INTOLERANCIA
"El Estigma más controvertido de la fe"
En mayor o menor medida todos los humanos "creyentes" la
sufrimos. Ha sido la cauda de las más grandes tragedias y
atrocidades de la historia.
Analizamos aquí sus causas y orígenes, como punto de partida
para tratar de eliminarla.
________________________
Desde una óptica analítica, puede decirse que todas las
expresiones de intolerancia, sectarismo y segregación presentes en
la cultura humana (excepto las sexuales, cuyo origen no trataremos
aquí), trascienden su estadío evolutivo y se remontan al período
Pérmico, hace 300 millones de años (Era Paleozoica). En esa época
los reptiles comenzaron a dominar la tierra y surgieron los primeros
mamíferos con aspecto de reptil.
Los humanos, poseemos en nuestro cerebro un remanente
biológico de aquella época. Bajo las diferentes capas que forman a
este órgano, denominadas cortezas o cortex, se encuentra una
análoga a las de estos animales. La misma es llamada paleocortex y
cerebro de reptil y, como lo indica su nombre, la hemos heredado de
estos.
Es importante aclarar que no se trata de un remedo biológico del
sistema nervioso central de los reptiles. Lo poseemos porque,
sepultado bajo nuestra consciencia humana y bajo los instintos
básicos de los mamíferos, conservamos funciones y características
arcaicas, sobrevivientes de las primeras etapas del desarrollo de la
vida.
Entre ellas, se encuentra el instinto territorial, el primero
diferenciado de los dos básicos: el de supervivencia y el
reproductivo. Si bien las opiniones se encuentran divididas en lo
referente a como está registrada tal característica (los psicólogos
hablan del inconsciente colectivo, otros científicos del ADN, etc.),
todos están de acuerdo en que en efecto poseemos tal instinto y que
es uno de los factores determinantes de nuestra conducta, tanto
individual como social.
Es irónico que en nuestros primeros pasos evolutivos (3 o 4
millones de años atrás), nuestros ancestros, los primeros homínidos
(Australophitecus Afarensis) lo poseyeran en un grado menor. Dado
que eran nómades y vivían de la recolección, no necesitaban contar
con un territorio demasiado definido.
Sin embargo, con la llegada del Homo Sapiens (hablo de
NOSOTROS, con el perdón de los partidarios de teorías
creacionistas), la caza (que se remontaba a la época de Homo
Erectus, 1,5 millones de años atrás) se organizó; el nomadismo se
fue reduciendo a recorridos predeterminados según las estaciones y
el clima y finalmente, con la llegada de la agricultura (entre 12 y 8 mil
años atrás), nos convertimos en seres sedentarios,
acostumbrándonos a ver la tierra como un patrimonio, como el
epicentro de nuestra estrategia de supervivencia. Esto hizo que
renaciera en nosotros el instinto territorial, el que fue potenciándose
y sofisticándose cada vez más.
Las primitivas tribus de pastores y agricultores, debían cuidar la
tierra y tratar de evitar que sus vecinos (cada vez más cercanos,
según la población aumentaba geométricamente) depredaran sus
recursos.
La religión, tal como la conocemos hoy, surgió por entonces
(obviemos aquí a los cultos prehistóricos de la caza, de los muertos y
de la fertilidad sexual). Generándose dos tipos de fenómenos
radicalmente diferentes.
En donde la civilización se manifestó a través de la urbanización
(Sumeria, Egipto, el Valle del Indo, etc.) la atávica estructura tribal y
de clanes dio paso a la polis (ciudades estado) y a los reinos. En
estos casos, la población fue cada vez más cosmopolita y, en
consecuencia, lo fue la religión.
Las grandes civilizaciones de la antigüedad virtualmente no
conocieron la intolerancia religiosa (obviamente estamos hablando en
forma genérica). Egipto, Sumeria, Babilonia y la misma Roma fueron
ejemplos de esto. En estos casos, era frecuente el henoteismo
(cuando la deidad local domina o prevalece a todas las demás, pero
sin negarse la existencia de ninguna).
El mismo Alejandro Magno, quien conquistó casi todo el mundo
conocido en su época, no destruyo ni combatió religión alguna.
Incluso importó los cultos de los países dominados como una forma
de mantener unido a su imperio.
Pero en donde la cultura siguió basándose en las estructuras del
clan y la tribu, ocurrió algo muy diferente. Siendo el ejemplo más
dramático de esto, la cultura hebrea antigua.
Ya sea que los hebreos surgieran de Mesopotamia, como afirma la
tradición (Génesis 11:31 - Ur Cashdim = Ur de Caldea) o, como lo
afirman algunas teorías científicas, del este de Arabia, este pueblo
mantuvo a la tribu como esquema de organización social. En esto
estarán de acuerdo hasta los cristianos y judíos más
fundamentalistas ya que el tema de las Doce Tribus de Israel es
omnipresente en el A.T.
En un caso como éste, en donde no se poseen gran cantidad de
recursos, en donde la población es poca, en donde no existe la
escritura (hablamos del segundo milenio a.C., no de la época del
Israel histórico) y cuando se está en medio de poderosos imperios, el
único factor de convergencia social son los códigos compartidos,
siendo el más poderoso de estos códigos culturales la RELIGION.
Desde la época de Moisés y Josué, los hebreos vivieron en lucha
constante contra todo tipo de influencia foránea de su cultura. Era la
única manera en que podían tener alguna chance de no ser
absorbidos por las magnificente culturas que los rodeaban (y que
incluso los invadían sistemáticamente).
No creo que nadie pueda atreverse a defender la política del
anatema (Josué 6:17) en donde todos los habitantes de una ciudad
eran masacrados (niños incluidos) por orden de Jehová. Pero esta es
una consecuencia natural de lo explicado anteriormente.
Jericó era una ciudad con 5000 años de historia cuando los
hebreos la destruyeron, si hubiesen decidido vivir en ella (ya que la
misma aventajaba significativamente a cualquier asentamiento
hebreo), la ancestral cultura cananea habría prevalecido al poco
tiempo sobre las toscas costumbres hebreas.
Sería largo de demostrar el como los primitivos hebreos no eran
monoteístas, sino henoteístas: No tendrás otros dioses delante de
mi… (Exodo 20:3), aquí el dios hebreo no dice: Solo yo existo, los
demás son dioses falsos. El mismo credo judío, válido incluso en la
actualidad dice:
Schema Yisrael Adonai Elohenu Adonai Echod
"Escucha, oh Israel, el Señor tu Dios, es un sólo Dios".
Lo que no es una afirmación monoteísta, sino la prohibición de
practicar cualquier culto extranjero.
Por otro lado, el título recurrente del dios hebreo en la Biblia: YHVH
Sabeot = Yhavhé de los Ejércitos o Jehová de los ejércitos (según
quien lo traduzca), no deja dudas que se trata de un dios tribal de la
guerra y no de uno universal como el Ammón-Râ egipcio, el
Ahura-Mazda persa o el Brahman de la India.
Por otra parte, para nadie es un secreto que hasta los grandes
reyes semi-legendarios como Salomón rendían culto a otros dioses
locales de Canaán.
En síntesis, una lectura desapasionada y científica de la Biblia,
dará como resultado la conclusión de que los hebreos inventaron el
monoteísmo como una forma de mantener unido a su pueblo. Lo que
innegablemente tuvo éxito, si se recuerda que las desventuras de
este pueblo desde la destrucción de Jerusalén a manos de
Nabucodonosor II en el año 587 a.C. (rey de los Caldeos), no tiene
parangón en la historia humana.
La consecuencia lógica de esta monolítica teología fue el
nacimiento del odio a quienes pensaban o creían diferente. No tanto
por las diferencias en sí, sino porque ponían en peligro las propias
ideas, tradiciones y forma de vida (¿suena conocido no?).
Pese a todo esto, en realidad no puede culparse a los antiguos
hebreos por la exacerbación de la intolerancia que surgió después en
la dos religiones que derivaron de su fe: cristianismo e Islam.
Dado que los judíos nunca fueron proselitistas, su única pretensión
era la de que los dejaran tranquilos con sus costumbres y creencias.
Es justo decir, además, que más allá de las atroces matanzas que
precedieron a su dominación de Palestina (h. 1000 a.C.), no
aspiraron a otras conquistas.
Muy diferente fue la expansión del cristianismo, en donde a la idea
de que todos los demás estaban equivocados se le sumó el deseo de
convertirlos para que piensen igual que uno. Lo demás es por todos
conocido.
Sin embargo, quiero plantear aquí un pequeño problema: Si bien
todos deberían saberlo, casi nadie se ha percatado sobre el hecho
de que la misión pastoral o evangelizadora de Cristo no cubrió una
pequeña parte de Palestina (no más de 2500 km2) y duró solo 3
años (nadie sabe porque Cristo no comenzó a predicar a los 20 o 25
años).
Esto no se condice con la intención de inundar el mundo entero
con una nueva religión. Por lo cual surge la duda de si, en verdad, el
cristianismo de Cristo, la doctrina original de esta fe, no era una
especie de reforma del judaísmo y no un movimiento que debía cubrir
el globo a sangre y fuego por designio divino.
Esta es una breve síntesis de los factores naturales y sociales que
dieron origen a la intolerancia religiosa occidental.
La Verdad y la interpretación de Libros Sagrados:
Cuando se tiene en claro que todo sistema de creencias (llámese
religión, filosofía, revelación, escuela de pensamiento, etc.) es solo
un diseño psicológico consensuado con nuestros pares (familia, clan,
tribu, nación, grupo, raza, etc.) para relacionarnos con el entorno y
estructurar nuestro universo psíquico, entonces no se tiene
problemas de intolerancia con los demás.
Tomada de esta manera, toda creencia tiene tres lecturas:
Psicológica
Teológica
Filosófica
1.- En el primer caso, lo que creemos puede o no ser verdad,
puede o no estar de acuerdo con la realidad objetiva. Importa tan
solo que satisfaga nuestras necesidades emocionales y espirituales.
Desde este punto de vista, nada es verdadero o falso y la cuestión
de si una religión es legítima o no, pasa por si ayuda a la plenitud
psíquica del individuo o contribuye a empeorar sus traumas y
patologías.
2.- Si se mira a la religión en su sentido teológico, tampoco cabe la
distinción científica entre verdadero o falso. Aquí la cuestión pasa por
si la religión ofrece a cada uno un sistema a través del cual llegar a
una realización espiritual plena y completa. Aquí si puede haber una
calificación de las diferentes creencias, en cuanto al grado de
eficiencia que posean para lograr el objetivo.
3.- En el plano filosófico, en cambio, nada importa sino la VERDAD.
Por esta razón, todo debe analizarse y comprobarse; aún cuando la
ciencia no pueda confirmar los postulados o doctrinas de una
creencia, la falsedad o veracidad de la misma estará dada por su
grado de concordancia con la realidad.
El fanatismo y la intolerancia religiosa surge cuando habiéndose
comprobado la utilidad y eficiencia de nuestro sistema de creencias
en cuanto a los dos primeros puntos, damos por sentado el tercero.
Tratando de acomodar la REALIDAD objetiva a nuestro sistema de
creencias en vez de hacer lo contrario, es decir: descartar los errores
de nuestra religión para que encaje perfectamente en la realidad.
Esta distorsión cognitiva es un catalizador de todo tipo de
conductas violentas e irracionales y el porque de ello no es ningún
misterio.
Cada vez que nuestros sentidos captan una información
discordante con nuestro sistema de creencias se genera en nosotros
tal carga de tensión emocional que la conciencia termina por ignorar
la información recibida.
Esto da por resultado que nos volvamos inmunes a todo tipo de
aprendizaje de conceptos, principios o conocimientos antagónicos a
nuestra creencia religiosa.
Además, es algo común el desarrollar actitudes de repetición
compulsiva (como diría S. Freud) cada vez que la experiencia
traumática se repite (vale decir, siempre que alguien o algo
contradiga a nuestra religión).
Un ejemplo de ello, dicho con todo respeto, es la tendencia
espasmódica de citar versículos de libros sagrados o consignas
dogmáticas cada vez que una idea transgresora de nuestros valores
se presenta.
La distorsión cognitiva también da como resultado el proselitismo
exacerbado. Sin que implique que todo deseo de extender o divulgar
nuestras ideas sea pernicioso, puesto que es la base de la expansión
del conocimiento humano, cuando el deseo se vuelve obsesión, se
derriban las barreras éticas y estéticas, y comenzamos pensar que el
fin justifica los medios.
Esta es la lógica diabólica del nazismo, la inquisición y las
cruzadas, dentro del cristianismo o el de la guerra santa y el
terrorismo, dentro del Islam. Se dice entonces: ¿Cómo algo que se
hace para Dios o en su nombre puede estar mal? Pero se olvida que
ya no somos capaces de distinguir lo real del "ruido mental" que nos
provoca nuestra distorsión.
No es casual que las religiones más tolerantes sean también las
menos proselitistas (el Buddhismo, por ej., posee unos 800 millones
de adeptos, pero no se debe olvidar que es 550 años más antigua
que el cristianismo y 1100 más que el Islam, y que pertenece a la
zona del mundo más densamente poblada, aún así, sólo es la tercer
religión en cantidad de fieles. Si fuera tan proselitista como el
cristianismo o el Islam debería poseer una cantidad de fieles tres
veces superior).
Revelación vs. Realidad:
Otra cosa que resulta evidente es que las religiones con libros
revelados son mucho más intolerantes y agresivas que las basadas
en tradiciones o en cánones múltiples.
De nuevo caemos en el contraste entre judaísmo, cristianismo e
Islam (basados en la Biblia y el Corán).
Aquí existen dos tipos de consideraciones:
1.- Cuando los mitos están escritos (como en la Biblia o el Corán)
permanecen constantes, inmutables, no evolucionan, no se
enriquecen con nuevos aportes culturales y por tanto se cristalizan.
Al ocurrir esto, la religión derivada de ellos se hace ESTATICA, no
puede progresar, no puede aprender de sus errores y NO PUEDE
CONCEDER NADA, porque si lo hace, LO PIERDE TODO.
Por esa razón la Iglesia Católica es más eficiente en adaptarse a la
evolución social y cultural que las evangélicas. Dado que la primera
no se basa exclusivamente en la Biblia, tiene un margen de ajuste
mayor que las otras.
En las religiones como el hinduismo, o las del Antiguo Egipto (por
ej.) los mitos se mantienen a través de la gente. Aún cuando estén
escritos, no existen textos absolutos. En estos casos, la religión
EVOLUCIONA y por eso subsiste sin conflictos durante milenios. Su
plasticidad la hace amable y tolerante con las demás y, por lo
general, acepta de buen grado cualquier corrección que la mejore.
Por esto último, en la India surgen reformadores en todas las
décadas, mientras que en la historia del cristianismo solo existió la
Reforma Protestante y causó revuelo durante siglos.
2.- Los libros revelados suponen una temática discrecional;
mezclan historia, leyendas, mitos, reglas morales, profecías, etc.
Todo, sin solución de continuidad, por lo cual predispone al creyente
a una lectura literal, sin alternancias entre la interpretación simbólica
y la fenomenológica.
Aquí se encuentra el nudo gordiano de la comprensión religiosa.
En las religiones con libros sagrados no-revelados el creyente busca
explicar la realidad a través del texto, mientras que los que presumen
leer las revelaciones RECORTAN la realidad para que las mismas se
cumplan.
En el primer caso, cuando la realidad contradice el texto, el
creyente entiende que se trata de un símbolo o alegoría; en el
segundo, reniega de la realidad porque cree menos en ella que en su
libro.
La moderna globalización y la escalada de los medios de
comunicación incrementan el problema de la intolerancia religiosa.
En la antigüedad, cada sistema de creencias, usualmente se
encontraba separado de los demás por la geografía y las diferencias
lingüísticas. Hoy día, el creyente una religión recibe constantemente,
lo quiera o no, información sobre otras formas de entender la
existencia.
Esto enerva sus conflictos ideológicos y polariza su relación con el
entorno social. Por esta razón, desgraciadamente, el problema de la
intolerancia religiosa, lejos de mejorar, esta siendo potenciado por
nuestra moderna forma de vida.
La posibilidad que los medios de cumunicación e información nos
dan de conocer a los demás, debería ser usada para el mutuo
entendimiento y no como forma de batallar con otras ideas para
querer destruirlas.