09-27  SAN VICENTE DE PAUL

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1. DOMINICOS 2003

De la mano de la caridad

Vicente de Paúl (1581-1660) nació en familia pobre, casi pastorcito, en la zona prepirinaica francesa (Dax). Por fortuna, sus padres le llevaron a  cursar los primeros estudios con los franciscanos en Dax, y después pudo realizar los  estudios sacerdotales en Zaragoza y Toulouse.

Recibió el orden sacerdotal a sus 19 años, y comenzó a ejercer su sacerdocio de una forma que no hacía presagiar su impresionante futuro.

Habiendo sido favorecido con una herencia importante, el joven sacerdote se fue a negociar en Marsella; y, ya de regreso, antes de llegar a Narbona, el pequeño navío en que viajaba fue presa de otros más poderosos, de propietarios turcos. Él fue vendido en Túnez, con otros cautivos, y lo tomó para sí un pescador, quien lo revendió porque no le era rentable en sus trabajos. Así quedó en manos de un alquimista con el que colaboró por algún tiempo en el laboratorio.

Muerto el alquimista, pasó a depender de un personaje espiritualmente alejado de la fe, al que Vicente, con su buen hacer, atrajo hacia Cristo y lo hizo su amigo. Viajando con él por Aviñón y Roma, fue presentado a una familia noble francesa, y con ella se marchó a París.

Instalado en esta ciudad, se sintió cansado de la vida insulsa que llevaba, y pidió ejercer su sacerdocio en una humilde parroquia. Le correspondió ir a Chaillon-les-Dombres, y allí comenzó a ensayar la formación de grupos en servicios de caridad.

Cumplidos 36 años, y cargado de experiencias, regresó a París, para dedicarse a  trabajar con los condenados a galeras. Y ocho años más tarde inició su grande y compleja  obra: la Congregación de Sacerdotes para la Misión; los Caballeros y Damas para la Caridad; y, finalmente, a sus  54 años, con Luisa de Marillac, la Sociedad de Hijas de la Caridad, a las que todavía dedicó 25 años para llevarlas a su plenitud de vida.

ORACIÓN:

Señor, Dios nuestro, que dotaste con virtudes apostólicas a tu presbítero san Vicente de Paúl y le moviste a que se entregara al servicio de los pobres y a la formación del clero; concédenos, te rogamos, que, impulsados por ese mismo espíritu, amemos cuanto el amó y practiquemos sus enseñanzas. Amén.