es
impulsado a ser por algún otro. Y esto es precisamente ser conservado de modo
positivo, directo e inmediato por ese otro.
La menor (a partir del modo como la causa conservadora tiende a su
efecto). Pues la causa
conservadora debe tender a conservar el ser contingente en cuanto contingente (ya que éste os
precisamente el título por el cual la cosa necesita de la conservación); es
así que ninguna causa creada puede tender a conservar el ser contingente en
cuanto contingente, luego ninguna
causa creada puede conservar una cosa contingente en cuanto contingente. Si,
pues, alguna causa concurre a la conservación de la cosa, será a título
particular; por ejemplo, si se trata de un acto vital propio, o de su acción
específica, etc.
Esta segunda menor ya ha sido declarada anteriormente (nn.557‑558).
a) En primer lugar, porque el objeto
formal de cualquier actividad debe distinguirse de la misma actividad; de lo
contrario, ésta se tendría a sí misma por objeto y se podría hacer a sí
misma. Ahora bien, si el objeto' formal de la actividad creada fuera el ser
contingente en cuanto tal, semejante objeto no se distinguiría para nada de la
actividad creada, toda vez que ella misma es contingente, luego no puede tener por objeto formal el ser contingente en cuanto
tal.
b) En segundo lugar (es lo mismo, con alguna variante), porque si una
actividad cualquiera tiende a un término bajo una determinada razón formal y
precisamente porque allí se contiene la razón formal en cuestión, podría
tender a todo aquello en que se hallase presente la misma razón formal; luego
si la criatura tuviese por objeto formal el ser contingente en cuanto tal,
podría producir todo ser contingente y, por tanto, podría producirse a sí
misma, así como a los seres que le son superiores.
574. Prueba 2. (Especialmente relacionada con las cosas
subsistentes, como son la materia prima y el espíritu). Pues
Dios puede aniquilar las cosas subsistentes; es
así que no las puede aniquilar mediante ninguna acción positiva, luego
tiene que ser por simple remoción (o supresión) de la acción
conservativa; luego conserva todas
aquellas cosas que, de hecho, no son aniquiladas.
La mayor es evidente. a) Porque Dios puede todo aquello que no
supone contradicción; es así que no
existe contradicción alguna en el hecho de que una cosa contingente deje de
existir, puesto que, de por sí, es indiferente a existir o no, luego
Dios puede hacer que una cosa no exista. b) Del mismo modo, una cosa depende
esencialmente de Dios; luego así como
la sacó de la nada con entera libertad, así también, con la misma libertad,
puede hacer que vuelva a la nada de que ha sido sacada.
La menor: Pues una acción positiva tiene por término una cosa
positiva, ya que entendemos por acción aquello en virtud de lo cual algo emana
formalmente de su causa; es así que la
aniquilación no es una cosa, luego no
puede ser término de ninguna acción positiva.
N. B. Las formas accidentales y substanciales materiales no pueden,
connaturalmente, ser aniquiladas de modo inmediato, sino mediato, una vez
suprimido el sujeto, por tanto este argumento no se les puede aplicar.
575. Escolios. Causas
conservadoras y naturaleza de la acción conservativa. 1. solo
Dios puede conservar las cosas subsistentes. Pues son conservadas por una
acción creativa (como quiera que tal acción no es a partir de un sujeto
presupuesto); es así que la creación
es una acción que pertenece sólo a Dios, luego
las cosas subsistentes sólo son conservadas por Dios. Sin embargo, la
acción conservativa se distingue de la acción propiamente creativa según una
determinada con notación o referencia a la duración anterior. La creación no
hace ninguna referencia a una duración anterior, mientras que la conservación
sí.
2. Dios únicamente puede
conservar las formas no subsistentes cuyas causas dejaron de actuar; por
ejemplo, una casa ya construida. Pues tales formas necesitan ser conservadas; es
así que las causas naturales no pueden conservar, luego
sólo por Dios pueden ser conservadas.
3. Las formas que no
existen sino bajo el influjo de una causa segunda, como son los actos inmanentes
de la inteligencia y de la voluntad, son conservadas por Dios y por la criatura
juntamente.
4. La acción
conservativa, según los tomistas, es formalmente inmanente (la intelección y
la volición divinas), y virtualmente transeúnte. En la conservación de las
formas que son educidas, conceden que se da una acción modal que es distinta de
Dios y de la criatura; pero afirman que tal acción para Dios es un efecto más
que una acción. Según Suárez, la conservación ‑de igual modo que
cualquier otra acción‑ es un modo que se distingue, con distinción real
del agente y del término; y la acción en cuestión ‑intermedia‑ es
para el mismo Dios verdadera acción, es decir, vía para conseguir el efecto;
no es efecto ni tampoco término.
5. La conservación se
identifica con la acción productiva, en el caso en que las mismas causas que
produjeron la cosa son las que la conservan. Pues una acción se especifica y se
distingue por parte del agente y del término, pero en esta hipótesis el agente
y el término son los mismos. Luego la acción también lo será.
6. No obstante, aún en
el caso en que la producción y la conservación se identifican realmente entre
sí, se distinguen por determinadas connotaciones extrínsecas: pues la
producción connota ‑da a entender‑ que la cosa anteriormente no
existía, mientras que la conservación afirma que la cosa ya existía con
anterioridad.
7. La tesis podría
enunciarse también de otra manera, diciendo que todo ser contingente depende de
Dios de manera esencial, directa e inmediata como de su causa eficiente tanto,
si después depende además, no esencialmente, de algún otro ser, como si no.
576. Objeciones. 1. Lo que no puede corromperse, no puede dejar de ser y,
por tanto, tampoco necesita conservación; es así que las formas subsistentes y la materia prima no pueden
corromperse, luego no pueden dejar de
ser y, por tanto, no necesitan conservación.
Distingo la mayor: no puede dejar de ser, precisamente por corrupción, concedo;
no puede dejar de ser por aniquilación, niego;
y concedida la menor, distingo igualmente el consecuente.
2. Dios es más poderoso
que cualquier agente creado; es así que un
agente creado puede producir cosas que permanezcan, aunque no las conserve, luego
«a fortiori» Dios podrá hacer cosas que permanezcan en el ser, aunque El
mismo no las conserve.
Concedo la mayor; concedo asimismo la menor; y niego la consecuencia
por manifiesta disparidad: pues los efectos dependen de Dios en cuanto al mismo
ser contingente que tienen, mientras que de la criatura dependen solamente en el
hacerse, es decir, mientras se hacen, pero nada más.
3. Si las cosas creadas
necesitasen ser conservadas para no perecer, tenderían a no ser; es
así que ninguna cosa puede tender a no ser, porque esto no es bueno para
ellas, luego las cosas no necesitan
ser conservadas para permanecer en el ser.
Distingo la mayor: tenderían positivamente a no ser, niego;
tenderían negativamente en el sentido de que, si no fuesen conservadas por
otro ser, acabarían por perecer, concedo.
Y contradistingo la menor.
4. Una cosa cualquiera
puede retener lo que una vez ha recibido hasta que le sea quitado; es
a sí que Dios ha dado a cada cosa su propio ser, luego
lo podrá retener hasta que le sea quitado positivamente.
Distingo la mayor: si se basta en sí misma para retenerlo, concedo;
si no se basta a sí misma, niego; y
concedida la menor, distingo igualmente el consecuente
5. Si Dios estuviese
conservando constantemente a la criatura por una acción positiva, haría de
nuevo la misma cosa, o haría otra cosa distinta de la primera; es así que ambas conclusiones son absurdas, luego no conserva las cosas.
La menor: no puede hacer de nuevo la misma cosa, pues ya está
hecha; ni puede hacer otra cosa distinta, porque entonces mediante tal acción,
no estaría conservando la cosa anterior, sino creando una cosa enteramente
nueva.
Niego la mayor: pues, en verdad, conservar una cosa, ni es crearla de
nuevo, ni tampoco es crear otra distinta, sino que es hacer sencillamente que no
se interrumpa la duración del mismo efecto producido, ni tampoco la acción
mediante la cual dura.
6. U materia se conserva
mediante la forma; la forma material, mediante la materia; las substancias
mediante sus accidentes propios, sin los cuales no pueden existir, y las
propiedades, en fin, se conservan mediante las substancias de las cuales
dependen de manera eficiente; luego no
es necesario que todas las cosas sean conservadas por Dios de modo inmediato y
directo, sino que unas cosas son conservadas mediante otras.
Distingo la mayor: y por ello se pretende afirmar
que las causas segundas pueden concurrir a la conservación de las cosas, en el
orden de la causa material, concedo; ello
significa que Dios no concurre a la conservación eficiente de las cosas, niego.
ARTICULO VI
LA COOPERACIÓN O CONCURSO SIMULTANEO CON LAS CAUSAS
SEGUNDAS
COMO ACCIÓN TERCERA DE DIOS «AD EXTRA»
Tesis 47. Dios concurre, de modo físico e inmediato, junto con las
criaturas a todas las acciones y efectos de las mismas, como una causa superior
lo hace con una inferior y subordinada.
578. Nociones. El CONCURSO o cooperación de Dios con la causa segunda al
actuar de ésta, es el influjo de Dios que obra el mismo efecto y la misma
acción que proceden también de la criatura.
Al
añadir de modo Físico queremos indicar que dicho influjo no se da por la vía
de un mandato o de una exhortación, sino mediante el influjo de la potencia
activa.
Y por de modo INMEDIATO
se entiende que el influjo en la acción y en el efecto de la criatura no
procede sólo de otra causa creada por Dios, sino de la potencia misma de Dios.
JUNTO CON LAS CRIATURAS.
Se afirma con ello el concurso simultáneo que termina inmediatamente en la
acción y en el efecto de la criatura, aunque no en la causa, en el sentido de
que haya de moverla o de ofrecer algún complemento a la virtualidad de la
misma. No negamos ahora este concurso previo, que terminaría en la virtualidad
creada, moviéndola o sirviéndole de complemento, ni tampoco lo afirmamos: de
ello trataremos más adelante; por el momento sólo tratamos del concurso
simultáneo, que por todos es admitido como cierto.
COMO UNA CAUSA SUPERIOR
CON LA INFERIOR, y no como una causa en el mismo plano de igualdad. Pues dos
causas que se hallan en el mismo plano ‑como dos mulas que tiran del mismo
carro‑ no pueden llegar al mismo efecto ni a la misma acción, sino que
una de las causas produce una acción y una parte del efecto, y la otra produce
otra acción con la otra parte del efecto, por más que aparentemente se trate
del mismo efecto y de una sola acción, por la razón de que las dos acciones y
las dos partes del efecto se suman. Mientras que, cuando hay subordinación en
las causas, entonces cada una llega a todo el efecto y a toda la acción; pero
la causa superior llega a las dos cosas bajo una razón formal superior o más
universal, que comprehende en su extensión también la razón inferior. En el
caso que nos ocupa, la causa superior ‑Dios‑ llega a la acción y al
efecto de la criatura en cuanto ambas cosas son seres contingentes; en cambio,
la causa inferior llega a estas dos cosas porque tienen alguna razón particular
de contingencia: por ejemplo, porque se trata de que un viviente se propague
dentro de su misma especie, o porque es un acto mío vital, etc.
579. Estado de la cuestión. Nos preguntamos, pues, si Dios, en verdad,
presta su cooperación a todas las acciones y efectos de las criaturas, como una
causa superior puede hacerlo con otra inferior.
Opiniones. La
primera opinión es la de DURANDO, que afirma que Dios concurre de
forma mediata en cuanto que crea y conserva todas las cosas y fuerzas naturales,
pero niega el concurso inmediato, puesto que ‑según él‑ las cosas,
por sí solas, realizan sus acciones y efectos. Afín a esta es la opinión de
IGLESIAS, e incluso la misma opinión de S.TOMÁS, conforme a la interpretación
de Iglesias y de Stuffler.
Nuestra opinión es común a los escolástico de todas las escuelas, y
defiende que Dios concurre, de modo físico e inmediato, a todas las acciones y
a todos los efectos de las criaturas, y la consideramos como cierta en
filosofía.
580. Prueba de la tesis. Parte I. Dios CONCURRE CON LA CRIATURA, DE MODO
FÍSICO E INMEDIATO, A TODAS LAS ACCIONES Y EFECTOS DE LA MISMA.
Prueba 1. (A partir de la tesis anterior, sobre la conservación). Toda
acción y todo efecto de la criatura depende, de modo positivo, directo e
inmediato, de Dios como de su causa eficiente; es así que esto equivale a que Dios concurre con todas las causas
segundas a todas las acciones y efectos de las mismas, luego Dios concurre, de modo positivo, directo e inmediato, a todas
las acciones y efectos de las criaturas.
La mayor ha sido demostrada ya en la tesis de la conservación
(nn.573-574); pues en ella quedó demostrado que todo ser contingente depende de
modo positivo, directo e inmediato, de Dios como de su causa eficiente; es
así que tanto la acción como el efecto participan de la razón de ser
contingente, luego han de depender de Dios de modo positivo, directo e inmediato.
La menor: porque concurrir es producir la misma acción y el
mismo efecto que producen las criaturas; es
así que Dios produce la misma acción y el mismo efecto de la criatura, luego
concurre verdaderamente con ella.
581. Prueba 2. (A
partir del poder que Dios tiene de impedir toda la acción
de la criatura). Dios puede impedir
cualquier acción de la criatura, sin tener que destruir otras cosas, como
sería, por ejemplo, la potencia de obrar o el objeto acerca del cual la misma
criatura puede actuar, etc.; es así que ello
es imposible, a menos que Dios coopere verdaderamente con las acciones de las
criatura, luego tiene que cooperar a
las acciones de dichas criaturas juntamente con ellas.
La mayor es clara a partir del dominio absoluto de Dios. Pues
Dios puede hacer todo lo que no supone contradicción; es así que no supone contradicción el hecho de que la potencia de
obrar, aun dados todos los requisitos para la acción, sin embargo no la lleve a
cabo, luego Dios puede hacer que la
criatura no lleve a cabo su acción, aun dados todos los requisitos para la
misma.
La menor: pues si Dios no cooperase positivamente a las
acciones de las criaturas, entonces, permaneciendo, por una parte, la potencia
apta para producir su efecto, y por otra el objeto de dicha potencia, junto con
todos los demás requisitos, la obra no podría verse impedida por ningún
medio.
Cabe
argüir. Mediante
su sola voluntad, Dios puede impedir que la criatura lleve a cabo su acción,
aunque no omita ninguna acción positiva de carácter conservativo.
Respuesta. Niego el aserto; porque, una de dos, o
semejante volición hace algo fuera de sí misma, o no hace nada; si no hace
nada fuera de sí, la potencia creada permanecerá libre de obstáculos para
obrar de acuerdo con su propia naturaleza; y si hace algo fuera de sí, ese algo
tendría que ser, o destruir la potencia o el objeto o los requisitos, o bien
retirar sencillamente el concurso, pero si retira sencillamente el concurso se
está concediendo nuestra tesis; pues si se admite que pueda ser retirado el
concurso, esto equivale a admitir que se dé tal concurso. Por otra parte, si
destruye la potencia o los requisito, no se mantiene el supuesto del que se ha
partido, a saber: que Dios puede impedir cualquier acción, sin destruir ninguna
cosa.
582. Parte II. COMO UNA CAUSA SUPERIOR CON OTRA INFERIOR.
Decimos que una causa concurre con otra a nivel superior e inferior, cuando la
causa que es superior llega a toda la acción y a todo el efecto de la inferior;
y ello tiene que ser, además, bajo una razón formal superior, o más
universal, bajo cuya extensión queda encerrada o comprendida la acción y el
efecto de la causa inferior; es así que Dios
concurre de este modo con la criatura, luego
concurre con ella, como causas que son, a nivel de superior e inferior.
Declaración de la menor: Dios, en
efecto, llega a la acción y al efecto bajo la razón da ser contingente en
cuanto tal, mientras que la criatura llega a su propia acción y a su propio
efecto bajo la razón de este ser contingente particular.
Si añadimos, además,
que la criatura depende esencialmente de Dios en cuanto al ser y a su
conservación, aparece con mayor claridad la manera cómo Dios concurre en la
línea de superior a inferior.
583. Objeciones. 1. Las virtualidades naturales son proporcionadas a sus
propios efectos; es así que, si son
proporcionadas a sus efectos no necesitan de la cooperación de ninguna otra, luego
las virtualidades naturales no necesitan de la cooperación de Dios.
Distingo la mayor: las virtualidades que son proporcionadas e
independientes, niego; las que son
proporcionadas y dependientes, con dependencia esencial en el obrar, concedo y contradistingo la menor.
Del mismo modo que los
seres son verdadera y completamente seres y, a pesar de ello, necesitan de la
conservación para continuar siendo, puesto que dependen en el ser con
dependencia esencial de Dios, así también todos los agentes son verdaderamente
agentes, completos y proporcionados en cuanto tales y, sin embargo, necesitan de
la cooperación simultánea, puesto que dependen de Dios con dependencia
esencial en el obrar.
2. La acción de la causa
segunda ya produce toda la acción y todo el efecto; es
así que, si la causa segunda hace ya toda la acción y todo el efecto, es
inútil y además imposible que se haga mediante otra acción, luego
es inútil e imposible que Dios coopere con las criaturas a la acción y a
todo el efecto de las mismas.
Distingo la mayor: con totalidad de acción y de efecto, concedo;
con totalidad de causa, niego y
contradistingo la menor.‑ si la criatura hace lo que se ha dicho
totalmente, con totalidad no sólo de efecto sino también de causa, concedo;
si lo hace con totalidad de efecto pero no de causa, niego (c. n.584,2).
3. Las acciones se
especifican y se distinguen por sus causa; es
así que Dios y la criatura son causas diversas, luego
también lo serán la acción de Dios y la de la criatura.
Distingo la mayor: se distinguen por sus causas subordinadas, niego;
por sus causas no subordinadas, concedo
y contradistingo la menor. y son, además, subordinadas, concedo;
y no lo son en absoluto, niego.
4. Una sola acción
procede de una sola naturaleza; es así
que Dios y la criatura no constituyen una sola naturaleza, luego tampoco pueden tener una sola acción común.
Distingo la mayor: una sola acción procede de una sola naturaleza, con
exclusión de otra naturaleza no subordinada, concedo; con exclusión de otra causa subordinada y plenamente
sometida, niego; y concedida la menor,
distingo igualmente el consecuente.-
si no son subordinadas, concedo; si lo
son, niego.
5. Si Dios concurre a
todas las acciones de las criaturas, habrá de concurrir también a aquellas que
son pecaminosas; es así que esto va
contra la santidad de Dios, luego Dios
no puede concurrir a todas las acciones de las criaturas.
Distingo la mayor: al elemento formal de¡ pecado, niego; al elemento material M pecado, que es una acción positiva
contra la ley, subdistingo: por la
determinación de Dios, niego; por la
sola determinación de la criatura, concedo;
y contradistingo la menor.
Dios, en efecto, ofrece
su concurso válido para todo; pero el hecho de que tal concurso se aplique a
esta acción en lugar de a aquélla, eso ya depende de la determinación
exclusiva de la criatura: todo ello bajo la cooperación de Dios. Pues el
determinar de esta suerte la acción, no significa sino que de la criatura
depende la denominación de vitalidad y de libertad que dicha tiene; y no Dios.
Porque Dios, en lo que hace al signo anterior a la acción, ya estaba
determinado a obrar todo aquello que la criatura tuviese buenamente a bien
llevar a cabo (n.619).
ARTICULO VII
584. 1. Dios concurre
inmediatamente con las causas segundas, con inmediación de supuesto y con
inmediación de virtualidad. Con inmediación de supuesto,
en cuanto que el supuesto divino se halla presente a la criatura con la que
concurre. Con inmediación de virtualidad en
cuanto que Dios no obra solamente mediante las virtualidades creadas, sino
también mediante su propia omnipotencia y de modo inmediato.
2. Tanto Dios como la
criatura producen en su totalidad el mismo efecto, pero con totalidad de efecto,
no con totalidad de causa. Con totalidad de
efecto, porque todo el efecto procede de cada una de las dos causas ‑Dios
y la criatura‑ pero no con totalidad
porque cada una de las dos, evidentemente, no es la causa total y única del
efecto en cuestión.
3. La acción de la
criatura se identifica con la acción
externa de Dios (aunque no con el acto interno de entender y de querer tal
acción). Pues si la acción de la criatura no se identificase con la de Dios,
entonces, o bien la acción de la criatura dependería de la acción de Dios, o
no dependería para nadas. Si no dependiera, habría algo en el mundo que no
sería hecho por Dios: la acción de la criatura. Si, por el contrario,
dependiera de la acción de Dios, tendríamos un proceso
infinito y se suprimiría la libertad. Se haría un proceso infinito, pues
la acción de la criatura reclamaría, por ser contingente, otra acción. Pero
esta segunda acción reclamada por la primera es, a su vez contingente; luego
estará necesitando otra acción, y así indefinidamente. Se
suprimiría la libertad, porque la acción de Dios con que se hiciera la
acción de la criatura sería un factor antecedente que iría por delante -con
prioridad de naturaleza- de la acción de la criatura; sería, además,
independiente de ella, dominándola por completo. Tal factor antecedente
eliminarla, por tanto, la libertad.
4. La acción de Dios no
es anterior a la acción de la criatura con ninguna clase de prioridad: de
duración, de causalidad o de naturaleza, puesto que se trata de la misma
acción. Sin embargo, esta acción, en cuanto que es de Dios, puede decirse
anterior a la acción de la criatura en nobleza, amplitud y necesidad: en
nobleza, porque procede de Dios; en amplitud, porque tiende al efecto en cuanto
contingente y no sólo por una razón particular de contingencia; en necesidad,
porque la acción, en cuanto que procede de Dios, es más necesaria que la
acción de la criatura para lograr el efecto.
5. De donde también es
verdad que la acción de la criatura no depende de la acción de Dios, sino
solamente de la omnipotencia, de modo inmediato: pues si dependiera de la
acción de Dios, ésta sería realmente distinta de la acción de la criatura,
lo cual ya se ha visto que es imposible.
6. El sujeto en el cual se recibe la acción del
concurso ‑que es siempre eductiva no creativano es la virtualidad de la
causa segunda, sino que es el elemento pasivo en el que se recibe el efecto.
7. Algunos llaman a las
causas segundas verdaderos instrumentos de
Dios, porque las criaturas llegan verdaderamente hasta el ser contingente en
cuanto tal, o hasta la existencia en cuanto tal; es así que ninguna criatura es proporcionada para llegar hasta el
ser en cuanto ser, o hasta la existencia en cuanto existencia, luego
las criaturas sólo llegan hasta estos extremos en calidad de verdaderos
instrumentos de Dios. Otros, por el contrario, dicen que las causas naturales no
son verdaderos instrumentos de Dios, sino tan sólo según cierta
ampliación del concepto, igual que se puede considerar instrumento de algo o de
alguien cualquier otro ser que actúa con subordinación respecto de aquél. En
cuanto a la razón que se aduce, responden en los siguientes términos: la
criatura llega hasta la misma razón del ser contingente y de la existencia; a
donde no llega es hasta el efecto bajo la razón de contingente o de existente
en cuanto tal, sino bajo la razón de contingente y existente particular; así
pues, una y otra causa llega a toda la entidad, pero no bajo la misma razón.
8. Dios concurre tanto
con la causa material como con la causa
formal al ejercicio de las respectivas causalidades, pero no lo hace
material ni formalmente (es decir respectivamente en el orden de la causa
material o formal), sino únicamente en el orden de la causa eficiente,
produciendo la materia, la forma y la unión de ambas.