Relaciones familia-escuela

 

 Victoria Cardona i Romeu
Educadora Familiar

 

Hemos ido comentando en los artículos anteriores la importancia del estudio y la necesidad de ayudar a nuestros hijos y hijas a saber estudiar, con métodos que ayuden a la concentración, y con la motivación suficiente por aprender y asimilar. También la necesidad de la afición por la lectura, con un ambiente de curiosidad intelectual familiar y una actitud positiva, en el hogar, por parte de toda la familia. Todo esto es primordial, pero tenemos que confiar en la escuela que hemos escogido, puesto que unas buenas relaciones siempre se fundamentan en la confianza.

 

  1. Elección de escuela: comprendemos las dificultades que supone encontrar una escuela que tenga un planteamiento de acuerdo con el proyecto de vida que tiene el matrimonio. A veces, si está lejos del domicilio ya es una dificultad, o si el gasto económico es muy elevado, si es un colegio que no tiene ayuda del Estado, ayuda deseable que facilita la opción libre de enseñanza para todas las familias. Anhelaríamos las mismas subvenciones para los centros de iniciativa social, como las que reciben países más desarrollados, en este aspecto, que el nuestro, como por ejemplo, Holanda, Bélgica, Australia, Francia, etc. Pese a los inconvenientes, tenemos que tener la coherencia de decidirnos por la escuela que sea adecuada de acuerdo con el ideal educativo del matrimonio.

     

  2. Aspectos interesantes antes de decidirse por un Centro: enterar- se del ideario de la escuela, ya que es indispensable para saber la educación que se da. Allí encontraremos el referente para trabajar familia-escuela en la misma dirección. Quizás sería bueno escuchar a amigos que ya llevan a sus hijos a diferentes escuelas, para estar bien informados. Es primordial que haya congruencia entre lo que cada uno vive y piensa de la formación que quiere para sus hijos y la opción que escoge. En la escuela, nuestros hijos e hijas pasan muchas horas; de hecho, es nuestro complemento educativo más importante. Delegar supone reflexionar e informarse mucho antes de decidirse. También es esencial que nuestros hijos e hijas reciban una educación cristiana.

     

  3. Visitas periódicas al tutor: procurar reunirnos periódicamente con quien se hace cargo de nuestro hijo o hija para comunicarnos y, sobre todo, para marcarnos objetivos concretos y a corto plazo para la evolución y desarrollo integral del hijo o hija. El profesor tutor tiene todos los elementos sobre el comportamiento del hijo o hija en la escuela, pero también conocerá mejor a su discípulo después de cada encuentro con los progenitores y estos sabrán más cosas de la conducta de su hijo. Podrán hacer un mejor seguimiento de los informes escolares, puesto que es conveniente comentarlos y, conjuntamente, ir resolviendo los problemas que puedan surgir desde el punto de vista personal y académico. Este intercambio es necesario y los hijos verán que nos interesamos por ellos.

     

  4. Participación con la escuela: Ni que decir tiene que es apropiado asistir a todas las reuniones que nos propongan y participar, si podemos, en el Consejo Escolar y en la Asociación de Padres y Madres (AMPA). La actitud en estas participaciones siempre tiene que ser positiva, si confiamos en la escuela y delegamos buena parte de la educación de los hijos. Podremos ayudar para mejorar algunos aspectos, pero, cuando tengamos algún problema y sin sentirnos culpables, deberemos de examinarnos, en primer lugar de como distribuimos el tiempo de estudio en casa, si hablamos bien de los profesores, si hemos tenido una reacción demasiado enojada por una mala calificación en lugar de animar y colaborar, etc., y entonces reflexionar y comunicarse con la escuela con serenidad. Otro factor es fomentar la amistad con las demás familias para que haya buena convivencia entre todos, también nuestra presencia es importante sobre todo para nuestro hijo e hija. Esto se ve especialmente en las fiestas y actos recreativos organizados por la escuela, donde se participa de la mejor forma, entusiasmo si es una competición deportiva, emoción si actúan los más pequeños, y buen humor y alegría si se trata de una excursión, de un día de fiesta.

    Cuándo padres y profesores nos mantenemos unidos con los mismos objetivos, instrucción y formación humana completa del discípulo, se tiene más fuerza para forjar personas educadas para el futuro, dispuestas a vivir con responsabilidad personal, preparadas para la vida y para hacer un servicio a la sociedad.