Gentileza de www.arvo.net para la
BIBLIOTECA CATÓLICA DIGITAL

 

Il tempo della fioritura
Per un nuovo feminismo

Por HAALAND MATLÁRY, JANNE,
Mondadori, Milano 1999. 184 pp.


Francisca R. Quiroga

 

Después de leer este libro, quien era feminista, se sentirá orgullosa, y quien nunca se había sentido atraída por este tipo de ideas, quizá descubra que era feminista sin saberlo. Su autora, Janne Haaland Matláry, que participa plenamente de la tradición feminista escandinava, vive en Oslo, nació en 1957, está casada y tiene cuatro hijos. Desde hace años enseña Relaciones Internacionales en la Universidad de Oslo y recientemente ha sido nombrada viceministro de Asuntos Exteriores de su país.

Por eso su propuesta no es superficial ni ingenua. Tiene la agudeza intelectual del profesor universitario, el poder de convicción del político y el calor de quien tiene la experiencia de una maternidad vivida intensamente. La sustancia de su tesis es ésta: hay que cambiar las condiciones sociales de modo que las mujeres puedan aportar en todos los campos del trabajo y la política siendo lo que son, sin que esa participación les obligue a renunciar a nada de lo que es valioso y les es propio; en concreto, sin renunciar a ser madres.

Janne Haaland Matláry, parte de la experiencia del feminismo escandinavo, y la desarrolla tomando como puntos de referencia la conexión entre maternidad y feminidad, entre familia y trabajo. Considera propias las instancias más válidas del feminismo: hacer a las mujeres más libres y conseguir la paridad respecto a los varones, eliminando todo lo que las coloque en una situación de inferioridad. Está orgullosa del camino recorrido en las dos direcciones. Sin embargo, los problemas que ha tenido que afrontar, compartidos con tantas colegas y conocidas, le hacen ver que es largo el trecho que queda por recorrer.

Defiende una doble tesis: siendo los dos sexos diversos entre sí, las mujeres nunca podrán ser libres si no son fieles a su naturaleza femenina; y no alcanzarán la paridad con los hombres hasta que no estén abundantemente presentes en todos los ámbitos de la vida profesional y pública y a todos los niveles.

Cada mujer ha de poder sentirse libre de ser ella misma, sea cual sea el trabajo que desarrolle. No debería encontrarse nunca forzada a elegir entre maternidad y carrera; es más, precisamente porque es madre debería ser todavía más apreciada en su ambiente de trabajo y en política.

Se han de crear las condiciones culturales y sociales que permitan que ninguna mujer se sienta obligada a imitar a los varones para obtener un trabajo o para conservarlo y progresar en él. Igualmente, se han de dar los presupuestos para que ninguna se vea forzada a ocultar o su condición de madre o a fingir que esta circunstancia es irrelevante para su vida profesional.

En el capítulo 1 se desarrollan los elementos de un nuevo feminismo. Se analiza en qué modo las mujeres son distintas de los hombres y qué implica esa diversidad desde el punto de vista de los derechos a intervenir en el campo laboral y en el mundo político. Empieza con la exposición de una antropología —una visión del ser humano y de la mujer— que define como "radicalmente realista". Sostiene que la maternidad es mucho más importante, tanto en términos existenciales como prácticos, de lo que admitía el viejo feminismo. Todo esto tiene que ver con los derechos de las mujeres en la vida profesional y en la actividad pública.

El capítulo 2 se propone averiguar cual es la situación actual de la política respecto a las mujeres, a nivel mundial. Elige para ello analizar el desarrollo y las conclusiones de la Cuarta conferencia mundial de la ONU sobre la mujer, que tuvo lugar el año 1995 en Beijing, en la que la Autora tuvo una participación directa.

En el capítulo 3 se explica por qué ser padres, y especialmente ser madres, sea algo de extrema importancia, y qué derechos se derivan de la paternidad y la maternidad. Examinando las condiciones sociales de hoy, advierte que de hecho se trata a las madres de una manera equivocada, y se pregunta qué es lo que deberían pretender del estado, de los dadores de trabajo y de la sociedad. Cuáles son las condiciones políticas y económicas de la maternidad en el mundo occidental de hoy, es el tema del capítulo 4.

La situación actual del trabajo retribuido de las mujeres es objeto del capítulo 5: en qué condiciones se desarrolla, si sufren discriminación por el hecho de tener hijos, si el estado interviene para garantizar los derechos de las madres que trabajan, si tiene la posibilidad real de elegir trabajar en casa a tiempo parcial o a tiempo pleno o se ve n la práctica obligada a trabajar fuera a tiempo completo; finalmente, si es todavía verdad que las mujeres tienen que elegir entre maternidad y carrera.

Los capítulos 6 y 7 tratan de las mujeres como «dueñas» de la vida. En ellos se hace una análisis riguroso del significado de la legislación actual sobre el aborto para la evolución de la democracia occidental y para la situación de la familia. Queda patente la responsabilidad de las mujeres: respecto al actual estado de cosas y de cara al futuro.

El capítulo 8 sostiene la importancia de que las mujeres participen más en la vida política y ejerzan influencia en el ámbito público. No propone que sustituyan a los hombres en el poder, ni presenta la obtención del mando como un fin en sí mismo, sino como una oportunidad de ofrecer a la sociedad lo que sólo ellas pueden dar y todos y todas necesitan.

El estilo del libro es cercano al de la crónica: directo y concreto; la lectura resulta interesante porque plantea preguntas sobre muchas cuestiones calientes relativas a la familia, y el trabajo en el mundo de hoy. A la vez es un libro profundo, porque se analizan los hechos de modo que se llega a individuar algunas de sus causas más hondas.

Con ocasión de los temas que se tratan, se van individuando las raíces ideológicas que alimentan las fuerzas sociales que tienden hoy a destruir la familia. Entre ellas destaca, en primer lugar, el individualismo, que se define como rechazo de la dimensión relacional de la vida humana. Vista la maternidad desde esta óptica, se la concibe como "un derecho individual" de la mujer, y se la desvincula de la paternidad, como se hace patente en la lógica que se pone en juego al defender el aborto como una reivindicación femenina.

En segundo lugar, el antinaturalismo, entendido como exclusión apriorística del concepto naturaleza y del adjetivo correspondiente, natural, en cualquier discusión razonable sobre un problema o en la explicación de una situación. Dentro de este contexto mental, no tiene sentido hablar de realidades naturales, porque todo es construcción humana; por eso, no habría razón de privilegiar a la familia por ser una realidad natural, ni hacer de las exigencias de la vida familiar puntos de referencia que den lugar a una valoración del comportamiento válida para todos. Va perdiendo así sentido hablar de «la familia» y se abre el paso a una variedad de «modelos» que van vaciando el concepto mismo de familia.

En tercer lugar, el materialismo, que lleva a eludir cualquier afirmación sobre valores éticos. Sólo serían valores universales, compartidos por todos, los de carácter económico.

Hay un punto en el que estas tres líneas convergen: la negación de cualquier tipo de reglas en materia sexual, porque se considera el ejercicio de la sexualidad como un derecho individual irrestricto que ha de ser defendido y salvaguardado a toda costa. Y efectivamente, se procede así con una rigurosa coherencia, en todos los grupos ideológicos que presionan en contra de la familia. Este planteamiento supone una visión instrumental del ser humano, que no es considerado como alguien con un valor absoluto, sino que puede ser usado y explotado por quien tiene el poder, la voluntad y los medios para hacerlo.

En diversas ocasiones se llega a la conclusión de que, para ver claro en muchas de las cuestiones que plantea nuestra sociedad a los hombres y mujeres de hoy, necesitamos una antropología verdadera: que nos explique la diferencia y la igualdad de las personas de ambos sexos, que nos muestre el fundamento de la dignidad humana, de cada uno de los hombres.

El lector encuentra en este libro explicaciones de hechos y tendencias que vemos en nuestra cultura, que operan en nuestra sociedad y que se nos presentan como contradictorios o paradójicos. ¿Por qué siendo el aborto un atentado evidente contra la vida, los países democráticos han aprobado leyes que lo permiten, lo tutelan y lo promueven? ¿Qué pasa en la cultura política occidental para que se haya podido legitimar legalmente la supresión de los más débiles? ¿Puede ser el estado neutral respecto a los valores? Se explica también por qué algunas cuestiones del máximo interés práctico para millones de mujeres, no suelen aparecer en las agendas de trabajo de las feministas clásicas.

El libro se dirige a todos; principalmente a las mujeres, pero teniendo muy presentes a los hombres. Se habla de la maternidad mostrando que sólo es auténtica cuando no se disocia de la paternidad. Se afirma que la tarea del padre exige gastar tiempo con los hijos en la casa; pero se asume con sentido positivo la realidad de que la dedicación materna tiene una consistencia mayor, sobre todo mientras los niños son pequeños. Janne Haaland manifiesta una gran confianza en la aportación de las mujeres en la vida laboral y política; pero no pretende que tomen el relevo de los varones. Tampoco supone que su influjo sea necesariamente benéfico: es consciente de que las mujeres son también capaces de ejercitar una acción perversa. No basta que tengan poder: hay que ver para qué lo quieren y en favor de quien lo usan.

La exposición resulta amena y convincente porque se combina el análisis intelectual e histórico de los problemas con experiencias vividas: hechos significativos que iluminan la realidad que se pretende explicar. El tono es objetivo: se analizan hechos, se buscan causas y se descubren motivaciones y razones. A la vez, no es impersonal ni abstracto: interpela al lector porque le hace entender mejor qué pasa en su vida y a su alrededor; y le lleva a comprender también que no es un sujeto pasivo de los acontecimientos: es posible intervenir e imprimirles un rumbo.

A lo largo de todo el libro, desde la introducción hasta el último capítulo, se hacen propuestas concretas; pocas y claras. Intencionadamente se repiten en contextos diferentes y con algún matiz nuevo. Y resulta patente que no son ingenuas; son difíciles, exigirán un empeño denodado; pero son posibles.
Francisca