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Xavier Zubiri, vida y obra
Xavier Zubiri Apalategui es
uno de los pensadores más originales de nuestro tiempo. Su filosofía,
situada en la senda abierta por Husserl y por Heidegger, desemboca, más
allá de la conciencia y de la existencia, en la aprehensión primordial de
realidad. Esto le permite a Zubiri una nueva idea de la inteligencia, y
una nueva idea de realidad. Es justamente la raíz de una nueva filosofía.
Desde el análisis de la inteligencia sentiente, Zubiri ha podido abordar
prácticamente todos los grandes temas de la filosofía clásica: desde la
materia hasta la libertad, desde la evolución hasta el problema de la
voluntad, desde la historia hasta el problema de Dios. Una gran síntesis
filosófica que aún espera ser comprendida más exhaustivamente, aplicada a
nuevos campos de saber, y conducida a nuevos niveles de radicalidad
filosófica.
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Xavier Zubiri nació en San
Sebastián (Donosti), en el año 1898. Tras estudiar en el Colegio de Santa
María de esa ciudad (1905-1915), el joven Zubiri inicia sus estudios de
filosofía y teología en el Seminario de Madrid. En esa ciudad reside como
estudiante externo, en una pensión, y allí recibe las primeras influencias
decisivas
para
su formación como filósofo. Especialmente importante es el encuentro con
José Ortega y Gasset,
a comienzos del año 1919. Ortega introduce a Zubiri en las principales
corrientes del pensamiento europeo, y especialmente en la fenomenología de
Husserl, un punto de referencia capital para entender la evolución
posterior del pensamiento de Zubiri. Ortega había señalado que con Husserl
se iniciaba en la historia de la filosofía una tercera metáfora, más allá
de la metáfora antigua del ser humano como trozo del universo, pero más
allá también de la idea moderna de la conciencia como continente del mundo
entero. Husserl pretende una vuelta, más allá de las grandes teorías
metafísicas antiguas y modernas, a las cosas mismas, para obtener desde
ellas los elementos de una filosofía libre de presupuestos no
justificados. El análisis husserliano de la conciencia muestra la
constitutiva referencia del polo noético de la misma a su polo noemático,
del sujeto al objeto. Esta intencionalidad de la conciencia impide su
sustantivación, y abre a los ojos de Ortega, y también del joven Zubiri,
la posibilidad de un nuevo horizonte para el filosofar.
Entre
los años 1920 y 1921 Zubiri estudia filosofía en el Instituto Superior de
Filosofía de la Universidad Católica de Lovaina. Durante el mes de
noviembre del año 1920 se traslada brevemente a Roma, donde obtiene su
doctorado en teología. En Lovaina Zubiri se encuentra con profesores como
L. Noël, interesados en aprovechar todas las posibilidades del pensamiento
de
Edmund Husserl.
La filosofía de Husserl, que en aquél momento está transformando el
panorama filosófico europeo, es el objeto de la memoria de licenciatura
que Zubiri presenta en febrero del año 1921 en Lovaina, y que se tituló
Le problème de le objectivité d'après Ed. Husserl. I: La logique pure.
El 21 de mayo de ese mismo año, Zubiri presenta en la Universidad Central
de Madrid su tesis doctoral de filosofía, dirigida por Ortega, y titulada
Ensayo de una teoría fenomenológica
del juicio. Esta tesis, publicada con algunos cambios en el año
1923, constituye la primera obra sobre Husserl en lengua no alemana, y en
ella Zubiri va tomando una posición personal dentro del movimiento
fenomenológico, que podría llamarse "objetivista". Por otra parte, en el
mismo año 1921 Zubiri fue ordenado sacerdote en Pamplona.
En
el año 1926 Zubiri gana por oposición la cátedra de Historia de la
Filosofía de la Facultad de Filosofía y Letras en la Universidad Central
de Madrid. Un magnífico grupo de pensadores, dispersados después por la
guerra civil, comparten en aquellos años las aulas con Zubiri: Ortega y
Gasset, Adolfo Bonilla San Martín, Manuel B. Cossío, Julián Besteiro,
Manuel García Morente.... En el año 1929 Zubiri se traslada a Friburgo de
Brisgovia, con el objeto de ampliar sus estudios, y allí sigue cursos con
Husserl y con
Martin Heidegger.
La reciente publicación de Sein und Zeit había convertido a
Heidegger en el continuador y radicalizador de la fenomenología de Husserl.
La conciencia de Husserl era desfondada, mostrando que la constitutiva
imbricación entre el ser humano y el mundo se da ya en la misma "ex-sistencia".
El existente humano, enfrentado a la nihilidad y a la muerte, comprende
que las cosas son, pero podrían no ser, y así se le desvela el ser de las
cosas. Esta desvelación descubre ciertamente el ser de las cosas (y no el
propio ser), pero solamente tiene lugar en el existente humano, quien por
ello consiste en ser el "ahí del ser", el Dasein. Zubiri asume de
un modo entusiasta esta radicalización de la fenomenología, pero al mismo
tiempo permanece crítico ante las ideas de Heidegger, como tuvo ocasión de
manifestárselo al filósofo alemán en alguna ocasión. La pregunta
heideggeriana por el ser a partir de la nada refleja, para Zubiri, la
pervivencia de ideas filosóficas de origen teológico que han caracterizado
a toda la modernidad. Más allá del ser, dirá Zubiri, está la realidad
aprehendida en el contacto inmediato con las cosas.
Posiblemente
estos intereses coinciden con algunos de sus estudios de aquellos años. En
1930 Zubiri se encuentra en Berlín, donde conoce, entre otros, a
Einstein,
Schrödinger, Zermelo, y Jaeger. Gran parte de sus esfuerzos en estos años
están dedicados a estudiar los nuevos avances en la física, y a sus
consecuencias para la filosofía. La nueva física de Einstein y de Plank
está revolucionando el panorama del conocimento. Las teorías especial y
general de la relatividad cuestionan la imagen clásica del espacio y del
tiempo, que ahora aparecen vinculados directamente a la masa y al
movimiento. Pero la idea misma de materia se transforma definitamente al
aparecer la nueva mecánica cuántica. La evolución filosófica de Zubiri no
permanece ajena a estos cambios, sino que pretende integrarlos en su
pensamiento. De hecho, Zubiri pensaba que estos cambios en el mundo
científico, paralelos a otros que por aquél entonces sucedían en el mundo
del arte y en toda la cultura, necesitan un instrumental filosófico
completamente nuevo, el cual solamente podrá alcanzarse si los
descubrimientos de Husserl y Heidegger son llevados a un nuevo nivel
filosófico.
En el año
1931, Zubiri se reincorpora a su cátedra en Madrid. Son años agitados en
la política nacional, a partir de la proclamación, en abril de ese año, de
la Segunda República española. En estos años Zubiri elabora algunos de los
trabajos más decisivos para entender su trayectoria filosófica posterior.
Como catedrático de historia de la filosofía, Zubiri puede emprender una
revisión de la historia del pensamiento occidental, para problematizar en
ella algunos de sus supuestos más inveterados. Los grandes conceptos de la
filosofía occidental, como la sustancia, el ser o el lógos,
comienzan a ser cuestionados. A partir del año 1935 Zubiri se encuentra en
Roma, adonde se traslada para obtener la secularización. En marzo de 1936
contrae matrimonio en Roma con Carmen Castro Madinaveitia, hija de Américo
Castro. La estancia en Roma la aprovecha Zubiri para realizar estudios de
lenguas orientales, especialmente con el P. Deimel, del Pontificio
Instituto Bíblico. Al estallar la guerra civil, la permanencia del
matrimonio en la Italia fascista va haciéndose más difícil; nuevo
traslado, esta vez a París, donde Zubiri imparte algunos cursos en el
Institut Catholique, y estudia lingüística con Benveniste. Allí
permanece hasta el final de la guerra civil española y el comienzo de la
guerra mundial, con la consiguiente invasión de Francia por las tropas
nazis.
El
regreso a España no le resulta fácil al matrimonio Zubiri. A pesar de que
Zubiri recibe su cátedra, el obispo de Madrid fuerza su alejamiento de la
ciudad. Zubiri acepta la posibilidad que se le ofrece de emprender la
docencia en Barcelona. Sin embargo, pronto comprueba la imposibilidad de
ejercer libremente el pensamiento en el ambiente universitario de aquella
época, y en el año 1942 solicita una excedencia administrativa, que
significa de hecho su alejamiento definitivo de la universidad. Regresa a
Madrid, donde imparte cursos privados. Poco después, en 1944, se publica
la primera edición de Naturaleza, Historia, Dios, una de las obras
más influyentes en la filosofía española del siglo XX. En el año 1946
realiza un breve viaje a los Estados Unidos, donde imparte una conferencia
en la universidad de Princeton sobre Lo real en matemáticas. En el
año 1947, y patrocinada por el Banco Urquijo, se funda en Madrid la
Sociedad de Estudios y Publicaciones, presidida por Zubiri. Esta sociedad
se convierte en el nuevo foro intelectual en el que Zubiri podrá exponer y
discutir su pensamiento con un grupo creciente de discípulos, entre los
que cabe mencionar a intelectuales como Pedro Laín Entralgo o José López
Aranguren. La publicación de un Homenaje a Xavier Zubiri en el año
1953 señala el comienzo de un reconocimiento público. Sin embargo, su
pensamiento filosófico permanece desconocido fuera de un ámbito muy
restringido. Durante años, Zubiri apenas publica. Sin embargo, sus cursos
orales reflejan la creciente maduración, desde el año 1944, de una
filosofía propia, que hunde sus raíces en lo que Zubiri llama la impresión
de realidad. Esta impresión de realidad, que expresa la radicalización
zubiriana de la "comprensión del ser" de Heidegger, le sirve a Zubiri para
ir delineando su alternativa a los grandes conceptos filosóficos clásicos.
La filosofía clásica, piensa Zubiri, ha "sustantivado" y "entificado" la
realidad, al tiempo que consecuentemente "logificaba" la intelección.
Ahora Zubiri propone, frente al lógos antiguo y moderno, la
inteligencia sentiente; frente a la sustancia antigua y el sujeto moderno,
una nueva idea de la realidad como estructura sustantiva, de la que surge
una nueva visión no subjetual de la persona humana. Toda esta nueva
propuesta filosófica alcanza su primera expresión en un difícil libro:
Sobre la esencia, publicado en el año 1962.
Más
asequible al gran público, y de enorme popularidad entre los estudiantes
de filosofía, fue el siguiente libro de Zubiri, sus Cinco lecciones de
filosofía, en las que sin embargo Zubiri se abstiene de presentar su
propio pensamiento. En el año 1970 dos gruesos volúmenes recogen un
segundo Homenaje a Xavier Zubiri, en el que se da cita una gran
parte de la intelectualidad española del momento. Dentro de la Sociedad de
Estudios y Publicaciones se crea, en el año 1971, el Seminario Xavier
Zubiri. En este Seminario, Zubiri tuvo la oportunidad de discutir su
pensamiento con sus discípulos más cercanos, quienes asisten también a la
matización y a la evolución ulterior de sus ideas. En este tiempo, Zubiri
comienza a estudiar sistemáticamente la inteligencia humana, preparando su
obra cumbre. Pero otros muchos temas ocupan también su interés: la
antropología filosófica; los problemas del espacio, del tiempo, y de la
materia; la estructura dinámica de la realidad. Y también la filosofía de
la religión y la teología, temas sobre los que ofrece un curso en la
Universidad Gregoriana de Roma, en el año 1973. En el año siguiente, el
Seminario Xavier Zubiri inicia la publicación de Realitas, de la
que aparecerán tres gruesos tomos en los que los trabajos de Zubiri y sus
discíulos van conociendo la luz pública. Y la figura de Zubiri comienza a
gozar de algunos importantes reconocimientos públicos. En el año 1979 la
República Federal de Alemania le concede la Gran Cruz al Mérito (Das
Grosse Verdienst Kreuz), y en el año 1980 recibe el doctorado
honoris causa en la Universidad de Deusto (Bilbao). En el año 1982
Zubiri recibe, junto con Severo Ochoa, el premio Ramón y Cajal a la
investigación.
Ahora bien, la gran novedad
filosófica la representa la publicación, en el año 1980, del primer
volumen de su obra definitiva: la Inteligencia sentiente. Al primer
volumen, Inteligencia y realidad, le siguen Inteligencia y logos
(1982) e Inteligencia y razón (1983). En esta trilogía Zubiri
no sólo aclara muchas dudas abiertas en Sobre la esencia, sino que
posibilita una comprensión sistemática de su pensamiento desde su
filosofía más madura. A partir de la Inteligencia sentiente, todas las
preguntas sobre el presunto "realismo ingenuo" de Zubiri quedan
definitivamente resueltas. La realidad es la formalidad de las cosas en la
aprehensión, y no una zona de cosas "allende" la misma. Desde este punto
de vista, Zubiri puede afirmar, contra toda la filosofía moderna, que los
colores son perfectamente reales, porque se actualizan en nuestra
aprehensión visual como algo que es "de suyo" independiente de nuestra
aprehensión. Ahora bien, esto no decide nada sobre lo que los colores sean
allende la aprehensión. Esto es precisamente lo que la razón tiene que
investigar. Y es que la formalidad de realidad constituye el punto de
partida de la pregunta por la realidad profunda de las cosas. No se trata
de un salto ni de un puente, sino de una profundización en la realidad.
Por eso mismo, Zubiri puede afirmar que la ciencia no es una simple
acumulación de conceptos construidos para manejar las cosas. La ciencia es
mucho más: es un ingente esfuerzo de profundización en la realidad ya
actualizada en la aprehensión. Sin embargo, la obra de Zubiri sobre la
inteligencia no pretende ser una filosofía de la ciencia, sino un análisis
de la intelección humana en todas sus formas, desde las científicas hasta
las artístísticas, desde las más elaboradas hasta las más cotidianas y
banales.
En
el año 1983, con las fuerzas mermadas por la enfermedad, Zubiri comienza
la preparación de un nuevo libro, El hombre y Dios, que ya no podrá
terminar. El 21 de septiembre fallece en Madrid. Sus discípulos, agrupados
en el Seminario Xavier Zubiri y, después, en la Fundación Xavier Zubiri,
inician la publicación de sus obras. La primera de ellas es El hombre y
Dios (1984), publicada por Ignacio Ellacuría, uno de sus más estrechos
colaboradores. A esta obra le siguen otras muchas, que poco a poco van
posibilitando el acceso del público a una obra que permanecía en buena
medida solamente accesible a sus discípulos más cercanos. Así se publican
Sobre el hombre (1986), Estructura dinámica de la realidad
(1989), Sobre el sentimiento y la volición (1992), El problema
filosófico de la historia de las religiones (1993), Los problemas
fundamentales de la metafísica occidental (1994), Espacio, tiempo,
materia (1996), El problema teologal del hombre: cristianismo
(1997), El hombre y la verdad (1999). En el año 2000 se publicaron
los Primeros Escritos (1921-1926), en el año 2001
Sobre la realidad, y en el año
2002 Sobre el problema de la filosofía y otros escritos (1932-1944).
Aunque aún restan algunas obras por ver la luz, hoy ya es posible conocer
el pensamiento filosófico de Xavier Zubiri y aprovechar todas sus
posibilidades para una vida intelectual -como diría Zubiri- "a la altura
de los tiempos". |