Sobre el caldo

Por Norman Geisler
Filósofo y escritor

 

IGUAL QUE ENCONTRAR UN ÁTOMO EN EL UNIVERSO

Los astrónomos Sir Fred Hoyle y N.C. Wickramasinghe concluyeron en su libro Evolución desde el Espacio que, para su propia sorpresa, incluso si todo el Universo hubiera sido alguna vez una especie de caldo prebiótico, la probabilidad de que la vida hubiera surgido espontáneamente (por circunstancias azarosas y según leyes físico-químicas) es de 1 contra 10 elevado a la 40.000. Es decir, poniendo un ejemplo gráfico, son las mismas probabilidades de que un Boeing 747 surja enterito y en todos sus detalles con sólo pasar un ciclón sobre un campo de trigo. O también puede decirse que las probabilidades de que la vida se haya originado espontáneamente son más o menos las mismas que las de tropezarse con un átomo determinado a través de todo el Universo.
Muy recientemente, Herbert Yockey ha revelado sus descubrimientos sobre la conexión entre la teoría de información lingüística y el código informativo de los sistemas vivos. La teoría de la información descrita por Shannon proporcionó una base matemática para determinar la capacidad de información teórica que puede transportarse a través de un canal de comunicación. También sabía ya la genética que existen unas constantes en la estructura química de los seres vivos que pueden ser expresadas matemáticamente. La aportación de Yockey ha sido comparar la información contenida en el lenguaje y la contenida en un organismo vivo, descubriendo que las constantes matemáticas de ambos son exactamente las mismas. Yockey añade esta observación: es importante comprender que no estamos discurriendo por analogía. La hipótesis de secuencia se aplica a la proteína y al texto genético tan directamente como al lenguaje escrito y, por tanto, el tratamiento es matemáticamente idéntico.

Pero si las relaciones matemáticas entre información en el DNA e información en un lenguaje escrito son idénticas, entonces podemos concluir que el tipo de causa observable de la información en el lenguaje habrá de ponerse igualmente como la fuente de información en el DNA. Pero la causa observable de la información es siempre la inteligencia. Luego es científicamente necesario colocar la inteligencia como la causa de la primera célula viva. Porque observando experiencias repetidas y uniformes concluimos, por ejemplo, que la información contenida en una determinada publicación científica procede sólo de seres inteligentes, y no se nos ocurre considerar la posibilidad de que su causa fuera una pedriza de granizo que cayó por casualidad en una máquina eléctrica de escribir. Igualmente la experiencia repetida de situaciones similares nos enseña que la información contenida en el volumen de una enciclopedia nunca se reúne por acción de fuerzas ciegas o de leyes mecánicas. Pero la información contenida en la más simple de las formas vivas es igual a la que está recogida en el volumen de una enciclopedia, y la información genética contenida en un cerebro humano es mayor que la información que puede albergar el conjunto de las mayores Bibliotecas de la tierra. No haría falta aclarar que, si es necesaria la inteligencia para producir la información recogida en una sola frase, entonces también es necesaria para crear la forma de vida más sencilla, y no digamos el cerebro humano.

Gentileza de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL