San ANTONIO, ABAD     01-17

 

1. CLARETIANOS 2002

San Antonio, San Antón... un santo popular, muchas tradiciones arraigadas a la bendición de animales, muchos nombres de ermitas e iglesias... pero detrás de todo esto un hombre que se siente interpelado por Jesús de Nazaret y por sus palabras:

"Si quieres ser perfecto, ve y vende todo lo que tienes y dalo a los pobres..."
"No os agobiéis por el mañana"

Y el resto, un proceso de búsqueda intenso, una búsqueda hacia dentro buceando en la soledad y en el desierto... una búsqueda que termina en comunidad, en vida monástica, en compromiso con aquello que se cree...

Pero siempre una búsqueda que comienza en el fondo de uno mismo, en el desierto, en la soledad...

BUSQUEDA

Yo he buscado a Dios
con mi lámpara, tan luminosa
que era la envidia de todos.
He buscado a Dios
en los astros.
He buscado a Dios
en ínfimas ratoneras.
He buscado a Dios
en las bibliotecas.
He buscado a Dios
en las universidades.
He buscado a Dios
en el telescopio y en el microscopio...

Hasta que me di cuenta de que
había olvidado lo que buscaba.
Entonces apagué mi lámpara,
arrojé mis llaves
y me eché a llorar.
Y al punto
Su luz se hizo en mí.


2.

Leví, sígueme. Deja de robar y comamos juntos.
Señor, te pidió vida y se la has concedido con gusto.
Que nadie, Señor, deje de participar en tu mesa y en tu gracia.

San Antonio Abad era en el siglo IV un rico señor que,

como cristiano profundo, estaba defraudado por la mediocridad de vida social, y buscaba seguir las huellas de Jesús;

como ciudadano bien dotado de medios materiales, se los agradeció a Dios y a sus progenitores, y se desprendió de todo a favor de los pobres;

como monje, quiso secundar en todo la voluntad de Dios, y se fue a vivir en soledad de desierto;

como austerísimo solitario, recibió a innumerables fieles que pedían luz y consejo;

y como valiente luchador, resistió heroicamente las tentaciones de los espíritus y de la carne que se le enfrentaban.

Murió el año 356 y su veneración es universal en la Iglesia de Cristo.
 


3.

            Con esta festividad, queremos recordar la vida y obra de quien, a pesar de estar distante en el tiempo, sigue vigente por los valores que defendió.

            Antonio nació en Heraclea, Egipto, hacia el año 251. Hijo de padres nobles y cristianos. Según su biógrafo, San Atanasio, Antonio creció y se desarrolló como cualquier joven, dentro de la naturalidad, aunque, eso sí, con tremendas  dificultades para el estudio de las letras. Muy joven, perdió a sus padres y tuvo que hacerse, a los 18 años, cargo de su hermana menor y de los bienes heredados, 117 fanegas de tierra

            Su proceso religioso, que había sido el de cualquier joven; experimenta una gran transformación cuando entrando a la iglesia oyó aquellas palabras del Evangelio: Si quieres llegar hasta el final, vende lo que tienes, da el dinero a los pobres y luego vente conmigo”. A partir de esta experiencia, y como si aquellas palabras hubieran sido dirigidas especialmente a él, hizo donación a los aldeanos de las posesiones heredadas, vendió sus bienes muebles y repartió entre los pobres la cantidad resultante, reservando una pequeña cantidad para su hermana. Pero otro día oyó aquellas otras palabras: “No os agobiéis por el mañana..”, entonces repartió el resto reservado entre los pobres y encomendó su hermana a una vírgenes de su confianza.

            Una vez resuelto el problema de la distribución de sus bienes y  cuidado de su hermana, Antonio inicia la vida de eremita,  retirándose al desierto para  dedicarse a la oración y penitencia. Allí no sólo luchó contra el abrazador sol, la sed y el hambre, sino contra el tentador, los deseos desordenados de su corazón, de su mente, de su fantasía. De esta manera fue labrando Antonio la figura de un gran hombre de Dios, de un hombre profundo e interior, sin olvidar a los demás a quienes aleccionaba con su vida y enseñaba con sus palabras de consuelo, de fe y de esperanza. Persuadió a muchos a abrazar la vida monástica. Pronto las montañas y el desierto se poblaron de monjes que vivían en solitario. Así nace, sin  quererlo, el monacato oriental. Este hombre iletrado cuenta en su haber la defensa de la iglesia contra ciertas doctrinas heréticas de su época:  los melecianos, maniqueos y arrianos. Se habla de sabios de la época que iban a parlar con él.  Con agudeza les decía:  “ Si venís a hablar con un ignorante perdéis el tiempo; y si pensáis que soy un sabio, imitadme”. Su fama llega incluso a oídos de los emperadores. Constantino Augusto y su hijo Constancio y Constante le escribieron para pedirle consejo.

            Cuando ya contaba con 105 años, cae enfermo, llama a sus hermanos de fe y les da las últimas recomendaciones. Era el 17 de Enero del 356. Aquel día pudo exclamar: “He combatido bien mi combate, he corrido hacia la meta, he mantenido la fe”.

            San Agustín, después de conocer su vida, exclama: “¿Qué es esto que pasa con nosotros?. ¿Qué es lo que sucede?. Levántanse de la tierra los indoctos, y se apoderan del cielo, ¿ y nosotros con todas nuestras doctrinas, nos estamos revolcando en el cieno de la carne y de la sangre?. ¿Por ventura, nos da vergüenza el seguirles, porque ellos van delante?. ¿y no tendremos vergüenza siquiera de no seguirlos?”

            Estamos ante un hombre que no ha pasado de moda. Un hombre que busca en el silencio y retiro, en lo más hondo de su ser, el sentido de la vida. Un hombre de Dios.  Como decía P.CLAUDEL: “Las grandes cosas y los grandes hombres se han hecho siempre en el silencio”

            ¿Qué nos tiene que decir hoy, en un mundo de tanto ruido, ambición, afán de posesión?. Quizá ante ese déficit de silencio, quietud, sosiego, interioridad, San Antonio Abad nos está indicando un camino para nuestra época. De esta necesidad se hacen eco muchos pensadores: SAINT EXUPERY, decía: “Odio a mi época con todas mis fuerza. En ella el hombre muere de sed. Y no hay más que un problema en el mundo: dar a los hombres un sentido espiritual, una inquietud espiritual. No se puede vivir de frigoríficos, de balances, de política. No se puede. No se puede vivir sin poesía, sin color, sin amor...  estamos construyendo nuestra propia prisión”. O aquellas otras palabras de IONESCO: “El  mundo ha perdido su rumbo. No porque falten ideologías orientadoras, sino porque no conducen a nada; en la jaula del planeta los hombres se mueven en círculo, porque han olvidado que se puede mirar al cielo”.

            San Antonio Abad, con su estilo de vida y ejemplo, nos recuerda en este día que si queremos llegar muy lejos, si queremos encontrar un sentido profundo a la existencia, hemos de crear un espacio interior. ¡Cuánto más alto pretenda llegar el árbol, más profundas han de sus raíces!.