CAPITULO IX

UNIDAD ORGANICA DE LA TEOLOGIA POSITIVA

Y DE LA TEOLOGIA ESPECULATIVA

 

1.- Dos funciones, no dos Teologías.

 

Las Teologías Positiva y Especulativa expresan la esencia de la actividad teológica; no se trata de dos disciplinas teológicas opuestas o yuxtapuestas, sino de dos funciones de una única ciencia teológica vinculadas entre sí, de una manera orgánica y dentro de una colaboración mutua e incesante. El proceso teológico supone un doble movimiento, una doble operación igualmente necesaria: el escuchar la fe y comprender la fe; la función positiva de la Teología toma a su cargo el “escuchar la fe” a nivel científico, mientras que la función especulativa es la reflexión del espíritu sobre el dato revelado y la investigación del espíritu sobre ese dato, para comprender la fe.

 

Bajo la presión misma del escuchar la fe, cuyo estado científico es la Teología Positiva, es como se compromete y se elabora la comprensión de la fe cuyo estado científico es la Teología Especulativa. Entre ambas funciones hay una filtración constante, una fecundación recíproca, aunque estrictamente hablando, la Teología Positiva y la Especulativa no se articulan como si fueran dos etapas sucesivas del trabajo teológico, ya que la Especulativa está encarnada en la Positiva. Sin duda alguna en ciertas disciplinas tendrá que prevalecer la función Positiva, en otras por el contrario, dominará la Especulativa, pero ésta no podrá estar nunca ausente del trabajo positivo, del mismo modo que la actividad especulativa tampoco podrá ejercerse sin una referencia constante a los datos positivos que le sirven de base; por eso lo positivo y lo especulativo son los dos aspectos de una misma labor que se complementan entre sí y se prestan mutuo apoyo.

 

Esta distinción entre función positiva y función especulativa no es más que una aplicación a la Teología de un proceso que se encuentra en todo conocimiento humano; efectivamente, en todo conocimiento es posible distinguir tres clases de niveles: la experiencia, la comprensión y el juicio. El conocimiento supone en primer lugar un dato de experiencia, que es la materia sobre la que se ejerce la inteligencia; viene a continuación el trabajo de entendimiento del dato que ha sido recogido por la experiencia, y finalmente llega el juicio, que puede ser verdadero o falso, cierto o probable.

 

Estos tres niveles se encuentran analógicamente en el conocimiento teológico: En su función positiva, la Teología recoge y se apropia el dato revelado; en su función especulativa intenta comprender el dato recogido y sistematizado anteriormente; y finalmente, como en todo conocimiento humano, el proceso teológico terminará en un juicio. Sin embargo hay dos diferencias que separan a la ciencia sagrada de la ciencia humana: el dato de la Teología no es un dato obtenido por medio de la experiencia, sino revelado; además, el juicio del teólogo queda sometido a la aprobación suprema del Magisterio de la Iglesia.

 

Función positiva y función especulativa están hasta tal punto vinculadas que una no podría subsistir sin la otra, y nacerían graves inconvenientes para la una y la otra si hiciéramos de ellas dos disciplinas separadas en lugar de dos aspectos de un mismo proceso del conocimiento,.

 

 

2.- No hay Especulativa sin Positiva.

 

La doctrina que se encuentra contenida en la Sagrada Escritura y por lo menos en algunos de los Padres de la Iglesia, es una Teología en estado pre-científico, que no ha sido sistematizada todavía y se expresa bajo la forma de imágenes. Pues bien, la Teología está obligada a conocer y estudiar profundamente esta forma pre-científica del objeto de fe, ya que la revelación de donde sale el objeto de la fe en la Teología se nos comunica bajo esa forma. Por tanto, si la Teología quiere ser fiel a las exigencias del objeto de fe, y a su propósito de inteligencia de la fe, tiene que permanecer en contacto con el dato de fe. Además, sin contar con la función positiva, la especulativa, separada de sus orígenes, se expondría al peligro de anacronismo, porque todas las categorías de la Teología, tales como revelación, tradición inspiración, gracia, sacramento, misterio, etc., se han ido elaborando en el transcurso de los siglos en unos contextos históricos bien precisos, y dentro de una constante relación con la vida de la Iglesia.

 

Por último, sin la función positiva, la Teología dejaría de ser Teología para convertirse en Filosofía. La Teología es inteligencia, pero inteligencia de la fe, y una Teología que dejara de vivificarse mediante el contacto con la palabra de su misma fuente, se secaría y esterilizaría.

 

 

3.- No hay Positiva sin Especulativa.

 

La historia de una ciencia, por ejemplo de la ciencia médica, sólo puede ser hecha por un experto en dicha ciencia, que conozca perfectamente su estado actual. Paralelamente, la historia de la Teología sólo puede ser escrita por un experto en Teología, porque para juzgar correctamente del estado pre-científico de la Teología en la Escritura y en los Padres, conviene conocer bien los desarrollos posteriores de la reflexión teológica sobre el depósito de la fe. En efecto, ¿cómo podría la Teología Positiva formarse juicios del progreso, de las desviaciones, de las regresiones parciales o de las novedades, si ignorase el punto de llegada de la Teología Especulativa y su orientación actual? Sin Especulativa, la Positiva se quedaría sin criterio para apreciar y juzgar.

 

La función Positiva se encuentra constantemente enfrentada con cuestiones dogmáticas difíciles tales como la Trinidad, la Cristología, el pecado original, la gracia, los sacramentos, la Escatología, etc. El investigador que se aproxima a estas cuestiones sin una sólida formación teológica corre el riesgo constante de cometer errores, o de juzgar como novedad lo que ya desde hace siglos había descubierto el pensamiento teológico. También por eso la Teología Positiva no puede ignorar la reflexión llevada a cabo por la Iglesia durante tanto tiempo.