Articulo III

EL TIEMPO FISICO

 

TESIS 14.- El tiempo físico, según que es una duración sucesiva, existe en las cosas con independencia de cualquier acto de nuestra mente; pero según que es mensurable, depende del acto de la mente numerante, y bien se define por Aristóteles como "el número del movimiento según 'prius et posterius' (la anterioridad y la posterioridad)".

 

260.- Nexo.- El tiempo tiene un gran parentesco con el movimiento, por ello, después de haber tratado del movimiento, hemos de ocuparnos del tiempo. El tiempo puede ser físico y absoluto; y el físico puede considerarse en sentido meramente ontológico, o también en cuanto que es mensurable. En este artículo vamos a tratar del tiempo físico, tanto según lo que es en sí mismo, en sentido ontológico, cuanto según que es mensurable, y tal como Aristóteles lo ha definido; En la tesis siguiente, nos ocuparemos del tiempo absoluto.

 

261.- Nociones.- El tiempo, considerado en sentido ontológico, es una duración sucesiva. La duración viene a ser como su género, o más bien, como su razón común, y el hecho de ser sucesivo es como la diferencia esencial que constituye al tiempo. Se dice que es tísico, porque es una afección de las cosas corporales, y no algo separado de los cuerpos que duran.

 

Así pues, como quiera que el tiempo físico ontológico es una duración sucesiva, convendrá recordar brevemente las nociones expuestas en ontología, relativas a la duración.

 

La duración es la permanencia de una cosa en el ser o en la existencia. Es, por tanto, propia de la cosa existente, y tanta es la diversidad de las duraciones como lo es la de las cosas existentes.

 

Así pues, la duración se divide, en líneas generales, en creada e increada. La increada es propia de Dios, y equivale a la eternidad. Esta es una duración sin principio ni fin, ni tampoco sucesión alguna. La creada es la propia de las criaturas.

 

Por su parte, la duración creada puede ser permanente y sucesiva. Permanente es la duración de la cosa que posee un ser permanente, porque no adquiere ni pierde nada de sí misma. Sucesiva es la duración del ser sucesivo, teniendo en cuenta que el ser sucesivo es sólo el movimiento sucesivo.

 

La duración permanente puede ser el "evo" o un instante de tiempo discreto. El "evo" es la duración de la cosa incorruptible, p. e., de un ángel o de la materia prima. El instante de tiempo discreto es la duración permanente de una cosa corruptible, p. e., la duración del acto espiritual inmanente, que se denomina de modo especial instante angélico; y la duración de cualquier substancia corporal, mientras dura sin que se corrompa.

 

Las substancias corporales se hallan bajo el tiempo, pero no son ellas mismas tiempo, ya que no tienen ser sucesivo.

 

La duración sucesiva es la del ser sucesivo, cuyas partes no se dan juntas, sino una después de otra, de suerte que, al perecer una, deba sobrevenir inmediatamente la otra sin interrupción. Tal duración sucesiva es lo que se denomina tiempo.

 

De aquí que el tiempo es una duración sucesiva, cuyas partes no se dan juntas, sino una después de otra, sin interrupción. Y este tiempo se llama físico, ya que es una afección real y física de la cosa corporal.

 

262.- Divisiones del tiempo. El tiempo se divide, en primer lugar, en intrínseco y extrínseco. Tiempo intrínseco es la duración de un movimiento sucesivo. Por tanto, existen muchos tiempos intrínsecos, pues cada movimiento posee su propio tiempo, y unos tiempos son simultáneos y otros sucesivos; son simultáneos los tiempos que corresponden a los cuerpos que se mueven a la vez, como cuando corren juntos varios corredores; son sucesivos los tiempos de los cuerpos que no existen a la vez, como el tiempo de Cicerón y el de Nerón.

 

Extrínseco es el tiempo intrínseco de un cuerpo; tiempo intrínseco que se toma como medida de los tiempos restantes: y así, la duración intrínseca del movimiento de rotación de la tierra en torno a su propio eje, es el tiempo extrínseco por el que medimos, de ordinario, todos los demás tiempos.

 

Este tiempo extrínseco puede ser particular y universal. Particular es el que se toma como medida en un caso particular: p. e., la recitación de un Credo puede tomarse como la medida del tiempo que invierte el sol en su puesta: desde que parece tocar el horizonte hasta quedar oculto por completo. Universal es el tiempo que se toma como medida para todo movimiento, como la misma rotación de la tierra en torno a su eje, o también su movimiento de traslación en torno al sol.

 

263.- En segundo lugar, el tiempo puede dividirse en espiritual y corporal o físico. Tiempo espiritual es la duración sucesiva del movimiento local del puro espíritu; pues tanto el alma como el ángel pueden mudarse localmente, y ello con un movimiento que sea recibido intrínsecamente dentro de la substancia espiritual; ahora bien, una tal mutación sucesiva constituye una duración sucesiva, o tiempo. El tiempo corporal o físico es la duración sucesi­va del movimiento corporal, p. e., la duración del movimiento local de un cuerpo.

 

264.- En tercer lugar, el tiempo puede dividirse en real, posible y absoluto. Tiempo real o físico es la duración del movimiento realmente existente. Tiempo posible es la duración de un movimiento posible que todavía no es. Tiempo absoluto es la duración sucesiva que prescinde de un sujeto que dure sucesivamente, y se concibe como una línea infinita, necesaria, absolutamente uniforme, y de cuya realidad hablaremos posteriormente.

 

El tiempo real físico puede considerarse en sentido mera mente ontológico, según lo que es en sí mismo, o también en cuanto que es mensurado o mensurable por el acto de nuestra mente. Considerado ontológicamente, es lo que ya hemos definido, a saber: la duración de un ser sucesivo, o duración del movimiento; y el tiempo en cuanto mensurable, es el mismo tiempo o duración sucesiva que connota el acto de la mente que, compara, o que puede comparar dicha duración con la unidad, y que cuenta cuántas veces contiene la unidad; como cuando decimos: tres horas, etc. Y es este tiempo, en cuanto mensurable, el que definió Aristóteles diciendo: "tiempo es el número del movimiento según 'prius et posterius' (la anterioridad y la posterioridad)"; vamos ahora a explicar esta definicion.

 

265.- Número es una colección de unidades, o una multi­tud mensurada o mensurable por el "uno", o lo que es lo mismo, la multitud comparada con la unidad, para saber cuantas veces dicha multitud contiene la unidad. Por lo que aparece de qué manera el número siempre contiene una connotación o referencia al acto del alma que numera actualmente, o que puede numerar.

 

El número puede ser numerante y numerado. Número numeran te es el número abstracto que se aplica a las cosas concretas, como tres, ciento, etc. Número numerado o mensurable es la misma multitud mensurada por la unidad, o que puede mensurarse. En la definición de tiempo, el. número no es numerante, sino numerado o numerable.

 

Movimiento: es la misma cosa numerada. Pues de la misma manera que unas veces se numeran las piedras, los árboles, los hombres, etc., así ahora procedemos a numerar el movimiento. Por su parte, en el movimiento se numeran las partes, que no son proporcionales, sino sólo alícuotas; y no unas partes ya hechas o divididas, porque entonces dichas partes constituirían distintos tiempos, pero no un solo tiempo. Y así, el tiempo será el número actual o posible de rotaciones completas de la tierra en torno a su eje, o el número de horas.

 

266.- Según "prius et posterius". Estos términos significan, en sentido negativo, que las partes del movimiento no existen juntas; en sentido positivo, significan que las partes del movimiento existen una tras otra, sin interrupción alguna.

 

Cabe objetar: Si las partes se dan una tras otra, el tiempo que ha de definirse, entra en la definición, porque al decir "tras otra", damos a en­tender que ello ocurre sucesivamente, es decir: en el tiempo.

 

Respuesta. 1.- Según "prius et posterius", no se dice por comparación a la duración o movimiento, porque así lo definido entra efectivamente en la definición; sino por comparación a las partes del espacio recorrido, las cuales se hallan próximas o distantes respecto de un punto del espacio, que puede designarse como comienzo de la computación.

 

Respuesta.-2.- Tal vez no se incurre en un vicio tan grande cuando se hace entrar lo definido en la definición de las nociones primitivas y suma­mente conocidas.

 

Por tanto, tenemos dos definiciones del tiempo. La primera: el tiempo es una duración sucesiva y continua, y así se define el tiempo en sentido ontológico; la segunda es: el tiempo es el número del movimiento según "prius et posterius", y así se define el tiempo como mensurable.

 

Estado de la cuestión.- Preguntamos, por tanto, si el tiempo físico, tomado en sentido ontológico, existe independientemente de la consideración de la mente, y si la definición del tiempo físico en cuanto mensurable, ha sido bien expresada por Aristóteles.

 

267.- Opiniones.- La primera opinión niega la realidad del tiempo físico, al igual que niega la realidad del movimiento, como ya dijimos al tratar del movimiento.

 

La segunda opinión afirma que el tiempo no existe sino con dependencia del acto del alma, por la razón de que el tiempo es el número del movimiento, y el número siempre procede del alma. Lo cual puede entenderse de dos maneras: unos pretenden que el tiempo no existe más que mientras es numerado por una mente; otros, en cambio, sostienen que el tiempo ya existe, si se da un movimiento numerable, que connota o dice referencia a alguna mente por la que pueda ser numerado, aunque de hecho nadie lo numere; y este parece haber sido el sentido intentado por Aristóteles.

 

La tercera opinión enseña que el tiempo existe con independencia de la consideración de la mente, y con independencia también de la connotación o referencia a cualquier acto de nuestra mente.

 

268.- Por último, la cuarta opinión distingue de la manera que lo hemos hecho en la tesis: y sostiene que el tiempo físico considerado en sentido ontológico, y según que es una duración sucesiva, existe "a parte rei" con independencia de cualquier acto de la mente numerante y de cualquier connotación respecto de él; pero en cuanto que el tiempo es mensurable, esta opinión dice que no existe adecuadamente "a parte rei", porque debe incluir, por necesidad, el acto de la mente que numera o que puede numerar, sino que solo existe fundamentalmente;. fundamento que lo constituye la duración sucesiva continua, y ésta sí que se da en las cosas con independencia de la consideración de la mente y de la numeración. Esta será también nuestra opinión.

 

Por tanto, nuestra tesis, tiene tres partes: la primera es que el tiempo físico, en cuanto duración sucesiva, existe "a parte rei" con independencia de cualquier acto del alma; la segunda es que el tiempo físico, en cuanto mensurado o mensurable, sólo existe fundamentalmente "a parte rei"; la tercera parte es que el tiempo, en cuanto mensurado o mensurable, ha sido bien definido por Aristóteles.

 

269.- Prueba de la tesis.- I P. El tiempo físico, tomado en sentido ontológico, en cuanto que es duración sucesiva, existe en las cosas con independencia de cualquier acto de la mente.

 

Existe realmente y con independencia de cualquier acto de nuestra mente la duración sucesiva; es así que, a semejante duración todos la llaman tiempo; luego, existe el tiempo con independencia de cualquier acto de nuestra mente.

 

La Mayor: pues existe el movimiento continuo y sucesivo: y así, su duración ha de ser una duración sucesiva, y no permanen­te.

 

La menor: á) Pues algún nombre es preciso dar a semejante duración, y todos le dan el nombre de tiempo. b) Ello también se pone de manifiesto por el modo de hablar: cuando alguien no se da cuenta de una mutación sucesiva, se dice que no se ha dado cuenta del tiempo; y cuando se da cuenta de dicha mutación sucesiva p. e., el recorrido de las agujas de un reloj, percibe el tiempo, dándose cuenta de que es, p. e., muy largo. Asimismo, cuando una cosa apenas ha sufrido mutación alguna, los hombres dicen que no ha pasado el tiempo por ella; y cuando la cosa se ha deteriorado en gran manera, dicen, por el contrario, que la cosa en cuestión se ha quedado, o aparece, muy vieja. Es evidente, por tanto, que los hombres llaman tiempo a tal mutación sucesiva.

 

Cabe objetar: Si el movimiento es sucesivo y pasa, no permanece, y por tanto, tampoco dura.

 

Respuesta: el movimiento permanece en el ser que es propio del mismo; ahora bien, el ser propio del movimiento es sucesivo, porque una parte existe después de otra, sin interrupción alguna; luego también su du­ración ha de ser sucesiva.

 

270.- II P. El tiempo físico, en cuanto que es algo mensurado en acto o en potencia, no existe formalmente fuera de la mente, sino sólo fundamentalmente.

 

A) No existe formalmente: en efecto, el tiempo, en cuanto que es mensurado en acto o en potencia, incluye el acto del alma que lo compara con la unidad, para ver cuántas veces el tiempo en cuestión contiene la unidad; es así que, esto incluye esencialmente el acto del alma que numera o puede numerar, y este acto no  existe fuera de la mente; luego, el tiempo mensurado en acto o en potencia, no existe formalmente fuera del alma.

 

B) Sino que existe sólo fundamentalmente. Pues el tiempo físico, en cuanto que es fundamento de la medida, no. es más que la duración sucesiva; es así que, la duración sucesiva existe en las cosas con independencia del acto de la mente; luego, el tiempo, en cuanto mensurado mensurable, fundamentalmente existe en las cosas con independencia del acto de la mente.

 

271.- III P. El tiempo, en cuanto que es mensurado en acto o en potencia, ha sido bien definido por Aristóteles como número del movimiento según "prius et posterius".

 

Pues las propiedades de una buena definición son: que sea breve, clara, conveniente a todo y solo lo definido, y realizada mediante el género y la diferencia, o de modo semejante; es así que la definición aristotélica del tiempo en cuanto mensurable, se comporta de esta manera; luego, la definición aristotélica del tiempo en cuanto mensurable, es buena.

 

La Mayor consta. Prueba de la menor: a) Es breve, como fácilmente se puede ver. b) Es clara, al menos después de la explicación de sus términos. c) Conviene a todo y solo lo definido: pues no hay ninguna cosa a la que, si no le conviene dicha definición, pueda ser el tiempo en cuanto mensurable; o a la que, si le conviene la definición, no sea el tiempo en cuanto mensurable.

 

272.- Objeciones.- (En contra de la definición aristotélica del tiempo).

 

1.- El tiempo es más claro que la definición; luego la definición no es correcta.

 Distingo el antecedente: En cuanto a la cuestión "an sit", concedo; en cuanto a la cuestión "quid sit", niego. Contradistingo el consecuente.

 

2.- La otra definición: el tiempo es una duración sucesiva, resulta mucho más clara; luego no es preciso defender con tanto empeño la definición de Aristóteles.

 

"Transeat" el antecedente: pero por tal definición no se define el tiempo en cuanto mensurado o mensurable, tal como ocurre en la definición de Aristóteles, sino tomado en sentido ontológico. Hemos dicho "transeat", porque, en verdad, no es más correcta que la definición aristotélica; pues si hay que explicar que se entiende por duración sucesiva, es preciso decir que es la que tiene partes que no se dan simultáneamente, sino una después de otra: y así, de nuevo el tiempo debe entrar en la misma definición del tiempo.

 

273.- 3.- El tiempo no es más que la suma o el número de "cuandocaciones" (entendemos por "cuandocación" la fijación de una cosa en un tiempo concreto, al igual que por "locación" entendíamos su fijación en un lugar igualmente concreto); es así que, la "cuandocación" puede darse en una cosa permanente; luego, el tiempo no es más que la suma de cosas permanentes.

 

Niego la Mayor. Pues la "cuandocación" es la duración que connota el tiempo absoluto con el cual coexiste, y por el que prácticamente viene a ser mensurada; pero el tiempo puede existir y concebirse sin ninguna connotación al tiempo extrínseco absoluto.

 

4.- El tiempo es el número del movimiento; es así que, el número es algo discreto, y no continuo; luego, el tiempo no es continuo (o si es continuo, no puede definirse como número).

 

Distingo la Mayor: es un número abstracto, niego; concreto, subdis­tingo: aplicado al continuo, concedo; aplicado a cosas discretas., niego; contra­distingo la menor: abstracto, concedo; concreto, subdistingo: si se aplica al - continuo, niego; si se aplica a cosas discretas, concedo. El número concreto puede aplicarse al continuo, como cuando decimos que un camino mide diez kilómetros, o a cosas discretas, como cuando decimos que hay diez hombres.

 

274.- 5.- El mundo existe en el tiempo; es así que, no existe en el número; luego, el tiempo no es el número del movimiento. Distingo la Mayor: existe en el tiempo ontológico, concedo; existe en el tiempo mensurado, tal como lo define Aristóteles, subdistingo: en el tiempo mensurado, tomado en sentido formal, niego; tomado en sentido fundamental, concedo; concedo la menor; contradistingo el consecuente: el tiempo, tomado en sentido ontológico, concedo; en cuanto que es mensurado, niego.

 

El mundo existe en el tiempo ontológico, o mejor, tiene un tiempo ontológico, que es una duración sucesiva; pero no existe en el tiempo mensurado, formalmente tal, sino sólo fundamentalmente.

 

6.- El día es un tiempo; es así que el día no es un número; luego, el tiempo no es un número.

 

Concedo la Mayor; distingo la menor: el día, en cuanto que es una duración, "simplíciter" no es un número, concedo; en cuanto que es una duración mensurada o mensurable, subdistingo: no es un número abstracto, concedo; concreto, niego; distingo el consecuente.

 

7.- El tiempo es también el número del reposo; luego, no es el número del movimiento. El antecedente: pues también decimos: tal persona ha dormido o reposado tantas horas.

 

Niego el antecedente; en cuanto a la prueba aducida, distingo el aserto: y entonces numeramos propiamente el reposo, niego; numeramos el movimiento con el cual coexiste dicho reposo, concedo.

 

275.- 8.- (El tiempo no es una duración sucesiva). La duración sucesiva implica contradicción; luego; mal se define el tiempo corno duración sucesiva. El antecedente: porque si es duración, ha de ser permanencia en el ser; y si es sucesiva, no es permanencia en el ser, sino que es el paso y transcurso del ser.

 

Niego el antecedente; en cuanto a la prueba aducida, distingo el aserto: es permanencia en el ser, según la índole de cada ser, concedo; es permanencia de sólo el ser permanente, niego. Ahora bien, hay un determinado ser cuya existencia es sucesiva, y este es el movimiento; luego, su duración necesariamente ha de ser también sucesiva.

 

9.- El tiempo consta de instantes indivisibles; luego, no es continuo, como pretende la definición de Aristóteles. El antecedente: pues en el tiempo no existe otra realidad más que la que se hace presente en un momento determinado, y pasa del futuro al pretérito; es así que,. lo que es presente, necesariamente ha de ser un instante. indivisible (porque de lo contrario, estarían presentes varias partes simultáneamente, lo que ya no es tiempo, sino espacio); luego, el tiempo no tiene más que elementos indivisibles.

 

Esta es, efectivamente, una grave aporía, que hemos de resolver en el artículo siguiente. Baste decir, por el momento, que el tiempo no es presente por algo "de si", sino que sólo "pasa" a través de cosas presentes; y así, - no consta de elementos indivisibles, sino que fluye continuamente.

 

Se dan otras explicaciones, que no aprobamos. La primera dice que el tiempo no es presente más que por elementos indivisibles; lo que equivale a decir que el tiempo mismo no pasa por ninguna realidad "de sí mismo", sino que sólo "pasan" los elementos indivisibles. Crítica: Si el tiempo no "pasa" a través del presente, sino que sólo son los indivisibles los que "pasan", no existen más que dichos elementos indivisibles; ahora bien, el tiempo nunca ha esta­do en la existencia, ni ha "pasado" por dicha existencia.

 

La segunda solución, que tampoco podemos aceptar, dice que el tiempo "pasa", sí, a través del presente, no en razón de si mismo, sino en razón de los elementos indivisibles. Pues dicen que los indivisibles son de tal naturaleza, que un solo indivisibles hace existir varias partes sucesivas de tiempo. Pero esto no puede admitirse. Pues esto equivaldría a decir, o que las partes sucesivas están presentes simultáneamente, como está presente el mismo instante indivisible, lo que es absurdo; o equivaldría a decir que sólo existen los instantes presentes, no el tiempo.

 

Ya hemos indicado cuál es nuestra solución: no está presente ninguna parte del tiempo, porque no hay ninguna parte designable que puede decirse hecha; las partes sólo se hacen, pasan, devienen, según ha quedado expuesto por Suárez (DM d.50 s.9 n.21-23).

 

Articulo IV

CUESTIONES DIVERSAS SOBRE LA DURACIÓN,

EL TIEMPO Y EL MOVIMIENTO

 

276.- 1.- Una cosa es existir con el tiempo, otra existir en el tiempo, y otra existir a la manera del tiempo. Existir "con el tiempo" es existir a la vez que las cosas que se hallan so metidas al tiempo, aunque la cosa en cuestión no se vea afectada por el. Así, Dios existe con todos los tiempos, y sin embargo no existe en el tiempo. Existir "en el tiempo" es verse afectado intrínsecamente por el tiempo, o por el movimiento. Y así, la substancia permanente, mientras no se corrompe p. e., un diamante, si se mueve, existe en el tiempo, en cuanto sujeto que se ve afec­tado por el movimiento, o por el tiempo. Existir como tiempo, es existir en forma continua y sucesiva, lo que es propio tan sólo del movimiento.

 

277.- 2.- Duración y existencia. Aserto 1. La duración se identifica realmente con la existencia que no cesa. Pues aunque consigamos suprimir por un esfuerzo de la mente, todo lo que es distinto de la existencia, y sólo retengamos la existencia que no cesa, decimos que la cosa dura; luego la duración consiste realmente en la existencia, y no en cualquier otra cosa realmente distin­ta

 

Sin embargo, la duración se distingue de la existencia, con distinción de razón. En efecto, la existencia solamente dice existir fuera de la nada, sin connotar si la cosa existía con anterioridad, o no. Por el contrario, la duración es la misma existen­cia, pero connotando que la cosa anteriormente ya existía, o que - no. comenzaba a existir en el momento que se considera al decir que dura.

 

278.- 3.- La "cuandocación".

 

Aserto 2. La "cuandocación" no se distingue realmente de la cosa "cuandocada", sino sólo con distinción de razón.

 

Nociones.- "Cuandocación" es aquello por lo que la cosa se dice que existe en este o en aquel tiempo, mejor que en otro p. e., en el siglo V o en el XX, mejor que en siglo XVII; o, de modo semejante, en tal hora o en tal otra. Y preguntamos si la formalidad a la que se debe que la cosa exista en tal o cual tiempo, es distinta realmente de la existencia o realidad de la cosa "cuandocada".

 

P. De San sostiene que la "cuandocación" se distingue realmente de la cosa "cuandocada", como un modo de ella, de la misma manera que la ubicación se distingue realmente de la cosa ubicada, como modo también de ella. Efectivamente, de la misma manera que la cosa ubicada está "aquí" o "allá" mediante un modo realmente distinto, así también la cosa "cuandocada" existe en este tiempo o en aquel, mediante un modo realmente distinto de la cosa "cuandocada".

 

Suárez, en cambio, afirma que la "cuandocación" es la existencia misma de la cosa, en cuanto que connota la existencia de tal tiempo extrínseco con el que coexiste. Así, Cicerón estuvo "cuandocado" en el siglo I antes de Cristo, no por una realidad añadida a su propia entidad, sino por el hecho de haber existido con tal coyuntura del mundo. Si ahora existiera, se hallaría "cuandocado" en este siglo, no por una realidad añadida a su propia realidad, sino por una denominación tomada de las actuales coyunturas del cielo y de la tierra: en otras palabras, la "cuandocación" se habría cambiado, no por algo añadido a su entidad, sino por el cambio o mutación de los eventos o circunstancias celestes, que constituyen la medida del tiempo. Y esta opinión nos parece preferible.

 

Prueba de la tesis.- I P. La "cuandocación" no se distingue realmente de la cosa "cuandocada", o de su existencia. Prueba. La "cuandocación" no es más que la denominación tomada de la coexistencia de una cosa con el tiempo que suele tomarse como medida. Ahora bien, para que varíe la coexistencia de dos cosas, no es preciso que se cambien intrínsecamente los dos extremos, sino basta que se cambie uno solo. Pero en la "cuandocación" sabemos que, por necesidad, se cambia intrínsecamente un extremo la coyuntura de los cielos, del sol y de la tierra; luego, por el solo cambio de dicho extremo se explica con suficiencia la denominación que corresponde a la "cuandocación", aunque en la cosa "cuandocada" no se introduzca ningún cambio perteneciente a dicha "cuandocación".

 

II P. No obstante, la "cuandocación" se distingue, con distinción de razón, de la cosa existente. En efecto, existente dice sólo existir fuera de la nada, pero no dice en qué siglo existe; y la "cuandocación" es la misma existencia de la cosa "cuandocada", pero connotando algo extrínseco, como son las coyunturas de los cielos, que constituyen la medida extrínseca de los tiempos. La relación de "cuandocación" o de coexistencia se cambia, no en virtud de un cambio de la cosa "cuandocada", sino por el cambio extrínseco del tiempo mensurante, o al menos, del tiempo que transcurre.

 

Por lo que se refiere a la comparación con la ubicación, niego la paridad: pues en la ubicación, la cosa ubicada cambia su ubicación, aunque las restantes cosas permanezcan en reposo y sin cambio alguno, y por ello la ubicación es algo intrínseco a la cosa; mientras que en la "cuandocación", la cosa "cuandocada" puede existir en diversos tiempos, sólo por el hecho de que los tiempos coexistentes con ella sean distintos, aunque la cosa "cuandocada" ,no tenga nada distinto de su existencia y realidad.

 

279. 4.- Comparación del tiempo físico con el movimiento.

 

Aserto 3. El tiempo no se distingue del movimiento con distinción real, sino sólo con distinción de razón.

 

Opiniones.- La primera sostiene que el tiempo se distingue realmente del movimiento, como un modo del mismo; así, Capréolo, los complutenses, Rubio, Toledo, De San (Urráb., 1903).

 

La segunda dice que no se distingue con distinción real, sino sólo con distinción de razón. Así, Suárez, Vázquez, Mastrio, Urráburu. Y esta será también nuestra opinión. En cuanto a Santo Tomás, ambas opiniones pretenden traerlo de su parte.

 

280.- Prueba de la tesis.- I P. El tiempo no se distingue del movimiento con distinción real.

 

Prueba 1. La duración no se distingue del ser de la cosa que dura; es así que, el tiempo es la duración del movimiento; luego, el tiempo no se distingue del ser del movimiento. El antecedente: consta por el n. 277.

 

Prueba 2. Si se da el movimiento sucesivo, por el mismo hecho se da también la duración sucesiva, aunque prescindamos de todo lo demás, como es evidente; es así que, la duración sucesiva es el tiempo; luego, por el mismo hecho de darse el movimiento, se da también el tiempo, aunque prescindamos de todo lo demás que se distingue de él: y por eso, el tiempo se identifica con el movimiento.

 

Prueba 3. Según la definición de Aristóteles, el tiempo no es otra cosa más que las partes numeradas del movimiento; es así que, las partes numeradas del movimiento no son otra cosa más que el mismo movimiento; luego, el tiempo no es más que el movimiento numerado, y no otra cosa distinta del movimiento.

 

281.- II P. El tiempo se distingue del movimiento sólo con distinción de razón. En efecto, el tiempo se distingue de alguna manera del movimiento; es así que no se distingue con distinción real; luego, habrá de distinguirse con distinción de razón.

 

La menor consta por la parte anterior. La Mayor se prueba, porque: a) el movimiento es camino hacia el término; mientras que el tiempo es la permanencia en el ser sucesivo; b) el movimiento no se dice que sea largo o corto; por el contrario, el tiempo sí que se dice largo o corto; c) un mismo movimiento puede ser más rápido o más lento, y así el movimiento del punto A al punto B puede ser más rápido o más lento; por el contrario, el tiempo p. e., una hora o un día no puede ser más rápido, de manera que transcu­rra en un tiempo menor o más largo. d) El movimiento es reversible; y así, una persona puede moverse del punto del espacio A al B, o del B al A: lo que no quiere decir que el movimiento de B a A sea numéricamente el mismo que el que procede de A a B, sino qué el movimiento en dicho camino pudo haber empezado por cualquiera de sus dos extremos, por el A o por el B. Por el contrario, el tiempo no es reversible. Y así, el día comienza por la mañana y dura hasta la tarde, pero no es posible que el tiempo comience a partir de dicha tarde y discurra hasta la mañana del mismo día.

 

Todo lo cual viene a poner de manifiesto que los conceptos de movimiento y de tiempo son distintos.

 

282.- Objeciones.- 1.- Un mismo movimiento es más rápido o más lento; es así que, el mismo tiempo no es más rápido o más lento, sino uniforme; luego, el tiempo no es el movimiento. La Mayor: el movimiento de A a B siempre es el mismo, y sin embargo puede hacerse más lento o más rápido. La menor: el mismo tiempo no puede ser más lento o más rápido, y así, una hora no puede transcurrir en dos horas o en media.

 

Niego la Mayor. En cuanto a la prueba aducida, niego el aserto. El movimiento de A a B realmente se multiplica, si se hace muchas veces, y las correspondientes repeticiones no son ya el mismo movimiento; y el movimiento rápido y el lento realmente se distinguen como dos especies de movimiento, o al menos, como dos movimientos que tienen dos modos de velocidad distintos, con distinción real y casi específica. En cuanto al ejemplo de la hora, decimos que el tiempo extrínseco es uniforme; pero el tiempo intrínseco puede ser más lento o más rápido, como lo es el movimiento.

 

2.- Dios puede reproducir un mismo movimiento; es así que, sin embargo, no puede reproducir el mismo tiempo, luego, el tiempo no es lo mismo que el movimiento. La Mayor: si Dios reproduce nuevamente un cuerpo destruido, puede hacer que se mueva exactamente donde antes se habla movido, y numéricamente con la misma moción. La menor: porque, de lo contrario, podría hacer que lo pa­sado no fuese pasado, sino presente.

 

Concedo la Mayor y su prueba. Niego la menor y su prueba. En el caso de la reproducción del mismo tiempo, es verdad que este tiempo habría existido con otros tiempos y acontecimientos pasados; pero no hay dificultad en que aquello mismo que coexiste con otros acontecimientos y tiempos pasados, coexista también con los acontecimientos presentes y con los tiempos presentes. Un mismo movimiento antiguo, que ahora se repitiera, se diría de él que habría existido entonces y ahora. En tal repetición del mismo tiempo intrínseco, se produce una doble afirmación, a saber: que existió entonces, y que existe ahora; pero no se produce una afirmación y una negación de lo mismo acerca de lo mismo bajo el mismo aspecto. Este tiempo existió otrora, pero también existe al presente.

 

3.- El tiempo intrínseco al movimiento es la medida del movimiento; es así que, la medida se distingue realmente de la cosa mensurada; luego, el tiempo se distingue realmente del movimiento. La Mayor: pues si preguntamos cuánto tiempo duró este movimiento, se responde: dos horas. La menor consta: porque el metro con que medimos el árbol, se distingue realmente del árbol.

 

Distingo la Mayor: es la medida, realmente, niego; según el modo de concebir, concedo; concedo la menor; distingo el consecuente: el tiempo se distingue del movimiento según la realidad, niego; según la razón, concedo.

 

4.- El tiempo es un accidente del movimiento; es así que, el accidente se distingue realmente de aquello cuyo accidente es; luego, el tiempo se distingue realmente del movimiento.

 

Distingo la Mayor: es accidente predicamental, concedo; es accidente físico, o inherente, niego; y contradistingo la menor: todo accidente predicamental, niego; el accidente físico o inherente, concedo. El tiempo es un accidente del movimiento, de la misma manera que la relación es accidente de la cosa a que se refiere, o como también la acción es accidente del agente; pero ambas cosas no "inhieren", porque, o no se distinguen realmente del sujeto como la relación, o lo denominan de manera extrínseca, como la acción denomina al agente. En esta tesis, el tiempo es un accidente del movimiento que sólo se distingue de él con distinción de razón, corno la relación se distingue de su sujeto.

 

5.- El movimiento puede desarrollarse "in instanti" (instantáneamente); es así que, el tiempo no puede desarrollarse "in instanti"; luego, el tiempo no es el movimiento. La Mayor: pues de la misma manera que. Dios puede obrar un movimiento de aumento o de calentamiento instantáneamente, de manera que, de repente, el calor pase de uno a ocho grados, o la cantidad pase de uno a dos metros, así también puede hacer que una flecha pase instantáneamente del punto A al B.

 

Distingo la Mayor: si se trata de un movimiento según la cantidad o la cualidad, concedo; si se trata del movimiento local, niego; concedo la menor; distingo el consecuente: el tiempo no es un movimiento cualquiera, concedo; no es el movimiento local, niego.

 

283.- 5.- Los elementos indivisibles en el movimiento y en el tiempo.

 

Aserto 4. En el movimiento y en el tiempo no existen realmente elementos indivisibles, sino que tales indivisibles son entes de razón con fundamento en la realidad.

 

Opiniones.- La presente cuestión es enormemente sutil, y acerca de ella existen cuatro opiniones (v. n. 64-66).

 

La primera opinión sostiene que no existen más que indivisibles; porque en el tiempo no existe ninguna otra realidad más que lo que ha sido, es o será presente; es así que, sólo es presente el instante indivisible; luego, el tiempo consta sólo de instantes indivisibles. La Mayor es patente. Prueba de la menor: pues si el presente fuera divisible, poseería muchas partes simultáneamente, pero en tal caso el tiempo ya no sería un ser sucesivo, sino permanente.

 

Crítica: esta opinión se rechaza por el argumento dado anteriormente para probar que existe el movimiento, que es un ser sucesivo y continuo. Pues si el movimiento constara sólo de indivisibles, tales indivisibles serían contiguos o distantes. Si fueran contiguos, habrían de coincidir totalmente, y así no habría movimiento o tiempo. Pero si fueran distantes, deberían existir muchos "reposos" separados, pero no habría tránsito por medio, ni por tanto movimiento o tiempo.

 

En cuanto a la dificultad propuesta, afirmamos que, en realidad, no existe un presente temporal, porque el presente es algo que está fijo; sólo se da el mismo pasar, volverse y hacerse, y no cabe buscar una ulterior explicación. Tal es la naturaleza del ser sucesivo.

 

La segunda opinión afirma que sólo se dan indivisibles, pero como en tensión e inflados, de suerte que cada uno de dichos indivisibles posea un determinado margen o intervalo; así, Lepidi, 0. P. Pero esta opinión no puede admitirse, porque el tiempo se convertiría en pequeños márgenes permanentes y en estado de reposo, pero no se tendría ningún ser sucesivo, y por tanto, no habría movimiento ni tiempo.

 

284.- La tercera opinión es que el tiempo posee indivisibles terminantes y continuantes, y además, partes continuas que se hallan conectadas o continuadas por dichos indivisibles; de donde el tiempo vendría a constar de punto y de tiempo, y nuevamente de punto y de tiempo. Así, Santo Tomás, Suárez y la mayoría de los escolásticos.

 

La cuarta opinión es que no existen en la realidad elementos indivisibles reales, sino que dichos indivisibles son entes de razón con fundamento en la realidad. Tal opinión es la que nosotros abrazamos.

 

285.- Prueba de la tesis.- I P. En el tiempo y en el mo­vimiento no se dan elementos indivisibles terminantes reales, sino que son entes de razón con fundamento en la realidad.

 

A. No se dan indivisibles terminantes reales. Pues el comienzo es solamente el ser o existir ahora de tal manera que inme­diatamente antes no se fuera o existiera; y la terminación consiste en que ya no existe lo que fue o existió inmediatamente antes; es así que, esto consiste en una mera negación; luego, no se dan indivisibles terminantes reales positivos.

 

B. Son entes de razón con fundamento en la realidad. Pues ni están ni pueden estar en la realidad, como se ha demostrado. Además, no concebimos tales indivisibles como capaces de concluir o de comenzar el movimiento, como es fácil de ver. Pero todo ello lo concebimos con fundamento en la realidad. Pues en efecto, nosotros concebimos el tiempo que comienza, con precisión de su continuación y el tiempo que termina con precisión de lo que le antecedía; posteriormente, dichas precisiones las concebimos como seres reales, y así es como hemos llegado a fabricar un ente de razón con fundamento en la realidad.

 

286.- II P. En el tiempo y en el movimiento no se dan in divisibles continuantes reales, sino que son entes de razón con fundamento en la realidad.

 

A. En el tiempo y en el movimiento no se dan indivisibles continuantes reales.

 

En efecto, si se dan los indivisibles, una de dos, o el tiempo sucesivo, continuo y divisible "in infinitum", pasa por los indivisibles mediante su propia entidad, o sólo mediante la entidad de dichos indivisibles. Si no pasa por su propia entidad, sino sólo por la entidad de los indivisibles, no se actualiza otra cosa más que los indivisibles, y así la realidad del tiempo consistiría en los indivisibles, en contra de lo afirmado en la tesis anterior (n. 235-283). Pero si el tiempo pasa del futuro al pretérito mediante su propia entidad continua y sucesiva, luego no hacen falta elementos indivisibles para que el tiempo continuo y sucesivo pase del futuro al pretérito.

 

B. Los indivisibles continuantes son únicamente entes de razón con fundamento en la realidad. Pues los instantes indivisibles presentes, son entes de razón con fundamento en la realidad, si realmente no se dan, pero nosotros los concebimos como algo real y si existe fundamento para una tal forma de concebir; es así que, las cosas se comportan de esta manera; luego, los indivisibles del movimiento y del tiempo son entes de razón con fundamento en la realidad.

 

La Mayor consta por la noción de ente de razón con fundamento en la realidad.

 

La menor se prueba por artes. En efecto, a) Tales indivisibles no se dan realmente, según se ha probado en la primera parte. b) Sin embargo, nosotros los concebimos como algo real. Pues nosotros concebimos, aunque falsamente, que el tiempo, de manera constante y continua, se convierte en presente, siendo así que no se convierte en presente, sino que sólo pasa; es así que, semejante presente no podemos concebirlo como algo que consta de partes, de lo contrario sería espacio, y no tiempo o movimiento; luego, concebimos como algo indivisible lo que, en realidad, fluye o pasa.

 

c) Con fundamento en la realidad; pues "a parte rei" existe la ocasión que nos mueve a figurarnos dichos indivisibles. "A parte rei" existe la realidad de que el tiempo pasa, en forma constante y continua, a través de las cosas que permanecen; y esta es precisamente la ocasión de que nos figuremos un tal pasar por el presente, como ser presente (no únicamente "pasar por"): y todo ello debemos necesariamente concebirle como indivisible, según se ha probado; de lo contrario, habríamos de concebir varias partes del tiempo existiendo simultáneamente.

 

Hablando con propiedad, no existe más que lo divisible que pasa y que fluye, y lo que es así lo convertimos en estático e indivisible; pero nuestra mente lo realiza con un fundamento, o con una ocasión, que se toma de la realidad fluyente.

 

287.- Objeciones. (A favor de los indivisibles). 1.- No hay nada real en el tiempo más que lo que ha sido, lo que es o lo que será presente; es así que, el presente es indivisible; luego, no hay más que indivisibles. La me­nor: pues si el presente tuviera partes simultáneas, sería espacio, pero no tiempo o movimiento.

 

Distingo la Mayor: más que lo que es presente, fijo, niego; más que lo que es presente, meramente en cuanto que pasa, concedo; contradistingo la menor: si fuera presente fijo, concedo; si fuera presente como algo que pasa, nie­go. El continuo fluyente, o que pasa, puede imaginarse que atraviesa por lo indivisible, de la misma manera que un plano continuo que carece de indivisibles, atravesarla por una arista indivisible. Esto es, desde luego, muy oscuro, pero no hay más remedio que admitirlo, y no es posible explicarlo ulteriormente.

 

2.- Instancia: pero lo que fluye o pasa -sea lo que fuere-, o tiene partes o no tiene partes; si las tiene, luego no es un ser sucesivo, porque en la realidad tiene partes simultáneas; si no tiene partes, luego es un ser instantáneo e indivisible: en consecuencia, existen los indivisibles, y sólo ellos.

 

Niego el supuesto, es decir: que se da una parte de tiempo, que es el presente, fijo. Una tal imaginación es preciso descartarla; pues no se trata de algo presente, que está fijo, sino solo de algo que pasa. Podemos decir, para prestar una ayuda a la imaginación y al entendimiento, que todo el tiempo extenso y continuo, que no posee elementos indivisibles, pasa a través de los indivisibles figurados según la razón.

 

Todo ello se declarará bien con un ejemplo. Supongamos, por hipótesis, que nosotros tenemos aquí un plano perfecto y continuo que no conste de elementos indivisibles, sino sólo de partes divisibles "in infinitum". Supongamos que tenemos también una línea indivisible a lo ancho y a lo alto  p. e., la arista de un prisma; ahora hagamos pasar dicha línea o arista de prisma a lo largo de todo el plano, de suerte que la línea, en su totalidad, toque el plano en cuestión. En tal caso, todo el plano ha estado presente, en forma sucesiva, a la arista indivisible, y sin embargo, el plano en cuestión no tiene ningún elemento indivisible, según la hipótesis. De modo semejante, el tiempo es un continuo que no tiene indivisibles, y sin embargo, pasa, en forma sucesiva, a través de un presente indivisible figurado por la mente.

 

3.- Instancia: pero la dificultad no tiene escapatoria. Pues lo que se halla en tránsito, o es divisible o indivisible; si es indivisible, el tiempo tiene instantes y únicamente instantes; si tiene partes, ya el tiempo no es un ser sucesivo, sino permanente, que tiene partes que se dan juntas.

 

Niego el aserto. En cuanto a la prueba aducida, elijo el ser divisible, no en estado de reposo, sino transeúnte. No olvidemos la comparación del plano que toca la arista.

 

En pocas palabras: imaginamos algo que es indivisible, y a través de lo cual pasa y fluye el continuo sucesivo, pero en realidad no tiene dentro de sí nada que sea indivisible y real.

 

288.- 6.- Analogías del tiempo con el lugar y con el espacio. De la misma manera que un cuerpo ocupa una determinada parte de espacio, y por esta razón se dice que se halla "en tal o cual lugar", así también una duración ocupa una determinada parte del tiempo extrínseco, o coexiste con una determinada parte del tiempo extrínseco, y por ello se dice que se halla "en tal o cual tiempo". Y de la misma manera que un cuerpo, en razón de su extensión, se dice que tiene tanta o cuanta extensión, así también la cosa que dura puede decirse que dura en tanta o cuanta extensión -p. e., -tres horas-, sin designar la parte de tiempo absoluto con que coexiste. La primera estructura se denomina topológica, y la segunda espacial.

 

Articulo V

EL TIEMPO ABSOLUTO

 

TESIS 15.- El tiempo absoluto es un ente de razón con fundamento en la realidad.

 

289.- Nexo.-Además del tiempo real, que se verifica en las cosas, se da también el tiempo absoluto, cuya realidad vamos a estudiar a continuación. Nociones.- El tiempo absoluto es la duración sucesiva, distinta y separada de todas las cosas mudables, continua, totalmente uniforme, del todo necesaria e indestructible, sin principio y sin fin, en la que duran todas las cosas que duran, de modo sucesivo o de cualquier otro modo.

 

Se llama "absoluto", porque es de todo punto necesario, y no está sometido a condiciones. Se llama "puro", porque no está mezclado con ninguna cosa mudable, sino que es pura duración. Se  llama "matemático", porque se emplea, sobre todo, en matemáticas, y asimismo en astronomía y en mecánica.

 

Es preciso distinguir esta noción de tiempo absoluto, que sólo puede percibirse por el entendimiento, del fantasma que la acompaña, y que viene a representar una especie de cuerpo sumamente tenue; un tal cuerpo tenue se mueve con un movimiento continuo de traslación, y se concibe a manera de hilo de duración: por ello, el tiempo absoluto se denomina también imaginario.

 

290.- Ente de razón, en sentido estricto, es aquello que ni existe ni puede existir en las cosas, sino que sólo tiene ser objetivo en el entendimiento, en cuanto pensado.

 

Y puede ser con fundamento en la realidad, o sin fundamento. Con fundamento en la realidad, si se da en las cosas alguna realidad que sea ocasión o fundamento para imaginar dicho ente. Sin fundamento en la realidad, cuando en las cosas no existe fundamento alguno u ocasión para ello, sino que sólo ha intervenido fuerza del entendimiento para imaginar dichos entes. Ejemplo de lo primero lo tenemos en el espacio. Y de lo segundo puede ser, p.e., el círculo cuadrado.

 

291.- Estado de la cuestión.- No existe ninguna duda de que nosotros tenemos tal concepto del tiempo absoluto, y preguntamos cuál es la realidad que le corresponde; en otras palabras: si dicho tiempo es del todo real, o figurado sin ningún fundamento, o figurado con algún fundamento objetivo, que será necesario precisar.

 

292.- Opiniones.- La primera es la del realismo exagerado. Esta opinión sostiene que el tiempo absoluto se da en as cosas, tal como nosotros lo hemos definido, pero se explica de muchas maneras. a) Los antiguos atomistas juzgaban que el tiempo absoluto es una especie de cuerpo "sui generis" que se halla perpetuamente en movimiento; así, Demócrito, Epícuro, Lucrecio. b) Gassendi enseñó que el tiempo absoluto es un ser incorpóreo "sui generis", que no es increado ni creado, ni substancia ni accidente. c) Newton y Clarke dicen que el tiempo absoluto es la eternidad misma de Dios.

 

La segunda opinión es la de los subjetivistas, y defiende que el tiempo absoluto es totalmente fingido por la mente, sin fundamento alguno objetivo; así, Kant enseña que el tiempo en cuestión es obra de las formas "a priori" de la sensibilidad interna; Bergson, por su parte, afirma que tal tiempo es pura fabricación del entendimiento con vistas a la acción.

 

La tercera opinión sostiene que el tiempo absoluto es, desde luego, ente de razón, y por tanto figurado, pero lo ha sido con fundamento en la realidad; fundamento que es la duración sucesiva real y posible.

 

Por tanto, esta opinión se distingue del realismo exagerado, porque dice que el tiempo absoluto, según sus propias notas, no puede darse más que en la mente; y se distingue del subjetivismo, porque sostiene que "a parte reí" existen las duraciones sucesivas reales, que son el fundamento para imaginar el tiempo absoluto. Tal es la opinión de Santo Tomás y Suárez quien desarrolló esta doctrina de modo peculiar, y prácticamente de todos los escolásticos, por lo que será también la nuestra.

 

293.- Prueba de la tesis.- I P. El tiempo absoluto es un ente de razón.

 

El tiempo absoluto es ente de razón, si existe en cuanto pensado en nuestro entendimiento, y de ninguna manera puede existir en la realidad; es así que, las cosas se comportan de esta manera; luego, el tiempo absoluto es ente de razón.

 

La Mayor, consta; prueba de la menor: a) El tiempo absoluto existe en cuanto pensado en nuestro entendimiento; de lo contrario, ni siquiera podríamos hablar de él, ni tampoco hacer de él definiciones o declaraciones.

 

b) De ninguna manera puede existir en la realidad. Pues" el tiempo no puede ser una cosa increada ni creada. No increada: pues el tiempo absoluto es una duración sucesiva, que pasa y fluye continuamente, y que no posee otro atributo más que el mero durar sucesivamente; ahora bien, el ser increado es algo permanente e inmutable, y además posee infinitas perfecciones. No es algo creado pues no es substancia ni accidente. No es substancia, porque la substancia no puede consistir en el mero fluir o pasar. Ni es accidente, porque el accidente necesita de un sujeto de inhesión, mientras que el tiempo absoluto es duración sucesiva, que abstrae de - cualquier cosa mudable que exista por debajo de la misma.

 

294.- II P. El tiempo absoluto posee fundamento en la realidad.

 

El tiempo absoluto posee fundamento en la realidad, si en las cosas se da la duración sucesiva; si el entendimiento puede considerar dicha duración sucesiva, abstrayendo de cualquier sujeto que dure y que esté en movimiento, y abstrayendo también de los límites del principio y del fin la duración sucesiva sería algo indestructible; y si puede imaginar que existe en las cosas de la misma manera que se concibe; es así que todo esto se da; luego el tiempo absoluto posee fundamento en la realidad.

 

La Mayor consta, y solo en este sentido queremos probar que el tiempo tiene fundamento en la realidad.

 

Prueba de la menor: pues en las cosas existe duración. sucesiva en el movimiento local y en cualquier movimiento sucesivo: lo que consta por la experiencia, contra Kant y contra Bergson.

 

b) Nadie duda que la mente posea dichas fuerzas abstractivas y constructivas.

 

295.- Objeciones: 1.- ( A favor el subjetivismo del tiempo absoluto). El tiempo, o duración. Sucesiva, es la síntesis del pretérito y del futuro; es así que, dicha síntesis no se da "a parte reí", sino únicamente en la mente; luego, la duración sucesiva existe sólo en la mente, y por tanto no existe el fundamento para el tiempo absoluto (Bergson). La menor: porque en la realidad no existe ni el pretérito ni el futuro; luego, la síntesis, o unidad del tiempo, no es real, sino mental.

 

Distingo la Mayor: el tiempo, en cuanto que tiene unidad simultánea, es dicha síntesis, concedo; en cuanto que tiene unidad sucesiva, tal como se da en la realidad, niego; concedo la menor; distingo el consecuente: el tiempo o duración sucesiva, en cuanto que tiene unidad simultánea, existe sólo en la mente, concedo; en cuanto que tiene unidad sucesiva, existe sólo en la mente, nie­go.

 

El tiempo o duración real sucesiva, se da en las cosas formalmente.; pero la unidad simultánea, que le confiere la memoria, no existe en las cosas, sino sólo en la mente.

 

2.- (A favor del realismo exagerado). Una vez destruidas todas las cosas de la realidad, aun permanece el tiempo absoluto en el que duran todas as cosas que pueden durar realmente; luego, señal es de que el tiempo absoluto es totalmente indestructible en la realidad.

 

Distingo la Mayor: se concibe que aún queda, concedo; y queda realmente, niego. Contradistingo el consecuente: si el tiempo absoluto quedara real mente, concedo; si solo se concibe que queda, niego.

 

3.- Dios es la duración eterna y necesaria, y junto con ella duran todas las cosas que duran. Es así que esto es el tiempo absoluto; luego Dios es el tiempo absoluto.

 

Distingo la Mayor: y es también duración sucesiva, que carece de cualquier otra perfección, niego; es permanente y posee infinitas perfecciones, concedo; contradistingo la menor: el tiempo absoluto es duración necesaria, con la que duran todas las demás cosas que pueden durar, y es sucesiva, concedo; es duración permanente, y que posee otras infinitas perfecciones, niego.

 

Las demás dificultades son las mismas que se plantean contra el espacio absoluto (v. n. 201-204).

 

296.- Escolio.- Teoría de la relatividad general. No podemos tratar en forma técnica de dicha teoría. Tan solo diremos que, por lo que parece, no posee significado filosófico sobre la índole ontológica del movimiento o del tiempo, sino sólo posee significado físicométrico, y computatorio de las medidas de tiempo, espacio, velocidades, etc. Propondremos algunas conclusiones, que defiende la teoría-de la relatividad, por las que quedará patente nuestro - aserto.

 

297.- 1.- La velocidad de la luz es la mayor de todas las velocidades posibles.

 

2.- La velocidad de la luz es la misma, tanto si se acerca como si se aparta la fuente de la luz, y tanto si se acerca como si se aparta el objeto que recibe la luz.

 

3.- Si un cuerpo adquiriese la velocidad de la luz, perdería su propia dimensión en el sentido de la dirección del movimiento, quedando reducidos una simple superficie.

 

4.- En el movimiento, de traslación de la tierra, todos los cuerpos se deforman y se reducen en el sentido de la dirección del movimiento.

 

5.- De donde se sigue que todos los instrumentos de medida no merecen fe, porque se deforman como consecuencia de la rotación y de la traslación de la tierra.

 

6.- Cuando observamos el movimiento relativo de los cuerpos, no podemos saber cuál de ellos está en movimiento o adquiere variaciones dentro de él. Y así, si vemos que un carro se mueve con rapidez, no podemos saber si se mueve el carro o sólo la tierra. Esto lo declaran mediante la fórmula que afirma que todo movimiento es relativo. Sin embargo, con ello no pretenden negar que exista el movimiento absoluto, recibido en algún cuerpo, sino que sólo niegan que nosotros podemos determinar cuál de los cuerpos reciba el movimiento. Pero esto mismo es demasiado exagerado. Pues cuando vemos que los cuerpos se mueven en las más diversas direcciones, sabemos perfectamente que se mueven los cuerpos en cuestión p. e., el carro o los hombres, porque de lo contrario la tierra debería moverse al mismo tiempo con los movimientos más diversos, y según el mismo lugar y la misma ubicación.

 

7.- Nunca podemos saber si dos acontecimientos sensibles que nos parecen simultáneos, son realmente simultáneos o sólo lo son en apariencia. Sin embargo, con ello no pretenden negar la real simultaneidad de un acontecimiento con otro, sino que sólo niegan que nosotros podamos observar dicha simultaneidad y determinarla en acontecimientos sensibles separados por un gran espacio. La simultaneidad es evidente en muchas cosas. Pues dos hombres que han nacido en el mismo día, mientras duran, existen simultáneamente, y las acciones de uno coinciden con las del otro, o respectivamente las omisiones.

 

298.- Salta, pues, a la vista, que la teoría de la relatividad no tiene importancia para la metafísica, sino sólo para la física y para la métrica. No puede extraer conclusión alguna en contra de la realidad del tiempo físico, o en contra de la realidad del movimiento, o en contra de la realidad del espacio y de la extensión; sólo afirma que nuestras medidas del tiempo, del espacio, del movimiento y de las velocidades, no son tan exactas como creíamos, porque nuestros propios instrumentos se deforman con el movimiento, y las observaciones que hacemos de los fenómenos sufren alguna modificación por la velocidad con la que nos movemos a la vez que la tierra. Así opinan Eddirgton: Bulle tin de la Société Frangaise de Philosophie (oct. 1911-1912) p. 30-32; De la Vallée-Poussin: RevQuestScient (abril 1924) p. 333; Metz, Le temps de Einstein et la Philosophie: Rev de Philos (en.-febr. 1924) p. 38; v. Nys, D.: La notion de temps (1925) p. 143, y v. igualmente p. 127-145; Riaza, Ciencia moderna y Filos. (1953) p. 557-564.

 

Ahora bien, hay que afirmar sin vacilaciones estas dos cosas: que existe el movimiento local absoluto, y que la mayoría de las veces estamos en condiciones de conocer en cuál de los móviles corpóreos se recibe el movimiento absoluto; todo lo demás puede tal vez reducirse a cuestiones puramente de medida.