CAPITULO XIII

TEOLOGIAS BIBLICA, PATRISTICA Y LITURGICA

 

A.- TEOLOGIA BIBLICA.

 

Por muchos años la Teología Bíblica no ha sido sino un argumento escriturístico, desarrollado en la Dogmática para fundamentar o defender los enunciados de la fe católica. Perfectamente legítimo en sí mismo, semejante empleo de la Escritura tiene también sus peligros, concretamente el de aplicar a las categorías bíblicas el sentido de las categorías teológicas actuales, sin darse cuenta de que no siempre las unas están exactamente de acuerdo con las otras. También existe el peligro de falsear los elementos que componen la síntesis bíblica, o de omitir alguno que otro de los elementos importantes de ella.

 

La Teología Bíblica, en el sentido actual de la palabra, nació en los ambientes protestantes durante el siglo XVII como reacción a la Teología Dogmática católica. Debido a sus orígenes, su penetración ha sido muy lenta en los ambientes católicos, y tardó tiempo en alcanzar plenos derechos en ella. Todavía hoy, la noción de Teología Bíblica es bastante fluida y no siempre resulta fácil definir sus límites.

 

Por fidelidad a lo real, vamos a distinguir dos sentidos principales que corresponden a los dos tipos de obras que se presentan con la etiqueta de la Teología Bíblica. En un primer sentido, la Teología Bíblica se propone organizar en una síntesis coherente, armoniosa e inteligible, el mensaje de la Escritura, bien sea en parte, bien es su totalidad; bien sea para un libro o en un autor particular. El acento se pone en el trabajo de síntesis que lleva a cabo la Teología; ese trabajo de síntesis se realiza en la fe y en el espíritu de fidelidad a las normas de interpretación de la Iglesia que marcan la Escritura, la Tradición y el Magisterio.

 

Comprendida de esta forma, la Teología Bíblica ocupa un lugar intermedio entre la Exégesis y la Teología Especulativa; no es Exégesis, ya que su finalidad no es la de determinar el sentido exacto del texto sagrado; por otra parte tampoco es Teología Especulativa, ya que la síntesis que realiza no sale de las categorías bíblicas, ni apela al razonamiento teológico como tal. Tampoco se pregunta la Teología Bíblica cuál es la luz que esta síntesis puede arrojar sobre los problemas del hombre de hoy, ni cuáles las virtudes que la tradición eclesiástica ha podido descubrir en esta síntesis en el curso de los siglos.

 

Apoyándose en la Exégesis, recoge y sistematiza los datos bíblicos que propone a la reflexión teológica. De esta manera la Teología Bíblica puede recoger las síntesis parciales que señalan las principales etapas de la revelación; puede centrar su atención en la doctrina de un autor particular o de un libro particular; puede estudiar la génesis de un libro determinado a través de la Escritura, o puede exponer el mensaje del Antiguo o del Nuevo Testamento en su totalidad. Este tipo de Teología, como se ve, apenas difiere de una síntesis exegética o de una sistematización de las ideas de la Biblia.

 

En un segundo sentido, parecido al primero, pero más amplio, la Teología Bíblica intenta captar la unidad del misterio y del designio de Dios, considerando a la Escritura como una totalidad, o sea como el discurso inteligible de la única Palabra de Dios. Así entendida, supone en principio la unidad de la Escritura y el reconocimiento de Cristo como clave de inteligibilidad de ambos Testamentos: En el Antiguo ve a Jesucristo anunciado, prefigurado y preparado, y el Nuevo Testamento es el Antiguo Testamento realizado, cumplido: Jesucristo es el Logos de Dios que resuena a través de los dos Testamentos.

 

El misterio se desarrolla y se actualiza progresivamente en la historia de la salvación, y se expresa en la sucesión y la diversidad de los libros inspirados. La Teología Bíblica estudia el movimiento profundo de esta economía divina, procurando captar el progreso de la revelación y la unidad del designio divino. Su punto de partida son las palabras y los acontecimientos del plan de salvación que se encuentran consignados en la Escritura, y que a partir del sentido literal tienen que ser interpretados en profundidad, según la plenitud del sentido buscado por Dios y percibido, quizás imperfectamente, por el autor sagrado.

 

Su método consiste en acercar los textos por medio de los cuales ha hablado el Autor Divino, con vistas a llegar, a través de la dialéctica del libro sagrado, hasta el misterio en su unidad profunda cuyos diversos aspectos ha ido presentando la pedagogía divina en el curso de su revelación progresiva. He aquí algunos ejemplos: El tema del mesianismo, en el Antiguo Testamento, se expresa en las figuras diferentes del rey, del profeta que sufre, del Hijo del hombre, del sacerdote. A través de estas figuras la Teología Bíblica percibe la unidad total y orgánica del designio de Dios preparando la venida de su Hijo, el misterioso Hijo del hombre revestido de la triple función real, profética y sacerdotal. El misterio de la alianza se expresa en los temas del pueblo de Dios, del esposo y la esposa, del reino y de la Iglesia; está relacionado con la misión de Abraham, de Moisés, de David y de Jesús, con la institución de los profetas y de los sacerdotes, y con la de todos los ritos del Antiguo Testamento: circuncisión, sacrificios diversos, etc.

 

A partir de estos temas, de estas personas, de estas instituciones, la Teología Bíblica va señalando los caminos por los que Dios prosigue su plan salvífico de unión con el hombre, para divinizarlo en Jesucristo. Igualmente, en los temas del sacrificio, de la Pascua y de la vuelta al Padre, se expresa un mismo misterio: el de la unión de la humanidad con Dios en el Espíritu de amor.

 

Comprendida de este modo la Teología es Bíblica, ya que su punto de partida es la Escritura, con sus vocablos, sus temas y sus perspectivas; y es Teología por varios motivos, en primer lugar porque percibe los temas de la Escritura, no ya como aislados, sino como unidos armoniosamente entre sí y formando una síntesis superior, que es la del designio de Dios. Es Teología porque dominando la multiplicidad y la diversidad de las palabras y los temas se eleva hasta la inteligencia del designio de Dios, y procura descubrir su unidad. Es Teología finalmente en el sentido de que hace intervenir algunos principios que no se han sacado inmediatamente del texto de la Escritura.

 

En este segundo sentido, la Teología Bíblica sigue encerrada dentro de límites bien precisos: No saca sus datos de los Padres de la Iglesia o de la Liturgia, sino solamente de la Escritura; es una ciencia, pero bíblica, ya que se mantiene deliberadamente dentro de los límites de expresión, de imágenes y de categorías que Dios ha empleado en la revelación. Es verdad que la Escritura manifiesta la influencia de diversas culturas y que la Teología Bíblica emplea esos instrumentos del pensamiento ofrecidos por el mismo Dios, pero no utiliza otros instrumentos del pensamiento, como los patrísticos, ni la influencia de culturas extrañas como la china, india, o africana, en las que no se ha expresado la revelación, y tampoco se pregunta cómo puede responder a los problemas del hombre contemporáneo.

 

 

B.- TEOLOGIA PATRISTICA.

 

1.- La Patrística.

La Teología Patrística tiene la finalidad de exponer con fidelidad el pensamiento de los Padres de la Iglesia, para participar de la comprensión que ellos alcanzaron de los misterios de la fe cristiana. Supone, en su punto de partida, el estudio atento del vocabulario de los Padres, de los géneros literarios que adoptaron y del contexto histórico en que vivieron. El gran escollo de la Teología Patrística es el anacronismo doctrinal, que consiste en aplicar a la doctrina de los Padres nuestras propias perspectivas, nuestras categorías e incluso nuestras sistematizaciones actuales.

 

Se comprende la importancia que tiene para la Teología esta primera inteligencia de la fe, ya que la obra de los Padres es el testimonio de una tradición viva y vivificante, cuyas riquezas han pasado a la vida y a la práctica de la Iglesia creyente y orante. Encontramos también en los Padres un sentido pastoral, que se continua vislumbrando con menor claridad en los doctores de la Edad Media.

 

La Teología Patrística no es una simple sistematización del pensamiento patrístico, sino una verdadera Teología, ya que intenta comprender el misterio revelado y el designio de Dios, tomando como fuente y como guía a los Padres de la Iglesia. A través de las formas de expresión de los Padres, lo que se busca en definitiva es el único misterio de Dios, y se acude al Magisterio de la Iglesia para determinar cuáles son los auténticos testigos de la Palabra entre los doctores eclesiásticos,.

 

 

 

2.- La Patrología.

 

 

La Patrología es la ciencia que estudia a los Padres y a los escritores eclesiásticos de la Iglesia antigua; más en concreto, estudia su vida y sus obras bajo un triple punto de vista filológico, filosófico y teológico. La Patrología es una disciplina de carácter histórico cuyas principales tareas son las siguientes: a).- Enseñarnos la vida y la formación de los Padres y escritores eclesiásticos, junto con las ocasiones que dieron origen a la composición de sus obras. b).- Establecer la lista de sus escritos, distinguiendo los falsos de los auténticos. c).- Apreciar el carácter y la importancia de sus obras. d).- Exponer los principales puntos de su doctrina. e).- Discernir las relaciones de filiación o de inspiración entre los Padres.

 

La Patrología es una disciplina teológica por la misma razón que lo es la Historia Eclesiástica. Se distingue de la Teología Patrística por el hecho de que se interesa sobre todo por la vida y los escritos de los Padres, a título de Información, mientras que la Teología Patrística se interesa especialmente por su enseñanza doctrinal, esto es, por su presentación y su comprensión de la fe.

 

C.- TEOLOGIA LITURGICA.

 

Desde el siglo XVII hasta el presente, la Liturgia ha sido concebida por los teólogos principalmente como un lugar teológico, como un medio de conocer lo que enseña el Magisterio ordinario de la Iglesia y lo que cree el pueblo cristiano, porque la Liturgia es una expresión privilegiada de la fe de la Iglesia.

 

En sus diversos tratados, la Teología apelaba a la Liturgia como testigo de la Tradición, para demostrar a los adversarios de la fe que la doctrina propuesta hoy por la Iglesia es verdaderamente de origen apostólico, y también para recorrer con ella las etapas del progreso dogmático. En este contexto visiblemente apologético, la Liturgia tenía sobre todo la función de manifestar la continuidad orgánica de la fe católica, desde la edad apostólica hasta nuestros días, y se la invocaba, como a la Escritura y a los Padres, como argumento para establecer o confirmar esta continuidad. Este empleo legítimo de la Liturgia no revela, sin embargo, todas sus riquezas, ni el sentido más profundo de esta disciplina.

 

Una idea justa de la Teología Litúrgica supone necesariamente una noción justa de la Liturgia; esta noción ha sido elaborada por el Vaticano II en su Constitución correspondiente, en la que afirma que Cristo ha cumplido la obra de nuestra redención por el misterio pascual de su bienaventurada pasión, de su resurrección de entre los muertos y su gloriosa ascensión. Enviado por el Padre, Cristo ha enviado a su vez a sus apóstoles y les ha comunicado su Espíritu, no solamente para que anuncien este misterio de salvación, sino también a realizar la obra de salvación que proclamaban, mediante el sacrificio y los sacramentos en torno a los cuales gira toda la vida litúrgica.

 

Para proseguir esta obra de salvación a través de los siglos, Cristo está siempre presente a su Iglesia, sobre todo en las acciones litúrgicas. Está presente en el sacrificio de la misa; está presente en su palabra; está presente, por último, cuando la Iglesia suplica y canta; por eso se considera la Liturgia como el ejercicio del sacerdocio de Jesucristo, en ella los signos sensibles significan, cada uno a su manera, la santificación del hombre.

 

La Liturgia, por ser obra de Cristo sacerdote y de su cuerpo que es la Iglesia, es la acción sagrada por excelencia cuya eficacia no la iguala ninguna otra acción de la Iglesia. Sin duda la Liturgia no es toda la actividad de la Iglesia, pero es la cumbre a la cual tiende la actividad de la Iglesia, y al mismo tiempo es la fuente de donde mana toda su fuerza; por ello de la Liturgia mana hacia nosotros la gracia como de su fuente, y se obtiene con la máxima eficiencia aquella santificación de los hombres en Cristo, y aquella glorificación de Dios, a la cual las demás obras de la Iglesia tienden como a su fin.

 

La Iglesia es la comunidad sagrada de fieles que reciben la Palabra y los sacramentos de Cristo, y la Liturgia es el lugar privilegiado del encuentro entre Dios y su Iglesia. Su función consiste no solamente en ofrecerle a Dios el culto que le es debido, sino también hacer presente en medio de los hombres —bajo el velo de unos signos— el misterio de salvación que los santifica. La Constitución subraya a este propósito que la Liturgia es a la vez glorificación de Dios y santificación del hombre. La Liturgia es también el medio concreto por el que se lleva a cabo y se prodigue la Historia de la Salvación, el misterio de Cristo y el misterio de su Iglesia. Comprendida de este modo, esta acción cultual es la contribución propia de la Liturgia a la comprensión de los misterios de la revelación.

 

La Teología Litúrgica es una disciplina teológica que tiene por objeto el misterio de Cristo viviente en la Iglesia, y el misterio de la Iglesia viviente en Cristo. La Teología Litúrgica considera este misterio en cuanto que está presente en la acción cultual de la Iglesia durante el curso de los siglos, esforzándose por tener una inteligencia más viva del mismo. Es una reflexión metódica sobre la acción salvífica de Dios en el mundo, por Cristo y su Iglesia, y sobre la vuelta del hombre a Dios bajo el velo de los signos que lo santifican. Auténtica teología, tiene un momento positivo en el que toma posesión del dato litúrgico por medio de la Filosofía, de la Historia, de la Arqueología, y otro momento de reflexión sistemática sobre ese dato. La Teología Litúrgica no es, pues, simplemente, historia de los ritos y de las rúbricas; es auténtica inteligencia del objeto de fe, en cuanto que es el misterio mismo de la salvación, en acto de cumplimiento a través de los siglos. La Teología de los Sacramentos, por consiguiente, es el lugar privilegiado de la Litúrgica.

 

El Concilio ha subrayado la importancia de esta reflexión teológica, elevando a la Liturgia al rango de disciplina principal en las facultades de Teología, y ha recomendado que la enseñanza de la Liturgia se haga bajo el aspecto teológico e histórico, así como bajo el aspecto espiritual, pastoral y jurídico.