3. Modelos explicativos de la naturaleza: Los "presocráticos" 

 

1. Tales de Mileto

2. Anaximandro

3. Anaxímenes

4. Pitágoras y los pitagóricos

 

5. Naturaleza y logos

a) Heráclito

b) Parménides

 

7. Naturaleza y mecanicismo

a) Empédocles

b) Anaxágoras

c) Demócrito

 

11. Fª y democracia. Los SOFISTAS

a) Protágoras

b) Gorgias

c) Hipias de Elis, Alcidamante, Critias

 

12. SÓCRATES

13.Antístenes, Aristipo de Cirene 

 

 

5. MODELOS GRIEGOS DE EXPLICACIÓN DE LA NATURALEZA

La idea de naturaleza está relacionada con las de origen, sustrato y causa. Muchos filósofos han creído posible encontrar una sola sustancia que realice todas estas funciones.


1. Tales de Mileto (-624-546, aprox.): Viajero inquieto y curioso, fue matemático, astrónomo y político, con fama de "sabio distraído". Aristóteles lo consideró el primero de los físicos. De su pensamiento filosófico, apenas sabemos nada:

• Creía que la tierra descansaba sobre agua, que el agua es el principio único de todas las cosas y que todas las cosas están «llenas de dioses». Desconocemos si quería decir que todas las cosas son -o se componen de- agua o, simplemente, que la tierra procede de ella, puesto que sobre ella flota.

• Muy probablemente Tales recogió estas ideas de la cosmología egipcia y babilónica, además de sus observaciones personales (vivía en Mileto, importante puerto de mar, y el agua es imprescindible para la vida). Cuando afirma que «todas las cosas están llenas de dioses», probablemente se refería a que toda la naturaleza, compuesta básicamente de agua, tiene vida y movimiento propios; en ella, todo está vivo y animado (hilozoísmo).

"Aunque la propuesta de Tales pueda parecer "rudimentaria", dio un paso fundamental. Comenzó a creer en algo natural, el agua, como clave de todo. En tanto que matemático y astrónomo, rechazaba las explicaciones míticas y alegóricas. La formulación de hipótesis físicas para explicar el universo le convirtió en la excepción entre los griegos de su tiempo." [F. Nietzsche, La filosofía en la época trágica de los griegos. Obras Completas, Madrid, Aguilar, 1932: 329-330]

2. Anaximandro de Mileto (-610-545, aprox.): Seguramente discípulo de Tales, fue el primero en escribir un libro «sobre la naturaleza» (peri fuseos) y emprendió incluso expediciones de investigación (a Apolonia, junto al mas Negro, p.ej.), ideó métodos para determinar la distancia y tamaño de las estrellas y afirmó que la tierra es esférica y ocupa el centro del mundo.

• Ninguna sustancia concreta de las que existen en el universo podría ser el principio [_??? -fue el primero, parece, que utilizó el término] de todo, pues todas proceden de él; por tanto, debe ser algo indefinido/indeterminado (ápeiron [apeiron]. El ápeiron es «inmortal e indestructible», «eterno y no envejece» (le atribuye caracteres propios de los dioses de la mitología griega).

«El principio (arch) de todas las cosas es el ápeiron. Ahora bien, a partir de donde hay generación para las cosas, allí también se produce la destrucción, según la necesidad; en efecto, pagan las culpas unas a otras y la reparación de la injusticia según el orden del tiempo» (Fr. I).

• La destrucción de unos seres engendra otros, y este es un proceso necesario, regular e inevitable en el cosmos. Hay una especie de ritmo cíclico en el universo, dentro del cual todo sale de y todo vuelve al ápeiron. Anaximandro sugiere la posibilidad de innumerables mundos sucesivos, que aparecen y desaparecen dentro de un mismo marco temporal.

• Entiende el orden existente en el universo como un orden jurídico y moral («pagar culpas», «reparar», «injusticia»). Algunos entendieron aquí que existir es separarse del magma inicial y vivir supone usurpar el futuro, una injusticia que ha de ser pagada con la muerte (= budismo). Probablemente sea más acertado pensar que del ápeiron comienzan a separarse sustancias opuestas entre sí; cuando una prevalece sobre otra, se produce una reacción que restablece el equilibrio (ej.: la alternancia de estaciones frías/húmedas y cálidas/secas).

• Anaximandro ya incluye una cosmología que narra la formación del cosmos (y del hombre) sin recurrir a representaciones míticas. Por rotación se separan en el ápeiron lo frío y lo caliente. Lo frío/húmedo ocupa el centro, y a su alrededor gira una masa de fuego. Por el calor se evapora una parte del agua y surge la tierra seca; se forma el cielo como una cortina de vapor, por cuyos orificios podemos ver el fuego exterior, las estrellas. Los primeros animales surgieron del agua o del barro calentado por el sol, y del agua pasaron a la tierra. Los hombres descienden de los peces; probablemente los primeros se criaron dentro de alguno y, ya adultos, fueron arrojados a la tierra.
 

3. Anaxímenes de Mileto (-585-524):

• Discípulo de Anaximandro, pensaba que todo tenían un principio único e infinito, pero no indeterminado, sino concreto: era el aire, del que todos los seres derivan por rarefacción (convierte el aire en fuego) o condensación (transforma el aire primero en viento, después en nube y, finalmente, en agua, que sobre la tierra puede convertirse en piedra).

• Concibe el mundo como algo vivo: "Lo mismo que nuestra alma, que es aire, nos sostiene, igualmente el aire envuelve al mundo entero".


4. Pitágoras y los pitagóricos: Respecto a Pitágoras cuesta averiguar qué fue leyenda y qué realidad. Nació en Jonia (en la isla de Samos) hacia el 572 a.C. Conoció probablemente a Anaximandro de Mileto. Fue un gran viajero, y se supone que conoció Egipto, Babilonia (y allí a Zoroastro, fundador de la religión dualista persa) y la India. Abandonó Samos cuando bajo la tiranía de Polícrates, se trasladó a Italia y estableció en Crotona. Allí fundó una secta filosófico-religiosa: hombres, mujeres y niños vivían en comunidad de bienes, manteniendo una disciplina y ascesis rigurosa y guardando en secreto las doctrinas que aprendían. Fue enormemente célebre e influyente. Se le llegaron a atribuir incluso milagros. Pero la secta, con enorme poder e influencia en la ciudad, despertó envidias y recelos, hasta que una revolución popular les expulsó. Se refugió Pitágoras en Metaponto, donde poco después murió. Pero la secta volvió a ganar adeptos y consiguió hacerse muy fuerte entre las ciudades de la Magna Grecia, hasta que otro movimiento popular la mermó. Cuesta mucho averiguar qué doctrinas eran del fundador y cuáles de sus discípulos, porque todas se las atribuían a él. Discípulos célebres: Alcmeón (s. VI-V), Filolao (s. V) y Eurito (s. V), todos de Crotona.

• El pitagorismo tiene un contenido místico-religioso: sostiene la doctrina de la transmigración de las almas (» orfismo) y el parentesco entre todos los seres vivos. Creían también en un eterno retorno de los mismos acontecimientos en ciclos cerrados. Sus normas de abstinencia eran rígidas, así como sus rituales y costumbres morales.

Naturaleza y matemáticas: Fueron sobre todo matemáticos, y recurrieron a sus conocimientos matemáticos para elaborar su teorías sobre la naturaleza (origen, sustrato, causa) de lo real. Observaron que muchas propiedades y comportamientos de los objetos pueden ser formulados matemáticamente, y supusieron que todos los seres del universo son formulables matemáticamente [De esta intuición se nutre la ciencia actual]. Diversas experiencias les convencieron de que los números son los principios de todas las cosas (p.ej.: los intervalos entre las notas musicales de la lira pueden expresarse numéricamente). Y entendieron los números espacialmente, confundiendo el punto geométrico con la unidad aritmética. Las cosas se componen de números porque son agregaciones de unidades-puntos.

• Los seres del universo se acomodan a las previsiones y explicaciones matemáticas porque los principios de las matemáticas son también los principios de los seres reales. Puesto que la esencia de las matemáticas son números, afirmaron que los números constituyen la naturaleza del universo. Intentaron asignar un número a cada cosa e indagaron sobre el origen de los números y nuestro sistema decimal.

• Para ello, los números proceden de la oposición par-impar, y propusieron explicaciones dualistas de la naturaleza, estableciendo oposiciones entre términos como par-impar, limitado-ilimitado, bueno-malo, luz-oscuridad, recto-curvo, cuadrado-oblongo, etc., como concreciones de esos dos principios fundamentales. El dualismo como rasgo más característico del pitagorismo puede tener origen en los contactos de Pitágoras con Zoroastro. El dualismo no era sino una versión más de la doctrina de los opuestos que hallamos en los filósofos jonios. De ahí que consideren importante la noción de armonía, entendida como la unión de cosas disímiles y diferentes, como la concordancia de cosas discordantes.

• Su cosmología intenta ser una explicación global del cosmos, aunque oscura y enigmática. Creían que primero existió la Unidad (= lo limitado), rodeada por lo ilimitado. Después, la unidad se escindió en dos: en medio se introduce el vacío de los ilimitado y surgen así el número 2 y la línea. Después se generan el 3 y el triángulo (la figura plana más simple) y el 4 y el tetraedro (el sólido más simple).

• Describen el mundo como un cosmos en armonía, anticipando en algunos aspectos las doctrinas de Copérnico: el cosmos es una esfera en cuyo centro hay un fuego originario. Después están los cuerpos celestes (Tierra, Luna, Sol, los cinco planetas y el cielo de las estrellas fijas, más la Anti-tierra, para completar el número 10 de los planetas). Todo este conjunto está envuelto por una esfera de fuego. El movimiento de los astros y estrellas produce una música maravillosa que no oímos por estar acostumbrados a ella desde el nacimiento. Música y armonía, traducibles en números, son los principios del universo pitagórico.

 

5. Heráclito y Parménides: Naturaleza y logos

a) Heráclito de Éfeso (544-484 a.C., aprox.): Apenas tenemos noticias sobre su vida. Apodado «el Oscuro» por el carácter enigmático de sus afirmaciones, conoció el pensamiento de los filósofos de Mileto y el de Pitágoras. Su filosofía fue entendida como una contraposición a la de Parménides.

El principio del universo es el fuego, eterno y encendiéndose o apagándose según cierto orden y medida: «Este mundo (...) no lo ha creado ningún hombre o dios; siempre fue, es y será fuego eternamente vivo» (Fr. 30). Tanto las cosas individuales como el universo entero salen del fuego y vuelven a él, perecen en fuego, en una especie de conflagración universal, para luego volver a renacer. Apunta así la idea de «ciclo cósmico» (ya sugerida por Anaximandro), una versión del mito griego del Eterno Retorno, que reaparecerá en Platón y los estoicos. Heráclito plantea también la idea de un «juicio universal», en el que el fuego juzgará y condenará todas las cosas (Fr. 66), influido probablemente por la astronomía caldea y babilónica y por las religiones mistéricas.

• Afirmó radicalmente que todo cambia y nada permanece; el universo es un continuo devenir en el que nada es idéntico consigo mismo porque todo está sometido a continuas transformaciones. El mundo está en flujo permanente, por lo que «no es posible introducirse dos veces en el mismo río, tocar dos veces una sustancia mortal en el mismo estado, dado que por el ímpetu y la velocidad de los cambios se dispersa y vuelve a reunirse, viene y desaparece» (Fr. 91). Esto casi le aboca a una actitud irracional ante lo real.

La ley que rige el universo es la «lucha de contrarios», pues en sus extremos los contrarios se funden en una sola cosa (Dios es día-noche, invierno-verano, guerra-paz, hartazgo-hambre. Cambia como el fuego). Esto significa que la realidad tiene una estructura contradictoria. Todas las cosas surgen de la contradicción y la discordia: «La guerra es el padre y rey de todas las cosas» (Fr. 53); «la guerra es común a todas las cosas y la justicia es discordia, y todas sobreviven por la discordia y la necesidad» (Fr. 80).

• Pero la contradicción engendra armonía: «Lo contrario llega a concordar, y de las discordias surge la más hermosa armonía» (Fr. 8). La armonía que caracteriza al universo no es una armonía estática, sino dinámica: un «equilibrio dinámico de tensiones entre contrarios», una armonía tensa, como en el arco o la lira (Fr. 51), aunque difícil de comprender para los hombres. De este modo anticipó con acierto lo que será conocido después como pensamiento dialéctico.

Los cambios -el devenir- no suceden de modo caótico o irracional, sino de acuerdo con ciertas leyes y principios. A todos los cambios del universo subyace un mismo y único principio que los explica. En el universo hay una ley única, una razón oculta, un lógos que todo lo orienta y unifica. Afirma que esa razón universal está también en el hombre, y constituye su propia razón. Por eso el orden de lo real es compatible con el orden de la razón. Tanto la mente humana como la realidad están regidos por las mismas leyes. El problema es que la mayoría de los hombres parecen distraídos y sonámbulos:

«Aunque el lógos es común, la mayoría vive como si no poseyese inteligencia propia. Aunque escuchan no entienden. A ellos se les aplica el proverbio: "Presentes pero ausentes". El lógos, que es eterno, no lo entienden los hombres al escucharlo por primera vez ni después de que lo han oído. Los que velan tienen un cosmos único y común; lo que duermen retornan al suyo propio y particular» (Fr. 2, 34, 1, 89).

• La filosofía de Heráclito tiene una orientación «trágica», racionalista y aristocrática. El alma humana es una parte del cosmos; tiene naturaleza ígnea ("fogosa") y está en continua modificación, por lo que experimenta en sí misma la tragedia del devenir y la contradicción. La misión del alma es conocer el lógos universal y penetrar en sí misma: «Los límites del alma no podrás hallarlos aunque transites todos los caminos; tan profundo es su lógos» (Fr. 45). El alma se mantiene viva por el conocimiento y gracias a él conserva su máximo carácter ígneo, sobrevive a la muerte y se une definitivamente al fuego cósmico.

b) Parménides de Elea (540-470 a.C.): En Elea -Italia meridional- se funda otra "escuela" filosófica, aunque reducida. Se atribuye su fundación a Jenófanes de Colofón, un jonio emigrado a Italia, cuyos discípulos habrían sido Parménides y otros. Pero es más probable que fuese Parménides el fundador de la escuela eleática. Parménides participó en la redacción de las leyes de Elea. Muy probablemente su iniciación a la filosofía la hizo entre los grupos pitagóricos, cuyo estilo de vida imitaba, según algunos testimonios. Pero más tarde los abandonó, fundó su propia escuela y desarrolló una filosofía propia, muy valorada por filósofos posteriores como Platón («digno de veneración y tremendo a la vez», le consideraba Platón).

• Su doctrina la expuso en un Poema compuesto de hexámetros, con referencias críticas a las ideas pitagóricas, a Anaxímenes y parece que también a Heráclito. Se conservan importantes fragmentos del Poema, aunque su interpretación resulta enormemente difícil y aleatoria. El Poema tiene un proemio de resonancias míticas, donde se indica que a continuación viene una «revelación filosófica». Y el contenido se divide en dos partes: (1ª) la vía de la verdad -en la que Parménides expone su filosofía- y (2ª) la vía de la opinión, donde expone una cosmología con muchos elementos pitagóricos que considera engañosa. Sólo interesa la primera parte, algo enigmática:

A pesar de su complicación, Parménides probablemente estaba dando a entender algo relativamente sencillo: "lo que es" (el Ser) es y puede pensarse. «Lo que no es» (el no-Ser) ni es ni puede pensarse.

De una realidad única no puede surgir lo múltiple. Si sólo existía agua en un principio, ¿cómo es que han surgido muchos más elementos diferentes? El agua ni pudo originarse a partir de otra sustancia diferente ni puede transformarse en otra cosa. Lo que nunca existió, no puede surgir de golpe; y lo que de siempre ha existido no puede ser destruido. El ente -"lo que hay", el Ser, "lo que es"- es inengendrado (ingénito), indestructible, finito, compacto, homogéneo, indivisible, esférico e inmóvil. Es inengendrado e imperecedero porque de lo contrario habría que suponer que procede del no-Ser y vuelve a él; pero el no-Ser es impensable e inexistente.

Lo que hay o existe ha de ser una realidad única, individual. Tiene que ser «uno» porque si hubiera otra cosa distinta sería el no-Ser. Inmóvil, porque de moverse se encaminaría hacia el no-Ser. E indivisible, porque entre sus partes existiría el vacío (el no-Ser).

• Parece que a Parménides sólo le interesan dos conceptos contrapuestos, el Ser y el no-Ser. Tres pudieron ser los objetivos de Parménides al centrar su investigación en tales conceptos:

1º. Demoler la filosofía de sus predecesores, especialmente de los pitagóricos, mediante la negación del vacío y de la pluralidad. El cambio y el movimiento serían algo ilusorio. Ataca el dualismo pitagórico aceptando sólo una parte de los atributos del Ser en la doctrina pitagórica: limitado, uno, inmóvil.

2º. Parménides entiende por «Ser» la realidad, el mundo, y lo concibe como algo corpóreo (no distinguía entre objetos materiales e inmateriales). El mundo sería como una esfera compacta, redonda, inmóvil y eterna.

3º. Por primera vez, plantea el problema filosófico del conocimiento: la dificultad para distinguir entre verdad y apariencia u opinión. La razón -el pensamiento- sería la vía más fiable para obtener conocimiento, mientras que la opinión sería un conocimiento basado en apariencias engañosas.

®  Consecuencias:

a. Si de la unidad no puede surgir la pluralidad y estamos obligados a aceptar la existencia de una única realidad, el movimiento y la pluralidad son algo incomprensible e inaceptable para la razón humana.

b. Su insistencia en lo permanente le lleva a eliminar o rechazar el movimiento o cambio de apariencia en las cosas. Pero esto significa eliminar el conocimiento sensible, sobrevalorando la razón abstracta.

c. Semejante visión monista de la realidad es una exigencia necesaria de la razón, del lógos. Pero Parménides tiene una noción abstracta, formal, del ente o de la realidad: prescinde de todas las características que diferencian a los seres/entes reales.

[®  Zenón de Elea (490-420 a.C.) será uno de los discípulos más célebres de Parménides, sobre todo por sus famosas paradojas relacionadas con el movimiento y la pluralidad (p.ej.: si Aquiles se moviera, nunca podría alcanzar a una tortuga). Meliso de Samos, filósofo y guerrero valeroso también -derrotó a los ateniense en el 440- siguió defendiendo la filosofía de Parménides frente a la escuela pitagórica y Anaxágoras, aunque modificando algunas de sus tesis: el ser sería infinito (Parménides los consideraba finito), porque de ser finito estaría limitado en sus bordes por algo distinto, por el no-Ser o el vacío. Y debería ser incorpóreo, porque de lo contrario sería divisible en partes.]


6. Naturaleza y mecanicismo (Empédocles, Anaxágoras y Demócrito)

Los pensadores inmediatamente posteriores a Parménides vieron las consecuencias absurdas a las que podía llevar una interpretación monista de la naturaleza (poner una sola realidad como origen, sustancia y causa) impedía dar cuenta del movimiento, el cambio y la pluralidad de lo existente. Por eso surgieron filosofías pluralistas (Empédocles, Anaxágoras y Demócrito).

a) Empédocles de Agrigento (495-435 a.C. aprox.): Nació en Agrigento, una bella ciudad de Sicilia, donde debió conocer el pitagorismo, la doctrina de Heráclito y la de Parménides. Lo consideraban mago y profeta. Fue un médico famoso e intervino activamente en favor de la democracia. Su muerte está rodeada de leyenda: según algunos discípulos suyos, fue arrebatado al cielo y convertido en dios; otra leyenda asegura que se arrojó al Etna para purificarse por el fuego y penetrar en el seno de la Tierra. Escribió dos poemas: Sobre la naturaleza y Purificaciones.

• Coincide con Parménides en describir la realidad como una esfera, y lo hace en estos términos: «Igual a sí misma por todas partes y sin fin, fija en el fuerte refugio de la Armonía, está la Esfera redonda que se goza en su soledad circular. No hay discordias ni luchas indecentes entre sus miembros. Es igual a sí misma en todas direcciones y sin fin; es una Esfera perfecta, en magnífica y circular soledad y llena de alegre orgullo» (Fr. 27-28).

• Dicha esfera equivale al Ser de Parménides. Pero Empédocles sostiene que en el mundo hay movimiento y pluralidad de seres, porque, en su interior, la esfera contiene cuatro elementos mezclados que son las raíces de todas las cosas: fuego, aire, tierra y agua. Parece como si Empédocles hubiese recogido los principios aportados por cada filósofo anterior: de Tales, el agua; de Anaxímenes, el aire; de Heráclito, el fuego; y él añade la tierra. Cada uno de esos elementos es eterno e imperecedero, pero al mezclarse entre sí originan la enorme diversidad de seres que conocemos.

• Los cambios y alteraciones que se producen no son más que combinaciones de los elementos primitivos, debido a dos fuerzas cósmicas: al Amor y el Odio. Tales fuerzas rigen también el comportamiento del ser humano, por lo que Empédocles tiene una visión "trágica" de la existencia:

«Estos elementos nunca cesan de estar en movimiento. En ocasiones se unen bajo la influencia del Amor, y de este modo todo deviene lo Uno; otras veces se disgregan por la fuerza hostil del Odio [...] y tienen una vida inestable. [...]

Este mismo combate de dos fuerzas se ve claramente en la masa de los miembros de los mortales. A veces, por efecto del Amor, todos los miembros que el cuerpo posee se unifican, cuando la vida está en su fase floreciente. Pero otras veces, separados por el Odio cruel, vagan por su lado a través de los escollos del mar de la existencia» (Fr. 17 y 20).

• A partir de estas dos fuerzas, que crean procesos de unión y separación, Empédocles desarrolla una teoría de los ciclos del mundo, del Eterno Retorno. Primero reina el Amor en soledad, y la Esfera es algo único, eterno, inmóvil y homogéneo (= el Ser de Parménides), donde los cuatro elementos están mezclados. Por la acción del Odio se produce la separación, que no suele ser completa: la acción conjunta del Odio y el Amor origina el cosmos y todos los seres que contiene. Cuando triunfa el Odio, los elementos se separan completamente, y cada cosa se une con su semejante: en el centro, la tierra; en esferas concéntricas, el aire, el agua y el fuego. Finalmente, el Amor vuelve a mezclarlos a todos de nuevo y se vuelve a la Esfera, iniciándose un nuevo ciclo.

• Elabora una antropología y una teoría de la salud en el hombre que tendrá gran repercusión en la medicina griega posterior. Considera al ser humano un «microcosmos» o mundo en miniatura -puesto que contiene los cuatro elementos- y explica los procesos de conocimiento por simpatía: "lo semejante conoce a lo semejante". Las cosas producen emanaciones que penetran por los poros de la piel hasta encontrar algo semejante a ellas en nosotros («comprendemos el amor por el amor y el odio por el odio» [Fr. 109]). En el poema Purificaciones intenta revelar el destino eterno del ser humano: habla de la preexistencia del alma, de su situación en el cuerpo, de las transmigración a otros cuerpos y del camino de salvación mediante la purificación.


b) Anaxágoras de Clazomene (500-428 a.C. aprox.): Nació en Clazomene, Jonia, y vivió los primeros años de la dominación persa. Después marchó a Atenas, y fue uno de los primeros filósofos que se establecieron allí. Tuvo la amistad de Pericles, que se convirtió en uno de sus discípulos. Hasta el propio Sócrates escuchó sus lecciones, aunque algunas le decepcionaron. Tuvo que abandonar Atenas forzado por los enemigos de Pericles, y volvió a Lámpsaco (Jonia), donde murió. Sólo le preocupó el pensamiento y la teoría, y vivió ajeno a cualquier tipo de actividad política. Como meta en su vida, no tuvo otra que «vivir para contemplar el sol, la luna y el cielo». Lo mismo que Empédocles, parte de los planteamientos de Parménides, aunque sostiene tesis opuestas al monismo e inmovilismo del segundo.

Admite la pluralidad y el movimiento, los cambios y transformaciones en la naturaleza. Sostiene que todo existe desde siempre y nada nuevo puede originarse, aunque sí combinaciones diferentes de los elementos iniciales.

• Las partículas actuales proceden de una masa original especialmente compacta y maciza, sin intersticios ni separación alguna.

• Todo lo que se produce y sucede es resultado de la mezcla de innumerables elementos: «Nada viene a la existencia ni es destruido, sino que todo es resultado de la mezcla y la división» (Fr. 17). Queda así explicada la pluralidad.

• Llama a los elementos o «principios» iniciales "semillas" (sp??µata, spérmata), que son cualitativamente distintas y divisibles hasta el infinito. En cada cosa hay semillas de todas las demás y "todo participa de todo": de todas las sustancias que conocemos existen desde siempre partículas diminutas, acumuladas las de una misma clase en cada objeto natural -homeomerías en el caso del hombre-; pero en cada objeto están presentes partículas de todos los demás. Un objeto determinado puede pasar fácilmente a ser otro distinto, si llegan a predominar las semillas del segundo: en el plomo predominan las partículas de plomo, pero están presentes también las de todos los demás objetos del universo, aunque sea en cantidades mínimas.

• Explica la pluralidad de objetos e individuos en el universo y los cambios -generación de nuevos seres, corrupción y destrucción, transformación- por la mezcla o disgregación de las semillas. El universo se originó mediante un remolino o torbellino que proporcionó el movimiento inicial y las primeras fuerzas de carácter mecánico (sólo identificó el aire, el éter y otros elementos como causas). Su sistema, por tanto, se sitúa entre una concepción finalista y otra mecanicista.

• Como Parménides había hablado de una Esfera inmóvil, Anaxágoras postuló un «principio de movimiento» que diera el impulso inicial a la Esfera: le llamó «Noûs» (Entendimiento, Inteligencia, Espíritu), la causa que imprimió a toda esa masa inerte un movimiento en forma de remolino. El Noûs es algo separado, distinto, de la masa de semillas; nada lo limita y es completamente autónomo; lo conoce todo y tiene el máximo poder. Es la cosa más sutil y pura de todas.

«El Espíritu gobierna todas las cosas que tienen vida, tanto las más grandes como las más pequeñas. El Espíritu gobernó también toda la rotación, de tal manera que comenzó a girar en el comienzo. [...] Esta rotación hizo separarse las cosas. Lo denso se separa de lo raro, lo cálido de lo frío, lo brillante de lo tenebroso y lo seco de lo húmedo. Hay muchas porciones de muchas cosas, pero ninguna está separada ni dividida completamente de la otra, salvo el Espíritu» (Fr. 12).

• Fue le primero en exponer la idea de dios como principio rector del universo. Aportó elementos para una concepción del universo como resultado de una inteligencia que actúa conforme a fines, y por eso el resultado de todos los procesos naturales es siempre la obtención de la máxima perfección, belleza y armonía. A Platón y Aristóteles les entusiasmó mucho la idea de una «Inteligencia universal», pero les decepcionó el que Anaxágoras limitara su actividad a poner en marcha la Esfera, imprimiéndole un movimiento rotatorio, sin hacerle intervenir después para nada, puesto que ya son fuerzas de carácter mecánico las que explicarán todos los procesos físicos.


b) Demócrito de Abdera (aprox. 460-370): Nació y vivió en Abdera. Poco sabemos de su vida, dedicada fundamentalmente al estudio y la reflexión. Su maestro fue Leucipo, oriundo -parece- de Mileto, de cuya existencia algunos dudan, pero que otros consideran discípulo de Parménides y Zenón. Cuesta discernir los elementos aportados por Demócrito y las ideas atribuibles a Leucipo. Aunque Demócrito escribió unos 52 libros sobre Física, Matemática y Música -según Trasilo, su compilador-, todos se perdieron. Sólo nos han llegado algunos fragmentos sobre Ética, como referencias incluidas en las obras de Aristóteles y otros filósofos.

• Como Parménides, acepta la imposibilidad de que la pluralidad surja a partir de la unidad, y los rasgos que Parménides atribuye al ente: inengendrado, indestructible, inmutable, finito, compacto, homogéneo e indivisible. Pero no acepta que los átomos sólo sean esféricos (los hay de otras formas) ni su unicidad. Pretende, como hicieron Empédocles y Anaxágoras, salvar la pluralidad y el movimiento en el mundo, que percibimos por los sentidos.

«Algunos filósofos antiguos creyeron que lo que es debe ser necesariamente uno e inmóvil, pues siendo el vacío algo inexistente, no podríamos hablar de movimiento sin un vacío separador [de la materia], ni existiría una pluralidad de cosas sin algo que las separe. [...] Pero Leucipo creyó tener una teoría que, concordando con la percepción de los sentidos, no hacía desaparecer el nacimiento, la corrupción, el movimiento ni la pluralidad de seres» (Aristóteles, Sobre la generación y corrupción, I, 8, 325 a).

• Pero, a diferencia de Empédocles y Anaxágoras, admite el vacío -el "no-ser"- y niega cualquier tipo de fuerza (Amor, Odio, Noûs) ajena a la materia. Entre la multitud de realidades -átomos-, es preciso que exista algo, el vacío, pues si existen dos cosas separadas por algo, en realidad tendríamos tres cosas. Y si no hubiera separación entre ellas, serían una sola y única cosa.

«Leucipo y su compañero Demócrito sostuvieron que los elementos son tanto "lo compacto" como "lo vacío", a lo cuales llamaron "ser" y "no ser", respectivamente. El ser está lleno, es compacto y sólido; el no-ser, es vacío y sutil. Como el vacío existe no menos que lo sólido, se sigue que el no-ser existe no menos que el ser. Juntos los dos constituyen las causas materiales de las cosas existentes» (Aristóteles, Metafísica, I, 4, 985 b).

El vacío no es real si sólo consideramos real la materia que palpamos. Pero es algo real en cuanto que efectivamente existe o está presente entre dos sustancias distintas. El vacío tiene una importancia decisiva: hace posible la pluralidad y también el movimiento. Sin vacío, las partículas quedaban aprisionadas en la masa compacta de Anaxágoras. Pero gracias al vacío, los átomos pueden moverse libremente por él.

• El mundo consta de infinitas partículas indivisibles (átomos), sólidas y compactas, inmutables (cada átomo individual posee las características del «ser» de Parménides, con la diferencia de que son infinitos en número). Carecen de cualidades sensibles y sólo se distinguen entre sí por la figura y la posición. Poseen movimiento propio y espontáneo en todas las direcciones (como las partículas de polvo en suspensión iluminadas por un rayo de sol). Chocando entre sí se enganchan y unen o rebotan y se separan. A veces se originan torbellinos de átomos que dan lugar a mundos infinitos, todos ellos perecederos.

• Los choques entre los átomos son fortuitos, regidos por el azar. No obedecen a ninguna ordenación inteligente ni se orientan hacia un fin determinado. Materia, vacío y movimiento son los únicos elementos del cosmos atomista, una doctrina típicamente mecanicista.

El movimiento no se inició en ningún momento concreto, porque los átomos siempre se han movido eternamente en el vacío. Se quita así, de un plumazo, el problema del origen.

Toda forma de conocimiento se reduce al tacto o contacto. Los objetos emanan átomos (eidola, eídola) que viajan por el vacío y, al chocar con los órganos de nuestros sentidos, producen el conocimiento. Pero esto no significa que captemos las cosas tal como realmente son, pues cada uno capta de manera peculiar las cualidades de las cosas que nos transmiten los átomos. El pensamiento surge por una concentración de átomos anímicos en alguna parte del cuerpo, dotados de movimiento espontáneo. El alma son también un conjunto de átomos cuyas fuerzas mueven al cuerpo.

® Conclusión: Las teorías de Leucipo y Demócrito fomentaron un modelo mecanicista de la naturaleza, cuyas consecuencias supieron extraer bien: ninguna inteligencia trascendente rige los procesos y acontecimientos del universo; tampoco los procesos naturales tienen una finalidad inmanente que los haga inteligibles. Lo que sucede en el universo obedece a una necesidad ciega, que para el hombre no es más que azar. Después de la Edad Media, este modelo mecanicista volverá a la escena filosófica.


7. Filosofía y democracia. Los SOFISTAS

i) Nueva situación social, económica y cultural

La filosofía emigra de las colonias (Mileto, Éfeso) a Atenas. En este período los filósofos representan los intereses y preocupaciones de la democracia ateniense. Coincidiendo con su preponderancia política -Atenas no tendrá más rival político que Esparta-, se convierte en la capital de la filosofía, donde Platón establece su Academia.

• El triunfo de la democracia coincide con un período de prosperidad económica y cultural. La democracia supone:

· Igualdad política, igualdad social y gobierno del pueblo (ciudadanos, no esclavos).
· Libertad personal respecto de personas y grupos; sólo sujeción a la ley.
· La ley es el único soberano permanente, y su valor es discutido y examinado a fondo;
· Contraponen los conceptos "ley" (convencional, arbitraria y provisional) y "naturaleza" (permanente, común y universal). También discuten sobre la ley moral.
· Los estoicos descubren que también la naturaleza tiene sus leyes.

ii) Los sofistas: Son, en su mayoría, extranjeros llegados a Atenas, muy cultos y conocedores, por sus viajes, de las formas de vivir y de pensar de los demás griegos. Sus nuevas ideas despiertan entusiasmo en los jóvenes y fuerte oposición entre los de mentalidad más tradicional. Ejercieron gran influencia en pensadores contemporáneos y posteriores.

Sofista (sophistés) fue primero sinónimo de sabio (sophós). Pero después adquirió el sentido peyorativo de embaucador hábil y mentiroso (en los diálogos de Platón). Últimamente han merecido una mejor consideración: los sofistas crearon en Grecia un amplio movimiento de difusión cultural, conocido como «Ilustración griega»:

* Por ser extranjeros, no podían intervenir directamente en la política de Atenas, pero educaban a la mayoría de los políticos atenienses.

* Viajeros incansables, defendieron el ideal del panhelenismo: la unidad de todos los griegos, por su lengua común, que debería contribuir a mantener la paz y olvidar las diferencias.

* Fueron educadores a sueldo de los jóvenes «bien», con un modelo renovado de enseñanza muy amplia y puesta al día. Enfatizaban la oratoria y la erística, y enseñaban a convencer entre otras cosas para ganar pleitos en los tribunales.

* Fueron grandes oradores. Los ateniense preferían escucharles antes que asistir al teatro, y difundían sus ideas mediante sus discursos. Aunque escribieron también, apenas conservamos fragmentos suyos.

* No formaron escuela, ni tenían una doctrina común. Pero coincidían en:

Atención a los problemas prácticos: política, moral, religión, educación, lenguaje, etc., los temas más urgentes en la reciente democracia. Dieron, por tanto, un notable giro filosófico.

Actitud relativista e incluso escéptica. No sólo renunciaron a conocer la verdad sobre la naturaleza, sino también sobre los problemas del hombre y la sociedad. Sus viajes les enseñaron que no hay dos pueblos con las mismas leyes o costumbres. Por eso consideraban las leyes puramente convencionales, carentes de valor absoluto. Con ellos quedaron desfasadas las discusiones sobre los primeros principios de la naturaleza y centraron las discusiones en la oposición entre ley (convencional, arbitraria, provisional) y naturaleza (permanente, común y universal).

No son pensadores sistemáticos, ni buscaban un sistema de pensamiento deducido de principios universales. Procedían inductivamente, acumulando informaciones y datos durante sus viajes, de los que procuraban derivar conclusiones de carácter práctico. Su sed de saber era inagotable, y llegaban a ser auténticas enciclopedias andantes (polimathía).

• Tuvieron un enorme influjo en la vida de Atenas. Llevaron a cabo una aguda crítica de las instituciones e ideas tradicionales, propiciando su renovación. Pero la oratoria y el arte de la persuasión eran técnicas muy manipulables, si las utilizaban ciudadanos ambiciosos y egoístas.


1. Protágoras (481-401): Natural de Abdera (paisano de Demócrito), se hizo famoso en Atenas, pero tuvo que escapar a Sicilia acusado de ateísmo y blasfemia. Respecto a los dioses afirmaba que «no es posible saber si existen, ni cuál es su forma ni su naturaleza». Y pensaba que la vida era muy breve para afrontar con éxito un problema tan oscuro. Se metió también contra los usos y ritos religiosos, y quizás por eso le consideraron peligroso.

• Su tesis más conocida: «el hombre es la medida de todas las cosas, de las que son en cuanto que son, y de las que no son en cuanto que no son». Parecía defender, pues, un relativismo en cuestión de cualidades percibidas y valores.

• Puede considerarse un relativista cultural: cada pueblo tiene costumbres y leyes diferentes, y cree que las suyas son las mejores. La ley, por tanto, no es algo basado en la naturaleza, sino invención de los legisladores. Existe por convención, y es siempre modificable.

• Eso no significa que cualquiera pueda violar la ley cuando quiera, sino que debemos mantener en lo posible las leyes que poseemos, porque cualesquiera otras serán también convencionales.

• Defiende el valor de la cultura como algo que necesita el hombre para sobrevivir -es un ser desvalido- y que le diferencia de los animales. Pero se necesita además el sentido de la justicia y la virtud política, sin las cuales sería imposible la vida en la ciudad.


2. Gorgias (483-374): Natural de Leontinos (Sicilia), pronto abandonó la filosofía para dedicarse a la oratoria. En su tratado Acerca de la naturaleza o del no-ser, afirma:

• Intenta demostrar que no coinciden la realidad, el pensamiento y la palabra, destruyendo así las tesis fundamentales de la filosofía eleata -la identidad entre el ser y el pensar-.

Renunció al conocimiento objetivo para dedicarse a la oratoria, en la que destacó notablemente como maestro y teórico.

Extiende su relativismo a la ética. Por eso piensa que la seducción, la ilusión y el engaño quedan justificados en la oratoria y en el teatro: actor y orador han de ser maestros de seducción.


3. Hipias de Elis (auténtica enciclopedia andante):

• Consideró la ley convencional y, además, contraria a la naturaleza.
• Defendió la autonomía y autarquía del individuo y su derecho a rebelarse contra las leyes, porque siempre oprimen a los más débiles.
• Recomendaba una vuelta a la naturaleza, pues la vida en sociedad va contra la naturaleza.

4. En la misma línea, Licofrón declaró la igualdad natural de todos los hombres, y consideraba injustificable la aristocracia de nacimiento.

5Alcidamante sostuvo que la naturaleza no ha hecho a nadie esclavo, y parece que por entonces se inició un movimiento de emancipación cultural y social de la mujer.

6Critias, discípulo de Sócrates y pariente de Platón, fue un enemigo acérrimo de la democracia -un tirano-. Elaboró una teoría personal sobre el origen de la religión, según la cual la religión surgió como «invento de un hombre astuto y prudente» para someter los hombres a las leyes por el temor.

 

8. SÓCRATES (469-399 a.C.)

    Ateniense, perteneció a una familia modesta (padre escultor y madre comadrona) y nunca quiso dedicarse a la política ni salir de su pobreza. Su figura continúa rodeada de misterio y admiración, pues no escribió nada y los testimonios que nos llegan son contradictorios (Aristófanes y Jenofonte que lo ridiculizan como a un sofista más, por un lado; por otro, Platón y Aristóteles que lo ensalzan y reconocen su valía). Según Aristóteles:

No escribe libros, renuncia a la oratoria, no cobra a sus discípulos. Y no presume de sabiduría. Le dijeron que la pitonisa había dicho que no existía un hombre más sabio que él, pero él lo interpretó diciendo que quien cree que no sabe nada es quien más cerca está de la sabiduría, no los que creen que todo lo saben. Era un hombre impulsado por su interior a buscar la verdad, y dedicó toda su actividad a examinarse a sí mismo y a los demás respecto al bien del alma, la justicia y la virtud en general. Pensaba que la vida sin este tipo de reflexiones no merecía ser vivida. Se comparaba a sí mismo con un tábano que aguijonea a los demás para que no se duerman y presten atención a la virtud.

• Fue condenado a muerte acusado de corromper a la juventud, de no dar culto a los dioses en los que todos los demás ciudadanos creían y de introducir dioses o demonios extraños. Pero el verdadero motivo quizás tuvo que ver con su escasa simpatía hacia la democracia y con el hecho de que había sido el maestro de violentos tiranos, como Alcibíades y Critias.

• El problema sobre su doctrina: conocemos lo que dijo sólo a través de las palabras que Platón pone en sus labios. Por eso es muy difícil distinguir lo que dijo Sócrates de lo que le atribuyó Platón. Podrían, no obstante, apuntarse las ideas siguientes:

[1] Decepcionado de los planteamiento de los primeros filósofos -sobre la naturaleza, el cosmos, etc.- decidió dedicarse a reflexionar sobre sí mismo y sobre la vida del hombre en la ciudad. Pensaba que de los seres y objetos de la naturaleza nada podía aprender; sólo de los hombres que viven en la ciudad. Se dio cuenta de que en su momento lo más importante eran los problemas éticos.

[2] Entiende la filosofía como un diálogo que hace posible la búsqueda colectiva de la verdad. Estaba convencido de que cada hombre posee dentro de sí una parte de la verdad, pero a menudo sólo puede descubrirla con ayuda de los otros. Rechazaba, por tanto, que alguien posea ya la verdad y que ésta pueda ser encontrada de forma individual.

[3] Su método consistía en hacer preguntas que hagan descubrir al otro su propia ignorancia. Agobiado por las preguntas de Sócrates, el que se creía listo acababa reconociendo que no sabía nada. A partir de este momento recurría a su estrategia mayeútica (lit.: "arte de la comadrona", su madre), intentando que el otro llegue a descubrir la verdad por y en sí mismo.

[4] Sócrates no enseñó ni dictó doctrina propia alguna, ni parecía tenerla: sólo ayudaba a los demás a pensar, y buscaba la verdad con ellos. Semejante modestia y búsqueda en común contrastaban con el individualismo y autosuficiencia de los que hacían gala los sofistas.

[5] Con su método, Sócrates pretendía ir construyendo definiciones, cuya formulación debía encerrar la esencia inmutable o cualidades permanentes de lo estudiado o investigado. Se oponía así al convencionalismo y relativismo de los sofistas, inaugurando la búsqueda de esencias en Filosofía.

[6] La estrategia de Sócrates para, mediante la mayeútica, llegar hasta la definición verdadera, era inductiva: del análisis y examen de casos particulares se llegaba a una generalización que nos diese la definición buscada. Sin embargo, su búsqueda en el ámbito de la moral no tuvo, aparentemente, mucho éxito.

[7] Centró toda su atención en los problemas éticos, en examinar cuál era la esencia de la virtud y cómo enseñarla. A su doctrina se le conoce como «intelectualismo ético», y defiende que el saber y la virtud coinciden: sólo el ignorante actúa malvadamente, pues si conociera el bien se comportaría moralmente. [Después Aristóteles criticaría fuertemente este planteamiento.]

[8] Defendía Sócrates una especie de utilitarismo moral: lo bueno es lo moralmente útil, y todo el mundo busca la felicidad y la utilidad. Por tanto, la virtud consiste en discernir qué es lo más útil en cada caso. Y este tipo de saber útil puede ser enseñado (nadie es bueno y virtuoso por naturaleza).

Tras la muerte de Sócrates (399), sus discípulos se dispersaron y originaron numerosas escuelas filosóficas. Pero fue en la Academia, fundada por Platón, donde se desarrollaron los aspectos científicos y psicológicos de las ideas y estilo socrático, sobre todo el ideal de precisión y rigor en el hallazgo de la definición y los conceptos.

Entre todas ellas destacó la escuela cínica, fundada por Antístenes (445-365), discípulo de Gorgias y de Sócrates. Enseñó en Atenas en un gimnasio llamado «sepulcro del perro» (Kynosargés), de donde les viene el nombre de cínicos (perros). Sólo admitía lo que podía ser percibido por los sentidos (individuos y objetos, pero no ideas) y defendió una ética de la autosuficiencia y la independencia. Propagó el ideal de la vida natural y el cosmopolitismo, quitando todo valor al Estado y a la familia. Según Antístenes, para el sabio no hay patria, ni familia ni leyes, ni diferencias de clase.

Muy cercana a los cínicos estaba la escuela de Cirene, fundada por Aristipo de Cirene (435-360), discípulo de Protágoras y luego de Sócrates. Defendió una moral hedonista: la sensación es la única fuente de conocimiento, y su valor es subjetivo, relativo. Es la única guía con que cuenta el ser humano. El fin de la moral es buscar las sensaciones agradables, inmediatas y principalmente corporales, aunque la elección de los placeres debe estar guiada por la razón (influjo de Sócrates). Rechazaban todos los convencionalismos sociales.