Por: Jorge Zuloaga
"Artículo de Desarrollo y Formación Familiar A.C."
Mantener
archivadas las experiencias negativas pone en evidencia la
existencia de rencor y resentimiento, que "envenenan"
cualquier relación. |
La discusión había
llegado a su momento más álgido y el volumen de las voces se había
elevado a tal grado que solamente se escuchaban gritos incoherentes que
denotaban coraje y todo tipo de emociones negativas.
De repente, se hizo un silencio absoluto, como si la energía de los dos
se hubiera terminado.
Fue entonces cuando la voz de Miriam sonó mientras sus ojos se fijaban
como espadas frente a los ojos de su esposo.
- Quiero decirte -dijo Miriam-, que no solamente estoy enojada por
lo que acaba de pasar, hay muchas cosas que me molestan y me tienen
harta.
- No sé de qué me estás hablando -respondió él.
- Ya vez, lo peor es que la riegas y luego ni siquiera te acuerdas.
- ¡Espérame!, -dijo él-, ¿a qué te refieres?.
- Ese es tu principal problema, que no te acuerdas de lo que no te
conviene, pero te voy a refrescar la memoria. ¿Ya se te olvidó el
papelito que hiciste cuando te pusiste muy grosero en casa de mis
papás...?
- ¡Óyeme!, pero eso fue el año pasado...
- ¡Espérame que todavía no acabo! Y el día que quedamos en ir a
cenar, y claro...se te olvidó... Miriam hizo una breve pausa como
para tomar aire y casi de inmediato continuó:
- Y el día de mi cumpleaños, que ni siquiera te acordaste, tu
secretaria te lo tuvo que recordar y llegaste en la tarde con tu
regalito, tratando de disimular tu olvido. ¡Ah! Y aquella vez
que...
- ¡Hey! ¡cálmate!, ¿qué te pasa?. De todo eso ya habíamos
hablado y en su momento discutimos. Eso ya pasó, ¿por qué lo
vuelves a sacar?
- Pues por una razón muy sencilla, porque aunque ya te perdoné, ni
creas que lo he olvidado.
Cuando se perdona y no se olvida.
Hay muchas personas, hombres y mujeres, que tienden a actuar como
Miriam.
En un apartado de su mente han colocado un cajón, en el cual, guardan
con doble llave las experiencias negativas, los desengaños y los
momentos difíciles o dolorosos que han vivido y en el momento oportuno
¡zas!, abren el cajón y sacan de él lo necesario para poner en
evidencia su condición de víctimas y los argumentos para chantajear a
la pareja.
Mantener archivadas las experiencias negativas, conservar las cuentas
pendientes con el "ser amado", pone en evidencia la existencia
de rencor y resentimiento, sentimientos que "envenenan"
cualquier relación humana.
Cuando se guardan
resentimientos, cuando se "perdona" pero no se olvida, la
relación se envenena y las personas entran en un juego interminable de
cobrarse cuentas pendientes, que como resultado hace infelices a todos
los involucrados: al que no olvida, porque el simple hecho de estar
recordando las cosas negativas le amarga la vida y le impide la
felicidad, y al que se le están echando en cara las cuentas pendientes,
porque se siente agredido y manipulado cada vez que le presenten una
factura de cobro.
Un elemento importante para lograr la felicidad es el saber perdonar.
¿Qué es perdonar?
Perdonar es abrir una válvula de escape para permitir la salida del
veneno acumulado por el rencor y el resentimiento.
Cuando una persona perdona, no está ayudando a quien la ofendió, se
está ayudando a sí misma, porque se está deshaciendo de los
sentimientos negativos y está recuperando el equilibrio y la paz
interior.
En toda relación humana se generan problemas y desacuerdos, se producen
situaciones que pueden causar molestia y enojo, pero eso no implica que
se tengan que quedar cuentas pendientes Hay dificultades y malos
entendidos, incluso problemas graves de relación, pero si no se
perdona, si se guarda rencor, la relación se va a corroer y la
infelicidad de ambos va a ser la principal consecuencia.
El perdón no es cuestión de razón.
El perdón en muchas ocasiones aparece como algo "ilógico",
hasta cierto punto irracional, pero lograr perdonar y liberarse del
rencor tiene su lógica y su metodología.
¿Cómo evitar el círculo vicioso?![](fto2.gif)
Para evitar que esa cadena de resentimientos y agresiones se convierta
en algo interminable, es necesario aprender a perdonar, sin condiciones,
sincera y generosamente.
Para poder llegar al perdón, cuando se ha sufrido una ofensa, es
conveniente tomar en consideración los siguientes puntos:
- Aceptar el dolor. Tratar de aparentar que "al cabo no me
importa", es echarle tierra al asunto, pero debajo de esa
tierra queda el resentimiento. Solamente reconociendo y aceptado el
dolor se puede trabajar para eliminarlo de raíz.
- Evitar la competencia. En ocasiones se toma la actitud de "si
el otro me hizo, yo le hago.." No se trata de ver a quién le
va peor, pues esa es una actitud de: "yo pierdo y tú también",
que resulta autodestructiva.
- Valorar la ganancia, no la pérdida. Perdonar implica recuperar la
paz interior, el equilibrio emocional. Al perdonar, la más
beneficiada es la persona que otorga el perdón porque se deshace de
los sentimientos negativos.
- Buscar soluciones, no culpables. Lo importante al perdonar es
encontrar la manera de restablecer la relación y mejorarla, en vez
de identificar quién tiene la culpa de que las cosas no marchen
bien.
- Evitar poner condiciones. Cuando se ponen condiciones, se corre el
riesgo de caer en el chantaje. "Te perdono si tú haces esto o
aquello". "Cuando vea que cambiaste, entonces te perdonaré".
Estos planteamientos implican una compensación o una especie de
desquite y mantienen vivas las actitudes negativas.
- Regalar en vez de cobrar. El perdón es un regalo, no es una
factura que más tarde se va a cobrar. Perdonar implica decirle al
otro: " te perdono, sin pedir nada a cambio". Si se pide
algo a cambio, si se cobra ya no hay perdón, hay transacción. El
perdón es como el amor, simplemente se da como un regalo, sin
condiciones.
Cuando se toman actitudes de desquite, cuando se guardan cuentas
pendientes, cuando se entra en un juego de "toma y saca", se
está cultivando la infelicidad.
¿Por qué estar luchando contra nuestra propia felicidad? El perdón
generoso, desinteresado, es una excelente inversión, ¡se está
invirtiendo en la propia felicidad! El autor es licenciado en Sociología
y en Economía, con maestría en Administración y Desarrollo
Organizacional.
Es consultor de empresas.
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