Libro primero. Lógica

Sección primera, o
Lógica general

 

Prenociones generales

El objeto principal de la Lógica es dirigir nuestro entendimiento a conocimiento de la verdad. Las operaciones fundamentales del mismo, mediante las cuales se encamina a la verdad y logra su posesión, son la simple percepción, el juicio y el discurso o raciocinio. Aquella parte de la Lógica que enseña las reglas filosóficas y da preceptos racionales para el conveniente uso y aplicación de estas tres operaciones fundamentales de la inteligencia se llama Lógica General, y es la misma que los antiguos Escolásticos solían apellidar Lógica Menor.

Aquella parte de la Lógica que trata de las materias que tienen una relación especial con las tres funciones expresadas de nuestra razón, como medios e instrumentos para investigar y adquirir la verdad, como son ciertos problemas e ideas sobre la certeza, la probabilidad y la verdad, el método, los criterios de la verdad, &c., se llama Lógica Especial, o como la apellidaban los Escolásticos, Lógica Mayor. [17]

El íntimo enlace y relaciones que existen entre el objeto de la Lógica y el de la Psicología ha motivado diversidad de pareceres con respecto al orden con que deben enseñarse estas dos ciencias. Algunos colocan y enseñan la Psicología antes que la Lógica, porque, en su opinión, no se pueden dirigir bien las operaciones del entendimiento, lo cual constituye el objeto de la Lógica, sin conocer las varias facultades del hombre con las cuales se halla en relación su entendimiento. Otros, por el contrario, opinan que la Lógica, que es el arte de buscar la verdad, debe preceder a todas las ciencias, y por consiguiente a la Psicología. Esta segunda opinión nos parece más fundada; porque siendo la Psicología una verdadera ciencia, y ciencia que encierra problemas arduos y trascendentales, no es posible tratarla de una manera adecuada a sus condiciones científicas sin el auxilio de la Lógica, a la que pertenece enseñar a pensar bien y a investigar la verdad científica. Que no sin razón la apellidaban los antiguos instrumento y órgano de todas las ciencias. Por otra parte, para obviar la dificultad a que se refiere la primera opinión, basta hacer entrar en la Lógica algunas observaciones sencillas sobre las facultades del alma en relación con el objeto de la misma.

Algo más necesario nos parece hacer entrar en la Lógica algunas nociones acerca del lenguaje; porque siendo la palabra la expresión del pensamiento, así como este es la representación de los objetos, es indudable que la gramática general, o sea el conocimiento de la estructura y leyes generales del lenguaje, es un auxiliar tan poderoso como útil para la dirección de las operaciones intelectuales por medio de la disposición artificial y científica que la Lógica comunica a las operaciones indicadas. He aquí la razón porque damos principio a la Lógica exponiendo algunas nociones de gramática general, o sea filosofía del lenguaje; porque la verdad es que estudiar y conocer el lenguaje, equivale en cierto sentido a estudiar y conocer el pensamiento humano. [18]

 

Capítulo primero
Gramática general

Artículo primero
Del signo en general

Nociones previas.

1º La palabra gramática trae su origen de la griega gramma, que significa letra, y como las letras son los elementos de las palabras que constituyen la materia y objeto de la gramática, de aquí es que tomando la parte por el todo, la gramática general ha venido a significar la ciencia que investiga y expone los principios y propiedades generales del lenguaje articulado, considerado como expresión del pensamiento.

De esta definición se infiere que lo que se llama gramática general debiera denominarse filosofía del lenguaje, como la apellidan con razón algunos: 1º porque el nombre de gramática es más propio de una arte que de una verdadera ciencia, cual es la que nos ocupa: 2º porque con ella no se aprende ningún idioma determinado. Es, por lo tanto, más lógico y exacto el nombre de filosofía de lenguaje: nosotros, sin embargo, acomodándonos al uso recibido, usamos indistintamente los dos nombres.

2ª El objeto principal y propio de la gramática general es la oración: 1º porque esta resume y condensa el lenguaje como expresión del pensamiento: 2º porque la oración es la expresión externa y articulada del juicio, el cual es el acto principal de nuestro entendimiento, y su manifestación más importante y fundamental.

La oración gramatical puede ser considerada, o en sus elementos y diferentes partes de que se compone tomadas aisladamente, sin tomar en cuenta las relaciones que entre sí pueden tener en la oración; o por el contrario sistemáticamente, [19] considerando las partes de la oración en cuanto forman un todo determinado. De aquí la división de la gramática general en lexicología, que trata de las partes de la oración tomadas cada uno de por sí; y sintaxis, a la que pertenece estudiar la oración en cuanto es un todo resultante de la colocación ordenada de las partes que la componen. La gramática general no puede contener prosodia ni ortografía, partes que se encuentran en las gramáticas particulares, porque aquella no enseña a hablar ni escribir ningún idioma.

3ª De las dos partes indicadas, la más importante para la Lógica es la lexicología, en la que se analiza el lenguaje como signo y expresión de las ideas y pensamientos. Por esta razón nos ocuparemos con preferencia de la misma en estas nociones, con tanto más motivo, cuanto que al tratar del juicio se habla también de la oración como expresión sensible del mismo.

No siendo otra cosa el lenguaje más que la expresión y signo sensible del pensamiento, claro es que no pueden conocerse su naturaleza, leyes y propiedades, si no se conocen de antemano la naturaleza, leyes y propiedades del signo.

Signo en general es: lo que representa a la facultad cognoscente alguna otra cosa distinta del mismo signo: quod potentie cognoscenti aliud a se repraesentat. De esta definición se deduce que el signo, en cuanto tal, incluye tres cosas: 1ª el signo debe ser distinto realmente de la cosa significada, porque ninguna cosa se dice con propiedad signo de sí misma: 2ª entre el signo y la cosa significada debe existir alguna relación o enlace, pues solo así se concibe que el uno conduzca al conocimiento de la otra: 3ª el signo viene a ser como un medio entre la potencia que conoce y la cosa significada; así el humo, por ejemplo, sirve al entendimiento como de medio o puente para llegar al conocimiento del fuego.

Infiérese de lo dicho que el signo determina u origina dos percepciones, de las cuales la una se refiere a la cosa que sirve de signo, y la otra a la cosa significada. Empero para que resulten realmente estas dos percepciones, es preciso que se conozca la relación que existe entre el signo y la cosa [20] significada, pues faltando este conocimiento el signo no ejercerá el oficio de tal. Un vocablo hebreo no ejerce el oficio de signo para uno que ignore esta lengua, porque no conoce la relación convencional que existe entre aquel vocablo y la cosa por él significada.

El signo se divide en formal e instrumental. Signo formal es el que representa otra cosa por razón de la semejanza que con ella tiene, como la imagen o retrato de Julio César es signo formal del mismo. Signo instrumental es el que representa alguna cosa por razón de alguna relación que no sea de semejanza, como sucede en el humo respecto del fuego.

El signo puede ser también o natural o arbitrario, el cual también se llama artificial. En el primero, la relación que existe entre el signo y la cosa significada procede de la misma naturaleza de las cosas, independientemente de la voluntad del hombre, como se ve en el ejemplo del humo y del fuego. En el arbitrario, la conexión o enlace entre el signo y la cosa significada es convencional o dependiente de la voluntad del hombre, como sucede en el lenguaje articulado, cuyas palabras significan este o aquel objeto, según los diferentes idiomas y según voluntad convencional de los hombres.

Cuando la relación que existe entre el signo y la cosa significada en el signo natural es necesaria e infalible por su naturaleza, el signo se denomina cierto o necesario, como se ve en la respiración respecto de la vida: si esa relación no es necesaria, sino que puede proceder de varias causas, será signo incierto o equívoco: así, por ejemplo, la frecuencia del pulso es signo incierto o equívoco de fiebre, porque puede proceder de otras causas.

Artículo II
De los signos del pensamiento

El signo general del pensamiento humano es el lenguaje. Supónese comúnmente que esta palabra tiene su etimología [21] en la frase latina linguam agere, que significa mover la lengua. Sea de esto lo que quiera, es lo cierto que el lenguaje como signo o expresión del pensamiento, es un sistema de signos destinados a expresar el pensamiento. Y debe tenerse presente que el pensamiento aquí se toma en un sentido lato por las manifestaciones y actos, no solo del entendimiento y voluntad, sino también de las facultades sensibles, tanto perceptivas como afectivas.

Los signos que constituyen el lenguaje pueden ser o naturales o artificiales. Los primeros son los gritos, ademanes, gestos y movimientos naturales y espontáneos del cuerpo, en relación con determinadas afecciones y pensamientos interiores del alma. Los segundos son las palabras articuladas destinadas por el uso y la convención para expresar aquellos actos y afecciones interiores.

El lenguaje natural tiene determinadas ventajas sobre el artificial, así como éste las tiene sobre aquel bajo otros puntos de vista. El natural: 1º es más enérgico y adecuado que el artificial para expresar las afecciones del alma: 2º es invariable, uniforme y espontáneo, como fundado en la misma naturaleza: 3º se adquiere y practica sin necesidad de estudio o de la observación.

Por otro lado, el lenguaje artificial o articulado: 1º sirve para expresar muchas cosas que no pueden expresarse por medio del natural, y se extiende hasta las más sutiles manifestaciones y modificaciones del pensamiento: 2º incluye mayor facilidad y universalidad; mayor facilidad, puesto que con pocas palabras convenientemente combinadas podemos expresar instantáneamente conceptos y objetos que exigirían multitud de gestos y movimientos para ser expresados imperfectamente; mayor universalidad, no solo porque se extiende a objetos y pensamientos que se hallan fuera del alcance del lenguaje natural, o a los cuales solo alcanza con suma dificultad e imperfección, sino principalmente porque el lenguaje natural, solo es medio de comunicación con los presentes, mientras el articulado se extiende a los ausentes en tiempo y espacio por medio de la escritura: 3º el lenguaje [22] articulado sirve de instrumento y auxiliar poderoso para desarrollar y robustecer el pensamiento, por medio de una especie de comunicación y reacción continua y recíproca entre la palabra y el pensamiento: 4º el lenguaje articulado, por lo mismo que se halla sometido a la voluntad del hombre, como sistema de signos convencionales y libres, encierra un poder de expresión tan eficaz y perfecto, que basta para satisfacer con facilidad todas las necesidades del hombre en el orden físico, sensible, social, intelectual y moral: 5º finalmente, el lenguaje articulado así como puede perderse en el individuo u olvidarse, puede también enriquecerse o perfeccionarse, al paso que el natural nunca se olvida, pero tampoco se perfecciona sino con dificultad, en algunos hombres solamente, y aun esto dentro de límites estrechos. Sabido es que la influencia de la voluntad y el hábito, pueden hacer que los gestos y movimientos exteriores representen afecciones que no existen en el individuo; pero esto es accidental y no destruye las condiciones propias del lenguaje natural.

Cuanto llevamos consignado en este capítulo acerca del lenguaje artificial, se refiere al lenguaje en cuanto significa una colección de palabras articuladas que tienen por objeto expresar el pensamiento. Conviene ahora tener presente que esa palabra, además de la significación dicha puede tener otros dos sentidos, puesto que unas veces se toma por la facultad o capacidad de hablar que posee el hombre, y otras por la determinada disposición de palabras, oraciones y períodos que constituyen lo que se llama estilo, en cuyo último sentido solemos decir que tal autor tiene un lenguaje conciso, elegante, fluido, nervioso, &c.

De aquí se infiere que cuando se pregunta si el lenguaje articulado es natural al hombre, se debe responder con distinción. Si se trata del lenguaje en cuanto significa una colección determinada de voces articuladas, como las palabras, por ejemplo, que constituyen el idioma castellano, el lenguaje no es natural sino artificial y arbitrario, toda vez que es indiferente y puramente convencional que esta palabra designe este objeto y no otro; y por otra parte vemos que al mismo [23] objeto corresponden diferentes palabras según la variedad de idiomas. Si se trata del lenguaje, en cuanto significa la facultad de hablar, no hay inconveniente en afirmar que el lenguaje es natural al hombre; porque la razón y la experiencia demuestran que el hombre ha recibido de Dios y tiene en su misma naturaleza la facultad o capacidad de manifestar y significar a otros sus pensamientos y los objetos por medio de voces articuladas, que posee el organismo y los instrumentos necesarios para producir sonidos articulados, y hasta que tiene en su naturaleza una propensión espontánea a poner en ejercicio este organismo y la facultad de hablar.

¿Deberemos inferir de aquí, que la invención del lenguaje es debida al hombre? De ninguna manera. Sea cualquiera la opinión que se adopte en orden a la posibilidad absoluta o física de la invención o formación por parte del hombre de algún lenguaje, el cual en todo caso sería necesariamente imperfectísimo, y exigiría el transcurso de mucho tiempo, se debe tener por cierto que el lenguaje fue comunicado o inspirado al hombre por el mismo Dios. Muchas son las razones que pueden aducirse en apoyo de esta afirmación, aun prescindiendo de la Sagrada Escritura que lo indica {(1) En efecto, hablando del primer hombre, dice: «Creavit ex ipso abjutorium simile sibi; consilium et linguam dedit illis.»} con toda claridad. 1º Adán o el primer hombre debió salir perfecto de las manos del creador, como dice santo Tomás, tanto en el orden físico, o en cuanto al cuerpo, como en el orden intelectual y por parte del alma; y es indudable que si no hubiera poseído el lenguaje, carecería de una de las perfecciones o cualidades más importantes y necesarias. 2º No poseyendo el lenguaje se hubiera visto imposibilitado de comunicar a sus hijos los conocimientos naturales y sobrenaturales que recibiera de Dios. 3º En la hipótesis contraria, el hombre hubiera permanecido por espacio de mucho tiempo en estado de completo mutismo, el cual es incompatible con el estado [24] social que es natural al hombre, y fuera del cual no puede conservarse por mucho tiempo. Como corroboración de este argumento debe tenerse en cuenta, que siendo el lenguaje un conjunto de signos convencionales, y siendo o imposible, o sumamente difícil por lo menos, establecer pactos y convenciones sin el auxilio de la palabra articulada, los hombres, en la hipótesis que combatimos, habrían permanecido por espacio de siglos sin sociedad política y en estado de salvaje mutismo. 4º Para todo hombre pensador es evidente que la invención primitiva o descubrimiento originario de un idioma, siquiera sea imperfecto, es obra que exigiría una inteligencia sublime, unida a vastísimos y profundos conocimientos de todo género: ¿y es posible esto cuando se principia por suponer al hombre sin vínculos sociales, en estado de salvaje mutismo y de crasa ignorancia? 5º Finalmente, si a esto se añade que todos los monumentos históricos, incluso los bíblicos, presentan al hombre en posesión y ejercicio del lenguaje articulado, y lo que es más, de un lenguaje perfecto, quedará fuera de toda duda que el origen primitivo del lenguaje entre los hombres debe buscarse en Dios revelándolo o comunicándolo al primer hombre creado por él (1). Y [25] decimos, revelándolo, para excluir la opinión de los que imaginan que Dios enseñó al hombre el lenguaje primitivo pronunciando sonidos articulados, a la manera que los padres enseñan ahora a los hijos.

{(1) Son notables las palabras de Humboldt sobre este punto. «El lenguaje no ha podido ser inventado sin un tipo preexistente en la inteligencia humana... Más bien que creer en una marcha uniforme y mecánica que le vaya formando paulatinamente desde el principio más grosero e informe hasta llegar a la perfeccion, abrazaría la opinión de aquellos que refieren el origen de las lenguas a una revelacion inmediata de la Divinidad. Ellos por lo menos reconocen la chispa divina que brilla al través de todos los idiomas, aun los más imperfectos y menos cultivados.» A conclusiones análogas conducen los trabajos de Klaproth, Remusat, Goulianoff, Merian, Adelung, Schelegel y de tantos otros distinguidos etnógrafos.
Hay más todavía. De los trabajos literarios y de las investigaciones etnográficas realizadas por los escritores citados, resulta: 1º que los cuatro mil dialectos o idiomas que se conocen, pueden considerarse como filiaciones o derivaciones de tres, o a lo más, [25] cuatro lenguas primitivas y rigurosamente diversas, que son, la indo-germánica, que también suele llamarse indo-europea, la semítica y la tártara, a la cual algunos añaden la malaya: 2º que la aparición de estas tres o cuatro lenguas primitivas tuvo lugar de una manera repentina; todo lo cual se halla en perfecto acuerdo con la narración bíblica sobre la repentina confusión de lenguas realizada en la construcción de Babel, siendo probable que cada una de las tres grandes familias de Noé se separara de Babel con una de las tres lenguas que se llaman primitivas.}

Además de las indicaciones que dejamos consignadas arriba acerca de la utilidad y necesidad del lenguaje articulado, pueden aducirse razones poderosas que demuestran con toda evidencia esa necesidad y utilidad.

1ª Los hombres están destinados por las condiciones mismas de su naturaleza a constituir o formar una sociedad no imperfecta, temporal y transitoria, como los animales, sino perfecta, permanente, intelectual, moral y política; sociedad que ni siquiera puede concebirse, cuanto menos constituirse y conservarse, sin el auxilio del lenguaje articulado.

2ª Sin el lenguaje articulado la memoria es por precisión muy incompleta, y su expresión o manifestación externa es poco menos que imposible. Reflexiónese ahora por un lado los gravísimos inconvenientes a que estaría expuesto el hombre viviendo en sociedad sin el auxilio de la memoria, o teniendo ésta un estado sumamente imperfecto; y por otro, que uno de los efectos más incontestables y preciosos del lenguaje articulado es el fijar y ordenar los pensamientos y afecciones interiores en la memoria, sujetándolos al propio tiempo al fenómeno del recuerdo o reminiscencia.

3ª La investigación y conocimiento de la verdad, que constituye la perfección más noble y digna del hombre, se hallan en íntima relación y necesaria dependencia con el [26] lenguaje articulado, sin cuyo auxilio nuestros conocimientos serían muy limitados, trabajosos e imperfectos. La conciencia íntima nos revela que mientras investigamos y conocemos los objetos, hablamos interiormente, locución que sería difícil, imperfecta y confusa, sino poseyéramos el lenguaje articulado.

Artículo III
De las partes de la oración

Hemos dicho antes que las dos partes de que consta la gramática general o filosofía del lenguaje son, la lexicología, que trata de las partes de la oración en particular y tomadas aisladamente, y la sintaxis, que trata de la unión, dependencia y colocación de las palabras en la oración como expresión del pensamiento. Por eso esta parte de la gramática trata de la concordancia, régimen y construcción, siendo la más importante la construcción, porque es la más universal y la que se encuentra con mayor regularidad en todas las lenguas. Ya hemos dicho que omitimos la sintaxis, porque su relación con la Lógica es menos importante y directa que la de la lexicología.

La oración, en general, es la expresión oral del pensamiento, según algunos; pero esta definición parece inexacta, puesto que puede aplicarse a las partes de la oración, como sucede en el nombre. Más exacta y propia nos parece la que solían dar los Escolásticos: «voz o palabra articulada, cuyas partes significan algo tomadas aisladamente:» vox ad placitum significativa, cujus partes separatim aliquid significant. En efecto: en esta oración: «Pedro es prudente», cada una de las partes significa o expresa algún pensamiento, algún concepto o modificación del mismo. Por el contrario, las partes o sílabas de los nombres que componen dicha oración nada significan por sí solas y como tales. Los Escolásticos decían también, no sin razón, que la significación de la oración puede verificarse, o a modo de afirmación y negación (per [27] modum affirmationis et negationis) como en esta: Pedro discurre; o a modo de simple dicción (tamquam simplex dictio), como si decimos: Dios omnipotente.

En nuestra lengua las partes de la oración gramatical son nueve: nombre, pronombre, verbo, participio, artículo, preposición, adverbio, conjunción, interjección. Estas partes varían con los diferentes idiomas: pues mientras el hebreo y el árabe solo consta de tres, que son nombre, dicción y verbo, el latín admite ocho y el griego diez. Las partes que deben apellidarse necesarias y esenciales en la oración gramatical son el nombre y el verbo; con ellas se puede expresar el juicio, que es la manifestación propia y perfecta del entendimiento, y corresponden al doble elemento que entra en la constitución del mismo, pues mientras el nombre corresponde al elemento objetivo del juicio, el verbo corresponde al elemento subjetivo. De aquí procede que mientras las demás partes varían con los idiomas, el nombre y el verbo son partes de la oración gramatical en todas las lenguas. Dejando el nombre y el verbo para tratar de ellos con más detención en artículos especiales, daremos aquí alguna ligera noción de las otras partes de la oración.

a) Pronombre es aquella parte de la oración que se pone en lugar del nombre, bien sea para evitar la repetición de éste, bien para dar concisión y claridad a la misma. Generalmente expresa la relación de las personas agentes o pacientes que entran en la oración. Pueden ser personales, relativos, posesivos y demostrativos. Los posesivos, como mío, tuyo, nuestro, &c., y también los demostrativos, como este, aquellos, esos, &c., son en realidad verdaderos nombres adjetivos.

b) Participio es aquella parte de la oración que expresa la situación activa o pasiva de alguna cosa acompañada de alguna circunstancia o modificación del tiempo. Se llama participio, porque es un nombre que participa de las propiedades del verbo en cuanto que incluye la connotación y significación del tiempo incluido en aquel, y también porque se deriva de algún verbo.

c) Artículo es aquella parte de la oración que sirve para [28] determinar la extensión y el género de los nombres apelativos y universales. Suele dividirse en numeral, posesivo y demostrativo. Además, puede ser o especificativo, que sirve para determinar la especie; o individuativo, que sirve para determinar los individuos. Este último, si significa los individuos sin determinarlos, como cuando se dice: «leí algunos libros» se llama indefinido: si determina los individuos por su pertenencia, situación, número, &c., como si se dice: «he leído tus gramáticas», entonces se llama definido o determinado.

d) Preposición es aquella parte de la oración cuyo oficio es representar y expresar las diferentes relaciones que pueden existir entre los términos o ideas que entran en la indicada oración gramatical. Como éstas relaciones son muy numerosas y variadas, no es posible que haya tantas preposiciones como relaciones; y de aquí el que una misma preposición sirva para expresar diferentes relaciones que se reconocen por los antecedentes, consiguientes y sentido de la oración. Las principales preposiciones son las de tiempo, de orden, de lugar, de situación, de distancia, de fin, de medio, de unión, de separación, de posesión, &c.

e) Adverbio, que literalmente significa junto al verbo, como palabra compuesta de ad y de verbum, denota aquella parte de la oración que sirve para expresar una idea determinada, pero modificándola al propio tiempo. Ordinariamente modifica la atribución del verbo; pero también puede modificar otras partes de la oración que tengan carácter atributivo. Así es que el adverbio considerado en sí mismo y en su valor ideológico, puede resolverse en un nombre con una preposición. Los principales son los de tiempo, de lugar, de orden, de modo.

f) Conjunción es aquella parte de la oración que representa la relación entre dos juicios y expresa la relación entre dos o más proposiciones. De aquí se deduce que el oficio de la conjunción en la oración gramatical es unir o juntar dos o más proposiciones que representan y expresan un pensamiento completo.

g) Interjección es aquella parte de la oración cuyo objeto [29] propio es representar y expresar las afecciones internas del alma, y esto generalmente, según que esas afecciones, sensaciones y sentimientos incluyen cierto grado de vehemencia. Se llama interjección (interjectum, arrojado entre), porque es una palabra que se arroja entre las demás, sin ligarse o relacionarse con ellas como partes de la oración gramatical. Las interjecciones suelen constar de pocas sílabas y no son muy numerosas, consideradas como sonidos articulados; pero puede decirse que se multiplican indefinidamente según el modo y accidentes de expresión que pueden acompañarlas, como son la mayor o menor rapidez con que se pronuncian, la mayor o menor fuerza, los diferentes grados y modos de entonación, las modificaciones del semblante, actitud del cuerpo, movimiento de los miembros, &c.

Artículo IV
Del nombre

El nombre puede considerarse o simplemente como parte de la oración gramatical, o en cuanto constituye uno de los elementos principales y esenciales de la proposición como expresión del juicio (1). Bajo este último punto de vista el nombre suele llamarse término. Para proceder con la debida claridad, hablaremos del nombre bajo este doble punto de vista.

{(1) Según dejamos indicado, el nombre y el verbo constituyen las partes principales de la oracion, observacion que había hecho santo Tomás antes que los modernos. Potest ex solo nomine et verbo simplex enunciatio fieri, non autem ex aliis orationis partibus sinc his... Sola nomina et verba sunt principales orationis partes. Periherm. Lib. I, lec. 1ª.}

A) Nombre es aquella parte de la oración que expresa los objetos del pensamiento que entran en la misma como sus elementos principales y directos. La virtud es muy amable: [30] fácil es reconocer que los nombres virtud y amable, expresan los objetos que constituyen los elementos principales de la oración, mientras que las otras dos palabras sólo sirven, o para unir, o para modificar su significación.

Las clases o especies principales del nombre considerado como parte de la oración gramatical son

a) Sustantivo y adjetivo. El primero significa las cosas como si existiesen en sí mismas, sin expresar inherencia en otro sujeto, como hombre, bondad, justicia: el segundo, las significa expresando o indicando su inherencia en algún sujeto, como humano, bueno, justo. De aquí se infiere que la diferencia entre el nombre sustantivo y el adjetivo, no procede de las cosas o naturalezas significadas, sino del modo con que son concebidas por nosotros.

b) Si el nombre sustantivo significa un objeto singular, se llama propio, como Platón, Roma: si por el contrario, su significación conviene o se atribuye a varios individuos, si denomina apelativo, como hombre, ciudad. En otros términos: el nombre propio representa y significa un solo individuo: el apelativo, representa y significa una clase de individuos. El uso puede hacer que un nombre apelativo se convierta en propio respecto de algún objeto, como Apóstol, respecto a san Pablo.

c) Los accidentes gramaticales del nombre son el género, el número y el caso. El género, de su naturaleza, está destinado o sirve para expresar el sexo, y de aquí los cuatro géneros, masculino, femenino, epiceno o promiscuo, y neutro. Existen muchos objetos que carecen de sexo, los cuales en rigor filosófico debieran ser neutros, pero el uso ha hecho que sean masculinos o femeninos, como se ve en las palabras castellanas cielo, tierra, y en las latinas pons, clavis. El número es, o singular, o plural: los nombres propios no tienen número plural. El caso que también se llama declinación, es una modificación del nombre destinada a expresar las varias relaciones del mismo con otras partes de la oración. Esta declinación de los nombres puede verificarse de dos maneras: 1ª uniendo al nombre partículas, como sucede en castellano: [31] de la virtud, para la virtud, &c.: 2ª variando la terminación del nombre, como se hace en la lengua latina: virtus, virtutis, virtuti, &c.

B) Considerando el nombre como término o elemento de la proposición lógica, le corresponden, además de las indicadas, las divisiones siguientes:

a) Término positivo, el que significa alguna entidad o realidad, como alma, piedra: término negativo, el que significa o representa la privación o carencia de alguna realidad, como ceguera, muerte. Si a un término positivo se antepone la negación, resulta lo que se llama término infinito, como no alma, no piedra. Hay algunos términos que son positivos por parte de la voz, pero negativos en cuanto al sentido, como se ve en las palabras citadas, ceguera y muerte, que no expresan negación en su estructura material; al contrario, otros hay que por parte de la palabra material son negativos, por llevar equivalencia de negación, y sin embargo, son positivos por parte del sentido o significación, como se ve en las palabras infinito, infinidad.

b) Cuando el término sustantivo en los casos que significa alguna naturaleza sustancial, expresa esta naturaleza a modo de forma separada del sujeto que la tiene, se llama abstracto, como humanidad: cuando expresa aquella naturaleza como puesta en un sujeto, se llama concreto, como hombre.

Todo término adjetivo es concreto, pero no todo término concreto es adjetivo. De aquí se infiere que el término concreto, en cuanto tal, y especialmente si es adjetivo, significa de una manera primaria y directa la forma que denomina al sujeto, y secundariamente al sujeto que recibe tal denominación de tal forma.

c) Si un término tiene significación determinada y perfecta por sí mismo, sin dependencia de otro, se apellida categoremático, como hombre, justicia: si por sí solo no tiene significación completa o determinada, sino que para este efecto necesita unirse o relacionarse con otro, como estas palabras: ningún, todo, alguno, se llama sincategoremático. A esta clase [32] pertenecen los adverbios, preposiciones con otras partes de la oración.

d) Lo que en gramática es nombre apelativo, es en la lógica término común, el cual se divide en distributivo y colectivo. Distributivo es el que puede enunciarse de varios individuos y de cada uno de ellos en particular, como hombre conviene a todos y cada uno de los individuos humanos. El colectivo significa o comprende muchos individuos, pero no puede aplicarse a cada uno en particular, sino a todos juntos, como familia, senado.

e) El término común distributivo, si significa un concepto objetivo que es idéntico o se halla del mismo modo en muchos, se llama unívoco, como triángulo, cuyo concepto es igual en todos los triángulos: si el concepto significado por el término común es completamente diverso en los objetos significados por él, como la palabra perro, aplicada al animal doméstico y a una constelación, entonces se llama equívoco: si el concepto significado por el término común es en parte diferente y en parte igual, o semejante, se llama análogo: ejemplo: la palabra pie, aplicada a la parte inferior de un monte, de una mesa, de un animal, &c.

f) Se llama término complejo el que significa dos ideas completas en su género, bien sea que se expresen por medio de dos palabras, como voluntad buena, bien sea que se expresen con una sóla, como filósofo: Si la palabra expresa un solo concepto total, se llama incomplejo, como espíritu.

Puede decirse que los adjetivos son términos complejos en cuanto al sentido, porque significan la forma o modificación, y el sujeto que la tiene.

g) Los términos que denotan algún concepto que no puede atribuirse a todos los seres sino a algunos determinados, como racional, material, se llaman categóricos: los que por el contrario expresan algún concepto aplicable a todas las cosas o seres, como algo, cosa, ente, se llaman trascendentales.

h) Cuando un término significa un objeto, según el estado o modo de ser que le corresponde en la realidad [33] independientemente de nuestro entendimiento, se llama término de primera intención; si la significación corresponde al objeto según algún estado o modo procedente de la aprensión o percepción refleja del entendimiento, se llama término de segunda intención. El hombre es racional: el hombre es especie. En la primera proposición, el predicado conviene al hombre como término de primera intención; en la segunda, como término de segunda intención.

En atención a que las palabras articuladas oralmente sirven para representar y expresar las concepciones o ideas que formamos de los objetos, puede decirse que todas las clasificaciones y divisiones que acabamos de exponer, equivalen a otras tantas clasificaciones y divisiones de las ideas. Sin embargo, en la ideología nos ocuparemos de algunas otras clasificaciones propias de las ideas.

i) Cuando el término significa un objeto sin relación con otro, se llama absoluto: si por el contrario significa un objeto como relacionado con otro, se llama relativo. Justicia es término absoluto: hijo, es término relativo.

Artículo V
Del verbo

Son varias y bastante encontradas las opiniones de los filósofos acerca de la naturaleza propia del verbo, y de su carácter distintivo de las demás partes de la oración.

Algunos dicen que el oficio y carácter propio del verbo es expresar la afirmación y negación, y como por otra parte la afirmación y negación son representadas y expresadas explícita o implícitamente por el verbo ser, de aquí deducen que en el fondo de todos los verbos va envuelto el verbo ser, del cual vienen a ser los demás como una especie de modificaciones. De aquí es que esta teoría suele apellidarse la teoría del verbo único. Esta opinión tiene en contra el argumento no despreciable del uso y aplicación del verbo en [34] oraciones en que no hay afirmación ni negación explícitas, según se observa en las optativas e imperativas.

Hay otros que sostienen que la esencia del verbo consiste en significar acción y movimiento, suponiendo que los verbos, en su origen, significaron solamente las acciones y movimientos de los cuerpos, significación que por medio de tropos y abstracciones se aplicó después a los movimientos y acciones interiores de nuestra alma. Esta teoría parece insostenible: 1º porque hay verbos que no significan acción ni movimiento, como morir, estar sentado, (sedere) yacer: 2º porque hay palabras que significan acción o movimiento, y que no obstante no son verbos, como lectura, visión.

Otros hacen consistir la esencia del verbo en la atribución, opinando que el verbo es una palabra que significa el atributo de todo juicio. Esta opinión coincide en el fondo, o por lo menos tiene mucha afinidad con la teoría del verbo único, y tropieza con los mismos inconvenientes que aquella.

En nuestra opinión los caracteres distintivos y esenciales del verbo, son la consignificación del tiempo, y la atribución puramente enunciativa. En efecto: todo verbo en la oración, además de la idea típica o fundamental que significa, como mandato, amor, en los verbos mandar, amar, expresa alguna modificación o diferencia de tiempo, según que éste puede ser pasado, presente o futuro con su varias modificaciones y relaciones. Bajo este punto de vista, el verbo se distingue de los nombres que significan tiempo, como año, ayer, los cuales, aunque significan tiempo, no lo consignifican como el verbo. Por otro lado, aunque es cierto que no todo verbo en la oración gramatical significa afirmación o negación, como pretende la primera opinión, ni tampoco atributo de juicio, como quiere la tercera, bien se puede sostener que todo verbo significa algo con respecto a otro que se considera como sujeto de la idea significada por el verbo. Así, en esta oración optativa: ojalá que Pedro escribiese, no hay ciertamente juicio afirmativo o negativo, y por consiguiente está fuera de la condición y esencia del verbo [35] señalada por las dos teorías citadas; pero sí hay significación y expresión de la escritura con relación a Pedro como sujeto real o posible de la misma. Hay aquí una verdadera atribución o aplicación de la cosa significada por el verbo al sujeto: pero no habiendo, como no hay, verdadero juicio, ni afirmación, ni negación, es preciso decir que es una atribución enunciativa simplemente.

De lo expuesto podemos inferir:

1º Que el verbo debe definirse: aquella parte de la oración que expresa alguna cosa, consignificando modificación del tiempo y atribución o relación a algún sujeto.

2º Si la palabra atribución se toma en el sentido ordinario por la afirmación o negación de un atributo respecto de algún sujeto, la atribución no constituye el carácter distintivo y esencial del verbo; porque aunque tiene lugar en la mayor parte de los casos, no se verifica siempre. Si la indicada palabra se toma como equivalente a simple enunciación, entonces pertenece a la esencia del verbo; porque en todo verbo que forma parte de oración, se encontrará la enunciación de alguna cosa con respecto a otra que tiene razón de sujeto (1).

{(1) Aristóteles definía el verbo: Quod adsignificat tempus, cujus nulla pars significat separatim, et est semper nota eorum quae de altero praedicantur. Periher. lib. 1º, lec. 4ª. Si las últimas palabras significan predicación puramente enunciativa, la definición de este filósofo coincide con la nuestra.}

Los accidentes gramaticales del verbo son cinco, a saber: persona, número, tiempo, modo y voz. Todos estos accidentes constituyen lo que se llama conjugación del verbo, la cual consiste en conducir el tipo o idea radical significada por el verbo a través de modificaciones varias, representadas y expresadas por los cinco accidentes dichos.

Entre estos accidentes los principales y más importantes son el tiempo y modo. El tiempo es la modificación que recibe el verbo para representar la relación determinada de la [36] duración de una cosa con respecto a otra. Las relaciones principales de esta duración o tiempo son presente, pasado y futuro: el primero es único e indivisible, pero los segundos admiten varias modificaciones y relaciones que constituyen los diferentes modos de tiempos gramaticales.

El modo es la modificación de la estructura material del verbo, destinada a representar las varias maneras con que se verifica la enunciación. Señálanse comúnmente seis, que son: el indicativo, el subjuntivo, el condicional, el optativo, el permisivo, el imperativo. Mas no se crea por eso que estos modos sean necesarios ni se hallen en todas las lenguas, habiendo algunas que sólo admiten cuatro, otras cinco, otras tres. El indicativo, el subjuntivo y el imperativo, son los modos que se hallan más generalmente en los idiomas.

Algunos enumeran el infinitivo entre los modos del verbo: otros dicen que es un sustantivo indeclinable, lo cual parece más exacto en atención a que el infinitivo no tiene personas ni tiempos. De todos modos debe ser considerado como la raíz del verbo, cuyos accidentes vienen a ser modificaciones diferentes del mismo.

Artículo VI
El lenguaje hablado

«Si el hombre hiciera uso únicamente del conocimiento sensitivo, el cual se halla circunscrito por su naturaleza a las cosas presentes según el tiempo y el lugar, bastaría al hombre para vivir en sociedad con los demás el uso de la palabra. Mas como el hombre se halla además dotado de conocimiento intelectual, el cual abstrae o prescinde de las condiciones o circunstancias de lugar y tiempo, le acompaña la solicitud y cuidado, no sólo acerca de las cosas presentes, sino también acerca de las cosas ausentes por parte del lugar, y de las futuras por parte del tiempo. De aquí es que la necesidad y conveniencia de manifestar sus concepciones a [37] los ausentes y futuros, ha hecho que el uso de la escritura sea una necesidad para el hombre.»

Este pasaje de santo Tomás señala el origen filosófico y la razón suficiente de la necesidad e invención de la escritura.

La escritura puede definirse: un sistema o colección de signos por medio de los cuales se manifiesta o exterioriza el pensamiento de una manera fija y permanente. Porque en efecto, la diferencia principal que separa la escritura del lenguaje hablado, es la representación sensible permanente de los pensamientos y afecciones interiores, representación que en el lenguaje hablado sólo se verifica de una manera fugaz y transitoria.

Teniendo en cuenta que el entendimiento humano posee como una tendencia natural a proceder de lo imperfecto a lo perfecto, el desarrollo lógico de la escritura admite tres períodos y tres clasificaciones correspondientes a éstos. Primer período: representación directa de las ideas por medio de la pintura de los objetos. Segundo período: representación de las ideas por medio de atributos especiales o de propiedades características, o de analogías y semejanzas. Tercer período: representación directa de los sonidos articulados por medio de determinados signos, o sea de los caracteres alfabéticos. La primera especie de escritura se llama ideográfica; la segunda, simbólica, y si se refiere a enseñanzas o sentencias religiosas y morales, recibe el nombre de jeroglífico: la tercera se llama fonográfica o fonética. Algunos apellidan a la primera kiriológica.

La escritura fonográfica es infinitamente superior a la simbólica, y más aún a la ideográfica bajo muchos conceptos; pues mientras que con la primera nos es posible y sumamente fácil expresar toda clase de ideas, toda clase de relaciones entre los objetos, toda clase de pensamientos y afecciones, hasta en sus menores detalles y modificaciones más sutiles, las dos segundas llevan consigo: 1º la incapacidad o suma dificultad de representar los objetos inmateriales: 2º la imposibilidad de representar con fijeza y claridad las múltiples [38] relaciones de los objetos: 3º la magnitud, dificultad de ejecución y sobre todo la multiplicidad de caracteres, puesto que es necesario un signo especial casi para cada objeto, para cada relación, para cada idea o pensamiento: 4º la consiguiente dificultad de aprender y retener esta clase de escritura.

La gran ventaja de la escritura fonográfica consiste en que con un número reducido de caracteres sencillos convenientemente combinados, se pueden representar todos los sonidos y palabras del lenguaje articulado, y por consiguiente todos los objetos y pensamientos con todas sus relaciones y modificaciones. Estos caracteres o signos son cinco simples o puros a, e, i, o, u, que se llaman vocales, y dieciocho mixtos que constituyen las articulaciones y suelen llamarse consonantes. Si a estos añadimos la cantidad o tiempo y el acento, resultarán en conjunto veinticinco caracteres propia o impropiamente dichos, que constituyen la representación de todos los sonidos articulados y por consiguiente los elementos integrantes de la escritura fonográfica (1).

{(1) Sabido es que las consonantes que constituyen las articulaciones, se denominan labiales, dentales, linguales, palatales y guturales, según que los labios, los dientes, la lengua, el paladar y la garganta, contribuyen más directa y eficazmente a la producción de su sonido.}

Lo que acabamos de decir en orden al número de las letras o caracteres de la escritura fonográfica o alfabética (2), tiene lugar en la mayor parte de las naciones modernas; pues según el testimonio de escritores respetables, algunos de los alfabetos antiguos sólo constaban de dieciseis caracteres, a los cuales añadieron después otros pueblos, y principalmente los Romanos, las letras g, h, f, q, v, x, y, z. También [39] conviene notar que en algunas lenguas antiguas, se escribía y escribe procediendo de derecha a izquierda, o en sentido contrario a lo que nosotros practicamos.

{(2) Alfabeto, de donde toma la escritura fonográfica la denominación de alfabética, es la serie o colección de letras que tiene cada lengua para representar los sonidos articulados, y se llama así de las dos primeras letras del griego, alfa y beta.}

Por lo que hace a la cuestión relativa al origen de la escritura fonográfica y alfabética, no faltan escritores que le atribuyen un origen divino lo mismo que al lenguaje hablado. Esta opinión se apoya, entre otras razones: 1º en la carencia de datos históricos para señalar origen humano a la escritura alfabética: 2º en la inmensa distancia que separa la escritura fonográfica de la ideográfica.

Cualquiera que sea la opinión que se adopte acerca del hecho de la invención de la escritura alfabética, lo que sí puede tenerse por muy probable, es la posibilidad de esta invención. Porque a la verdad, una vez puesto el hombre en posesión del lenguaje, bastaría un análisis detenido y profundo de los sonidos articulados, juntamente con la designación de un signo para significar los elementos de que se compone, para llegar a la invención de una escritura fonética más o menos perfecta. Este análisis y la correspondiente designación de caracteres fonéticos, constituyen la transición de la escritura ideográfica y simbólica o la fonográfica, transición que ofrece grandes dificultades sin duda, pero que no son insuperables a la inteligencia humana dotada ya de lenguaje articulado. En todo caso es incontestable que esas dificultades son muy inferiores a las que presenta la invención del lenguaje (1). [40]

{(1) De los monumentos históricos que conocemos nada se puede deducir con certeza y seguridad, no sólo acerca de la invención misma de la escritura alfabética, sino ni siquiera acerca de los primeros pueblos que usaron de ella. Entre los griegos y romanos parece que se atribuia a los fenicios el primer uso de la escritura fonográfica, a juzgar por el siguiente pasaje de Lucano: Phoenices primi, faeme si creditur, ausi-Mansuram rudibus vocem signare figuris.}

Escolio

Para formar ideas exactas acerca de la naturaleza del verbo, como elemento importante de la oración gramatical, conviene tener presente que el verbo sum, es, que según algunos constituye el único verbo, tiene dos significaciones muy diferentes. Unas veces significa la existencia objetiva de una cosa, y equivale al castellano existir, como cuando decimos: el mundo es, es decir, existe realmente. Otras veces solo significa y expresa la relación entre un predicado y un sujeto, como cuando decimos: el mundo es admirable. La primera se llama significación absoluta del verbo citado: la segunda, significación relativa y también copulativa.

 

Capítulo segundo
Las categorías y los universales

Los términos orales y escritos de que acabamos de tratar en el capítulo anterior, por lo mismo que son la expresión externa y sensible de las ideas, preparan y facilitan el camino para llegar al conocimiento de las ideas y pensamientos que contiene la representación intelectual de los objetos significados por aquellos términos. Por eso, después de haber tratado del lenguaje como manifestación sensible de las ideas, parece natural tratar de éstas y de los actos del entendimiento mediante los cuales se forman o adquieren, lo cual entra ya directamente en el objeto propio de la lógica.

Y debiendo concretarnos en este capítulo al examen o investigación de lo perteneciente a la simple percepción, que es la primera operación del entendimiento, según la división antes indicada, trataremos: 1º de las categorías o predicamentos, que encierran la clasificación general de las ideas: 2º de los universales, o sea de la clasificación de las ideas o conceptos intelectuales considerados como elementos [41] posibles del juicio; porque la percepción de las cosas se ordena naturalmente al juicio sobre las mismas, y de aquí es que los universales se llaman también predicables: 3º de las propiedades generales de los términos e ideas como elementos del juicio y partes de la proposición: 4º de las condiciones y propiedades de la recta percepción. Téngase presente que la idea recibe también los nombres, especialmente entre los antiguos filósofos, de concepto, razón de la cosa (ratio rei) noticia, noción.

Artículo I
De las categorías

§ I
Observaciones previas

1ª Entiéndese por categorías los géneros supremos o más universales de las cosas que se pueden predicar de algún sujeto. De manera que cada categoría viene a ser una idea universal debajo de la cual se contienen varias ideas relacionadas con ella, pero menos universales, formando una serie o colección ordenada de ideas contenidas bajo la primera. Así, por ejemplo, la idea de sustancia contiene bajo de sí las de cuerpo, espíritu, animal, planta, hombre, &c., las cuales todas se refieren a la sustancia como a su género supremo.

2ª De aquí se infiere que la categoría puede tomarse, o bien por el género supremo de una clase determinada de seres, en cuyo sentido procede la definición expuesta; o bien por la serie o colección de géneros y especies que se contienen y colocan bajo un género supremo. Tomada en este sentido la categoría puede definirse con los Escolásticos: series generum et specierum sub uno supremo genere contentorum.

3ª Toda vez que las categorías no son otra cosa en el [42] fondo sino las varias clases de seres o realidades que pueblan y constituyen el mundo creado (1), síguese de aquí: 1º que las categorías son divisiones del ente actual creado: 2º que en todas las categorías hay algo en que convienen, y algo en que se diferencian: convienen entre sí en cuanto que toda categoría significa una realidad objetiva, una cosa (res) una esencia real: se diferencian entre sí, en cuanto que cada esencia categórica tiene un modo de ser especial. La sustancia y la cualidad convienen en que las dos son dos esencias, dos realidades; pero se distinguen según que el modo de ser que corresponde a la sustancia es diferente del modo de ser que corresponde a la cualidad. De aquí se infieren dos cosas; 1ª que sólo los entes reales y no los entes de razón pueden constituir categorías: 2ª que el ente en común no constituye categoría, porque en la indeterminación de su concepto excluye todo modo de ser determinado.

{(1) Decimos el mundo creado, porque Dios, ser increado y absoluto, no incluye ninguna limitación o modo de ser, y por lo mismo no entra en ninguna categoría finita. Por esta razón decían los Escolásticos, que Dios, aunque es sustancia, no entra en la categoría de sustancia como especie o parte de la misma. Por eso decían también que una de las condiciones necesarias para colocar algún ente en una categoría, es que sea finito.}

4ª Por lo que hace al número de las categorías, existe gran variedad de opiniones entre los filósofos, así antiguos como modernos (2). Sin prejuzgar nada acerca de la [43] probabilidad de estas opiniones, nos acomodaremos aquí a la división de Aristóteles que señala diez categorías: sustancia, cantidad, relación, cualidad, acción, pasión, cuando o tiempo, lugar, sitio y hábito o vestido. Para nuestro objeto, que es exponer las nociones y divisiones de las principales clases de seres o realidades que suministran materia a las operaciones del entendimiento y a la formación de sus conceptos, que es lo que conviene que sepa el que estudia Lógica, importa poco que la clasificación de Aristóteles sea completamente exacta y propia o no.

{(2) Entre los antiguos, los pitagóricos admitían diez categorías relativas al bien, a saber: lumen, unum, intellectus, quies, masculinum, dextrum, finitum, par, rectum, quadratum, y otras diez relativas al mal: tenebrae, multitudo, opinio, motus, faemeninum, sinistrum, infinitum, impar, curvum, inaequale. Los platónicos admitían cinco categorías o géneros de entes: la sustancia, el accidente en la sustancia, el accidente en el cual existe la sustancia, el movimiento, la relación.
Entre los modernos no es menor la diversidad de opiniones, y entre ellos Kant reduce las categorías a cuatro fundamentales: la cantidad, la cualidad, la relación, la modalidad, las cuales se subdividen hasta formar el número de doce.}

§ II
De las tres primeras categorías

A) La sustancia.

a) Sustancia es la esencia que existe en sí misma, de manera que el ser sustancial excluye la inherencia en otro ente como en su sujeto. Santo Tomás la define: Id cujus quidditati competit esse non in alio. Considerada etimológicamente la sustancia, que viene de la palabra latina substare, significa el ente en cuanto es capaz de servir de base y sujeto de los accidentes: id quod substat accidentibus.

b) La sustancia se divide en primera y segunda. Sustancias primeras son los individuos o supuestos singulares, o sea las personas, si se trata de sustancias intelectuales. Sustancias segundas son las esencias sustanciales con precisión de la singularidad, o sea en cuanto constituyen géneros y especies en la categoría de sustancia. Sócrates significa una sustancia primera; hombre, animal, expresan sustancias segundas. De aquí procede: 1º que las segundas pueden predicarse de las primeras, pero éstas no pueden predicarse ni de las segundas ni de las primeras. Podemos decir: Sócrates es hombre; pero no podemos decir: el hombre es Sócrates: Sócrates es Platón: 2º que la sustancia segunda, aunque es sujeto lógico o de predicación, según que el género o una especie más universal se puede predicar de otra menos universal [43] como esta proposición, el hombre es animal, pero no es sujeto físico o de inherencia (subjectum inhaesionis) porque esto es propio de la sustancia primera en la cual existen los accidentes, y por esta razón se dice de ella que est subjectum praedicationis et inhaesionis.

c) La sustancia como categoría excluye: 1º las partes de sustancia, como el brazo, el alma o principio vital de los animales y plantas: 2º la sustancia infinita o Dios, porque la sustancia como categoría, significa una serie determinada de géneros y especies, que constituyen y se consideran como modos y determinaciones parciales del ente, concepto que repugna a Dios, el cual lejos de poder apellidarse determinación o modo del ente, es el ser mismo sin limitación, y principium lotius esse, como dice santo Tomás. Empero, aunque Dios no forme parte de la categoría de sustancia, puede y debe llamarse sustancia con toda propiedad; toda vez que excluye, no solo la inherencia accidental, como las sustancias creadas, sino toda dependencia de otro ser. Así es que no solo se conviene la definición de las sustancias creadas, ens in se subsistens, sino que añade además la independencia absoluta, según que es: ens in se subsistens, a se et per se existens.

d) Las principales propiedades de la sustancia como categoría son: 1ª No existir en algún sujeto por inherencia, propiedad que conviene, no solo a las sustancias categóricas, sino también a los individuos o sustancias primeras. 2ª No tener contrario; porque la sustancia, por lo mismo que no existe en sujeto, no puede expeler otra cosa del sujeto, como sucede con las cosas que se dicen contrarias. 3ª Servir de sujeto a cosas contrarias, como el alma puede ser sujeto del amor y del odio. 4ª No ser susceptible de más y menos, porque una sustancia en cuanto tal, no es más sustancia que otra, ni es capaz de mayor o menor intensidad, como lo son algunos accidentes.

B) La cantidad.

a) Pueden señalarse dos clases o modos de cantidad: una material, propia, dimensiva (quantitas molis) o extensiva: [45] otra espiritual, metafísica, de fuerza (quantitas virtutis) o perfección. La primera es la que llamamos extensión de los cuerpos: la segunda es todo ser o modo de ser que lleva consigo la idea de perfección, de dignidad o superioridad relativa. Por eso decía san Agustín: In his quae non mole magna sunt, hoc est majus esse, quod est medius esse. «Este cuerpo es mayor que el otro»; «el poder de Dios es mayor que el de las criaturas»; «la tierra es un globo muy grande»; «la bondad de Dios es muy grande». He aquí ejemplos de esa doble cantidad. Excusado es advertir que la categoría de cantidad se refiere a la primera especie.

b) La cantidad o extensión es una modificación de la sustancia corpórea, por razón de la cual ésta tiene: 1º pluralidad de partes: 2º extensión local, o sea aptitud para llenar un lugar determinado: 3º impenetrabilidad, mediante la cual un cuerpo excluye a otro del mismo lugar: 4º divisibilidad, o aptitud y capacidad para ser dividida en partes: 5º mensurabilidad, según que por razón de la extensión los cuerpos pueden ser medidos, y servir de medida. El examinar cuál de estos atributos constituye la esencia de la cantidad, no pertenece a la lógica sino a la metafísica.

c) La cantidad categórica puede ser, o permanente, cuyas pares existen simultáneamente, como una mesa; o sucesiva, que es aquella cuyas partes existen una en pos de otra, como el tiempo y el movimiento. Cuando las partes, aunque simultáneas en la existencia, están separadas, la cantidad permanente se llama discreta, como cinco piedras: si por el contrario están unidas, se llama continua. Esta última suele dividirse en línea, superficie y cuerpo o sólido.

d) Las principales propiedades de la cantidad categórica, son: 1ª No tener contrario propiamente dicho; porque la contrariedad envuelve actividad de uno de los contrarios contra el otro, y la cantidad es inerte de su naturaleza. 2ª No ser susceptible de más y de menos (non suscipere magis et minus); una cantidad puede ser mayor o menor que otra, pero no se dirá con propiedad que una cantidad es más extensión o cantidad que otra. 3ª Ser fundamento de la igualdad y [46] desigualdad; porque por razón de la cantidad un cuerpo se dice igual o desigual a otro.

C) La relación.

a) La relación tomada en su sentido más general es el orden de una cosa a otra (1). Así es que toda relación incluye sujeto, fundamento y término. El sujeto de la relación es la cosa que se refiere o dice orden a otra; el fundamento es aquello por razón de lo cual una cosa dice orden a otra, y el término es la cosa a la cual se refiere u ordena otra; así, por ejemplo, en la relación que dice el padre al hijo, el hombre-padre es el sujeto de la relación; el hombre-hijo es el término; la generación es el fundamento de dicha relación. Cuando una cosa se refiere a otra independientemente de nuestro entendimiento y con anterioridad a la acción de éste, la relación es real, es decir, es un accidente o modo real de la sustancia: si, por el contrario, el orden de una cosa a otra reconoce por origen la percepción de nuestro entendimiento, que percibe o conoce una cosa comparándola con otra, habrá entonces relación de razón. No han faltado filósofos que niegan la existencia de relaciones reales en las cosas creadas; opinión que rechazamos como errónea, teniendo por cierta la siguiente

{(1) Es de la mayor importancia poseer ideas exactas acerca de la naturaleza de la relación, ya porque gran parte de nuestros conocimientos científicos tienen por materia relaciones de los objetos, ya también porque en la ciencia teológica apenas se puede dar un paso con seguridad sin echar mano de las ideas de relación.}

Tesis
Existen en las cosas creadas relaciones verdaderamente reales.

La relación es real si se halla en las cosas antes del acto del entendimiento; pues llamamos entes de razón a aquellos que son consiguientes o que sólo existen como términos y [47] resultado de algún acto del entendimiento; es así que existen realmente cosas que se refieren o dicen orden naturalmente a otras independientemente de nuestro entendimiento: luego deben admitirse relaciones reales. A la verdad, sería absurdo y ridículo decir que el padre no se refiere al hijo y la criatura al Creador independientemente de toda percepción o acto de nuestro entendimiento.

Dos consecuencias se desprenden de lo expuesto: 1ª Para que una relación sea real es necesario: 1º que el sujeto de la relación sea real: 2º que el fundamento de la misma sea también real, y 3º que el término sea real y se distinga realmente del sujeto o causa próxima de la relación.

2ª Aunque es innegable que existen verdaderas relaciones reales, no es menos cierto que son en mayor número las relaciones de razón. Faltando cualquiera de las tres condiciones indicadas, la relación no puede ser real.

b) La relación real se divide en increada y creada. La primera es la que existe entre las personas divinas, cuyo conocimiento pertenece a la teología. La segunda es el orden real de una criatura a otra o al Creador. Ésta se divide en predicamental y trascendental. La predicamental, la cual, como indica su mismo nombre, es la que constituye la categoría de la relación, es el orden real y accidental de una cosa a otra, distinto realmente del sujeto en que existe. Se dice orden real, para excluir la relación de razón; accidental, para distinguirla de las relaciones divinas que no son accidentes; distinto realmente del sujeto, para excluir las relaciones trascendentales, las cuales se identifican con el sujeto en que se conciben y existen (1).

{(1) Esta definición coincide en el fondo con la de los Escolásticos: Accidens cujus totum esse est ad aliud se habere.}

La relación trascendental, como acabamos de indicar, es el orden real de una cosa a otra, pero incluido en la misma naturaleza de la cosa referida, y por consiguiente identificado [48] con el sujeto de la relación. Tal es la relación, de la parte al todo, del entendimiento al objeto inteligible. Llámase trascendental, porque se encuentra en todos los seres con cuya esencia se identifica en la realidad. Los Escolásticos suelen apellidarla también relación secundum dici, y a la predicamental, relación secundum esse.

Fácil es inferir de las nociones y definiciones expuestas las diferencias principales que separan o distinguen la relación trascendental de la predicamental: 1ª ésta solo se encuentra en determinados entes, al paso que la trascendental se halla en todos, pues prescindiendo de otras, incluyen la que les corresponde como criaturas: 2ª la predicamental se distingue realmente del sujeto; la trascendental se identifica con el sujeto, de manera que si se concibe con precisión del sujeto que la tiene, queda reducida a una relación de razón: 3ª de aquí es que la relación predicamental puede sobrevenir al sujeto preexistente, como la relación de paternidad a Pedro, pero la trascendental, por lo mismo que se identifica con la naturaleza o esencia referida, de la cual no se distingue realmente, comienza y acaba con ella, como la relación de criatura principia y acaba con la cosa creada y no le sobreviene después de existir: 4ª la relación trascendental puede ser una sustancia o un accidente, como se observa en el alma y la intelección que incluyen relación trascendental, la primera al cuerpo, y la segunda al objeto: la predicamental siempre es un ser accidental.

Debe observarse aquí, que la relación predicamental puede considerarse en cuanto es simplemente un accidente o modificación de la sustancia como los demás accidentes reales y también en cuanto es tal accidente, es decir, en cuanto su esencia propia consiste en el orden de una cosa a otra. Por eso decían los Escolásticos que la relación abraza o incluye el concepto in, el cual se corresponde en cuanto es un accidente, como lo son la cantidad, la cualidad, &c., quatenus inest subjecto; y el concepto ad, en cuanto su carácter distintivo y su ser específico consiste en ordenarse o referirse a otra cosa: «cujus totum esse est ad aliud se habere.» [49]

Cuando los dos extremos de una relación se refieren recíprocamente el uno al otro, como sucede en el padre y el hijo, se dice que la relación es mutua: si el uno de los extremos dice relación al otro, pero no viceversa como sucede en la relación de las criaturas a Dios, entonces se llama no mutua.

Si las relaciones de los dos extremos son del mismo género o semejantes entre sí, se dice que hay relación aequiparantiae; si son diferentes, la relación se denomina disquiparantiae.

c) Los fundamentos o causas de relación suelen reducirse a tres: unidad y número, o sea conveniencia y discrepancia en alguna cosa, y ésta da origen a las relaciones de identidad, diversidad, igualdad, desigualdad, semejanza, &c.; acción y pasión, que da origen a las relaciones de causa y efecto: medida y mensurable, que da origen a las relaciones que resultan en las cosas que reciben la determinación específica de otras, como las potencias o facultades respecto de sus objetos, el movimiento respecto del término y otras análogas.

d) Las propiedades de la relación predicamental pueden reducirse a tres; 1ª No tener contrario.No recibir más ni menos, porque una relación, como relación, no lo es más o menos que otra. 3ª Simultaneidad de naturaleza y de conocimiento, puesto que la relación ni puede existir, ni concebirse sino existiendo y concibiendo los dos extremos de la misma, o sea el sujeto y el término.

§ III
De las demás categorías

A) La cualidad.

a) Así como la cantidad o extensión es una modificación que corresponde a la sustancia material por razón de la materia, así la cualidad corresponde a las sustancias por parte de la forma. De aquí es que la cualidad se encuentra no sólo en las sustancias materiales, sino también en las espirituales que son formas subsistentes. [50]

La cualidad es un accidente que modifica la sustancia, bien sea en sí misma, bien sea en orden a sus operaciones. Si concebimos un hombre precisamente en cuanto es tal sustancia, lo concebimos indiferente de su naturaleza, o mejor dicho, capaz de tener hermosura o fealdad, salud o enfermedad (cualidades que disponen o modifican la sustancia en sí misma), así como de tener ciencia o ignorancia, virtud o vicio (cualidades que modifican la sustancia en orden a la operación), y otras cualidades análogas.

b) En conformidad con esta noción o idea de la cualidad, los Escolásticos señalaban cuatro especies generales de cualidad: 1ª hábito y disposición; 2ª potencia e impotencia; 3ª pasión y cualidad pasible; 4ª forma y figura. Llamábase forma y figura a la terminación o modo de limitación que poseen las sustancias por razón de la cantidad. La pasión significa aquí la alteración sensible producida en la sustancia, la cual retiene el nombre de pasión, si procede de una causa transeúnte, como la palidez producida por el miedo; pero si procede de una causa más o menos permanente, como la misma palidez originada de una enfermedad, entonces la apellidaban patibilis qaualitas. Por potencia e impotencia entendían las facultades de acción o de resistencia, según que admiten diferentes grados de fuerza. La vista en un joven sin defecto, y la dureza del oro, se denomina potencia; la vista en un anciano, la fragilidad del cristal, la denominaban impotencia, es decir, menor poder o fuerza de acción y de resistencia (1).

{(1) Estas nociones, aunque de poca importancia científica en sí mismas, son útiles para la clasificación de las cualidades, que son muy variadas y numerosas; y principalmente para comprender la terminología de los filósofos antiguos, cosa muy conveniente en ocasiones, y hasta necesaria, especialmente para la historia de la Filosofía.}

Algo más importante es la primera especie, que puede definirse: una cualidad más o menos arraigada en el sujeto, [51] mediante la cual éste se halla bien o mal dispuesto, o en su ser, o en sus operaciones. Si ésta cualidad se halla muy arraigada en el sujeto se denomina hábito; si se puede remover fácilmente del sujeto por hallarse poco arraigada en él, se llama disposición, nombre que también conviene a la cualidad cundo ésta, aunque se halle muy arraigada en el sujeto en virtud de la repetición de actos, sin embargo es fácilmente admisible, atendida su naturaleza propia. En este caso se dirá que la disposición, sin dejar de ser tal en sí misma, existe per modum habitus. El vicio moral en sí mismo es una disposición y no un hábito, porque se funda en el error práctico del entendimiento y en la influencia de las pasiones, que no son de suyo permanentes y estables; pero podrá existir en el sujeto a modo de hábito, en virtud de la frecuencia de actos que hace difícil su remoción del sujeto.

c) Los hábitos se dividen en entitativos y operativos. Los primeros disponen o modifican el sujeto en bien o en mal en cuanto a su modo de ser, como la salud respecto del cuerpo, la gracia respecto del alma.

Los operativos son los que disponen o modifican las sustancia en orden a sus operaciones, como la virtud, el vicio, la ciencia.

Se dividen también en infusos y adquiridos. Los primeros son infundidos por Dios, como la gracia santificante, la fe divina o sobrenatural, la esperanza, &c. Los adquiridos son los que el hombre adquiere con sus propias fuerzas por medio de la repetición de determinados actos, como la ciencia, la justicia, la templanza con las demás virtudes morales.

d) Suelen señalarse tres propiedades de la cualidad: 1ª tener contrario, según que una cualidad excluye al vicio y viceversa, la enfermedad expele la salud, &c. 2ª Ser susceptible de más y menos, según que una cualidad puede tener más o menos grados: 3ª Servir de fundamento a las relaciones de semejanza y desemejanza. Así decimos que dos hombres son semejantes por razón de la figura, por razón de la ciencia, por razón del color, &c. Téngase presente, sin embargo, que las dos [52] primeras propiedades no son aplicables en rigor a todas las cualidades, sino a algunas clases o especies.

B) Las seis últimas categorías.

a) Acción es el acto segundo de la potencia activa. Puede ser, o inmanente, como la volición, la sensación que se reciben en el mismo sujeto que las produce; o transeúnte, como cortar, escribir, quemar, las cuales se reciben en alguna materia distinta del sujeto.

b) La pasión, como categoría, es el correlativo de la acción, o sea el acto segundo de la potencia pasiva o receptiva; y así podrá definirse: la recepción de la acción en el sujeto o materia paciente.

c) La categoría ubi, significa la circunscripción del cuerpo por medio del lugar que ocupa. Dícese circunscripción del cuerpo, para excluir de esta categoría; 1º la ubicación de inmensidad, ubi per immensitatem, mediante la cual Dios está en todos los lugares sin hallarse circunscripto por ninguno de ellos: 2º la ubicación espiritual, ubi spirituale, que corresponde a las sustancias inmateriales, las cuales en tanto se dice que están en un lugar: 1º en cuanto obran en él per operationem, pero no ocupan propiamente lugar, puesto que carecen de extensión: 2º en cuanto informan un sujeto material, per informationem, a la manera que el alma racional está en el cuerpo humano, pero no per commensurationem, sino tota in toto, et tota in qualibet parte, cual corresponde a una sustancia simple. Es decir, que las sustancias espirituales, aunque están en un lugar determinado per operationem o per informationem, no ocupan lugar, porque carecen de extensión que pueda estar en relación con las dimensiones de un lugar determinado.

d) Sitio, es la disposición de las partes del cuerpo que ocupa algún lugar, según que ésta ocupación puede verificarse de diferentes modos, como el hombre puede estar sentado, acostado, arrodillado, &c.

e) La categoría cuando o del tiempo importa la modificación accidental que resulta en la cosa en fuerza de sus relaciones con el tiempo como medida de duración. [53]

f) El hábito, como categoría, es la modificación resultante del vestido, o armas. Estas dos últimas categorías, más bien que seres reales, pueden considerarse como denominaciones extrínsecas o relaciones de razón.

§ IV
Las poscategorías

La comparación de las categorías da origen a ciertas ideas, nociones o modos de concebir las cosas, que por lo mismo se apellidan pospredicamentos o poscategorías. Las principales son cinco: oposición, prioridad, simultaneidad, movimiento, modo de tener. Omitiendo éste último como poco importante y la simultaneidad, cuyas especies pueden considerarse como correlativas de la prioridad, trataremos brevemente de los tres restantes.

a) Pueden señalarse cuatro modos de oposición en las cosas: 1º oposición relativa, que es la que existe entre los extremos de una relación, como entre el padre y el hijo: 2º oposición contraria, que tiene lugar entre las cualidades que se excluyen mútuamente del mismo sujeto, como la virtud y el vicio: 3º oposición privativa, que tiene lugar entre una forma o perfección real, y la privación de la misma, como entre la vista y la ceguera: oposición contradictoria, que tiene lugar entre el ser y su negación, como entre el ente y el no ente. No debe confundirse la privación con la negación. La primera envuelve la carencia de una realidad o perfección positiva en un sujeto capaz de tenerla, como la vista o la salud respecto del hombre; la segunda envuelve carencia de una realidad o perfección en un sujeto incapaz de la misma, o que a lo menos no la exige según la condición de su naturaleza, como la misma vista o la salud respecto de una piedra. Esto servirá para comprender en qué se diferencian la oposición privativa y la contradictoria, las cuales a primera vista parece que no se distinguen realmente.

b) Comparando los seres entre sí concebimos varias [54] especies de prioridad en ellos. Así tenemos: 1º prioridad de tiempo, como la que tiene el padre respecto del hijo: 2ª prioridad de naturaleza, la cual algunas veces se denomina también de causalidad, y prioridad a quo, según que la causa es naturalmente anterior al efecto: 3º prioridad de consecuencia, según que en el orden lógico un concepto es consiguiente a otro en el cual se halla incluido, como cuando decimos: si es hombre es sustancia: 4º prioridad de dignidad, como el rey respecto del capitán: 5º prioridad de generación, según que una cosa o un estado determinado precede naturalmente a otro, como la niñez respecto de la juventud: 6º prioridad de perfección, según que un ser o un estado más perfecto tiene prioridad de perfección con respecto al menos perfecto, como el adulto respecto del niño, del entendimiento respecto de los sentidos; de manera que esta prioridad de perfección suele ser contraria y correlativa a la de generación; pues lo que es primero según el orden de generación, suele ser posterior según el orden de perfección, y viceversa: 7º prioridad de orden, como el exordio respecto del epílogo.

c) Tomando el movimiento en un sentido lato, se pueden distinguir seis especies de mutaciones: 1º generación, que es el tránsito de una sustancia de no ser al ser, como cuando es engendrado un hombre: 2º corrupción, que es el tránsito de la sustancia del ser al no ser: 3º aumento, de menor a mayor extensión o volumen: 4º disminución, que es la mutación opuesta al aumento: 5º alteración, o sea la mutación o tránsito de una cualidad a otra, como cuando el hombre pasa de la virtud al vicio, del frío al calor, &c.: 6º movimiento local, mediante el cual los cuerpos se trasladan de un lugar a otro.

Escolio

Ya dejamos indicado que el principio o fundamento general de las categorías es el ente, y como quiera que las categorías son la expresión de las naturalezas reales, es [55] preciso decir que el ente principio de las categorías es el ente real y objetivo, es decir, el ente en cuanto esta palabra significa las esencias actualmente existentes. Kant pretende que el principio de las categorías es el ente o el ser en cuanto significa la relación del predicado con el sujeto, o sea en cuanto el verbo ser expresa la forma general del juicio. Esta teoría de Kant conduce lógicamente al idealismo; porque, según ella, las categorías no son más que formas subjetivas del juicio y por consiguiente no representan las naturalezas según existen realmente fuera de nosotros. De aquí es que el mismo Kant nos dice que por medio de las categorías no conocemos el mundo nouménico, la realidad objetiva de las cosas, sino el mundo fenoménico.

Artículo II
De los universales

§ I
De los universales en general

Universal, según indica la misma palabra, es una cosa que mira o dice relación a otras, unum versus alia. Esta relación de uno a muchos puede verificarse, o por razón de causalidad, como una causa que tiene muchos efectos, universale in causando; o por modo de representación, como un concepto o nombre que representa o significa muchas cosas, universale in repraesentando; o según que una esencia o realidad objetiva, se encuentre en muchas cosas y se puede predicar de ellas, universale in essendo. Este último constituye lo que se llama universal en la lógica, y suele definirse: unum aptum inesse multis et praedicari de illis: «una naturaleza con aptitud para existir en muchos y para ser predicada de ellos.»

Sabido es que los nominales negaban la existencia de los universales. Si se entiende por esta opinión que todo lo que [56] existe in rerum natura, existe singularizado, es verdadera: si se entiende que la naturaleza o realidad significada por las palabras universales, no existe realmente o fuera de nuestro entendimiento, la opinión nominalista es falsa, y en este sentido se establece la siguiente

Tesis
Existen realmente las naturalezas que se denominan universales; pero la universalidad misma no les conviene según existen en sí mismas, sino en virtud del modo con que son concebidas por nuestro entendimiento.

Primera parte de la tesis. Por universal se entiende una cosa que está en muchos; es así que la naturaleza o realidad significada por el término universal está realmente en muchos, puesto que con verdad afirmamos que tal naturaleza real conviene a muchos sujetos, de los cuales se predica con verdad: luego, &c. Prueb. la men. En estas dos proposiciones: Sócrates es hombre: Platón es hombre: afirmamos una cosa de muchos; es así que lo que en dichas proposiciones se afirma de Sócrates o de Platón, no es el hombre o la palabra hombre, sino la realidad objetiva significada por esta palabra: luego es preciso admitir que esa realidad objetiva, o sea la naturaleza humana, es una en muchos, y por consiguiente universal.

Otra prueba convincente de lo mismo es lo que sucede con las definiciones. Ciertamente que cuando definimos el triángulo, por ejemplo, nuestra definición no se refiere a este o aquel triángulo singular, ni mucho menos a la mera palabra triángulo, sino a la naturaleza real significada por esta palabra. Es, pues, incontestable que los universales son reales o existen fuera de nosotros, en cuanto a la naturaleza por ellos significada.

La segunda parte de la proposición no ofrece dificultad; porque siendo necesariamente singular todo lo que existe, claro es que la forma de universalidad bajo la cual concebimos las naturalezas reales, es consecuencia y efecto del acto [57] del entendimiento, mediante el cual percibimos una naturaleza prescindiendo de sus determinaciones individuales (1).

{(1) Por si alguno quiere una demostración más completa y filosófica de esta segunda parte de la proposición, transcribiremos la siguiente de nuestra Philosophia Elementaria. «Natura quaevis, vel spectatur prout in singularibus existit, ved secundum se, id est, quatenus complectitur praedicata essentialia et necessaria, ut animal rationale, scientiae capax, &c., respectu hominis; vel prout per intellectum abstrahitur a singularibus conditionibus, quae ipsam in singularibus dividunt ac multiplicant: atqui universalitas non conguit naturae, prout in singularibus existit, ut probatum est, nec etiam si spectetu secundum se: ergo solum in intellectu. Prob. min. quoad secundam partem. Quod convenit naturae secundum se, de ea praedicatur vel essentialiter, vel saltem necessario, ut rationale essentialiter, admirativum vero tamquam attributum necessarium de homine praedicantur, ac proinde affirmari potest de omni eo, quod habet illam naturam; nam quod essentialiter aut necessario, homini ex. gr. convenit, affirmari potest de omni homine: ergo si universalitas conveniret naturae spectatae secundum se, conveniret omni habenti illam naturam, sicque possemus dicer quod petrus est essentialiter universalis, sicut possumus dicere quod est essentialiter raionalis.» Lib, 1º, cap. II, art. II, § 1º.}

Pueden y deben distinguirse dos especies de universales, que son el metafísico y el lógico. El primero resulta y se constituye mediante la sola abstracción o precisión de una naturaleza de las condiciones singulares que la acompañan en los individuos. El segundo incluye además la relación a los inferiores, en los cuales existe y de los cuales puede en consecuencia predicarse. De aquí se infiere:

1º Que el universal metafísico puede definirse: una naturaleza abstraída de muchos: el universal lógico: una naturaleza que existe o puede existir en muchos y predicarse de ellos. Unum aptum inesse multis et praedicari de illis, como decían los Escolásticos.

2º Que el universal metafísico se forma abstrayendo la naturaleza de las condiciones de singularidad: el universal lógico se forma comparando la naturaleza abstraída con [58] las naturalezas inferiores o sujetos a los cuales puede atribuirse, y de los cuales puede predicarse.

3º Que el universal metafísico es anterior en orden de naturaleza al universal lógico: porque primero es abstraer la naturaleza de los singulares, que compararla y considerarla como una respecto de sus inferiores.

4º Que el universal metafísico viene a ser como el fundamento inmediato del universal lógico; así como el fundamento de aquel es la semejanza de naturaleza que se encuentra en los individuos. El universal lógico, como tal, es decir, prescindiendo de la naturaleza abstraída y comparada, es una pura relación de razón.

De todo lo dicho en este artículo se desprenden fácilmente los siguientes corolarios:

1º Si es absurdo el sistema de los nominales, no es menos errónea la opinión de Platón que admitía naturalezas universales existentes fuera del entendimiento como universales o con la universalidad.

2º El universal viene a ser como un concreto accidental, en el cual la naturaleza real tiene razón de sujeto, y la universalidad es como la forma que se recibe en él.

3º Los universales, tanto metafísicos como lógicos, incluyen dos elementos, uno real y objetivo, que es la naturaleza denominada y significada por el hombre universal; otro racional o ideal, que es la forma, estado o modo de la universalidad que el entendimiento añade a la naturaleza real.

§ II
De los universales en particular

De lo expuesto en el párrafo anterior se colige que el universal lógico es de tantas especies cuantos son los modos con que una cosa se puede concebir como una y predicable respecto de muchos. Estos modos se reducen a cinco: una cosa puede convenir a muchos, o como perteneciente a su esencia, o como adjunta a la esencia. Si lo primero, o se [59] concibe como toda la esencia de los inferiores, de los cuales se predica, en cuyo caso se llama especie; o como aquella parte de la esencia según la cual ésta conviene con otras especies, y entonces resulta el género; o como aquella parte de la esencia mediante la cual ésta se distingue de otras especies, y entonces resulta la diferencia. Si lo segundo, o lo que no pertenece a la esencia se concibe como atributo que acompaña natural y necesariamente a la esencia, y entonces resulta lo propio, o se concibe como cosa contingente que puede estar y no estar en el sujeto, y entonces resulta el accidente. Así, por ejemplo, el animal es género respecto del hombre, porque expresa aquella parte de la naturaleza humana en que ésta conviene con otras especies de animales: hombre es especie, porque expresa toda la esencia o naturaleza humana que se encuentra en los individuos: racional es diferencia, porque expresa aquello en que el hombre se distingue esencialmente de otras especies de animales: admirativo, es propio, porque sin significar parte esencial del hombre, significa un atributo inseparable de su naturaleza, o una perfección connatural al hombre: virtuoso, es accidente, porque puede hallarse o no hallarse en los individuos, de los cuales se predica por lo mismo accidentalmente.

En virtud de lo expuesto será fácil formar ideas exactas acerca de las cinco especies de universales.

a) El género podrá definirse: una naturaleza que conviene a muchos inferiores diferentes en especie, de los cuales se predica esencialmente, pero expresando aquella parte de la esencia en que conviene con otras. Así se verifica en la naturaleza o realidad objetiva significada por la palabra animal, naturaleza o realidad que se encuentra en muchos diferentes en especie, es decir, en todas las especies de animales actuales o posibles, pero que sólo expresa aquella parte en que dichas especies convienen entre sí (1). [60]

{(1) Los Escolásticos usando de definiciones más sucintas, y por lo mismo menos claras de suyo, definían al género: unum aptum [60] inesse multis specie differentibus, et praedicari de illis in quid incomplete. La palabra quid denotaba que el género se predica essentialiter, y la palabra incomplete, que solo expresa una parte de la esencia específica. Esto puede servir para entender estas definiciones y otras análogas que se hallan en las obras de los Escolásticos.}

El género, si no tiene sobre sí otros, se llama supremo, como la sustancia: si tiene otros sobre sí, y también debajo, como viviente, que es inferior a sustancia, y superior al concepto genérico de animal, se llama medio: si debajo de sí solo contiene especies, se llama ínfimo. Esta misma calificación se aplica proporcionalmente o en su género a la especie y a la diferencia.

b) Especie se dice, una naturaleza que conviene a muchos individuos, de los cuales se predica de una manera esencial y completa. Conviene con el género en que se predica esencialmente; pero se distingue de él porque expresa toda la esencia de los inferiores, como cuando se predica hombre de Pedro, de Pablo, &c. La especie envuelve dos respectos o relaciones; una de inferioridad o sujeción al género, subjicibili atis ad genus, como decían los Escolásticos; otra de superioridad con respecto a los individuos, y ésta última es la que hace que la especie sea universal.

c) La diferencia, como universal, es una cosa o realidad que conviene a muchos, y se puede predicar de muchos esencialmente, pero expresando adjetivamente la parte de la esencia por razón de la cual se distingue de otras. Cuando decimos: Pedro es racional, la predicación es: 1º esencial, porque la racionalidad pertenece a la esencia humana, y por consiguiente a la de Pedro: 2º expresa aquello en que la naturaleza o especie humana se distingue esencialmente de las otras especies de animales con las cuales conviene en el género: 3º aunque la racionalidad es parte esencial y sustancial del hombre, se predica por medio de un término adjetivo, y lo mismo sucede en las demás diferencias específicas o esenciales. La razón de esto es que la diferencia se concibe que se [61] añade al género para constituir con él la especie o la esencia completa, y de aquí el que expresamos las diferencias por medio de términos adjetivos (1). Los inferiores de la diferencia considerada como universal lógico, son los mismos que los de la especie, o sean los individuos.

{(1) Por eso los Escolásticos definían la diferencia: unum aptum inesse multis et praedicari de illis in quale quid, denotando por la palabra quale la predicación adjetiva.}

Conviene notar aquí que el género y la diferencia cuando se predican de sus inferiores, convienen con la especie en cuanto a la cosa significada, y sólo se diferencian en cuanto al modo de significarla, o sea en cuanto a la expresión. En estas dos proposiciones: Pedro es animal; Pedro es racional, los predicados en tanto se verifican del sujeto, en cuanto significan de una manera implícita y confusa toda la naturaleza humana, y por consiguiente la especie. Así, por ejemplo, la primera proposición en tanto es verdadera en cuanto equivale a decir que Pedro es una cosa que tiene animalidad, y así abraza en su significación al hombre, puesto que el hombre es una de las cosas que tienen animalidad. Esto se hace más palpable teniendo en cuenta que si el predicado animal no significara más que lo que expresa, la proposición haría el sentido de que Pedro se identifica con el animal, o que tiene animalidad sola; sentido que hace falsa la proposición. Lo mismo sucederá si se analiza la segunda proposición. Así, pues, el género y la diferencia significan tanto como la especie, o mejor dicho incluyen en su significación a la especie, pero no expresan tanto como ésta.

d) Una cosa se puede llamar propia con respecto a algún ente de cuatro maneras: 1º quod convenit omni, sed non soli, como el ser libre conviene a todo hombre, pero no a sólo el hombre: 2º quod convenit soli, sed non omni, como el ser médico, conviene a sólo el hombre, pero no a todo hombre: 3º quod convenit omni et soli, sed non semper, como el comer [62] conviene a todo y a sólo el animal, pero no siempre:quod convenit omni, soli, et semper, como el ser capaz de admiración, conviene a todo hombre, a sólo el hombre y siempre.

En este último sentido constituye uno de los cinco universales, y se puede definir: una cosa que conviene a muchos y se puede predicar de ellos como atributo necesario, es decir, como una realidad que dimana natural y necesariamente de los principios constitutivos de una cosa, aunque no es parte de su esencia (1). Las propiedades son de dos clases: unas se distinguen realmente de la esencia, como las facultades sensitivas se distinguen realmente de las sustancia del alma: otras que sólo se distinguen con distinción de razón o según nuestro modo de concebir, identificándose a parte rei con la naturaleza o esencia cuyos atributos son, como la mortalidad, la razón de finito, que se conciben como atributos del hombre. Las primeras se llaman propiedades físicas y reales; las segundas propiedades lógicas.

{(1) El proprium se predica adjetivamente, como la diferencia, por lo cual decían los Escolásticos que se predica in quale necessario, es decir, por medio de término adjetivo (quale) que expresa algún atributo o propiedad necesaria del sujeto.}

e) El accidente, como universal lógico, es lo que conviene a muchos y se puede predicar de ellos como cosa que acompaña o sigue a la esencia de una manera contingente. En esta proposición: Sócrates es sabio, el predicado no solamente no constituye parte de la esencia humana, en lo cual conviene con el proprium, sino que significa algo que puede estar o no estar en el sujeto, y que por consiguiente le conviene, no de una manera necesaria, sino de una manera contingente.

De la doctrina expuesta acerca de los universales resultan los siguientes corolarios, muy dignos de reflexión.

1º El conocimiento de los universales es más importante de lo que a primera vista parece. En primer lugar, todas nuestras ideas, a excepción de los puramente singulares, se hallan revestidas de alguno de los caracteres o modos de [63] universalidad que se acaban de exponer. En segundo lugar en todo juicio, que es el acto fundamental y principal de nuestro entendimiento, por lo menos uno de sus elementos, o sea el predicado, se afirma o niega del sujeto según alguno de los modos contenidos en los cinco universales enumerados.

2º Puesto que el universal lógico es una realidad que se encuentra en muchos, unum in multis, o sea una naturaleza que dice relación a otras que se consideran como inferiores, lleva consigo naturalmente la aptitud o capacidad para ser predicado o enunciado de muchos; de donde podemos inferir con razón que la predicabilidad es una propiedad de los universales; porque en efecto, dada la universalidad de una idea, síguese el que se pueda predicar de muchos. Otra propiedad de los universales, según los Escolásticos, es la eternidad negativa, lo cual no quiere decir otra cosa sino que las naturalezas, en cuanto universales, así como prescinden de este o aquel lugar, así también prescinden de este o aquel tiempo, lo cual constituye la eternidad negativa, o sea una duración no circunscripta ni limitada a una parte determinada del tiempo.

3º En la cuestión de los universales la verdad se halla entre dos extremos, es decir, en el realismo moderado, que admite por una parte la realidad objetiva de la naturaleza denominada universal, y por otra que ésta universalidad, o la intención de la universalidad, como dice santo Tomás, no existe fuera de nosotros, ni en los individuos, sino únicamente en nuestro entendimiento. De esta manera se evita por un lado el nominalismo, sistema que abre y prepara el camino a las doctrinas materialistas y sensualistas (1), y por [64] otro el realismo absoluto o exagerado, el cual admitiendo la realidad objetiva de las ideas universales y la existencia de la universalidad fuera del entendimiento, abre el camino al idealismo y al panteísmo. Y por estas indicaciones fácil es conocer que el problema de los universales envuelve grande importancia filosófica, y que no andaban tan descaminados los Escolásticos al ocuparse del mismo con marcada preferencia.

{(1) He aquí las notables palabras de Rosmini sobre las relaciones que existen entre el nominalismo, y las teorías materialistas y sensualistas. «Desde el momento que se supone... que las cualidades o esencias consideradas fuera de los individuos, no son más que vanas palabras, como pretende Stewart, se rechazan y destruyen, sin [64] quererlo, todas las artes y ciencias... El hombre racional de estos filósofos, no poseería más que la pobre reminiscencia de las cosas que ha visto... El nominalismo moderno toma su origen del materialismo. Los nominales han sido siempre materialistas, generalmente hablando. Hobbes sostuvo con ardor el nominalismo. Después de Hobbes, los que con mayor furor negaron la existencia de las ideas abstractas, son La-Metrie, Helvetius y el autor del Sistema de la naturaleza... No concedais al hombre más que la facultad de percibir los individuos sensibles, y no le quedan más que los sentidos, puesto que los sentidos son los que presiden a la percepcion de los individuos: desde este instante la razón no existe. Cualquiera que sea el principio de los sentidos corporales, preciso será en todo caso que deje de existir al disolverse el órgano material: de aquí el unus est interitus hominis et jumentorum.» Nouvel Essai sur l'orig. des idé. Sect. 3ª, cap. IV, art. 18.}

Artículo III
De las propiedades de los términos

Ya dejamos consignado que los términos expresan las ideas y significan los objetos, como elementos o partes del juicio. Bajo este punto de vista, y en virtud de la relación que uno de los extremos del juicio incluye respecto del otro u otros, resultan la suposición, apelación, ampliación, restricción y alienación, como otras tantas propiedades de los términos considerados en razón de elementos del juicio. Mas [65] como quiera que las tres últimas tienen más importancia y aplicación en la retórica que en la lógica, trataremos únicamente de las dos primeras.

A) La suposición.

a) Entiéndese aquí por suposición, la posición de un término en lugar o representación de alguna cosa respecto de la cual se verifica, es decir, respecto de la cual se forman juicios o proposiciones verdaderas, tomando el término bajo aquella significación.

b) Se divide en material y formal. Hay suposición material cuando la cosa significada por el término es el mismo término; como en esta proposición: Sócrates es nombre sustantivo. Hay suposición formal cuando el término se pone en lugar de la cosa significada por él como si digo: Sócrates fue filósofo.

La formal se llama simple, cuando el término se toma o se pone por el significado inmediato solamente; pero si abraza o incluye también el mediato, entonces se dice que la suposición es real, la cual recibe también los nombres de absoluta y personal. Esto tiene lugar en los nombres que significan concretos accidentales, cuyo significado inmediato es la forma denominante, y el mediato es sujeto denominado. Lo blanco es accidente; lo blanco es finito. En la primera proposición, el término blanco se toma por el significado inmediato, que es la blancura: en la segunda, abraza la blancura y el sujeto que la tiene, porque de los dos se verifica el predicado finito.

Suposición colectiva, es la posición del término común por muchas cosas tomadas colectivamente. Distributiva es la posición del término por todos y cada uno de sus significados. Disyuntiva es la posición de un término por algunos de sus significados. Los Apóstoles son doce: el hombre es sustancia: algunos hombres son prudentes. El predicado en estas proposiciones, en tanto se verifica del sujeto según que el término que designa al sujeto se toma con la suposición conveniente. Si el término Apóstoles se toma con suposición distributiva, la proposición primera resultará falsa, porque [66] equivale a esta: Todos los Apóstoles y cada uno de ellos son doce.

c) Para discernir, pues, y reconocer la suposición que corresponde a los términos de la proposición para que resulte verdadera, conviene tener presentes las siguientes reglas:

Cuando un término va acompañado de signo universal, su suposición será distributiva o colectiva, según la naturaleza o condición del otro término. Todos los Apóstoles son doce: todos los Apóstoles son hombres. El sujeto lleva el signo de universalidad todos, y sin embargo, la primera proposición sólo es verdadera a condición de que el sujeto tenga suposición colectiva: al paso que en la segunda admite la distributiva: Los signos universales para nuestro objeto, son las palabras: todos, todo, ninguno, los, las, &c.

Cuando el término lleva signos particulares, como son alguno, ciertos, algunos, &c., la suposición es disyuntiva; y es confusa o determinada, según la condición y exigencia del otro término. Alguna nave es necesaria para pasar de España a Cuba: algunas naves condujeron a Colón a la América. La suposición del sujeto en la primera es confusa o indeterminada: en la segunda, es determinada.

En toda proposición afirmativa el predicado, atendida su naturaleza y condición tiene suposición disyuntiva, aun cuando sea término común y universal: en la negativa, el predicado supone siempre distributivamente. Para que sea verdadera esta proposición: todo hombre es animal, basta que sea una de las especies o clases de animales. Por el contrario, si digo: el hombre no es piedra, la proposición sólo es verdadera a condición de que el predicado excluya del sujeto, no esta o aquella especie de piedra, sino todas las clases o especies. Esta regla es de la mayor importancia para el conocimiento de las leyes del silogismo (1). [67]

{(1) Así es que apenas concebimos cómo se escriben obras elementales de Filosofía, en las cuales nada se dice de la suposición [67] como propiedad de los términos en la proposición. Porque la verdad es que el que ignora las leyes de la suposición, no puede comprender la razón de las leyes del silogismo. La apelación, aunque de menos importancia práctica que la suposición, no carece de ella, especialmente en orden a la teología.}

B) La apelación.

a) Entiéndese por apelación la aplicación determinada del predicado al sujeto de la proposición, o sea el modo con que el predicado se refiere y afecta al sujeto. Se llama material cuando el predicado se refiere al sujeto por parte de su significación material, o sea por parte del sujeto que tiene la forma, como el hombre en el término medicus: si, por el contrario, el predicado se refiere al sujeto por parte de la forma significada por aquel, entonces se dirá que hay apelación formal. El médico canta: el médico prescribe remedios contra la enfermedad. En la primera proposición hay apelación material; en la segunda, la apelación es formal, porque el prescribir remedios conviene al médico como tal, y por consiguiente el predicado se verifica del sujeto de la proposición, no por parte del significado material de medicus, que es el individuo humano, sino por parte de la medicina, que es la forma denominante de medicus.

b) Las reglas principales de la apelación son las dos siguientes: 1º cuando el sujeto de la proposición es un término concreto, la apelación es material en rigor lógico, o sea atendida la naturaleza lógica de la proposición (1). [68]

{(1) De aquí infiere con razón santo Tomás que, hablando con propiedad filosófica y prescindiendo de distinciones, es falsa la proposición homo factus est Deus. Pondremos sus palabras, que servirán, no sólo para ilustrar la regla propuesta, sino para reconocer la importancia teológica de la misma. «Dicendum, quod terminus in subjecto positus tenetur materialiter, positus vero in praedicato, tenetur formaliter (tiene significación o apelación formal) id est pro natura significata: Et ideo cum dicitur Homo factus est Deus, ipsum fieri non attribuitur humanae naturae, sed supposito humanae naturae, quod est ab aeterno Deus, et ideo non convenit ei fiere Deum. Cum autem dicitur Deus factus est homo, factio intelligitur [68] terminari ad ipsam humanam naturam. Et ideo proprie loquendo hec est vera: Deus factus est homo: sed haec es falsa: Homo factus est Deus.» Sum. Theol. 3º p., cuest. 16, art. 7, ad 4ª.}

Los numerales primitivos, si se predican o aplican a nombres sustantivos, tienen apelación material y formal a la vez; pero si se aplican a nombres adjetivos, solo tienen apelación material, es decir, que en el primer caso multiplican la forma y el sujeto que la tiene: en el segundo sólo multiplican el sujeto. Si decimos: en la divinidad hay tres Dioses, la proposición es falsa según esta regla; porque el tres aplicado al sustantivo Dios, en virtud de la apelación material y formal que tiene, hace el sentido de que hay tres divinidades y tres supuestos o personas que las tienen. Al contrario, si digo: en la Divinidad hay tres infinitos, tomando el término infinitos como adjetivo, equivale a decir que hay tres supuestos que tienen infinidad, pero no tres infinidades, lo cual pertenece a la apelación material.

Artículo IV
De la recta percepción

§ I
Leyes generales de la recta percepción

1º La condición primaria y fundamental para la recta percepción es que ésta se halle en relación con la cosa que se percibe. Si se trata de una naturaleza real o existente fuera de nosotros, entonces será recta su percepción si la percibimos según existe en sí misma. Si se trata de una cosa posible, la percepción será recta, si percibimos todos los atributos o caracteres que entran en su constitución.

Es preciso fijar la atención en el objeto que se trata de percibir. Siendo la atención una especie de concentración de [69] las fuerzas intelectuales sobre el objeto, cuanto más intensa sea ésta concentración de fuerzas, más completo será el conocimiento del objeto. Para favorecer la intensidad de la atención, conviene: 1º apartarla de la consideración simultánea de otros objetos, según el apotegma pluribus intentus minor est ad singula sensus. 2º Procurar la tranquilidad de ánimo evitando las perturbaciones que acompañan a las sensaciones y pasiones vehementes. 3º Considerar las razones de importancia, honor utilidad, &c., que resultan del conocimiento del objeto.

Cuando se trata de conocer un objeto por medio de la enseñanza de otros, conviene examinar y fijar bien el sentido de las palabras.

Si se trata de un objeto compuesto o complejo, es preciso considerar sus partes en sí mismas primero, y después con relación al todo que de ellas resulta. Lo primero es necesario, porque la debilidad e imperfección de nuestro entendimiento impide que podamos conocer bien simultáneamente muchas cosas. La razón de la segunda parte de la regla es que si consideramos las partes cada una de por sí, sin considerar sus relaciones en el todo y con el todo, resultará una percepción inexacta e incompleta del objeto.

La percepción intelectual o racional del objeto debe ser auxiliada por medio de las facultades que están en relación con la naturaleza del objeto. Así, por ejemplo, si se trata de objetos materiales, debe hacerse uso de los sentidos, como auxiliares propios de la percepción intelectual; si se trata de objetos artísticos o de poesía, convendrá hacer uso de la imaginación.

§ II
Leyes especiales para la recta percepción

Además de las leyes generales indicadas en el párrafo anterior, existen ciertos procedimientos lógicos o racionales que pueden considerarse como medios o leyes especiales [70] para conseguir la recta percepción de los objetos. Tales son la abstracción, la definición y la división.

La abstracción.

a) El conocimiento distinto y adecuado de un objeto requiere el conocimiento de sus principios y partes, conocimiento que se alcanza por medio de la abstracción, la cual consiste en percibir una cosa o realidad sin percibir al propio tiempo otra, con la cual se halla unida y hasta identificada en ocasiones.

En esta materia conviene tener presente dos cosas: 1ª Toda facultad cognoscente en el hombre es abstractiva por su misma naturaleza. Observamos este fenómeno hasta en la sensibilidad externa, que es la facultad más inferior del orden cognoscitivo. La vista, al percibir el color, no percibe la dureza, no obstante su unión íntima y real con aquel en la piedra o el metal. 2ª La abstracción no implica la separación ni siquiera la distinción real de los términos u objetos abstraídos; pues la observación psicológica nos enseña que podemos formar varios conceptos de un objeto idéntico en sí mismo, considerándolo bajo diferentes puntos de vista por medio de la abstracción, como sucede cuando consideramos o concebimos en el alma racional la simplicidad, la inteligencia, la inmortalidad, &c.

b) Por otra parte del origen, la abstracción puede dividirse en espontánea y refleja. La primera tiene su razón de ser en el mismo instinto o leyes de la naturaleza, como en el ejemplo citado de la vista que percibe el color y no la dureza en la piedra. La refleja o voluntaria, es la que realizamos en virtud de una idea preconcebida o de intención deliberada de considerar en el objeto estos o aquellos elementos o atributos, según un orden sucesivo y determinado.

c) Por parte del modo, la abstracción es o simple, o compuesta. La primera es la que se verifica por medio de las simple percepción. La segunda es la que va acompañada de un juicio acerca de la distinción de una cosa con respecto a otra que se encuentra en el mismo objeto. Si al concebir la razón humana juzgo al propio tiempo que se distingue [71] realmente de la voluntad con la cual se halla unida en el hombre, tendré una abstracción compuesta.

d) Por parte del objeto podemos señalar abstracción de la forma de la materia, abstracción del universal con respecto al particular, abstracción de un atributo de otro. La primera tiene lugar cuando consideramos la forma, bien sea sustancial, como la humanidad o el alma racional, bien sea accidental, como la ciencia, sin considerar el sujeto o persona que tiene la forma. La segunda se verifica cuando abstraemos un concepto universal de otro que lo es menos, como el concepto de sustancia con respecto al de animal. La tercera cuando concebimos un atributo sin concebir otros que se hallan en el mismo objeto, como cuando concebimos en Dios la simplicidad, la eternidad, la sabiduría, &c. Unas veces esta abstracción última tiene fundamento en la condición misma del objeto, como en el ejemplo citado de los atributos de Dios: otras veces el concepto abstraído incluye implícitamente el otro concepto del cual se abstrae, de manera que el fundamento de la abstracción más tiene de subjetivo que de objetivo. Así sucede con los conceptos de ente, uno, algo, &c.

La definición.

a) La definición se llama nominal, cuando sólo explica la significación o sentido de un término. Se llama real, cuando explica la naturaleza de la cosa significada por el nombre: Oratio explicans naturam rei per nomen significatae.

La nominal puede hacerse de tres modos; 1º por medio de la etimología del nombre: 2º señalando la significación común y general del nombre, como si se dice: Dios es un ser supremo, causa de todas las cosas: 3º fijando el sentido en que se toma una palabra cuando ésta tiene muchas acepciones.

b) La definición real se apellida esencial, si explica la naturaleza de la cosa por medio de sus principios esenciales o constitutivos: Oratio esplicans naturam rei per partes essentiales. Si estas partes esenciales son las físicas, como el cuerpo y el alma racional respecto del hombre, habrá definición esencial física: si son partes metafísicas o lógicas, [72] como la animalidad y la racionalidad, habrá definición esencial metafísica. Entre las partes físicas hay distinción real; entre las metafísicas, solo hay distinción de razón.

Cuando la definición de una cosa se da por medio de caracteres o atributos que no constituyen su esencia, se llama descriptiva, la cual se denomina accidental, si se hace por medio de accidentes comunes o contingentes; propia, si se hace por medio de las propiedades o atributos necesarios, como si se definiera al hombre, un animal capaz de ciencia, de admiración y de sociedad política. La definición descriptiva se llamará causal, si se verifica por medio de las causas eficientes o finales de la cosa definida, como si alguno define al hombre diciendo que es un ser destinado a conseguir en Dios el conocimiento de la verdad y la felicidad perfecta y sempiterna.

Las definiciones nominales por medio de las cuales se fija el sentido de las palabras, deben preceder a las cuestiones que se trata de resolver. La definición de la cosa, especialmente si es esencial, debe por el contrario hallarse al final de la cuestión, si ésta se resuelve analíticamente. Pero si la investigación se realiza según el método sintético, bien puede colocarse al principio de la controversia (1).

{(1) Bajo este punto de vista concreto, no estamos de acuerdo con Balmes cuando dice: «La definición perfecta ha de estar al fin de los tratados, pues que debiendo explicar la cosa, ha de ser el resultado de las investigaciones.» Filos. Elem., lib. 1º, cap. III. En ocasiones, y cuando se trata de enseñar a otros, puede ser hasta muy conveniente y natural, comenzar por la definición de las cosas.}

c) Las reglas principales de la buena definición son las siguientes:

La definición debe ser más clara que la cosa definida. Siendo su objeto declarar y explicar la cosa, es consiguiente que deba ofrecer más claridad y distinción que la cosa definida. [73]

Lo definido no debe entrar en la definición. En el caso contrario se faltaría a la primera regla, porque en realidad la definición no sería más clara que la cosa definida.

La definición debe convenir a todo y a sólo el definido. La cosa significada por la definición se identifica con la cosa definida, y por consiguiente la definición no explicará la naturaleza propia del definido sino conviene a todo y a sólo el definido. Estas definiciones del hombre: sustancia viviente: animal racional adornado de virtud, son defectuosas; la primera porque no conviene a sólo el hombre; la segunda porque no conviene a todo hombre.

Debe constar del género próximo y de la diferencia última. Esta regla, aunque aplicable en algún sentido a la definición descriptiva, en rigor sólo conviene a la esencial; porque el género y la diferencia son partes o predicados esenciales. El hombre es una sustancia racional: el hombre es un animal sensitivo. Estas definiciones pecan contra esta regla.

La definición no debe ser redundante ni diminuta. Sería redundante esta definición del hombre: sustancia viviente, sensitiva y racional, puesto que la vida está incluida en la sensibilidad, y ésta en la racionalidad.

La división.

a) La distribución de un todo en sus partes es lo que entendemos por división. De aquí es que según las clases de todos son las especies de división. Ésta se dice actual cuando se divide un todo en sus partes actuales; y se apellida además física o metafísica, según que éstas partes actuales se distinguen entre sí con distinción real o con distinción de razón. Ejemplos: el hombre se divide en cuerpo y alma: se divide en animal y racional.

División potencial es la distribución de un todo universal en los inferiores contenidos debajo de él. La división accidental tiene lugar cuando o un sujeto se divide con relación a los accidentes que puede tener, o un accidente con relación a los sujetos en que se encuentra. Ejemplos: la sustancia se divide en espiritual y material: el hombre se divide en [74] blanco, bronceado y negro: lo blanco se divide en nieve, leche, papel, &c.

b) Reglas de la división.

Lo dividido debe ser mayor que cada una de las partes en que se divide.

El conjunto o colección de las partes debe ser igual al todo dividido.

Una de las partes en que se divide el todo no debe incluir otra.

La división debe estar en relación con el objeto de la misma. Si trato de señalar las partes esenciales de la naturaleza del hombre, bastará que lo divida en alma racional y cuerpo: pero si trato de dividirlo para enseñar la anatomía o la psicología, deberé llevar la división hasta las partes más pequeñas del cuerpo humano, o hasta las varias facultades y funciones vitales del mismo.