Macartismo
gay
Por
Ignacio SÁNCHEZ CÁMARA
En ABC digital 8.IV.2002
Hemos asistido a una nueva campaña contra un libro, a un nuevo
atentado contra la libertad de expresión y de cátedra. El profesor de
Sociología de la Universidad de Valencia, José Pérez Adán, ha sido puesto
en el ojo del huracán homosexual por unos párrafos contenidos en un libro de
texto en el que afirma que la homosexualidad «es consecuencia en la mayoría
de los casos de una mala educación afectiva». El contenido del libro ha sido
denunciado por ser «abiertamente homófobo».
La denuncia sólo es legítima si se basa en argumentos y no propugna la
rectificación del libro o su retirada como texto universitario. Mas no parece
que lo de «abiertamente homófobo» rebase la condición de exabrupto o
descalificación. Ni entro ni salgo en si sus afirmaciones son o no correctas.
Me limito a defender su derecho a sostener lo que le parezca verdadero u
oportuno. Si se trata de afirmaciones científicas o de hecho deben ser
combatidas con otras de la misma naturaleza. Si se trata de juicios de valor u
opiniones habrá que oponerles otros. Pero no la intolerante terapia del
silencio o de la rectificación forzosa. Según estos progresistas cazadores
de brujas habría tal vez que destinar a la pira pública todo escrito que no
considere la homosexualidad como el resultado de una libre y voluntaria
opción sexual.
Son muchas las coartadas para disfrazar de otra cosa lo que no es sino
fanatismo, intolerancia y agresión a la libertad de opinión. En este caso,
se invocará el respeto a los derechos de los homosexuales. Pero sin éxito.
La libre investigación científica y la libertad para expresar valoraciones y
opiniones no pueden quedar limitadas por los prejuicios ideológicos, por más
que se enmascaren con el ropaje de la dignidad ofendida. Ignoro si el citado
profesor tiene o no razón, pero tiene todo el derecho a decir lo que quiera.
Sorprenden, por otra parte, los agravios comparativos. Quienes defienden, por
ejemplo, la castidad o la fidelidad conyugal tienen que padecer, en nombre de
la tolerancia, todo tipo de ataques o de burlas.
Sólo tienen bula aquellos a quienes el progresismo oficial otorga la
condición de agraviados. Es la tolerancia unidireccional. No se puede negar
que estemos ante un problema de libertad de expresión, cuando se intenta
imponer la rectificación de un escrito o su retirada como libro de texto. Si
se trata de un producto de baja calidad intelectual, es a la comunidad
científica y académica a la que le incumbe su crítica, mas nunca su
censura. Dictaminar las tesis que se pueden o no defender públicamente es
siempre un atentado contra la libertad de expresión. La reducción del
adversario al silencio es siempre síntoma de debilidad intelectual.
Gentileza
de http://www.arvo.net/
para la BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL