CONVERSIÓN  Y RECONCILIACIÓN

 

¿TE HAS CONVERTIDO ALGUNA VEZ?

Todos creemos estar convertidos a Dios.  Pero,  ¿es nuestra conversión verdadera o mediocre? ¿Nos hemos decidido radicalmente por Dios, el bien, la justicia… o sólo a medias?   ¿Estamos dispuestos a seguir a Dios como Abraham, a Cristo como los discípulos…, o ponemos condiciones?  ¿Se ha dado en nosotros la “conversión primera”?

“Entonces, dijo Jesús a sus discípulos:  Si alguno quiere venir en pos de Mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame.  Porque quien quiera salvar su vida, la perderá, pero quien pierda su vida por Mí, la encontrará.  Pues, ¿de qué le servirá al hombre ganar el mundo entero si arruina su vida?  O ¿qué puede dar el hombre a cambio de su vida?” (Mt.  16, 24 – 26)
“Yo no tenía nada que decirte, Señor, cuando Tú me decías:  ¡Despierta, tú que duermes! ¡Levántate de entre los muertos! ¡Cristo va a iluminarte!”   Por todas partes me hacías ver la verdad de tus palabras; la verdad me seducía, pero no te respondía más que con palabras perezosas y somnolientas:  “En  seguida! Ahora mismo! Dentro de un momento.  Pero el en seguida no terminaba nunca y el en un momento se alargaba.  No contestaba plenamente que no, ni plenamente que si.
En mi interior me repetía:  “Terminemos de una vez”  “Acaba ya”  Mis palabras se dirigían hacia la decisión:  trataba de actuar, pero no hacía nada…

En una nueva tentativa, casi logré, casi llegué al final, casi lo conseguí, pero no fue así, Aún no estaba dispuesto, no llegaba, no lo lograba (S Agustín.  Confesiones).
 
¿Con cuál de estos dos testimonios te identificas más en este momento de tu vida?  ¿Por qué?

¿Cuáles son las razones por las que crees que has hecho o no una conversión radical a Dios en tu vida?
Si lo conoces, anota algún caso de alguna persona que creas se ha convertido de verdad a Dios.


PECADO Y CONVERSION

"CRISTO ROMPE LAS CADENAS"

“Convertirse no es sólo “arrepentirse”, llorar sobre lo pasado. Jesús repetía en el Evangelio: “Levántate, ponte en camino”. La conversión es un proceso vital, histórico, como el crecimiento, como el desarrollo. Un proceso vital, y social. El pecado está en el mundo, está en cada uno de nosotros, en la desfachatez o agazapado, más o menos querido, pero está. Vivir, crecer, evolucionar, caminar en la historia personal y en la humana, ha de ser necesariamente irse convirtiendo, irlo convirtiendo todo.

No basta con rasgarse las vestiduras para convertirse; como no bastó nunca confesarse en la penumbra del confesionario; como no bastará ahora celebrar una bonita confesión comunitaria. No basta para convertirse renovar los Advientos y las Cuaresma, ni organizar colectas socializadas o dar tantos por cientos tranquilizadores. Es preciso rasgar el corazón, circuncidar la raíz de las estructuras de pecado, “subvertir” el orden establecido en el propio espíritu –burgués- en la propia familia- cerradita- , en la propia Empresa, en la calle, en el país, en la Iglesia, en el mundo.

No valen las excusas de los que están de vuelta de todo, de que si una Iglesia tal o una sociedad cual. Tú y yo somos Iglesia y somos la sociedad. No se trata de esperar a que las estructuras de la Iglesia o de la sociedad se trasformen: es preciso urgirlas a la conversión desde el interior y desde la acción de cada uno de ellos.

 
LA RECONCILIACIÓN, ¿QUE ES ?
 
“ Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nuestros labios la palabra de la reconciliación . Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!. A quien no conoció pecado, le hizo pecado por nosotros, para que viniésemos a ser justicia de Dios en El ”. (2 Co.5, 18-21)    

“ Hijos míos, os escribo esto para que no pequéis. Pero si alguno peca,   tenemos a uno que abogue ante el Padre: a Jesucristo, el Justo. El es víctima de propiciación por nuestros pecados, nos sólo por los nuestros, sino también por los del mundo entero” (1 Jn. 2, 1-2. )

  “Quien dice que está en la luz y aborrece a su hermano, está aún en tinieblas. Quien ama a su hermano, permanece en la luz y no tropieza. Pero quien aborrece a su hermano, está en las tinieblas, no sabe dónde va, porque las tinieblas han cegado sus ojos”  (1 Jn. 2, 9-11)

¿Crees que para reconciliarte con Dios es necesario el sacramento de la penitencia. Porque sí o porque no?


CONVERTIRSE NO ES QUEDARSE EN EL PASADO SINO CREAR UN NUEVO FUTURO