Heidegger. Hacia el problema de dios

Por Régis Jolivet (*)


¿Será preciso renunciar a toda esperanza de llegar a una verdad absoluta? Los análisis de Sein und Zeit parecían tender hacia esta conclusión, y la filosofía de Heidegger había sido frecuentemente caracterizada como una especie de nihilismo. Hoy, ya sea que los nuevos textos publicados por Heidegger [121] hayan aportado nuevas aclaraciones a su pensamiento, ya sea que este pensamiento se haya comprometido, en parte al menos, en nuevos caminos, no sería ya posible insistir pura y simplemente en las acusaciones de ateísmo y de nihilismo que los primeros escritos de Heidegger, con razón o sin ella, parecían haber merecido. En efecto, las últimas obras, que, en algunos aspectos, pueden ser consideradas como explicaciones de Sein und Zeit, aunque desarrolladas, como observa acertadamente Alphonse de Waelhens [126], «en un horizonte y según un proyecto que no son ya aquellos a los que respondía la composición de la primera obra de Heidegger», imponen el sentimiento de que los resultados de Sein und Zeit no señalan más que una etapa en la búsqueda del último fundamento de la verdad y del "pensamiento del ser" y que incluso la fórmula de estos resultados de Sein und Zeit, cuyo valor de etapa intermedia había pasado inadvertida al principio, puede aparecer a veces, a la luz de las explicaciones de Heidegger, como bastante discutible.

Sea de esto lo que fuere, trataremos de precisar el sentido más general de lo que puede considerarse una nueva orientación de la doctrina de Heidegger, cuyo carácter esencialmente ontológico se halla totalmente aclarado. Insistiremos, pues, especialmente sobre los dos puntos siguientes: la cuestión de las relaciones entre el ente y el ser, y, correlativamente, la relación de la existencia (Dasein) y del ser, y el problema de Dios.

Sobre la primera cuestión, Heidegger había expresado primero su pensamiento en Sein und Zeit por la fórmula siguiente: "No hay Ser (ni tampoco ente) sino en cuanto que la verdad es, y la verdad no es sino en cuanto y mientras que el Dasein es. Ser y Verdad "son" cooriginales" [127]. La quinta edición de Qué es Metafísica se expresa en los mismos términos [128]. El sentido era que "no hay" Ser sino en cuanto que la Verdad es, es decir, que el Ser no puede desvelarse al Dasein sino por la luz que el mismo Ser es y que es la Verdad original. No hay, pues, verdad, sino en cuanto que el Dasein es, ya que, por el Dasein y al Dasein es re-velado y des-velado el Ser en cuanto Ser. De esta manera, el Dasein y la Verdad "son" "co-originales" [129]. Pero esto, declara Heidegger, no vale con relación al ente. En efecto, el ente en cuanto tal, es decir, como determinación y talidad, es, en un sentido, anterior simultáneamente al Dasein y al Ser, porque es "tal" antes de su desvelamiento [130]. Este punto de vista es el del "embargo" del ente. Pero, en otro sentido, desde el punto de vista del ser del ente, el ente es posterior a la vez al Ser y al Dasein, puesto que no es, en cuanto ente, sino por el ser y el Dasein. Las primeras ediciones de Qué es Metafísica proponen una fórmula que a primera vista parece contradecir a la de Sein und Zeit y a la de la quinta edición. Heidegger escribió, en efecto: "El Ser está presente sin el ente, pero jamás el ente está presente sin el Ser." Sin embargo, este texto no se opone en absoluto al texto de las ediciones precedentes, ni al de Sein und Zeit. Pues es verdad que el ente es en cuanto ente por el Ser y por el Dasein, que le hace surgir como tal en la Luz del Ser. La verdad, más fundamental aún, es que, según Heidegger, hay un "combate" entre el Ser y el ente, y que, por este "combate", cada uno de ellos llega a ser lo que es. Este combate, que no puede cesar nunca, encuentra en la obra de arte su expresión más notable!. Heidegger nos da su fórmula y su sentido en los términos siguientes : el ente no es, en cuanto ente, sino a la luz del Ser, pero se afirma como ente y se impone como ente volviendo sobre sí mismo, rehusándose a la luz del Ser"". Estos dos movimientos lo constituyen y forman parte de su existencia. De aquí resulta que está a la vez desvelado y disimulado y que la Verdad es, en su esencia, No-Verdad [132].

La relación del ente con el Ser no puede, por consiguiente, ser concebida más que como actualizada por el Dasein. Pero, en este aspecto, se trata no del Dasein que es, como hombre, un ente entre los entes del mundo, sino propiamente del Dasein que es, en el seno del mundo, el "guardián del Ser" [133] y el mediador de la Verdad del Ser [134]. Tal es el Dasein como ek-xistencia, porque, escribe Heidegger, "es a partir de la concepción correcta de la existencia desde donde es preciso pensar la esencia del Dasein, en la abertura del cual el Ser mismo se anuncia y se disimula" [135]. En efecto, "la existencia designa una especie de ser, a saber: ser de este ente que está abierto en la abertura del ser en el cual es" [136]. De esta manera, el Ser no se desvela sino por la trascendencia del Da-sein y gracias a la esencia ek-stática. Pero esto, sin embargo, no quiere significar que la verdad del Ser se agote en el Da-sein y se identifique con él. Por el contrario, es el Ser, en cuanto Nada, el que constituye el Da del Dasein como ek-sistencia y el que, en cuanto tal, es el principio inmanente del Dasein mismo.

Estos análisis llevan hasta el dominio de la Ontología fundamental como un último campo de comprehensión, más allá de todos los análisis ónticos y ontológicos, más allá de toda «metá-física» en el sentido corriente de la palabra, puesto que es la metafísica misma la que está en tela de juicio. Este dominio es el que concierne al Ser en cuanto tal o a la Verdad del Ser y el porqué del Ser o, más fundamentalmente aún, la razón y el principio último de todos los "porqués" [137].

La explicación de los diversos sentidos de la palabra verdad permitirá precisar estas indicaciones. En un primer sentido, verdad significa conocimiento verdadero. Es la "veritas logica" de que hablan los filósofos clásicos y cuya regla se formula de esta forma: adaequatio intellectus ad rem. En esta categoría entran todas las verdades que el entendimiento humano ha adquirido y puede adquirir sobre los entes. Pero esta verdad no puede ser fundamental y esencial, puesto que supone, como una condición anterior a ella, que el ente se manifieste tal como es al pensamiento y que éste, de alguna manera, lo deja-ser.

Hay, pues, otro sentido de la palabra verdad. Un sentido propiamente ontológico, donde la verdad es, para un ser, lo que constituye la posibilidad interna de su ser. Esta verdad (aletheia) no es, pues, una aplicación de la inteligencia a los entes, sino que es propiamente descubrimiento, des-velamiento. Desde este punto de vista, lo verdadero es lo que es descubierto, des-velado, re-velado [138] y la verdad ontológica es, en el sentido más radical, la Verdad del Ser. Esta es, por excelencia, Re-velación, pura Luz, y es de ella de donde procede en el hombre la "preocupación por la Verdad, más allá de la búsqueda de las verdades [139]. El problema de la verdad exige, pues, que se busque, más allá de todas las verdades, la Verdad ontológica. Si la esencia de la verdad es, en general, para un ser la posibilidad interna de su ser, aquello por lo cual este ser es lo que es, también se podrá hablar, y en el mismo sentido, de la verdad de la esencia. Si hay, pues, una verdad ontológica, fundamento y razón de todas las verdades (y, por consiguiente, de todas las esencias), hay también una Esencia original de la verdad que hace posible, en general, la Verdad, es decir, que es la razón de todas las verdades. Esta Esencia original de la Verdad es la Verdad de la esencia, a saber: la verdad del Ser como posibilidad absoluta de toda esencia. Pero como, por otra parte, la verdad ontológica es des-velamiento y re-velación, será también, en cuanto Verdad o Esencia del Ser, el des-velamiento y la Revelación más original, el Ser-desvelado o la Presencia del Ser mismo [140].

De este modo se ve cómo la cuestión sobre el Ser, que es la cuestión por excelencia, nace de la cuestión que plantea "la diferencia (diferencia ontológica) entre el ser y el ente" [141]. Y esta cuestión fundamental se explicita de la manera siguiente: ¿Por qué el ente requiere, para ser, este Ser que él no es? ¿Por qué el Ser es siempre el Ser del ente?

Pero esta Grund f rage ¿tiene sentido? Que la cuestión tenga un sentido, Heidegger, a decir verdad, no trata nunca de probarlo. Pero es que, en realidad, no hay nada que "probar" aquí. De lo único que se trata es de experimentar (erfahren), de vivir, en y por la angustia, este encuentro emocionante del Ser que la metafísica tradicional ha "olvidado" siempre, precisamente porque se ha limitado siempre a ser una Lógica, una doctrina abstracta del Hombre, de la Naturaleza o de Dios y porque nunca se ha interrogado sobre el ímpetu que lo empuja a "saltar-al-otro-lado" (über hinaus). En realidad, la cuestión fundamental del Ser tiene sus raíces mismas en la esencia del hombre, en cuanto ek-sistencia, y, por consiguiente, debe explicitarse a partir del análisis existencial del Dasein. Este análisis nos muestra, sin embargo, que el Dasein es llevado, más allá de las exigencias de la razón pura, a plantearse la cuestión de la verdad, no en el sentido abstracto y especulativo de los epistemólogos, que no se refiere más que a la verdad de la inteligencia, sino en el sentido concreto y vivido de la verdad de la existencia o de la verdad interior a la existencia misma [142]. El Dasein experimenta el sentimiento radical de una conjunción misteriosa de la esencia original del hombre y de la esencia original de la verdad. El hombre aparece como ek-sistencia, es decir, como emergencia continua fuera de la Nada o, más exactamente, como ente constantemente suspendido en la Nada, y es esto mismo lo que, situando al hombre frente a la Nada, le impone sin cesar la cuestión esencial de la verdad del Ser o el problema del Ser en cuanto Ser. Esta es la razón de que el hombre sea propiamente "el guardián de la Verdad del Ser" [143], y esto está inscrito en la esencia de un Dasein que tiene la idea de la Verdad y el goce del Ser. Por eso la metafísica será, a la vez; por el mismo impulso, una meditación sobre el descendimiento de la Verdad hasta el hombre y sobre la elevación del hombre hasta la Verdad que le llama y le angustia. Pero, si esto es así, no se dirá con el humanismo occidental que toda cuestión sobre el ser es una cuestión sobre el hombre, sino que toda cuestión sobre el hombre es una cuestión sobre el Ser, porque "la esencia del hombre es esencial a la verdad del Ser" [144]. Pudiera decirse, igualmente, que la Metafísica auténtica es una "metafísica de la metafísica".

Sobre el problema de Dios, hacia el cual parecen llevar todos estos análisis, Heidegger, que recuerda en su Carta sobre el Humanismo que Sein und Zeit no tomaba partido entre el teísmo y el ateísmo, produce ahora la impresión de reservar la posibilidad de un nuevo desarrollo de su pensamiento, que parece anunciarse especialmente en el pequeño y reciente escrito Der Feldweg. ¿Puede aceptarse que esta "espera de Dios", por la cual Heidegger definía antaño el conjunto de su obra, se transformara en un encuentro de Dios? Ya la Carta sobre el Humanismo nos trazaba el plan o las etapas del camino que podría conducir a resolver la crisis en que la "muerte de Dios" ha aniquilado lo "Sagrado" (das Heilige), sobre lo cual reposa toda civilización [145]. "Sólo a partir de la Verdad del Ser, escribía Heidegger, puede ser pensada la esencia de lo Sagrado. Sólo a partir de la esencia de lo Sagrado puede pensarse la esencia de la Divinidad. Sólo a la luz de la esencia de la Divinidad se puede pensar y decir lo que la palabra "Dios" debe nombrar" [146]

Estas son preguntas más que respuestas. Tenemos, sin embargo, algunos datos. De una parte, en efecto, Heidegger declara abiertamente que "el Ser no es Dios". Sabemos, sin embargo, por Sein und Zeit [147] que es "el trascendente absoluto". Pero "trascendente" no parece tener aquí el sentido que da a esta palabra la filosofía tradicional. Se puede tratar de precisar diciendo que el Ser está al mismo tiempo más cerca del hombre que cualquier ente, ya sea éste una roca, un animal, una obra de arte, una máquina, un ángel o el mismo Dios" [148]. El Ser es lo más próximo. Pero esta proximidad sigue siendo para el hombre lo más lejano, porque el hombre se adhiere siempre en primer lugar y solamente al ente. El Ser, en realidad, es el mundo mismo, como Da del Da-sein, como el lugar donde brilla la Luz del Ser. No hay otro mundo más allá del mundo, y, declara Heidegger, es inútil ponerse a buscar un Creador del mundo [149].

Es, pues, necesario atenerse al pensamiento del Ser, entendido como "compromiso por el Ser y para el Ser" [150], "por y para la Verdad del Ser", porque sólo el pensamiento puede dar un sentido a la palabra "Dios". La fe, por la cual Dios vendría a nosotros, suprimiría el pensamiento, que se tornaría inútil. ¿Qué puede, entonces, hacer el pensamiento sino "preparar un retorno posible de Dios" [151], que no podrá realizarse jamás sino en la Luz del Ser? Por encima de todo, es preciso saber esperar, dispuestos a entender el mensaje que Dios podría dirigirnos y a recibirlo en este espíritu de sacrificio y humildad que constituye nuestra sola grandeza [152].


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126 Introduction á la traduction françaises de Won Wesen der Wahrheit, Lovaina-París, 1948, pág. 9.
127 Pág. 212. 128 Was ist Metaphysik?, 5 " edición, Nachwort, Pág. 41.
129 "Son" (sind) se pone entre comillas para subrayar una ambigüedad y evitar una confusión. Porque cuando se dice: "El Ser es", o mejor, "hay (es gibt) el Ser", parece que se habla de un ser más vasto que el Ser o que engloba al Ser. Ahora bien: el Ser es el mismo el es y el Es del Es gibt (hay). Cf. Brief über den "Humanismus", Págs. 79-8o. Pero esta ambigüedad es la misma del Ser, le es esencial, y el lenguaje no hará más que manifestarla. Porque el Ser que condiciona el desvelamiento del ente se encuentra disimulado, en cuanto Ser, por el ente. De este modo, no se ofrece como Verdad más que rehusándose, como no Verdad (cf. Was ist Metaphysik?, pág. 14). De esta manera es también el origen de la Errancia, y toda la historia se desarrolla en el seno de la Errancia (cf. Holzwege, Págs. 309-310).
130 CL Sein und Zeit, pág. 217.
131 Cf. Holzwege, Págs. 4r-42.
132 Holzwege, Pág. 41. Platons Lehre, pág. 82.
133 Brief über den "Humanismus", pág. 90.
134 Ibídem, pág. 69.
135 Was ist Metaphysik?, pág. 14.
136 Ibídem, pág. 14.
137 CL Sein und Zeit, pág. 13.
138 V. Wesen der Wahrheit, Pág. 26.
139 V. Wesen des Grundes, págs. 12-14.
140 V. Wesen der Wahrheit, pág. 26.
141 V. Wesen des Grundes, pág. 14.
142 Cf. Sein und Zeit, Pág. 221.
143 Cf. Platons Lehre, pág. 54.
144 Platons Lehre, pág. 54.
145 Cf. Holzwege, págs. 193 y sigs.
146 Platons Lehre (Brief über den "Humanismus"), Pág. 76.
147 Ibídem, Pág. 38.
148 Platons Lehre, Pág. 84.
149 Ibídem, Pág. 76.
150 Platons Lehre, pág. 54.
151 CL Der Feldweg.
152 Cf. Was ist Metaphysik?, págs. 44-45.
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En Régis Jolivet, Las doctrinas existencialistas, Ed. Gredos, Madrid 1970, pp. 151-159.
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