El
cristianismo y el mundo antiguo
El nacimiento
y primer desarrollo del Cristianismo tuvo lugar dentro del marco cultural y político
del Imperio romano. La unidad del mundo grecolatino conseguida por Roma había
creado un amplísimo espacio geográfico, dominado por una autoridad suprema,
donde reinaba la paz y el orden. La facilidad de comunicaciones entre las
diversas tierras del Imperio favorecían la circulación de las ideas.
Pero la adhesión a la fe cristiana implicaba también dificultades. Los
cristianos procedentes del Judaísmo debían romper con la comunidad de origen,
que en adelante les podría mirar como traidores. No eran menores los obstáculos
que necesitaban superar los conversos venidos de la gentilidad (no judíos),
sobre todo los pertenecientes a las clases sociales elevadas. La fe cristiana
les obligaba a apartarse de una serie de prácticas tradicionales de culto a
Roma y al emperador, que tenían un sentido religioso-pagano. De ahí la acusación
de «ateísmo» lanzada tantas veces contra los cristianos.