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El Segundo Templo
 
 

 

 

Modelo del Segundo Templo
 
El Retorno a Síon
(538-142 BCE)

A raíz de un decreto del rey persa Ciro, conquistador del imperio de Babilonia, (538 AEC), aproximadamente 50.000 judíos emprendieron el Primer Retorno a la Tierra de Israel, dirigidos por Zerubabel, descendiente de la Casa de David. Menos de un siglo después, el Segundo Retorno fue dirigido por Esdrás el Escriba. Durante los siguientes cuatro siglos, los judíos conocieron diversos grados de autonomía bajo el dominio persa (538-333 AEC) y posteriormente el helenístico (ptolomaico y seléucida) (333-63 AEC).

La repatriación de los judíos bajo el inspirado liderazgo de Esdrás, la construcción del Segundo Templo en el sitio del Primero, la reedificación de los muros de Jerusalem y el establecimiento de la Knéset Haguedolá (Gran Asamblea) como ente religioso y judicial supremo del pueblo judío, marcaron el comienzo del Segundo Estado Judío (Período del Segundo Templo). Dentro de los confines del imperio persa (538-333 AEC), Judea era una nación que se centraba en Jerusalem, cuya dirección estaba confiada al Sumo Sacerdote y al Consejo de Ancianos.

Como parte del mundo antiguo conquistado por Alejandro Magno de Grecia(332 AEC), la Tierra se mantuvo como una teocracia bajo los gobernantes seléucidas con sede en Siria. Cuando se prohibió a los judíos la práctica del judaísmo y su Templo fue desecrado como parte del esfuerzo por imponer a toda la población la cultura y las costumbres con orientación hacia Grecia, los judíos se rebelaron (166 AEC).

Dirigidos en un comienzo por Matatías, miembro de la dinastía de sacerdotes hasmoneos y después por su hijo, Judá el Macabeo, los judíos entraron en Jerusalem y purificaron el Templo (164 AEC), eventos que se conmemoran anualmente durante la Fiesta de Janucá.

 

 
   
Modelos de Jerusalem: Cuatro períodos en la historia de la ciudad
 
   
Dinastia Hasmonea (142-63 AEC)

A raíz de otros triunfos hasmoneos, los seléucidas (147 AEC) restauraron la autonomía política y religiosa de Judea, como se llamaba entonces la Tierra de Israel y, con la caída del reino seléucida (129 AEC), se logró una completa independencia. Bajo la dinastía hasmonea, que duró alrededor de 80 años, el reino recobró fronteras no lejanas de las del reino de Salomón, se obtuvo una consolidación política bajo dominio judío, y la vida judía floreció.

 

 
   
Mapa del Reino Hasmoneo
 
 

 

 

 

Sinagoga del siglo IV en Katzrin
 
Bajo dominio romano

(63 AEC-313 EC)

Cuando los romanos reemplazaron a los seléucidas como principal potencia de la región, otorgaron al rey hasmoneo Hircano II, una limitada autoridad dependiente del gobernador romano en Damasco. Los judíos fueron hostiles al nuevo régimen y los años siguientes fueron testigos de frecuentes insurrecciones. El último intento de restaurar la antigua gloria de la dinastía hasmonea fue realizado por Matatías Antígono, cuya derrota y muerte puso término (40 AEC) al régimen hasmoneo, y la Tierra pasó a ser un estado vasallo dentro del imperio romano.

En el año 37 AEC, Herodes, yerno del rey Hircano II, fue designado por los romanos rey de Judea. Poseedor de una autonomía casi ilimitada en los asuntos internos del país, pasó a ser uno de los más poderosos monarcas de la parte oriental del imperio romano. Gran admirador de la cultura greco-romana, Herodes inició un programa de edificaciones masivas que incluyó las ciudades de Cesárea y Sebastia y las fortalezas de Herodión y Masada. Asimismo refaccionó el Templo convirtiéndolo en uno de los más magníficos edificios de su tiempo. Pero, a pesar de sus múltiples logros, Herodes no fue capaz de ganar la confianza y el apoyo de sus súbditos judíos.

Diez años después de la muerte de Herodes (4 AEC), Judea quedó bajo la directa administración romana (6 EC). El creciente enojo contra la supresión romana de la vida judía condujo a violencias esporádicas que culminaron en una revuelta general en el año 66 EC. Las fuerzas romanas superiores, dirigidas por Tito resultaron finalmente victoriosas, destruyendo totalmente Jerusalem (70 EC) y derrotando la última posición judía en Masada (73 EC).

 
Masada

Cerca de 1.000 hombres, mujeres y niños que sobrevivieron la caída de Jerusalem ocuparon y fortificaron el complejo del palacio de Herodes en Masada, ubicado en la cumbre de un monte cerca del Mar Muerto, donde durante tres años resistieron los repetidos intentos romanos para desalojarlos. Cuando los romanos finalmente escalaron Masada e irrumpieron dentro de sus muros, descubrieron que los defensores y sus familias habían preferido darse muerte con sus propias manos que someterse a la esclavitud.

La destrucción total de Jerusalem y del Templo fue catastrófica para el pueblo judío. De acuerdo al historiador judío de la época Flavio Josefo, cientos de miles de judíos perecieron en el asedio a Jerusalem y en distintas partes del país, y muchos miles fueron vendidos como esclavos.

Un último breve período de soberanía judía siguió a la revuelta de Shimón Bar Kojbá (132), durante la cual se recobraron Judea y Jerusalem. Sin embargo, dado el enorme poderío de los romanos, el resultado fue inevitable. Al término de tres años, conforme a la costumbre romana, Jerusalem fue "arada con una yunta de bueyes"; Judea fue llamada Palaestina, y Jerusalem, Aelia Capitolina.

Aunque el Templo fue destruido y Jerusalem quemada hasta los cimientos, los judíos y el judaísmo sobrevivieron su encuentro con Roma. El ente judicial y legislativo supremo, el Sanhedrín (sucesor de la Knéset Haguedolá), fue reconstituido en Yavne (70 EC) y posteriormente en Tiberíades. Sin el marco unificador de un estado y del Templo, la pequeña comunidad judía se recobró gradualmente, siendo reforzada de vez en cuando por exiliados que regresaban. La vida institucional y comunitaria se renovó, los sacerdotes fueron reemplazados por rabinos y la sinagoga pasó a ser el centro de cada comunidad judía, como lo evidencian las ruinas de sinagogas encontradas en Capernaum, Korazín, Baram, Gamla y otros lugares. La Halajá (ley religiosa) pasó a ser el lazo común entre los judíos, y se transmitió de generación en generación.

 
La Halajá

La Halajá es el conjunto de leyes que ha guiado la vida judía en todo el mundo desde los tiempos post-bíblicos. Trata sobre las obligaciones religiosas de los judíos, tanto en sus relaciones entre ellos como en su conducta ritual y comprende prácticamente todos los aspectos del comportamiento humano - nacimiento y matrimonio, alegría y pesares, agricultura y comercio, ética y teología.

Originada en la Biblia, la autoridad halájica se basa en el Talmud, el compendio de ley y erudición judía (que finaliza aproximadamente en el año 400), que comprende la Mishná -la primera compilación escrita de la Ley Oral (codificada aproximadamente en el año 210), y la Guemará, una elaboración de la Mishná. Para proporcionar una guía práctica de la Halajá, estudiosos religiosos elaboraron diversos compendios concisos y sistemáticos, a partir de los siglos I y II. Entre las más autorizadas de esas codificaciones se cuenta el Shulján Aruj, escrito por Iosef Caro en Safed (Tzfat) en el siglo XVI.

 

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